CAPITULO 9. Ulises
En el verano, mi nuevo tutor, Peter, llegó. Era alto, guapo y joven de la Universidad de Oxford. Al principio, él me enseñó matemáticas y gramática inglesa. Pero finalmente, Corfu trabajó su magia en Peter. Descubríó que podíamos estudiar matemáticas en la playa. Decidíó también que podía aprender gramática inglesa escribiendo una hora al día.
Estuve escribiendo un diario de mis observaciones de naturaleza. Para la clase de ingles, decidí escribir un libro. Todas las mañañás, pasaba una feliz hora añadiendo otro capitulo. El libro era sobre los viajes alrededor del mundo con mi familia, capturando animales. Cada captura tenía una aventura con un peligroso animal. Era a veces difícil rescatar a mi Madre de un león, o a Larry de una serpiente, en solo una hora.
Mientras escribía, Peter caminaba por el jardín con Margo, analizando flores. Margo y Peter se interesaron tanto en las flores y el uno en el otro que Peter tenia cada vez menos tiempo para hacerme problemas matemáticos u otros trabajos.
Una tarde, mientras yo estaba trepando a un olivo, puse mi mano en un agujero. Sentí algo suave y caliente moverse bajo mis dedos. Tiré mi mano fuera y vi. Que estaba cogiendo un bebé búho. Me mordíó mi dedo y nos caímos del árbol junto.
Puse el bebé búho en mi bolsillo y le lleve a casa.
Toda la familia pensó que era una mascota maravillosa. Lo llamamos Ulises y le dimos una cesta para vivir junto a mi pupitre.
Roger estaba acostumbrado a compartir mi habitación con todos los tipos de criaturas, así que decidí meter a Ulises. Puse a Ulises en el suelo y le dije a Roger que fuera con él. Roger camino alrededor de Ulises lentamente. Ulises siguió a Roger con sus ojos. Roger comenzó a mirar preocupado. Le dije a Roger que se fuera lejos. Ulises salto a la nariz de Roger y lo miro a los ojos. Roger ladro del sobresalto y corríó bajo el pupitre. Tenia que devolver a su cesta antes de que Roger saliera de nuevo. No era completamente un exitoso encuentro.
Mientras Ulises se hacia mayor, él y Roger se hicieron amigos. Por las tardes, cuando yo iba nadar al mar, Ulises bajaba en el lomo de Roger a la playa. Él se sentaba en mi ropa como un guardia mientras que Roger y yo jugábamos en el agua. A veces sobrevolaba nuestras cabezas y nos llamaba.
A medida que el verano se hacia mas caluroso, la familia pasaba mucho tiempo en nuestro barco, la Vaca Marina. Pase horas coleccionando especíMenes de las rocas y charcos en pequeñas islas. Desafortunadamente, a mi familia no le gustan las islas tanto como a mí porque no tenían buenas playas. Decidí que necesitaba un barco para mi solo.
Fui a hablar con Leslie, cuando él estaba de buen humor.
“Leslie, ¿qué me vas a regalar por mi cumpleaños?” pregunté.
“No lo sé, Gerry. Elige algo,” dijo
Leslie.
“Realmente quiero un bote. Podrías construirme una para mi,” contesté.
“Un bote,” dijo Leslie. “Eso es demasiado grande para un regalo de cumpleaños.”
“Bien, tú me dices que elija y yo realmente necesito un bote. Por supuesto, si es demasiado difícil para ti…” dije.
Leslie me miró. “No, no es demasiado difícil,” finalmente dijo. “Pero es mucho trabajo.”
En las dos semanas siguientes, había muchos golpes y gritos desde el jardín trasero cuando Leslie trabajaba en mi bote.
El día antes de mi cumpleaños, todos fuimos a la ciudad. Lugaretzia fue al dentista. Compramos comida y vino para la fiesta de mi cumpleaños y mi familia tenia que comprar mis regalos. Queríamos invitar a diez personas a la fiesta, pero en la ciudad cada persona de la familia invito a diez personas distintas. Era obvio que la fiesta iba a ser grande.
El dentista le sacó todos los dientes a Lugaretzia. Ella lloro en el coche de camino a casa. Ella no iba a ser de gran ayuda para preparar una gran fiesta.
