Las Guerras de Cuba
La Guerra Larga (1868-1878)
Tras la batalla de Ayacucho (1824), España solo conservaba Cuba, Puerto Rico y Filipinas como colonias. Cuba, la más rica de las tres, era la principal productora mundial de azúcar, explotada en grandes plantaciones con mano de obra esclava. A pesar de las promesas de mejora política, la isla seguía bajo el gobierno despótico de un capitán general que favorecía a los grandes propietarios. España imponía altos impuestos a las exportaciones sin consultar a los cubanos, y los ingresos se destinaban a asuntos ajenos a la isla, descuidando el desarrollo de infraestructuras.
Aprovechando la Revolución Gloriosa de 1868 en España, se produjo una insurrección popular en Cuba liderada por Manuel Céspedes. Esta sublevación, con el “grito de Yara”, buscaba la autonomía y la abolición de la esclavitud, influenciada por la Guerra de Secesión estadounidense. Así comenzó la Guerra Larga o de los Diez Años (1868-1878).
El gobierno español envió al general Martínez Campos, quien venció a los independentistas y negoció con los sectores moderados. La Paz de Zanjón (1878) puso fin a la guerra, prometiendo a los cubanos participación política en España e indulto a los insurrectos. Sin embargo, la paz generó dos grupos enfrentados: la oligarquía latifundista (esclavista) que se oponía a las reformas y la burguesía criolla, más afectada por las medidas españolas y con tendencia independentista.
La Guerra Chiquita (1879)
El incumplimiento de los acuerdos por parte de España provocó la “Guerra Chiquita” (1879). Este nuevo levantamiento, sin suficiente apoyo social, fue rápidamente sofocado por el general Polavieja.
La Crisis del 98
La pérdida del imperio colonial español desencadenó la “Crisis del 98”, marcando el inicio de la descomposición del sistema de la Restauración. La guerra tuvo un alto coste humano, con al menos 120.000 muertos, la mitad de ellos soldados españoles, principalmente por enfermedades como la fiebre amarilla, la tisis y la disentería.
Esto generó un distanciamiento entre la sociedad civil, el ejército y los partidos dinásticos. El desprestigio del ejército y el sentimiento antimilitarista surgieron debido a que la mayoría de las víctimas provenían de las clases populares, reclutadas por el sistema de quintas. A su vez, los militares culparon a los políticos por la derrota y al movimiento obrero por sus acciones contra la guerra.
Aunque a largo plazo la pérdida de las colonias significó la pérdida de ingresos y mercados para la industria española, inicialmente el impacto económico no fue dramático. Muchos capitales se repatriaron a España y el fin del esfuerzo bélico permitió cierto saneamiento de la hacienda estatal.
El desastre y la falta de reacción del sistema provocaron una sensación generalizada de fracaso y pesimismo, extendiéndose un sentimiento de inferioridad. Sin embargo, surgieron nuevas corrientes de pensamiento que buscaban las causas de la crisis y proponían soluciones al margen de los partidos dinásticos:
- El Krausismo: Abogaba por la modernización de España a través de la ciencia y la razón, criticando la monarquía y el sistema canovista por no ser representativos de la sociedad. Incluso defendían la propiedad comunal.
- El Regeneracionismo: Buscaban levantar el país cambiando el sistema político y la corrupción, pero no el económico. Se centraban en la crítica a la economía rural atrasada, no a la industrial.
Estas corrientes marcaron el posicionamiento político de los intelectuales españoles, destacando figuras como Ortega y Gasset, Giner de los Ríos y Joaquín Costa.
La Guerra del 95
El problema cubano resurgió en la insurrección de 1895, impulsada por tres factores:
- El incumplimiento de los acuerdos de la Paz de Zanjón por parte de España.
- La incapacidad de España para absorber la producción de azúcar y otros productos cubanos.
- El incipiente imperialismo norteamericano, que buscaba nuevos mercados y territorios.
Conquista y Romanización de la Península Ibérica
En el contexto de la Segunda Guerra Púnica, Cneo Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias para socorrer a Sagunto, atacada por los cartagineses de Aníbal. Escipión el Africano tomó Cartago Nova y derrotó a Asdrúbal Barca en Baecula, asegurando el dominio romano de la costa mediterránea. Algunos pueblos íberos opusieron resistencia, pero finalmente, en el 197 a.C., los romanos dividieron el territorio en dos provincias por la línea del Ebro.
La conquista del interior de la Península fue violenta debido a la resistencia de los pueblos celtíberos, especialmente los lusitanos (liderados por Viriato) y los numantinos. El sitio de Numancia por Escipión Emiliano (139 a.C.) marcó el fin de la resistencia. Hispania también fue escenario de las guerras civiles romanas, las guerras Sertorianas y la guerra entre Pompeyo y Julio César. Bajo el gobierno de Octavio Augusto, se llevaron a cabo las guerras Cántabras.
Aportaciones Romanas
Tras la conquista, Hispania se convirtió en una provincia/colonia del Imperio romano, exportando materias primas como metales, aceites, vino, caballos y esclavos. Los romanos establecieron ciudades como centros de producción, comercio y administración. Algunas ciudades fenicias, griegas y cartaginesas, como Cartago Nova, Gades, Tarraco e Hispalis, asumieron esta función. Roma también fundó nuevas ciudades como Emerita Augusta o Cesar Augusta, y otras surgieron de campamentos militares como Legio o Bracara.
La población de Hispania llegó a alcanzar los seis millones de habitantes. La administración territorial evolucionó con el tiempo, pasando de dos provincias (Ulterior y Citerior) a seis (Baetica, Lusitania, Tarraconensis, Gallaecia, Carthaginensis y Balearica) bajo el gobierno de Diocleciano.
