Héroe a mi pesar


LA ESCULTURA: EL RETRATO. EL RELIEVE HISTÓRICO ROMANO


Tras la conquista de Corinto, año 146 aC, comienza el gran saqueo de Grecia. Militares y patricios llevan a su tierra los recuerdos que encuentran a su alcance de la cultura griega. El atrio de las familias ricas se llena de obras helénicas. Los artistas; éstos, una vez arruinada Grecia, buscaron en Roma nuevos clientes que querían esculturas griegas y que, a falta de los originales, pedían copias. Sin embargo, la escultura romana tiene también influencias etruscas; así, por ejemplo la influencia de los griegos se ve en la idealización de los retratos y lo que éstos tengan de Realismo viene dado por la influencia etrusca. Los escultores romanos trabajaron principalmente el mármol (muy abundante en Italia), fundieron muchas figuras en bronce de pequeño y gran tamaño; en general tallaron todos los materiales posibles desde la madera a las piedras más duras y ricas. Técnicamente no fueron aventajados, se sirvieron del trépano para las labores más profundas. El tema predilecto de los romanos es el hombre pero concebido como ciudadano, es decir, el hombre aparece representado con arreglo a su categoría social. Los romanos no se interesan como los griegos por el cuerpo humano embellecido, el artista no imagina de formas e ideales, sino un funcionario que hace obras de arte, no para lucir su estilo sino para honrar a las autoridades. En las esculturas no se admira al artista sino a los gobernantes. Todo el arte nos habla de la grandeza política de Roma, de ahí el anonimato de los artistas por lo que sería inútil estudiar la escultura romana por individualidades artísticas. La escultura romana es básicamente retratista.

EL RETRATO

Los romanos eran aficionados a guardar las imágenes de sus antepasados (imagines maiorum), es decir, unas mascarillas de cera de los difuntos que se colocaban en el atrio de la casa en recuerdo a esos difuntos. A imitación de las imágenes de cera se hicieron las de mármol que son las que se conocen, pues las de cera no se han conservado. Era costumbre pintar los retratos para acentuar más su expresión. Cuando se dejaron de pintar se tallaba el iris y la pupila de los ojos y en el busto se empleaban piedras nobles polícromas a imitación del natural. El retrato del cuerpo entero se representa en diversas posturas: la figura de pie es el más común, el sedente es propio de la mujer y el ecuestre aparece como prerrogativa imperial. Los retratos de los emperadores se nos ofrecen haciendo alarde de los poderes que ostentan. Los cónsules cum Imperio eran representados con manto consular y levantan el brazo en señal de arenga. La condición de legislador y administrador de justicia –pretor- se acredita con el rollo de la ley en la mano. El manto extendido por la cabeza y la patena en la mano son atributos del emperador en funciones de sumo sacerdote –pontifex máximus-. El emperador heroizado aparece semidesnudo y con una corona de laurel que pasa a ser contado en el número de dioses. Muchos de estos retratos de emperadores se llevaban a las provincias para que estuviera presente en los ciudadanos la idea de obediencia al soberano
. Durante la época republicana el interés del retrato se centraba en la cabeza, sobre todo en la cara, prescindiendo del cuerpo. Son retratos de gran Realismo, reproduciendo arrugas y expresiones severas. De esta época son los retratos de Cicerón, de Pompeyo y Julio César.
En la época de Augusto se impone la moda griega (sobre todo para las clases altas) con un Realismo distinto al de la época anterior. Se evitan los defectos que puedan afear los rostros y surge una cierta idealización aunque ésta no impide representar perfectamente los rasgos faciales distintivos. Se llega incluso a la representación divinizada de los emperadores. De esta época destacan varios retratos de Augusto (Prima Porta, Pontifex máximus), también de Calígula y Tiberio sedente (ambos de la época Julio-Claudia). En época flavia, se vuelve al estilo realista de la época republicana pero el retrato ahora se amplía hasta el pecho. Se pierde la frontalidad consiguiendo dar una estudiada expresión natural y despreocupada. Son importantes los retratos de Tito y Domiciano.
En época de Adriano renace la idealización griega con dos innovaciones: la aparición de la barba, la incisión de las pupilas y el iris (que proporcionan gran expresividad a los retratos) y la prolongación del busto hasta más debajo de los pectorales. De esta época son varios retratos del emperador Adriano y algunos de Antinoo que aparece idealizado hasta la sublimación pues fue un joven héroe que dio su vida por Adriano, su señor.
Con los Antoninos el retrato llega a un puro barroquismo pues la barba y la cabellera se rizan y entrecruzan desmesuradamente. Aumenta el interés por los efectos del claroscuro conseguidos por el uso del trépano. De esta época son los retratos de Commodo y Antonino Pio y también el espectacular retrato ecuestre de Marco Aurelio en bronce.
En la época severiana comienza la decadencia del retrato. Destacan los de Caracalla y la Cabeza de Constantino en Roma. En general los retratos, sobre todo femeninos, son importantes porque a través de ellos puede seguirse la moda de los diferentes periodos. Son retratos femeninos importantes los de la emperatriz Livia y el de Agripina (esposa y nieta respectivamente de Augusto). Restos escultóricos importantes se produjeron en Emérita Augusta (Mérida) y de ellos se conservan ejemplos en el museo de dicha ciudad. Se han encontrado 3 retratos, como el de Augusto en Itálica y en Mérida. En Mérida también aparecieron retratos de Trajano y Adriano; algunos bustos y sarcófagos en Palencia y algunas copias romanas de esculturas griegas

. EL RELIEVE

El relieve romano posee un significado histórico. Se esculpen en piedra las hazañas de los cónsules y emperadores para que el pueblo las admire. El relieve histórico procede de Oriente; egipcios, asirios y persas habían decorado sus monumentos con relieves representando episodios verídicos con objeto de exaltar al monarca, alabar al pueblo o atemorizar a los enemigos. Sobre todo derivan de los relieves asirios que representaban todos los pormenores de una campaña. Considerándolo técnicamente el relieve romano es pictórico pues buscan efectos de perspectiva lo mismo que la pintura. En ellos el paisaje (se representan ríos, colinas, árboles, plantas…) y lo pintoresco adquiere una gran importancia. Los temas son generalmente históricos, se desarrollan de forma narrativa y continua, representando campañas militares, hechos conmemorativos y ceremonias religiosas. Entre los abundantes relieves romanos caben destacar los relieves del Ara Pacis ornamentada interior y exteriormente con motivos alusivos a la procesión del cortejo imperial dirigiendo sus ofrendas hacia el altar. En el Arco de triunfo de Tito los relieves ocupan las paredes interiores y muestran el carácterístico sentido ilusionista de la época flavia. La decoración de la Columna Trajana asciende de forma continua, en espiral, ocupando el fuste donde se narran los episodios de las guerras contra los dacios. Similar a la anterior es la Columna de Marco Aurelio que celebra las victorias contra germanos y sármatas.

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