Géneros Literarios y Autores Clave de la Literatura Latina: Una Mirada a su Evolución


Fábula, Sátira y Epigrama en la Literatura Latina

La Fábula

Originaria de la India, la fábula fue introducida en Grecia en el siglo VI a.C. por Esopo, y posteriormente llegó a Roma, donde existía una gran afición por lo oriental. Fedro, liberto del emperador Augusto, se destacó como un importante fabulista, defensor de los pobres y esclavos. En sus obras, desprecia los abusos de los poderosos, reflejándolo en sus moralejas. Escribió 135 fábulas en 5 libros y, aunque se basó en Esopo, incorporó escenas de la vida cotidiana romana con un lenguaje sencillo y elegante. Aunque sus fábulas no fueron reconocidas en su época, influyeron notablemente en fabulistas posteriores, especialmente en el siglo XVII, como La Fontaine.

La Sátira

La sátira es el único género literario de origen exclusivamente latino. Lucilio la elevó a categoría de género literario en el siglo II a.C., estableciendo sus características, como el uso del hexámetro y su intención moralizante. La definió como una composición poética que critica y censura los vicios de una persona, una clase social o una época, adaptándose al carácter mordaz y al sentido moral del pueblo romano. Juvenal fue el máximo exponente de la sátira romana y marcó el final de este género. Se sabe poco de su vida, pero comenzó a escribir sátiras en su vejez sobre la vida cotidiana. Según él, el satírico debe ser un castigador de las costumbres. El término satírico le debe gran parte de su significado. En su obra, destacan las descripciones rápidas y concisas.

El Epigrama

Inicialmente, un epigrama era una inscripción breve, como un epitafio. En la época helenística, se convirtió en una composición corta e ingeniosa de temática variada. En Roma, en el siglo I a.C., los primeros epigramas aparecen en la obra de Catulo, donde ataca a sus competidores. Sin embargo, fue el hispano Marcial quien le dio forma literaria, otorgándole un carácter satírico y definiéndola como una composición corta y mordaz, adecuada para el ataque personal o la crítica social. Sus epigramas reflejan una visión irónica de la sociedad romana y retratan a las personas que se movían en la corrupta sociedad de la época. Marcial no tenía una intención moralizante, sino que simplemente observaba la realidad desde su aspecto más risible, buscando provocar la burla. Su expresión es clara y difícilmente imitable. Sus versos, sencillos, dan la impresión de haber sido improvisados, a pesar de estar compuestos con gran cuidado. El uso original que hace de la lengua, así como la adulación y la obscenidad, le han valido una aceptación variable a lo largo del tiempo: mientras que en su época era muy aceptado por el pueblo, era criticado por otros poetas. Durante el Siglo de Oro de Góngora, fue alabado por su ingenio y vivacidad.

La Historiografía Romana

Introducción

La historiografía fue el género en prosa más importante de la literatura romana. Surgió a finales del siglo III a.C. Las obras anteriores a La guerra de las Galias se han perdido. Los primeros autores, conocidos como analistas, reseñaban los acontecimientos año por año. Se caracterizan por ser poco críticos con los hechos y muy patrióticos. Han servido como fuente para historiadores posteriores. La historiografía vivió su apogeo en el siglo I a.C., a finales de la República, con Julio César, Salustio y Tito Livio, aunque el máximo historiador, Tácito, se sitúa a principios del siglo II.

Julio César

Julio César se consagró con sus comentarios sobre la Guerra de las Galias y la Guerra Civil. Pretendía proporcionar material de primera mano a futuros historiadores que juzgarían su actuación. Sin embargo, debido a su grandiosidad, ningún autor posterior se atrevió a elaborar una historia a partir de ellos. Su obra fue alabada por Cicerón por su calidad. El estilo de César es el modelo de prosa latina: nítido y con el uso del latín más puro. Su narración es sencilla, sin ornamentación y de gran belleza. Consideraba que se debía evitar toda palabra no contenida por el uso (su vocabulario se limita a 1200 términos, sujetos a estrictas normas lingüísticas). Su obra consiste en crónicas de guerra en tercera persona para darle mayor objetividad. Los Comentarios de la Guerra de las Galias narran la conquista de las Galias a lo largo de 7 años, correspondiendo cada año de batalla a un libro. Usa un lenguaje sencillo pero cuidado, sin palabras extrañas, e introduce narraciones geográficas y étnicas para relajar la atención del lector. Los Comentarios sobre la Guerra Civil narran la guerra civil contra el Senado y Pompeyo, aunque esta obra quedó inconclusa. Se ha criticado la veracidad de los hechos que cuenta, ya que era parte comprometida en ellos (se vanagloria de sus victorias y pasa de puntillas sobre las derrotas), y su intención apologética, ya que tanto en la Guerra de las Galias como en la Guerra Civil tiende a justificar su acción. Como historiador, César creó un nuevo modo de concebir la redacción de la historia, y como político y militar, además de ser uno de los grandes generales de la historia, sentó las bases de un nuevo régimen, el Imperio.