La presencia romana significó la romanización de Hispania, es decir, la adopción de la cultura, costumbres y religión romanas. Se instauró el latín, se generalizó el Derecho romano (Edicto de Caracalla), se implantó la religión romana y, desde el siglo III d.C., penetró el cristianismo. El grado de romanización se refleja en personalidades hispanas del mundo de la política (Trajano, Adriano, Teodosio) y la cultura (Séneca, Lucano, Marcial, Quintiliano, Columela).
El legado romano en Hispania incluye un impresionante patrimonio cultural y artístico, como acueductos (Segovia), puentes (Alcántara, Mérida), murallas (Lugo), teatros (Mérida), anfiteatros (Tarragona, Itálica), templos (Diana en Mérida) y arcos conmemorativos (Bará en Tarragona).
Exploración y Colonización de América
Tras los viajes de Colón, la Corona de Castilla, con autorización papal, emprendió la exploración y conquista de América. Expediciones como las de Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio por Venezuela y Brasil, o la de Vasco Núñez de Balboa por Centroamérica, ampliaron los límites del territorio conocido. En 1519, la expedición de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano completó la primera circunnavegación del globo.
Conquista de los Imperios Azteca e Inca
Los territorios explorados pasaron a manos de la Corona castellana. En algunos casos, se trataba de territorios poco poblados, pero en otros, se encontraron con grandes imperios organizados:
- Imperio azteca: Hernán Cortés, con 600 hombres, conquistó México en 1519, aprovechando las rivalidades entre los aztecas y otros pueblos. Tras derrotar a Moctezuma, fundó Nueva España, que se convirtió en virreinato en 1535.
- Imperio inca: Francisco Pizarro conquistó el vasto imperio inca que se extendía por la cordillera andina, derrotando al emperador Atahualpa. En 1542, se fundó el virreinato de Perú.
Administración y Comercio Colonial
La administración del territorio americano se basó en el sistema peninsular, con virreinatos, gobernaciones, corregimientos y municipios. La justicia era impartida por audiencias y la Iglesia se organizaba en diócesis. Las relaciones comerciales se establecieron como un monopolio controlado por la Corona a través de la Casa de Contratación en Sevilla (1503). Para reducir la inseguridad, se implementó el sistema de flotas (1561), que enviaba manufacturas a América y traía materias primas y metales preciosos.
Impacto Económico y Social
El descubrimiento de América tuvo un enorme impacto económico. Las minas americanas proporcionaron grandes cantidades de oro y plata, que financiaron los gastos de la corte pero también provocaron un proceso inflacionario. En el siglo XVII, la escasez de remesas de metales agravó la situación.
En el Nuevo Mundo se estableció una sociedad piramidal. La élite estaba compuesta por la minoría peninsular, mientras que los criollos (descendientes de peninsulares) formaban parte de las clases altas pero sin acceso a cargos políticos. La ausencia de mujeres europeas llevó a relaciones entre peninsulares e indígenas, dando lugar a una creciente población mestiza. Los indígenas y los esclavos ocupaban el escalón inferior de la sociedad.
La población indígena disminuyó drásticamente debido a los excesos de los conquistadores y a las epidemias. Las protestas de frailes como Antonio de Montesinos, Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas llevaron a la promulgación de las Leyes de Burgos (1512) y las Leyes Nuevas, que regulaban la explotación de los indígenas.
La Monarquía Hispánica de Felipe II
Gobierno y Administración
Felipe II fue el arquetipo de monarca moderno. Gobernó un vasto imperio desde una corte permanente en Madrid y El Escorial. Organizó un eficiente sistema administrativo basado en instituciones heredadas de los Reyes Católicos y Carlos V, pero con reformas propias. Nombró secretarios para mantener contacto con los Consejos, que eran órganos consultivos formados por expertos y juristas. El sistema se completó con la figura del virrey, tomada del modelo aragonés. La justicia era impartida por las audiencias, que aumentaron en número y se extendieron por América. Su poder se consolidó gracias a una eficaz diplomacia, un poderoso ejército y una imponente armada.
Problemas Internos
Tras la derrota de los comuneros y los agermanados, la Monarquía Hispánica gozó de cierta tranquilidad interior. Sin embargo, Felipe II enfrentó revueltas y problemas internos:
- Revuelta de las Alpujarras (1568): Protagonizada por los moriscos, concluyó con su dispersión.
- Conflicto de Aragón: Felipe II sofocó una rebelión tras la negativa de las autoridades aragonesas a entregarle a Antonio Pérez, implicado en el asesinato de Juan de Escobedo.
- Infante don Carlos: El hijo de Felipe II conspiró contra su padre y fue recluido hasta su muerte en 1568.
- Portugal: Felipe II se proclamó rey de Portugal en 1581 tras la muerte sin descendencia del rey Sebastián.
Guerras y Sublevación en Europa
Felipe II heredó los problemas exteriores de su padre. Combatió a los franceses, a quienes derrotó en San Quintín (1557) y Gravelinas, firmando la Paz de Cateau-Cambrésis (1559). Contra los turcos, organizó la Liga Santa y obtuvo la victoria en Lepanto (1571).
Su principal problema fue la lucha contra el protestantismo. En los Países Bajos, los calvinistas se rebelaron contra su autoridad, conflicto que se prolongó durante el siglo XVII. En Francia, intervino contra los hugonotes hasta el Edicto de Nantes. En Inglaterra, combatió el anglicanismo y enfrentó el apoyo inglés a los rebeldes holandeses. En 1588, la Armada Invencible enviada contra Inglaterra fracasó estrepitosamente.
Estos conflictos agotaron a Felipe II, cuya salud se deterioró hasta su muerte en 1598. Los gastos de la Hacienda pública aumentaron, provocando sucesivas bancarrotas durante su reinado.