1. El Proceso de Hominización en la Península Ibérica
El proceso de hominización, o evolución del género Homo desde los primates hasta el ser humano actual, tuvo lugar en la etapa más antigua de la Prehistoria, el Paleolítico. En la Península Ibérica, este proceso se manifiesta de la siguiente manera:
- Paleolítico Inferior: Aparición del Homo Antecessor, cuyos restos se han encontrado en Atapuerca (Burgos). Se caracterizan por el uso de cantos trabajados y bifaces.
- Paleolítico Medio: Presencia del Homo Sapiens Neanderthalensis, con restos hallados en Gerona y Granada. Destaca su dominio del fuego y la práctica de ritos funerarios. Utilizaban utensilios como raspadores y cuchillos.
- Paleolítico Superior: Surgimiento del Homo Sapiens Sapiens o Cromañón, con yacimientos importantes en Cantabria y Málaga. Aportaron el arte mobiliar, las pinturas rupestres y la utilización de hueso, marfil y conchas.
2. Pueblos Prerromanos y Primeras Colonizaciones
Los pueblos prerromanos se asentaron en la Península Ibérica a lo largo del primer milenio a. C. (Edad del Hierro). Destacan:
- Tartesos (siglos VIII-V a. C.): Situados en el valle del Guadalquivir, con una economía agropecuaria, comercial y minera. Eran gobernados por reyes.
- Íberos (siglos VI-I a. C.): Habitaban en pueblos fortificados de la costa mediterránea. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, complementada con la metalurgia y la cerámica.
- Celtas (siglos V-III a. C.): Organizados en tribus en la Meseta y la costa atlántica. Destacan las culturas de los campos de urnas, de los verracos y los castros.
Las colonizaciones históricas llegaron por motivos económicos. Estos pueblos fueron:
- Fenicios (siglo VIII a. C.): Establecieron factorías y aportaron el torno de alfarero, la escritura alfabética y generalizaron el uso del hierro.
- Griegos (mediados del siglo VII a. C.): Fundaron colonias e introdujeron la vid, el olivo y la acuñación de moneda.
- Cartagineses (mediados del siglo VI a. C.): Fundaron colonias. Sus intereses chocaron con Roma, lo que desencadenó las Guerras Púnicas.
3. Conquista y Romanización de Hispania
La conquista romana fue un proceso largo (siglos III a. C. – I a. C.), motivado por las Guerras Púnicas y la explotación de las riquezas de la Península. Se divide en tres etapas:
- 1ª Etapa: Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.). Tras la toma de Sagunto, Cartago Nova y Gades, ocuparon la costa mediterránea y los valles del Ebro y Guadalquivir.
- 2ª Etapa: Guerras lusitano-celtíberas (155-136 a. C.), con Viriato y Numancia como símbolos de resistencia. La frontera se situó al sur de la Cordillera Cantábrica.
- 3ª Etapa: Guerras cántabras y astures (29-19 a. C.). Augusto sometió a estos pueblos, dominando el norte y finalizando la conquista.
La romanización fue el proceso de asimilación de los modos de vida romanos por parte de los pueblos indígenas. Abarcó diversas facetas: obras públicas, estructuras sociales, lengua y religión. Este proceso no fue homogéneo en tiempo ni espacio.
4. El Reino Visigodo: Instituciones y Organización
En el siglo V, el Imperio Romano fue invadido por pueblos bárbaros. A Hispania llegaron los suevos, vándalos y alanos. El Imperio envió a los visigodos, quienes establecieron el reino de Tolosa. Su instalación definitiva en la Península Ibérica se produjo en el 507, dando inicio al reino visigodo de Toledo.
- Unificación política: Lograda por Leovigildo en el 569. Contuvo a los francos, replegó a los vascones y expulsó a los suevos.
- Unificación religiosa: Alcanzada por Recaredo en el 589 al convertirse al catolicismo.
- Unificación jurídica: Promulgada por Recesvinto con el Fuero Juzgo (654).
La monarquía visigoda, generalmente electiva, gobernaba con el Oficio Palatino y dos instituciones clave: el Aula Regia y los Concilios de Toledo. Estos últimos, presididos por el rey, tomaban decisiones políticas y religiosas.
