Generación del 27: Vanguardia y Tradición en la Poesía Española


Vanguardia y Generación del 27

Desde principios del siglo XX, los movimientos de vanguardia comienzan a revolucionar el panorama artístico occidental. Futurismo, cubismo, expresionismo, dadaísmo o surrealismo, más los hispánicos creacionismo y ultraísmo, traerán formas transgresoras y rupturistas. De una síntesis entre la innovación vanguardista y el amor por la tradición surgirá la Generación del 27.

La Generación del 27

La Generación del 27 está formada por un grupo compacto de poetas amigos, que reciben unas influencias comunes, distinguiéndose por la renovación de la forma poética (una síntesis de la poesía clásica, culta y popular, con las transformaciones de los versos libres y de los versículos) mediante una trayectoria conjunta, aunque cada uno de estos poetas selle su obra con sus propios rasgos personales. Estos poetas mantienen intensas relaciones personales: coinciden en su procedencia social y en su vocación literaria, colaboran en las mismas revistas (Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, Litoral, entre otras) y varios de ellos conviven en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

Rasgos comunes de la Generación del 27:

  1. El entusiasmo por Luis de Góngora, auténtico guía del grupo, de quien procede el antirrealismo o realismo subjetivo, el culto dedicado a la metáfora (adecuándola a las exigencias del momento) y la revalorización de las formas métricas tradicionales (como los sonetos o las décimas).
  2. El ideal de una poesía pura, hacia la que estos poetas muestran un gran interés (en una primera etapa, sobre todo) al tratar de depurar sus poemas de cualquier anécdota humana (lo que rechazarán al evolucionar hacia una humanización cada vez mayor). Esta concepción de la poesía pura les llega a través de Juan Ramón Jiménez, su maestro más directo, quien, además, les proporciona los versos libres y los versículos.
  3. Un neopopularismo: ciertos poetas, como Federico García Lorca y Rafael Alberti, son aficionados a los ritmos populares (romances, seguidillas, canciones, villancicos…), a los recursos propios de la poesía popular (repeticiones, paralelismos, diminutivos) y a la incorporación de palabras populares (concretamente, andaluzas) y de un vocabulario coloquial.
  4. Se dejan influir por las vanguardias (como el futurismo, el creacionismo o el ultraísmo), aunque la influencia fundamental que reciben sea la del surrealismo, cuyas huellas se detectan en muchos de estos poetas: Federico García Lorca (Poeta en Nueva York), Rafael Alberti (Sobre los ángeles), Luis Cernuda (Los placeres prohibidos), Vicente Aleixandre (Espadas como labios).
  5. Aunque cada poeta selle su obra con sus propios rasgos personales, la Generación del 27 evoluciona mediante una trayectoria poética conjunta, que presenta las siguientes fases o etapas:

Etapas de la Generación del 27:

1. Hacia una poesía pura (desde el comienzo individual de cada uno de estos poetas hasta 1927, cuando se conmemora el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora, que servirá de nexo de unión para estos poetas).

Sus primeras creaciones muestran una notable presencia de tonos becquerianos y un rechazo del modernismo. Bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez, tienden hacia una poesía pura, conducidos por un profundo afán de perfección formal, por la que intentan depurar el poema de cualquier contenido humano (un arte deshumanizado) mediante una métrica todavía clásica. Su producción se manifiesta tanto en una vertiente popular (Libro de poemas de Federico García Lorca, Marinero en tierra de Rafael Alberti) como en una vertiente culta (Cal y canto de Rafael Alberti, Versos humanos de Gerardo Diego).

2. Hacia una poesía humana (desde 1927 hasta la Guerra Civil).

Hastiados de tanta perfección estética y contando con las influencias del surrealismo y de Pablo Neruda, defensor de una poesía comprometida, van evolucionando hacia la rehumanización de su poesía. Por esta humanización cada vez mayor de sus poemas pasan a primer plano los eternos sentimientos del hombre: las preocupaciones existenciales, el deseo de plenitud, el amor (Razón de amor de Pedro Salinas, Los placeres prohibidos de Luis Cernuda). Para alcanzar esta humanización de la poesía, donde ya se introducen aspectos sociales y políticos, contarán con las aportaciones renovadoras de los versos libres y de los versículos, además de las transformaciones propias de las vanguardias (en especial, del impacto del surrealismo: Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, Sobre los ángeles de Rafael Alberti, Los placeres prohibidos de Luis Cernuda, Espadas como labios de Vicente Aleixandre).

3. Hacia una poesía social.

Tras la Guerra Civil (1936-1939) el panorama es desolador: Federico García Lorca ha muerto, otros integrantes de la generación (Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre) permanecen en España, los restantes (Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén) se marchan a un largo y doloroso exilio (conformando, para León Felipe, “la España del éxodo y del llanto”). El grupo, por lo tanto, se dispersa. Cada uno sigue un rumbo poético, sin abandonar los caminos de una poesía humanizada. Su poesía, mostrándose más humana (exponiendo un humanismo angustiado: Hijos de la ira de Dámaso Alonso, que inicia la tendencia de la poesía desarraigada), se orienta hacia lo social e, incluso, hacia lo político (transmitiendo los sucesivos sentimientos de los exiliados, que manifiestan una poesía testimonial cargada de nostalgia por la patria perdida y el desarraigo: Clamor de Jorge Guillén, Vivir sin estar viviendo de Luis Cernuda, Retornos de lo vivo lejano de Rafael Alberti).

Culturalmente, la Guerra Civil supone una violenta ruptura con los avances artísticos conseguidos hasta entonces, quedando abortados esos empeños por transformar la literatura española con recursos técnicos renovadores y temas más representativos del siglo XX por parte de nuestros poetas; aunque la producción de Miguel Hernández (Perito en lunas, El rayo que no cesa, Viento del pueblo, El hombre acecha, Cancionero y romancero de ausencias), tan cercano a la Generación del 27, se sitúe como un férreo eslabón entre aquella poesía anterior a la Guerra Civil y la posterior al enfrentamiento bélico.

Tras la guerra el panorama es desolador:

  • Unos escritores han muerto (Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Federico García Lorca).
  • Muchos permanecen en el exilio (Juan Ramón Jiménez, numerosos componentes de la Generación del 27).
  • Otros esperan tiempos mejores en silencio, atravesando por una desorientación intelectual, de la que nuestra literatura y, en concreto, la poesía lírica se recuperarán lentamente.

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