“No te preocupes,” Spiro dijo. “Yo hago la fiesta.”
En la mañana de mi cumpleaños, Leslie nos llevó al jardín trasero para ver mi regalo. El bote era casi redondo y estaba pintado de verde y blanco en el interior y de negro y naranja en el exterior. Pensaba que era hermoso; perfecto para coleccionar especíMenes. Toda la familia, ayudó a bajarlo a la playa y la llamé Bottle.
La casa y el jardín pronto se llenaron de invitados. Spiro hizo el guiso en la cocina y su amigo sirvió comidas y bebidas. Algunas personas trajeron su familia entera a la fiesta. La mayoría de los invitados trajeron regalos, pero mi regalo favorito eran los dos cachorros que una familia campesina me dio.
Por la tarde, Theodore y Leslie empezaron a bailar el baile nacional, el Kalanatianos. Spiro y algunos de los otros hombres empezaron a bailar también. Lugaretzia camino alrededor mostrando a las personas el interior de su boca. Larry estaba en el jardín enseñando a algunos griegos escribir poemas. Todos pasaron un buen rato.
Aquella noche, fui a dormir con Roger a mis pies, un cachorro bajo cada brazo y Ulises sentado sobre mi cama.
CAPITULO 10. La familia va de caza
Al final del verano, Madre decidíó que Margo y Peter eran demasiado jóvenes para estar tan interesados en el otro. Ninguno de nosotros quería que Peter llegara a ser parte de la familia. Leslie quería disparar a Peter, pero Madre no estaba de acuerdo. Ella le preguntó a Peter dejarlo. Él se marchó en el transbordador en la mitad de la noche, sin decir adiós. Margo lloró y se comportó como la heroína de una tragedia.
“Mi vida está terminada. Quiero morirme,” decía, mientras caminaba por su habitación vestida de negro. Se negó a bajar a comer. Subí comida a su habitación.
A Spiro le encantaba un buen drama, y lloró tanto como Margo, pero también envió a sus amigos a la costa en el caso de que Peter decidiera volver.
El invierno llegó y la estación de caza empezó. Leslie trajo muchos pájaros muertos y conejos a casa. Él contaba historias de caza todas las tardes.
“No suena muy difícil,” dijo Larry una tarde, en medio de una historia. “Sólo apuntas la pistola y disparas.”
“Es mucho mas difícil que eso,” Leslie dijo.
“No veo por qué,” dijo Larry.
“Ven de caza conmigo mañana y veras por qué,” Leslie dijo.
“De acuerdo,” dijo Larry. “Mañana que sólo necesitas usar tu cerebro para ser un buen cazador.”
A la mañana siguiente hacia frió y humedad, pero todos fuimos a ver cazar a Larry.
“No entiendo por qué tengo que mostrarte cómo es de fácil es esto,” se quejó. “Ya te lo he explicado.”
De repente, un pájaro salíó a volar. Larry le disparó, pero no ocurríó nada.
“Tienes que poner balas en la pistola,” dijo Leslie, riendo, “o no funciona.”
”Pensaba que tú las pusiste,” Larry contestó mientras ponía balas en la pistola.
“Pensaba que tú las pusiste,” Larry contestó, mientras ponía balas en la pistola.
Larry estaba de pie junto a un charco cuando otro pájaro salíó volando. Cuando le disparó, cayó de espaldas al agua.
El barro era muy profundo y Larry se quedó atascado. Él no podía salir por sí mismo. La pistola de Leslie estaba también en el barro y Leslie estaba furioso.
“¡Mi pistola!” gritó Leslie. “¡Has estropeado mi pistola!”
“¡Deja de preocuparte por tu estúpida pistola y sácame de aquí!” gritó Larry enfadado.
“Coge el extremo de la pistola y la usaremos para sacarte,” ordenó Leslie.
“¿Estás bien?” preguntó Margo, cuando Larry estaba finalmente fuera del lodo.
“Estoy bien,” contestó Larry. “Me lo he pasado muy bien. Tengo frió estoy mojado y sucio. Mis zapatos se perdieron en el barro y probablemente he cogido una pulmónía.” Caminamos a casa con Larry quejándose.