En la cultura visigoda confluían dos corrientes: la hispanorromana y la germánica.
5. Evolución Política de Al-Ándalus
Los musulmanes, dirigidos por Tariq, derrotaron a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711). En pocos años, conquistaron la Península Ibérica, excepto las zonas montañosas del norte. Esta rápida conquista se debió a la desaparición del ejército visigodo y a las capitulaciones y pactos con la nobleza hispanovisigoda. Los pueblos invasores eran árabes y bereberes del norte de África.
Al-Ándalus pasó por distintas fases en su organización política entre los siglos VIII y XI:
- Emirato dependiente (711-756).
- Emirato independiente de Bagdad (756-929): Abd-al-Rahman I.
- Califato de Córdoba (929-1031): Abd-al-Rahman III se proclamó califa, líder político y religioso. Con al-Hakam II se inició un periodo de esplendor cultural y paz con los cristianos. Almanzor (finales del siglo X) suplantó al califa Hisham II, iniciando un periodo de campañas militares. A su muerte, el Califato se disgregó en reinos de taifas (1031).
6. Reinos de Taifas e Imperios Norteafricanos
Tras el levantamiento popular de 1031 y el destierro del último califa, Hisham III, los distintos gobernadores se proclamaron independientes, dando lugar a los reinos de taifas. Los enfrentamientos entre ellos propiciaron el avance cristiano (Reconquista). Las primeras taifas presentaban rasgos comunes:
- Distribución por familias y etnias.
- Debilidad política.
- Esplendor cultural.
A finales del siglo XI, las taifas, incapaces de frenar el avance cristiano, pidieron ayuda a los almorávides, guerreros bereberes norteafricanos que reunificaron Al-Ándalus. En 1145, surgieron las segundas taifas, seguidas por la invasión de los almohades. Estos fueron frenados por los cristianos en las Navas de Tolosa (1212), dando inicio a las terceras taifas, que fueron conquistadas gradualmente, a excepción del reino nazarí de Granada.
7. Sociedad y Economía en Al-Ándalus
La economía de Al-Ándalus era principalmente agrícola. Los musulmanes intensificaron el regadío, utilizando la noria y ampliando el uso de acequias. Introdujeron nuevos cultivos. Se desarrolló la ganadería ovina y equina. La minería se revitalizó, destacando el hierro, el cobre y el mercurio. Sus productos artesanales eran famosos. El comercio interior se realizaba en los zocos urbanos, y el comercio exterior a través de sus puertos con el Magreb, el norte de África y Oriente. Se utilizaban dos monedas: el dinar (oro) y el dírhem (plata).
La sociedad andalusí era heterogénea, con diversidad étnica y religiosa. Predominaban los musulmanes (árabes, bereberes y muladíes). La sociedad se estructuraba en: grupo nobiliario, burguesía urbana, plebe y, en último lugar, muladíes y esclavos.
8. La Cultura de Al-Ándalus
Al-Ándalus se convirtió en un importante centro intelectual y artístico, alcanzando un gran desarrollo en los siglos X y XI. La cultura andalusí ejerció una gran influencia en los reinos cristianos y en la Europa Occidental cristiana.
La filosofía tuvo un gran desarrollo, siguiendo dos corrientes: la aristotélica y la platónica. En el campo científico y técnico, difundieron principios de trigonometría y álgebra, así como el uso del cero. Hubo logros en astronomía y se difundieron artículos de Oriente como el papel y la pólvora.
9. El Arte Hispano-Musulmán
El arte hispano-musulmán se inscribe dentro de las características del arte islámico: religiosidad, poca importancia de las artes figurativas y especial relevancia de la arquitectura.
La arquitectura reflejaba el poderío y la fastuosidad de los gobernantes. Se trata de un arte religioso y palatino, cuyas principales manifestaciones son la mezquita y el palacio.
La mezquita es el principal edificio religioso musulmán. La más sobresaliente fue la Mezquita de Córdoba, construida sobre la catedral visigoda, inspirada en la tradición árabe y romana. Comenzada en el siglo VIII con Abd-al-Rahman I y concluida en el siglo X, se realizaron reformas con Al-Hakam II y Almanzor.