Salustio

Entre sus obras destacan dos monografías: La conjuración de Catilina (sobre el intento de golpe de Estado de este noble) y La guerra de Yugurta (príncipe africano que se rebeló contra Roma). Salustio investigó y explicó las causas y consecuencias de los hechos que narraba para perpetuar su recuerdo y causar una reacción en el lector. En este sentido, Salustio destacó como investigador de los hechos. Consideró que la historia depende de dos factores: la iniciativa humana para influir en el curso de la historia (virtus) y la fortuna. Salustio piensa que, a partir de la influencia de estos dos factores, el hombre determina su conducta frente a los hechos. Además, destaca por el gran análisis que hace de los individuos a través de discursos y cartas. Su estilo tiende a lo breve y conciso, con sensación de ritmo, siendo en este sentido el precedente de Tácito. Su arte como narrador le ha valido la admiración durante la Edad Media e influyó en Tácito.

Tito Livio

Fue un aristócrata y admirador de la grandeza de Roma, a la que alabó en su única obra Ad Urbe Condita, que abarca 745 años de la historia de la ciudad desde su fundación y que desarrolló a lo largo de 142 libros, convirtiéndose en la obra más extensa de la literatura latina. Para Livio, la historia es una obra de arte y debe tener una finalidad patriótica. Está lleno de orgullo nacionalista y engrandece el pasado de Roma, presentándola como un pueblo destinado a regir el mundo, lo que evidencia su falta de espíritu crítico. No investiga la veracidad de los hechos que narra y recurre a la mitología para explicarlos. A pesar de ello, su obra es indispensable para el conocimiento de la historia e instituciones romanas. Tito Livio ha pasado a la historia por el gran valor literario de sus textos y la belleza de sus narraciones, que cuentan para él más que la veracidad de estas. Un elemento característico de su estilo son los brillantes discursos que pone en boca de sus personajes. La poetización de su prosa es notable, a base del uso de metáforas y símiles. Gozó de gran fama durante su vida. Su obra tuvo un gran valor nacionalista para las siguientes generaciones y creó el estereotipo de romano que se convirtió en ideal de futuros romanos.

Tácito

Considerado como el mejor historiador latino, tras él se produjo un declive de la historiografía y la literatura latina. Destaca por dos obras sobre el gobierno de los emperadores del siglo I a.C.: las Historias y los Anales. Tácito añora los tiempos de la república y la libertad, lo que le conduce a una visión pesimista de la historia y a considerar que su principal cometido es preservar del olvido a la virtud. Trata de ser crítico y objetivo, analizando sus fuentes. La principal cualidad de Tácito es el certero retrato psicológico que hace de los personajes y las masas. Alcanza el proceso de poetización de la prosa más brillante. Tácito usa un lenguaje reservado a la poesía épica para realzar ciertos pasajes. Todo esto da esa inconfundible fisonomía y dificultad a su lengua. Su estilo es también inconfundible: hace uso de la brevedad al construir sus frases con el empleo de la elipsis. Su influencia fue notable en el Renacimiento y para los revolucionarios del siglo XVIII.

La Novela en la Literatura Latina

La novela fue un género poco cultivado en la literatura latina. Aparece tardíamente y solo presenta dos obras: el Satiricón de Petronio y El asno de oro de Apuleyo. Estas dos obras establecen los rasgos que nos permiten apuntar varias características:

  • Su intención es la pura diversión y huye de los acontecimientos políticos y el análisis de la situación social.
  • El continuo viajar de los protagonistas incide en la complicación de la trama. Se insertan entre la historia principal pequeños relatos con valor literario propio.
  • Su tono satírico parodia muchas cuestiones de todo tipo, lo que globalmente refleja a la sociedad romana caricaturizada.

La novela latina es un género con características propias en el que confluyen influencias de géneros como la sátira y los cuentos milesios (narraciones breves, picantes y populares nacidas en Asia y que se difundieron por Roma).