Cuando llegamos a casa, Lugaretzia hizo un gran fuego en la chimenea del cuarto de Larry. Él cogíó una botella de coñac y se fue a la cama. Después de un rato, lo escuchamos cantando. Margo subíó las escaleras para ver si estaba todo bien.
“Larry está borracho,” dijo Margo, cuando regresó al piso inferior.
Madre fue escaleras arriba a la habitación de Larry. “¿Quién eres?” preguntó Larry, cuando Madre abríó su puerta. Luego cayó dormido.
Por la mañana temprano, Margo vio humo procedente de la habitación de Larry.
“¡La casa está ardiendo!” gritó.
Madre corríó a la habitación de Larry. Él estaba dormido. “¡Despierta, Larry! ¡Despierta!” gritó. “Tu habitación está ardiendo.”
“Bien, consigue agua para echársela encima,” dijo Larry. Él se sentó en la cama y dio órdenes e instrucciones a todos.
Cuando el fuego se apagó, Larry dijo, “No había razón para el pánico. Ahora por favor traedme una taza de té. Tengo dolor de cabeza.”
“Tú tienes resaca,” dijo Leslie, “de beber coñac.”
“Yo tenia fiebre anoche, y luego esta mañana, tuve que ayudar a un grupo de personas histéricas a extinguir un fuego. Es suficiente para darle a alguien dolor de cabeza,” dijo Larry.
“¿Cómo ayudaste? No saliste de la cama,” dijo Leslie.
“Alguien tenia que decir lo que hacer,” dijo Larry. “Es emplear tu cerebro que cuenta en una situación como esa.”
CAPITULO 11. La carta de la tía abuela Hermione
La primavera llegó y la isla fue cubierta por flores. Pasamos nuestro tiempo en la terraza, comiendo, durmiendo, leyendo o simplemente hablando.
Una vez al mes, Madre recibía una gran carta de nuestra tía abuela Hermione en Inglaterra. Un día nos mostró una carta particularmente gruesa y dijo, “Tía Hermione quiere venir y quedarse con nosotros.”
“¡No, me niego!” gritó Larry. V”La tía Hermione es imposible. La enfermedad es su profesión. Dile que no tenemos ninguna habitación.”
“No puedo hacer eso, querido,” dijo Madre. “Ya le he contado que tenemos un gran chalet.”
“Bien, dile que hay un epidemia,” dijo Larry.
“No seas tonto. Ya le he contado cómo es la sanidad aquí,” contestó Madre.
“Realmente, Madre, eres imposible. Estaba planeando un buen verano tranquilo con unos pocos amigos,” Larry dijo. “Ya sé. Le escribiré y le diré que estás enferma.”
“Si lo haces, ella vendrá a cuidarme,” Madre contestó.
“¡Sólo hay una solución! Debemos mudarnos a un chalet mas pequeño,”dijo Larry.
“¡Larry, no seas estúpido!” Madre dijo. “La gente creerá que estamos locos si nos mudamos otra vez.”
“Si la tía abuela Hermione viene, Madre, enloqueceremos,” Larry contestó. “Tenemos que mudarnos a un chalet mas pequeño. No hay otra opción.”
“Es tan excéntrico,” dijo Madre.
“No es tan excéntrico,” dijo Larry. “Es perfectamente lógico.”
“Sé sensata, Madre,” dijo Margo. “Un cambio es tan bueno como una fiesta.”
No entendimos el refrán de Margo, pero nos mudamos a un chalet mas pequeño.
El chalet blanco como la nieve.
CAPITULO 12. Más amigos animales.
El nuevo chalet era tan blanco como la nieve. Estaba en lo alto de una colina. Había una gran terraza en uno de los lados de la casa. El jardín de la entrada tenía muchas flores, había un árbol magnolia en el jardín trasero, y había olivos por todas partes.
Ahora tenía una oportunidad de observar algunas mantis religiosas verdes con sus grandes ojos y sus largos brazos y piernas. Nombré a uno de los mas grandes de esos extraños insectos Cicely. Ella volaba a mi habitación por la noche para cazar los insectos
Que volaban alrededor de mi luz. Cicely era de ancho casi doce centímetros. La primera vez que la levanté, se agarró a mi pulgar con sus largas patas. Las afiladas agujas a lo largo de sus patas penetraron mi pulgar y yo inmediatamente la solté. Cuando miré mi pulgar, estaba sangrando por varios lugares.