La arquitectura civil está representada por palacios y alcazabas. Destacan los restos del Palacio de Madinat-al-Zahra, ciudad palatina mandada edificar por Abd-al-Rahman III.
10. Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica
La boda de Isabel y Fernando (1469) y la muerte de Enrique IV (1474) provocaron la guerra civil castellana (1474-1479) entre los partidarios de Juana la Beltraneja y los de Isabel. Los Reyes Católicos iniciaron la monarquía hispánica, entendida como una unión dinástica, con tres objetivos comunes:
- Dominio peninsular.
- Unidad religiosa.
- Centralización del poder.
La unión dinástica fue desigual, con Castilla desempeñando un papel hegemónico debido a su mayor peso económico e institucional. De ella provenían los recursos fiscales, las principales fuerzas políticas y las empresas de conquista.
Con los Reyes Católicos se produjo una transición de un Estado feudal a uno aristocrático dominado por una monarquía autoritaria, buscando centralizar el poder. Los monarcas potenciaron o modificaron las instituciones existentes. En Aragón, con pocas excepciones, permanecieron intactas.
- Consejo Real de Castilla: Se convirtió en órgano de gobierno e instancia judicial superior.
- Administración de justicia: Se llevaba a cabo en tres ámbitos. La Cancillería fue sustituida por secretarios reales.
- Santa Hermandad: Creada para mantener el orden público.
11. El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos
Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, llegó a tierras hispánicas en 1517, rodeado de consejeros flamencos. En 1519, recibió la corona imperial como Carlos V. Este nombramiento supuso la ausencia del emperador y una subida de impuestos, siendo las Cortes castellanas las que sufragaron el viaje a Alemania.
El descontento desembocó en dos conflictos principales:
- Comunidades de Castilla (1520-1522): Oposición a la administración de los nobles flamencos y a Adriano de Utrecht como gobernador. Pedían una limitación del poder real y una reducción de impuestos. Fueron derrotados en la batalla de Villalar y sus líderes ajusticiados.
- Germanías (1519-1523) en Valencia y Mallorca: Movimiento de contenido social, dirigido por los gremios y campesinos contra los señores feudales y sus siervos mudéjares. Fueron aplastados en 1522.
En ambos conflictos, la monarquía, apoyada por la nobleza, salió reforzada frente a las ciudades y las Cortes.
12. La Monarquía Hispánica de Felipe II: La Unidad Ibérica
Al Imperio Universal de Carlos V le sucedió el hispánico de Felipe II (1556-1598). Heredó los objetivos políticos y los enemigos de su padre: Francia, el Imperio Turco, los Países Bajos e Inglaterra.
Desde 1559, Felipe II no se ausentó de España. Fijó la capital en Madrid (1561), se rodeó de consejeros españoles y gobernó a distancia, con una amplia administración y un gran ejército.
Respetó las instituciones de cada reino, pero se enfrentó a dos rebeliones: en las Alpujarras (1568-1570) y en Aragón (1590-1592).
Logró la unidad peninsular al convertirse en rey de Portugal. Tras la desaparición de Sebastián I y la muerte del infante Enrique (1580), Felipe II hizo valer sus derechos dinásticos. Sus tropas derrotaron a las portuguesas y las Cortes de Tomar lo reconocieron rey, formando el mayor imperio territorial y marítimo de la época.
13. Conquista y Colonización de América
En el siglo XVI, Castilla apoyó nuevas expediciones. La conquista se realizó mediante capitulaciones entre la Corona y los conquistadores. Las Antillas fueron la base de las nuevas conquistas:
- Conquista del Imperio azteca: Hernán Cortés partió desde Cuba en 1519 y, en tres años, dominó el Imperio azteca y la meseta central mexicana. En 1522, fundó Nueva España, que se constituyó como virreinato en 1535.
- Conquista del Imperio inca: Pizarro y Almagro (1527-1533) ocuparon los actuales territorios de Ecuador, Perú y parte de Bolivia. Desde 1542, estas tierras quedaron agrupadas en el virreinato del Perú.
Desde los imperios se realizaron expediciones (1536-1586): Pedro de Valdivia a Chile, Irala a Río de la Plata, Orellana y López Aguirre al Amazonas y Núñez Cabeza de Vaca a Norteamérica. La colonización y explotación se basó en la explotación indígena mediante repartimientos, encomiendas y mita.
