1. Transformaciones Económicas y Sociales del Siglo XIX
1.1 Desamortización y Cambio Agrario
Las reformas más importantes del siglo XIX fueron las expropiaciones y ventas de tierras de la Iglesia y los ayuntamientos (bienes de propios y comunales). Este proceso desamortizador fue llevado a cabo por los progresistas durante el reinado de Isabel II. Mendizábal expuso los motivos de la desamortización: aumento de propietarios medianos, disminución de la deuda pública y derecho a la libre propiedad. Espartero desamortizó los bienes de la Iglesia y Madoz los bienes comunales y de la Iglesia, obteniendo una recaudación elevada. Otras transformaciones importantes fueron la Revolución Industrial y la construcción del ferrocarril.
1.2 La Revolución Industrial
El proceso industrial se aceleró en los sectores textil y metalúrgico. El desarrollo industrial fue más fuerte en la costa por su fácil accesibilidad marítima y la cercanía a países europeos ricos como Francia y Reino Unido. Sin embargo, el resto de la península siguió sin industrializar. Las causas del fracaso de la Revolución Industrial en España fueron: la inestabilidad política, la escasez y mala calidad del carbón, la escasez de materias primas, el mal estado de la red de comunicaciones, el atraso tecnológico y la escasa competitividad de los productos nacionales en el extranjero. La principal actividad industrial fue la textil del algodón, impulsada en Barcelona por la política proteccionista del siglo XIX. La industria siderúrgica se desarrolló en Asturias (fábricas de Mieres y Felgueras) debido a la abundancia de hierro. Al final del siglo, Vizcaya se convirtió en el centro siderúrgico, pero la Ley del Ferrocarril favoreció la importación de hierro extranjero por su bajo coste. Durante el Sexenio Democrático se aprobó una legislación minera para la desamortización del subsuelo y el Arancel Figuerola (1869), que mejoró el comercio gracias a la rebaja de aranceles.
1.3 Impacto del Ferrocarril
La expansión del ferrocarril fue clave para la modernización. España llegó tarde a este medio de transporte; la primera línea se construyó entre Barcelona y Mataró en 1848. La Ley General de Ferrocarriles de 1855 provocó un «boom» ferroviario. Esta ley condicionó la economía española: consolidó una estructura radial con centro en Madrid, dificultando las comunicaciones entre zonas industriales; fijó un ancho de vía mayor que el europeo, obstaculizando el comercio; y autorizó a las compañías extranjeras a importar materiales libres de aranceles, perjudicando al sector siderúrgico. No obstante, este sector se desarrolló significativamente durante el siglo.
2. La Restauración y sus Conflictos (1874-1902)
2.1 Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)
Alfonso XII enfermó cuando el sistema canovista aún no estaba consolidado. Carlistas y republicanos vieron una oportunidad. Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, comprometiéndose a respetar el turno de partido y las leyes aprobadas por cada gobierno. Tras la muerte de Alfonso XII en 1886, Cánovas dimitió y la regente María Cristina nombró a Sagasta presidente. Durante su gobierno (1885-1890), los liberales reformaron las leyes de libertad de cátedra, prensa y asociación. En 1890, los conservadores volvieron al poder con una política económica proteccionista (Ley de Aranceles de 1891). Sagasta regresó al poder en 1892, destacando la reforma de la administración en Cuba, que condujo a la guerra por el inconformismo de los criollos. En 1895, Cánovas fue asesinado, acelerando el turno. Sagasta tuvo que afrontar el desastre del 98. En 1902, Alfonso XIII fue proclamado rey.
2.2 Oposición al Sistema
El régimen de la Restauración marginó al carlismo, republicanismo, movimiento obrero y nacionalismo. El carlismo, derrotado en la tercera guerra carlista, se convirtió en un movimiento marginal, excepto en Navarra y País Vasco. Los republicanos, con influencia entre la clase media y obreros, perdieron peso político por su división interna. El movimiento obrero se dividió en marxistas (PSOE, fundado en 1879) y anarquistas (FTRE, fundada en 1881).
2.3 Regionalismo y Nacionalismo
Como respuesta a la centralización política, surgió el nacionalismo, principalmente en Cataluña y País Vasco. El catalanismo, un movimiento autonomista y democrático, fundó la Unió Catalanista (Prat de la Riba y Almirall) en 1891, recogiendo el programa político de las Bases de Manresa. El nacionalismo vasco (PNV, fundado por Sabino Arana en 1895) surgió en defensa de la etnia vasca y la restauración de los fueros. El nacionalismo gallego, andaluz y valenciano fueron más débiles.
3. El Desastre del 98 y sus Consecuencias
3.1 Guerras Coloniales
Las guerras coloniales supusieron la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Los partidos dinásticos apoyaban estas guerras, mientras que nacionalistas, socialistas y anarquistas las rechazaban. El apoyo popular disminuyó por las muertes y las quintas. La primera guerra de Cuba (1868-1878) terminó con el Convenio de Zanjón. El incumplimiento de este convenio provocó un nuevo levantamiento en 1895, liderado por José Martí. España envió 200.000 soldados al mando de Weyler. En 1898, con la ayuda de EEUU (tras el hundimiento del Maine), Cuba logró la independencia. En 1896, Filipinas se levantó en armas. Tras la derrota de Cavite y con la ayuda de EEUU, Filipinas consiguió la independencia. Con la Paz de París (1898), España reconoció la independencia de Cuba, cedió Puerto Rico y Filipinas a EEUU, y vendió las Carolinas y las Marianas a Alemania.
3.2 La Crisis del 98
Las consecuencias del 98 fueron: Ideológicas: impacto en el mundo intelectual y la opinión pública. Exaltación del nacionalismo (Ramiro de Maeztu), regeneracionismo (Joaquín Costa) y antiamericanismo. Económicas: pérdida de mercados y materias primas, afectando a la industria textil catalana. Políticas: desgaste del ejército y los partidos turnistas, inicio del colonialismo en el norte de África. Demográficas: gran número de muertos, sobre todo en las clases populares, debido al sistema de quintas.