Lagartijas transparentes llamadas geckos también entraban en mi habitación por la noche a cazar insectos. Llamé a una geckos particularmente inteligente Geronimo. El vivía solo bajo una roca en el jardín. Por las tardes, subía la pared y por mi ventana para cazar en mi habitación. El también cazaba los insectos que volaban alrededor de mi luz.
Una noche, hubo una terrible batalla en mi habitación entre Cicely y Geronimo. Cicely volaba dentro para cazar mientras que Geronimo estaba allí. Geronimo atacó a Cicely para proteger su territorio. Ellos se pelearon en el techo y arriba y debajo de la pared. Finalmente, cayeron en mi cama. Las afiladas patas de Cicely hicieron un gran corte en el lomo de Geronimo. Geronimo agarró una de las patas de Cicely con su boca. Cicely agarró su cola. Cicely perdíó la pelea cuando Geronimo partíó un ala de una de sus patas. Entonces el ganador se comíó al perdedor.
Mientras tanto, Madre encontró un nuevo tutor para mí. Su nombre era Mr Kralefsky y él vivía en una vieja mansión cerca de las afueras de la ciudad. Kralefsky era un hombre bajo con la cabeza ovalada.
“¿Eres tú Gerry Durrell?” preguntó, la primera vez que nos conocimos. “Estoy seguro que vamos a ser magníficos amigos. Ven y ayúdame a darle a mis pájaros agua fresca.”
Subimos al ático de su casa. Estaba lleno con enormes jaulas. Había docenas de pájaros volando en ellas. Kralefsky les habló a los pájaros mientras llenábamos cada tarro de agua. Pasamos parte de toda la lección hablando de pájaros, pero Kralefsky también me hizo aprender mucha historia, geografía y francés.
Pronto descubrí que Kralefsky tenía una imaginación fantástica. Él me contó maravillosas historias de aventuras. Él era siempre el héroe y siempre había una hermosa dama que rescatar. Un día, le dije a Kralefsky que quería un bulldog.
“Oh sí, los bulldogs son unos perros excelentes,” dijo. “pero los bullterriers son peligrosos. Recuerdo como salvé la vida de una dama,” Kralefsky nos contó. “Yo estaba caminando en un parque cuando oí a alguien gritando. Corrí a través de los árboles. De repente, vi una dama con su espalda contra un árbol. Su vestido estaba rasgado y sus piernas estaban sangrando. Un bullterrier la estaba atacando. Ella estaba intentando protegerse con una silla, pero ella estaba cediendo.
Sus ojos estaban brillando mientras continuaba, “corrí a pagar al perro con mi bastón. La bestia se giro y salto a mi garganta. Golpee al animal en la cabeza, pero mi bastón se rompíó. El perro estaba herido, pero me salto de nuevo. Me levante allí con las manos vacías”.
“¿Qué hiciste entonces?” pregunté impaciente.
“Hice la única cosa posible bajo la circunstancias,” dijo Kralefsky. “Cuando el perro salto a mi cara, puse mi mano en su boca y agarre su lengua. Él mordíó mi mano y yo estaba sangrando, pero le agarraba su lengua. Finalmente, el cuerpo del perro paro de moverse. No podía respirar mientras estaba agarrando su lengua.”
Yo sabía que probablemente no era verdad, pero era una historia maravillosa. Un día, conocí a la madre de Kralefsky. Era una pequeña mujer vieja, no mucho mayor que un niño. Su habitación estaba llena de flores. “¿Puedes escuchar hablar a las flores?” ella me preguntó.
Yo negué con la cabeza. La idea de las flores hablando era nueva para mí.
“Puedo escucharlas teniendo largas conversaciones,” dijo. “Al menos creo que ellas tienen conversaciones, porque, por supuesto, no pueden entender el lenguaje. ¿Ves aquella rosa? Estaba en un florero con algunas flores salvajes y ellas eran muy groseras. Estaba agonizando. La metí en un florero sola y le di media aspirina. Ahora es hermosa de nuevo y esta intentando quedarse hermosa el máximo tiempo posible.”