14. Los Austrias del Siglo XVII: Gobierno de Validos y Conflictos Internos
Los reyes del siglo XVII, denominados «Austrias menores», delegaron las decisiones de gobierno en sus validos. Este no era un cargo institucional. Los validos gobernaron al margen de los Consejos, lo que aumentó la corrupción.
Destacan:
- El duque de Lerma con Felipe III.
- El conde-duque de Olivares con Felipe IV.
- El jesuita Nithard durante la regencia de Mariana de Austria.
- Juan José de Austria con Carlos II.
En el siglo XVII hubo numerosos conflictos internos:
- Con Felipe III, el duque de Lerma decretó la expulsión de los moriscos debido a su posible apoyo a los turcos.
- En el reinado de Felipe IV, la política reformista de Olivares provocó diversos conflictos. En 1640, estallaron las sublevaciones de Cataluña y Portugal. En Portugal, se reconoció al duque de Braganza como rey, y en Cataluña, a Luis XIII de Francia. Portugal estaba cansado de que sus intereses estuvieran supeditados a los españoles, principalmente a los castellanos. Cataluña rechazaba el aumento del control político y las nuevas cargas económicas que el conde-duque de Olivares pretendía imponer sobre el territorio.
Las causas de esta crisis en Cataluña y Valencia fueron las guerras y la expulsión de los moriscos, respectivamente. En la Meseta, la crisis fue más dura, provocando un descenso demográfico y económico.
15. La Guerra de los Treinta Años y la Pérdida de la Hegemonía Española en Europa
Durante el siglo XVII, la monarquía hispánica sufrió un proceso de decadencia que supuso el fin de su hegemonía en Europa. Esta decadencia coincidió con los reinados de los Austrias menores y estuvo marcada por:
- La crisis económica castellana.
- Los ataques turcos en el Mediterráneo.
- Los enfrentamientos contra Holanda y Francia en Europa, y contra Inglaterra en los mares.
Durante el reinado de Felipe IV, el deseo de su valido de recuperar el prestigio y la hegemonía en Europa llevó a la intervención en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) contra Francia y sus aliados. Esta guerra finalizó con la Paz de Westfalia (1648) y la Paz de los Pirineos (1659), que marcaron la caída definitiva del Imperio español.
La Guerra de los Treinta Años comenzó como un conflicto religioso y terminó siendo una lucha por la hegemonía europea. El cansancio de los adversarios y las dificultades financieras fueron determinantes en el fin del conflicto. El esfuerzo bélico se tradujo en un agravamiento de la carga fiscal y un refuerzo del aparato estatal.
Francia logró la victoria en 1659 debido a su economía más fuerte, que le permitió sostener el enorme esfuerzo de la guerra.
16. Principales Factores de la Crisis Demográfica y Económica del Siglo XVII y sus Consecuencias
En la Corona española, la crisis del siglo XVII fue más temprana y profunda que en el resto de Europa. Ya en la primera mitad del siglo, surgieron serios problemas demográficos:
- Cruentas epidemias coincidieron con épocas de carestía y hambre.
- La expulsión de los moriscos supuso la pérdida del 3% de la población.
- Las frecuentes guerras exteriores y el incremento de los miembros del clero redujeron la natalidad.
La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos. En la segunda mitad del siglo, la crisis continuó y se agudizó. A la decadencia de la agricultura se sumaron la de la ganadería lanar y la de la industria, incapaz de competir con las producciones extranjeras. El comercio también entró en recesión.
La situación empeoró debido a la incorrecta política económica de los gobiernos de la Corona. La mentalidad social imperante, marcada por el desprecio al trabajo, agravó la crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de la España del Barroco.
17. Crisis y Decadencia de la Monarquía Hispánica: El Reinado de Carlos II y el Problema Sucesorio
A Felipe IV le sucedió su hijo Carlos II, cuyo reinado estuvo marcado por su falta de descendencia, lo que condicionó la política exterior española de finales del siglo XVII. Durante su reinado, tuvieron lugar dos guerras contra Francia. Los ejércitos franceses ocuparon parte de Cataluña e incluso se apoderaron de Barcelona en 1697.