El Satiricón, de Petronio

Obra escrita en época de Nerón por Petronio, un aristócrata culto y vividor. Se trata de una extensa novela picaresca y de aventura que narra las aventuras de Encolpio y su amante Gitón. Parodiando la Odisea de Homero, se nos muestra a Encolpio siendo zarandeado a causa de la ira de Príapo, dios de la virilidad y la obscenidad. El fragmento más significativo es el de la Cena de Trimalción, en el que el autor caracteriza a la nueva clase de libertos a través de la descripción del convite a sus amigos por Trimalción, un tipo engreído, rico y que intenta parecer culto. Mención aparte merecen las narraciones cortas, entre las que destacan El muchacho de Pérgamo y La viuda de Éfeso. Destaca el extraordinario realismo en la descripción de la sociedad y el realismo del lenguaje, que imita el habla del pueblo. La influencia de Petronio fue notable a partir del siglo XVI.

El asno de oro, de Apuleyo

El asno de oro (conocida también como Las metamorfosis) narra las curiosas aventuras de Lucio, que se toma un brebaje que lo convierte en asno. Conservando sus cualidades humanas (excepto el habla), entra al servicio de amos de todo tipo, lo que le permite analizar y describir fielmente el carácter y la forma de ser de los distintos estratos de la sociedad romana del momento. El asno de oro es una colección de fábulas entrelazadas por la unidad que transmite el protagonista, haciendo que el interés no decaiga. El relato de mayor valor literario de toda la obra es el cuento de Cupido y Psique, relato independiente dentro de la novela en el que culminan las brillantes dotes narrativas de Apuleyo. El estilo demuestra gran soltura en el manejo de los recursos de la prosa. Ha tenido a su vez gran influencia en la novela picaresca española y el Quijote.

La Oratoria en la Antigua Roma

Introducción

La oratoria, el arte de hablar en público, requiere un sistema político que respete la libertad de expresión. Por ello, durante la República, la oratoria fue tenida en gran estima, mientras que con el Imperio se perdieron libertades y la oratoria perdió toda su importancia, enseñándose solo teóricamente en las escuelas de retórica.

La Oratoria en Época Republicana: Cicerón

Con Cicerón, la oratoria alcanzó su más elevada cota, tanto en el aspecto práctico como teórico. Vivió el final de la República y, por sus dotes de orador, llegó a las más altas magistraturas. Nos ha legado perfectos discursos en los que la lengua latina adquiere todo su esplendor y pureza. Cicerón opina que el perfecto orador ha de combinar tres factores: disposición natural e innata, una cultura extensa y conocimiento de la técnica oratoria, para agradar, conmover y convencer. Se conservan un gran número de discursos, como las Verrinas (en contra de Verres, gobernador acusado de malversación), las Catilinarias (en el que denuncia la conspiración de Catilina) y las Filípicas (contra Marco Antonio). Además, compuso discursos para defender a personajes particulares (como Pro Archia poeta) y una serie de tratados de retórica: Brutus, De oratore, Orator. Sus discursos destacan por la preocupación por la pureza de la lengua y por imprimir simetría y ritmo a la frase para conservar mejor la atención del auditorio. Cicerón ha sido considerado el príncipe de las letras latinas. Como orador, aprovecha todos los recursos de su talento para agradar, conmover y convencer. Para esto es dramático o irónico según la ocasión. Como literato, sus discursos tienen un increíble valor literario y han formado a humanistas de todos los tiempos.

La Oratoria en Época Imperial: Quintiliano

Con el Imperio, abolidos los derechos políticos y de expresión, la oratoria desaparece y se refugia en las escuelas de retórica, convirtiéndose en un arte sin ninguna proyección real. En estas escuelas se practicaron dos tipos de ejercicios: las Controversiae (simulación de procesos judiciales) y las Suasoriae (se simulaba aconsejar a algún personaje histórico o mitológico). El hispano Quintiliano luchó por sacar del declive la oratoria romana. Achacó la degeneración de ésta al olvido de los clásicos, principalmente de Cicerón; y pidió para el orador una extensa cultura general y que los ejercicios de las escuelas de retórica estuviesen basados en la realidad, frente a la tendencia de debatir temas totalmente extraños e irreales. La originalidad de Quintiliano reside en que no separa elocuencia de moral; para él, no existe un buen orador que no sea a la vez un hombre honesto.

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