“Bien, los murciélagos hablan con otros y no pueden ser oídos, así que quizás las flores son lo mismo,” dije.
“Exactamente,” Mrs Kralefsky y dijo. “Ahora que soy vieja todo se ha ralentizado. Despido cosas a las que nunca tuve tiempo cuando era joven. Cuando seas viejo, oírás a las flores también.”
Una tarde, después de mis lecciones, yo estaba caminando en una colina cercana al chalet cuando encontré un nido de una urraca. Había cuatro pájaros en él. Llevé el mayor y el menor a casa. Todos los de la familia reaccionaron con ellos de una manera diferente.
“¡Son encantadores!” dijo Margo.
“¿Qué les vas a dar de comer?” preguntó Madre.
“¡Son repulsivos!” dijo Leslie.
“¡Oh no! ¡No mas animales!” grito Larry.
“¿Qué son?” preguntó Spiro.
“Son urracas,” dije.
“¡Urracas!” dijo Leslie. “Son unos terribles ladrones.
Larry sacó un billete de cien dracmas y lo sostuvo sobre los bebés pájaros. Ellos miraron arriba y abrieron sus bocas. “¿Ves eso?” exclamó Larry. “Ellos intentan atacarme y coger el dinero. Gerry, no puedes quedarte con estos pájaros.”
“Tonterías,” dijo Madre. “Están hambrientos. Creo que Gerry puede tenerlos.”
“¡Estarás arrepentido!” dijo Larry. “Necesitaremos guardas para proteger nuestras joyas y dinero con estos pájaros en la casa.”
“¿Cuáles son sus nombres?” pregunto Spiro.
“Urracas,” contestó Madre.
“Ah, Magenpies,” dijo Spiro.
“No, urracas,” dijo Madre.
“Eso es lo que digo,” dijo Spiro. “¡Magenpies!”
Y eso es lo que les llamamos a los dos pájaros- Magenpies. Después de que ellas empezaran a volar, aprendieron a qué habitaciones podían entrar. Ellas pensaban que la habitación de Larry era la más interesante porque él siempre los espantaba. Ellas estaban seguros de que él tenía algo importante que ocultar.
Un día, Larry fue a nadar y dejo su ventana abierta. Cuando él regresó, su habitación era un desastre. Había papeles por todo el suelo y sujetapapeles por toda la alfombra y la cama. Las huellas de las urracas en tinta raja y verde recorrían la mesa, el suelo y la cama.
“Gerry, debes hacer algo para controlar esos pájaros o los matare,” Larry grito.
Madre y Leslie subieron arriba y miraron a la habitación de Larry. “¡Dios mío! ¿Qué ha ocurrido aquí?” pregunto Madre.
“Eran probablemente las Magenpies,” dijo Leslie, mirando sobre su hombro. “¿Robaron algo?”
“No,” dijo Larry. “Eso es la única cosa que no hicieron.”
Después de eso, decidí construir una jaula para las Magenpies.
CAPITULO 13. El prisionero
Debajo de nuestra villa había campos con canales yendo entre ellos. Higos, uvas y patatas crecían allí. Era un lugar maravilloso para cazar especíMenes.
Una tarde, yo estaba caminando por los campos con mis perros, cuando empezaron a ladrar. Vi. Dos serpientes de agua en el barro de un canal. Las capturé y las puse en mi cesta de colecciones. Cuando miré para arriba, vi a un hombre sentado y viéndome. “Debes tener salud,” me dijo, mientras yo salía del barro. “¿Eres extranjero?”
“Soy inglés,” respondí. “Vivimos en un chalet en la colina.”
“Iba a mi bote,” dijo. “¿A dónde ibas tú?”
“También iba al mar,” dije.
“Bien, podemos caminar juntos,” dijo el extraño. “Mi casa está aquí en las colinas, pero ahora estoy en una prisión de la isla Vido. Soy un buen prisionero, así que puedo venir a casa en mi bote los fines de semana. Debo regresar a Vido el lunes por la mañana.”