Los últimos años del reinado de Carlos II estuvieron marcados por la inestabilidad del monarca, producto de las presiones políticas y las intrigas palaciegas, y por el problema sucesorio. La inexistencia de hijos avivó la lucha por el trono y su herencia.
Inicialmente, el candidato designado fue José Fernando Maximiliano, hijo del elector de Baviera. Sin embargo, su fallecimiento obligó a elegir entre el archiduque Carlos y Felipe de Anjou. Esto provocó una contienda por la sucesión al trono español en la que intervinieron las principales potencias europeas. La muerte de Carlos II el 1 de noviembre de 1700 desencadenó la Guerra de Sucesión (1700-1713), un conflicto internacional por la hegemonía política en Europa.
18. La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht
Carlos II, último rey de la casa de los Austria, murió sin descendientes, dejando como heredero al trono a Felipe de Anjou. Esta situación desencadenó la Guerra de Sucesión (1701-1715), que en España se convirtió en una guerra civil.
Inicialmente, la guerra fue favorable a la Gran Alianza, pero Felipe V se impuso en Almansa, Brihuega y Villaviciosa. El archiduque Carlos heredó el imperio austriaco, lo que precipitó el fin del conflicto.
Los Tratados de Utrecht y Rastadt establecieron acuerdos de carácter:
- Político: Felipe V fue reconocido rey de España, prohibiéndose la unión de Francia y España.
- Territorial: Inglaterra obtuvo Gibraltar y Menorca, mientras que Austria recibió Flandes y territorios italianos.
- Económico: Se puso fin al monopolio americano y al asiento de negros, instaurándose el navío de permiso.
19. La España del Siglo XVIII: Cambios Dinásticos. Los Primeros Borbones
La Guerra de Sucesión (1701-1715) fortaleció la monarquía absoluta. La nueva dinastía, de origen francés, así como los primeros miembros del gobierno de Felipe V, impusieron en España el modelo del absolutismo francés.
Felipe V empleó validos extranjeros. Tras sus fracasos en política exterior, los sustituyó por una burocracia española absolutista y reformista. Emprendió reformas, como los Decretos de Nueva Planta, y en política exterior firmó dos de los tres Pactos de Familia.
Su reinado se interrumpió brevemente en 1724, con el reinado de su hijo Luis I, centrado principalmente en América.
Su sucesor, Fernando VI, tampoco intervino en el gobierno, dejando actuar a burócratas. Estos políticos, generalmente procedentes de la baja nobleza, dependían del favor del rey. Sus reformas buscaban consolidar el absolutismo mediante una política centralizadora, el control de la Iglesia y la intervención en la economía.
Con Felipe V se instauró en España el absolutismo monárquico. El rey concentraba todos los poderes y centralizaba gran parte del poder territorial. Las reformas llevadas a cabo tenían como objetivo consolidar el poder absoluto.
20. La España del Siglo XVIII: Reformas Económicas y Sociales
El modelo económico de la monarquía borbónica impulsó notablemente el comercio, la industria nacional y la agricultura. La importante recuperación demográfica del siglo XVIII contribuyó al desarrollo de la producción nacional al aumentar la demanda.
Los esfuerzos modernizadores se centraron en la reforma de la propiedad y la explotación de la tierra. El desarrollo de la vid propició una industria próspera, y en la zona norte se introdujeron nuevos cultivos como el maíz y la patata.
La necesidad de crear un mercado interior y las dificultades de los transportes impulsaron la creación de infraestructuras que facilitaran el transporte, así como el fomento de la industria, aunque con resultados económicos limitados al estar enfocadas a la corte y a los reales sitios.
En cuanto al comercio, se combinaron medidas proteccionistas para estimular la producción nacional, la creación de compañías comerciales y, finalmente, la liberalización del comercio con América en 1778.
Cataluña conquistó el amplio mercado interior castellano con su sector textil, y las indianas hicieron lo propio en las colonias. Este comercio permitió a la burguesía catalana reunir los capitales necesarios para la revolución industrial del siglo XIX. Además, Cataluña era la región más dinámica y avanzada, capaz de orientar su producción al mercado y no al autoconsumo.