Bajamos al mar juntos. Cuando llegamos al bote del extraño, fui sorprendido al ver una gran gaviota atada en la pierna al bote.
“¡Ten cuidado! Muerde,” dijo el extraño, pero el gran pájaro puso su cabeza delante y me dejó tocarlo. “Le gustas. ¿Lo quieres tener?” me preguntó.
“Oh si,” dije, “por supuesto que lo quiero.”
“Cógelo,” dijo el extraño. “Su nombre es Alecko. Él vendrá cuando tú lo llames”.
Cogí a Alecko bajo mi brazo y el extraño se volvíó a su bote. “Ven mañana,” dijo. “Te traeré para pescar peces para Alecko.”
“¿Cuál es tu nombre?” le pregunté. “¿Y por qué está en prisión?”
“Mi nombre es Kosti Panopoulos. Asesiné a mi esposa,” contestó.
“Até el pico de Alecko cerrado y lo puse en mi camiseta para llevarlo a casa. Todos estaban en el patio cuando llegué.
Madre dijo, “¿Qué es eso?”
“¡Qué pájaro enorme!” Margo exclamó. “¿Es un ágüila?”
“Es una gaviota,” dijo Leslie.
“Tonterías,” dijo Larry. “Es un albatros y es obviamente peligroso. Todos saben que son desgraciados. Tendremos probablemente una epidemia.”
“¿Dónde vas a criarlo, Gerry?” Madre preguntó.
“Separaré la jaula de las Magenpies y lo pondré allí,” dije.
“¿Y qué va a comer?” dijo Madre.
“Kosti dice que me llevará a pescar mañana para pescar peces para Alecko,” contesté. “Él es un buen prisionero, así que tiene su bote.”
“¡Un prisionero! Gerry, no creo que sea buena idea ir a pescar con un prisionero,” dijo Madre. “Después de todo, querido, no sabes lo que hizo.”
“Pero sé lo que hizo, Madre. Asesinó a su mujer,” contesté.
“Gerry, no puedes ir a pescar con un asesino,” Madre dijo.
Finalmente, Madre dijo que si Leslie venia a conocer a Kosti primero, podía ir a pescar con él. Por la mañana, Leslie bajó conmigo al bote de Kosti y estrechó la mano con él Leslie fue de caza a las colinas y Kosti y yo fuimos de pesca. Kosti era un buen pescador y pescamos los suficientes peces para darle de comer a Alecko por una semana. Mas tarde, vino al chalet conmigo y tomamos el té con Madre en la terraza.
CAPITULO 14. La fiesta
Decidimos tener una fiesta en el nuevo chalet. Era Septiembre, así que naturalmente, mi loca familia decidíó llamarla fiesta de navidad. Invitamos a todos los que conocíamos.
Los campesinos traían cestas de frutas y vegetales a la puerta de la cocina. Spiro vino de una ciudad con el coche lleno de comida y vino. Madre hizo una enorme cantidad de comida porque invitamos a las personas a comer, tomar el té y cenar.
Cosas extrañas siempre ocurrían en nuestras fiestas. En esta fiesta el pez de colores lo empezó.
Yo todavía tenía serpientes de agua en un estanque en el jardín. Le conté a Spiro que no podía encontrar ningún pez de colores para meterlo en el estanque.
“¿Pez de colores?” dijo Spiro. “No te preocupes. Yo te encuentro un pez de colores.”
Un día, Spiro vino por mí en su coche después de mis lecciones. Conducimos a las puertas de una hermosa mansión con un enorme jardín. Spiro se bajó del coche con un bidón y se fue a las puertas. Un hombre abríó a las puertas a Spiro. Ellos fueron al jardín, y unos minutos más tarde Spiro regresó al coche y me dio el bidón.
“Aquí tienes, señorito Gerry, peces de colores,” dijo Spiro. “Pero no se los muestres a nadie.”
Una semana más tarde, caminé cerca de la misma mansión con Theodore, y le pregunté quién vivía allí.
“Oh, el rey de Grecia se aloja ahí cuando viene a Corfu,” dijo Theodore. Yo tenía aun mas respeto por Spiro y mi pez de colores.
En el día de la fiesta, miré a mi estanque de peces y vi que las serpientes de agua estaban comíéndose a uno de mis peces de colores. Puse las serpientes en un bidón, y fui a la cocina a conseguir algo de comida para mis perros mientras pensaba sobre como resolver este problema. Cuando regresé, el bidón estaba en el sol y las serpientes estaban casi muertas. Corrí a Madre a la cocina.
“Madre, ¡mis serpientes se están muriendo!” dije.
“¿Qué podemos hacer, querido?” preguntó.
“¿Puedo ponerlas en la bañera?” pregunté. “Creo que las ayudará.”
“Supongo que es verdad,” dijo Madre. “Pero, por favor, limpia la bañera después.”
Llené la bañera con agua fría. Después de un rato, las serpientes estaban mejor y regresé a la fiesta porque los invitados estaban llegando.
Fui a la terraza a mirar en la mesa. Las Magenpies estaban sentadas en el medio de la comida. Había botellas de cerveza rotas en el suelo y había huellas de pájaros en la comida. Las Magenpies no sabían volar. Estaban borrachas de la cerveza.
“Gerry, ponlas en sus jaulas,” Madre dijo. Ella estaba enfadada con las Magenpies, pero normalmente las olvida porque estaban borrachas.
Cuando puse las Magenpies en sus jaulas, vi que Alecko no estaba allí. Esperaba que estuviese en la playa.
Leslie llego a casa de la caza y se fue arriba a ducharse y cambiar su ropa. Después de unos pocos minutos, le escuchamos gritar y vino a la terraza vistiendo solo una pequeña toalla. “¡Serpientes!” gritó. “Hay serpientes en la bañera.” Los invitados empezaron a mirar preocupados.
Fuimos a sacar las serpientes de la bañera. Cuando regresé, Larry estaba diciéndole a los preocupados invitados, “Esta casa es peligrosa. Cada rincón esta lleno con peligrosas criaturas. Un escorpión me atacó mientras estaba encendiendo un cigarro. Urracas destruyeron mi habitación. Ahora hay serpientes en la bañera y un albatros está volando alrededor de la casa.”
“Vamos a comer ahora,” dijo Madre, intentando distraer a los invitados.
Todos nos sentamos alrededor de la mesa, pero varios invitados inmediatamente saltaron de nuevo. “¡Algo me ha mordido!” gritaron los invitados.
“Eso es exactamente de lo que estaba hablando,” dijo Larry, “Gerry probablemente tiene una familia de tigres aquí abajo.”
Theodore miró bajo la mesa. “Realmente,” dijo, “es una gaviota.”
“Gerry,” dijo Madre, “pon a Alecko en su jaula inmediatamente.”
Finalmente regresé a Alecko a su jaula y los invitados comieron una larga y maravillosa comida. Después de la comida, Spiro llegó. El tenía una gran caja con él.
“Hay tres pavos que mi mujer cocinó para tu madre,” dijo Spiro.
“Vamos todos dentro para una bebida antes de la cena,” dijo Larry.
Todos los invitados fueron a la sala de estar a hablar y a beber champán.
Madre tenía una pequeña perra llamada Dodo. Ella fue al jardín a encontrar un árbol. Desafortunadamente, había algunos perros machos fuera y Dodo vino corriendo a la sala de estar. Los perros machos corrieron a la casa después de Dodo y mis tres perros saltaron a defender su territorio.
“¡Lobos!” dijo Larry.
“¡Mantengan la calma! ¡Mantengan la calma!” Leslie gritó. Él les tiró los cojines del sofá a los perros. Los perros agarraron las almohadas y pronto hubo plumas por todas partes.
“¿Dónde está Dodo?” dijo Madre. “¡Encontrad a Dodo!”
“¡Paradlos! ¡Paradlos!” grito Margo.
“Creo que la pimienta negra es buena para parar las peleas de los perros,” dijo Theodore, “pero nunca lo he intentado.”
“¡Salvad a las mujeres!” gritó Kralefsky. Él ayudó ala mujer más cercana a subirse al sofá y subirse con ella.
“El agua es buena,” dijo Theodore. Él tenía plumas en su barba.
Spiro oyó el comentario de Theodore y fue a conseguir un cubo de agua a la cocina. Regresó a la sala de estar con el cubo. “¡Cuidado!” rugíó. “Separaré a los perros.”
Los invitados corrieron en todas direcciones pero no fueron lo suficientemente rápidos. El agua voló por el aire y golpeó el suelo como una ola, mojando a todos los de la sala. Esto tuvo un efecto instantáneo en los perros y ellos desaparecieron del jardín.
Los invitados estaban mojados y cubiertos con plumas.
“Bien,” dijo Madre, “esta habitación es un desastre. Leslie, consigue algunas toallas para que nos sequemos. Vamos afuera a la terraza, todos, y tomamos el té.”
Finalmente, todos estuvimos secos y felices. Larry tocó la guitarra; Spiro y Leslie cortaron los pavos; Madre dio mas comida a todos; Kraleksky se sentó en el muro de la terraza contándole a Margo una de sus maravillosas aventuras.
La isla estaba negra y plateada a la luz de la luna. Los búhos se llaman los unos a los otros en los árboles. El árbol magnolia en el jardín estaba lleno de grandes flores blancas. Ellas llenaban el jardín con un magnifico olor.
CAPITULO15. Dejando Corfu
Finalmente, Mr Kralefsky le dijo a Madre que él no tenia nada más que enseñarme. Sugirió una escuela en Inglaterra o Suiza para finalizar mi educación.
“Pero, Madre,” dije, “a mi me gusta ser medio educado. Todo es así mucho mas sorprendente.”
Sin embargo, Madre se negó a escucharme. Ella decidíó que volvíéramos a Inglaterra en un mes para encontrar una escuela para mí. Para evitar una rebelión en la familia, ella nos dijo que íbamos a estar unas muy cortas vacaciones. Regresaríamos a Corfu pronto.
Nuestras maletas y cajas fueron empaquetadas e hice jaulas para los pájaros y tortugas. Los perros miraron incómodos sus nuevos collares. Dimos nuestros últimos paseos entre los olivos y dijimos adiós a muchos campesinos amigos nuestros. Spiro llego al chalet a llevarnos a la ciudad por última vez.
En el edificio de la aduana, Madre estuvo por nuestra montaña de posesiones. Las Magenpies y Alecko miraron fijamente al oficial de la aduana.
“¿Todos estos son suyos?” le preguntó a Madre. Ella dijo que sí con su cabeza nerviosamente.
“¿Tienes algunas nuevas cloos?” el inspector preguntó entonces
“Perdóneme,” dijo Madre. “No comprendí la pregunta.”
“¿tienes algunas nuevas cloos?” repitió mas alto.
Spiro llegó y salvó a Madre contestando. “No,” dijo. “Ellos no tienen nuevas ropas.”
Nuestros buenos amigos esperaron al bote con nosotros. Era difícil encontrar las palabras para decir adiós.
“Bien, no diré adiós, pero au revoir,” dijo Theodore tristemente, mientras chocaba las manos con todos nosotros. “Espero vuestro regreso muy pronto.”
“adiós, adiós,” dijo Kralefsky, yendo de persona en persona. “Pasadlo muy bien. Serán unas muy buenas vacaciones. Volved pronto.”
Spiro agitó las manos con cada uno de nosotros y luego permanecíó con una triste expresión en su cara. “Bien, digo adiós,” comenzó, y luego empezó a llorar. “Sinceramente, quiero llorar. Pero sois como mi familia.”
El bote esperó mientras consolamos a Spiro. Cuando finalmente embarcamos, nuestros amigos nos agitaron las manos mientras el bote nos sacaba al mar.
Después de que desembarcáramos en Italia, el tren nos llevó desde Brindisi hacia Suiza, y nadie habló. Los pájaros y los perros estaban dormidos. En la frontera Suiza, un guardia muy eficaz comprobó nuestros documentos y escribíó algo. Unos pocos minutos mas tarde, Madre miró los documentos.
“¡Qué hombre mas grosero!” ella exclamó. “¡Mira lo que escribíó!”
En el impreso, bajo Descripción de los Pasajeros dijo: un circo andante.
Larry miró el impreso. “Bien, eso es el castigo por dejar Corfu,” dijo.
El tren continuó hacia Inglaterra.