1. Francisco Miranda y los comienzos de la emancipación
A comienzos del siglo XIX en América española aparecen las primeras ideas de independencia. Entre los primeros ideólogos estuvo Miranda, quien preparó la senda para Bolívar y San Martín. Las razones para independizarse fueron:
- Filosóficas: basadas en la razón, en el derecho a la felicidad y otros argumentos ya esgrimidos por los colonos estadounidenses.
- Económicas: basadas en la idea de que la metrópolis explotaba a las colonias con impuestos y prohibición de montar industrias o tener libre comercio.
- Sociales: tanto los criollos como los indígenas se sentían postergados por los blancos peninsulares y pensaban que estaban siendo robados, no solo en su patrimonio sino en sus aspiraciones.
2. 1805: Trafalgar y Buenos Aires
La derrota de Trafalgar impidió el contacto entre América y España. Aunque la armada española aún tenía 200 naves, la británica podía bloquear cualquier paso hacia América. En consecuencia, América se quedó limitada a sus propios recursos militares, como se demostró en el intento de desembarco inglés en Buenos Aires. Los británicos tomaron parte de la ciudad, pero fueron repelidos por la milicia criolla y obligados a reembarcar. Eso convenció a los bonaerenses de que se podían defender sin ayuda española.
3. 1808: Las primeras juntas
En 1808, España entra en guerra con Napoleón. En América, los criollos toman el poder tras destituir a diversas autoridades, como el virrey de Buenos Aires, al que acusaban de profrancés. Sin embargo, no todas las autoridades fueron depuestas, y el virrey del Perú, Abascal, mantuvo el control sobre toda la zona andina. En principio, los criollos no rompían con Fernando VII, al que juraban lealtad y reconocían como rey supremo; sin embargo, sus juntas fueron cada vez más soberanas y, desde 1810, empezaron a considerar la independencia. Esto se debía a que España estaba a punto de ser doblegada por los franceses.
4. Abascal y la reacción españolista
Frente a los brotes separatistas de Buenos Aires, Cundinamarca o incluso Quito, los realistas se posicionaron fuertemente en Lima y el altiplano. Las élites peruanas preferían un gobierno español a una reducción social de indígenas y negros, además tenían miedo de que las independencias les quitaran territorios que pertenecían al virreinato.
Aunque Abascal apenas disponía de tropas españolas, controló el Perú y Bolivia frente a los asaltos argentinos, recuperó Chile y Ecuador. Al mismo tiempo, en Venezuela, los llaneros encabezados por Boves expulsaban a Bolívar del continente, dejando muy tocada la causa independentista.
5. Morillo y Bolívar
Acabada la guerra de independencia en España, Fernando VII envió un ejército de 10.000 hombres veteranos y bien formados, que desembarcaron al norte de Sudamérica y ocuparon sin dificultades Bogotá y Caracas. Sin embargo, Morillo incurrió en diversas violencias, tanto políticas como económicas, provocando la ira de la población. Esto facilitó la vuelta de Bolívar, que ahora contaba con el apoyo de los llaneros dirigidos por Páez. Morillo se enfrentaba a una situación imposible, y Bolívar empezó a ganar batallas frente a los cada vez más debilitados españoles. Finalmente, Morillo firmó una tregua de 6 meses y pidió el retiro.
6. Bolívar y San Martín
Hacia 1816, Bolívar, desde el norte, vencía en Carabobo y otras batallas, asegurando la independencia de Colombia y Venezuela. Luego, cayó sobre Ecuador y lo liberó del control peruano. Desde el interior de Argentina, San Martín impuso una nueva estrategia: en lugar de atacar el altiplano boliviano, donde ya había fracasado en 3 intentos, atravesó los Andes por un paso complicado pero exento de vigilancia. Los argentinos sorprendieron a los españoles y se adueñaron de Santiago. Luego, San Martín eludió el desierto de Atacama mediante una invasión marítima del Callao con apoyo naval inglés. Sin embargo, San Martín se quedó atascado en Lima y tuvo que visitar a Bolívar en Guayaquil para pedirle apoyo. Bolívar se lo prometió, pero a cambio de ser él el protagonista de la liberación peruana.
7. Ayacucho
Bolívar y sus tropas persiguieron a los españoles en el interior del Perú, encontrándose en Ayacucho. Enfermo Bolívar, las tropas fueron mandadas por Sucre, quien derrotó a los españoles de manera absoluta. Al margen, México tuvo una evolución particular:
- Sublevación indigenista de Hidalgo y Morelos.
- Aplastamiento de las revueltas por la burguesía criolla.
- Acuerdo de igualdad por el cual México se independizó con igualdad de mexicanos y españoles, catolicismo oficial y un emperador.
8. El fin del imperio: Cuba y Filipinas
Cuba se mantuvo española por temor a los negros. Sin embargo, pronto entre los criollos surgieron quejas, tanto económicas como políticas. La primera guerra fue la de los 10 años, que acabó con la Paz de Zanjón. Luego vino la Guerra Chiquita y, ya desde 1895, la guerra definitiva.
Los cubanos recurrieron a la guerrilla y a sus famosas cargas de caballería. Los españoles respondieron con campos de concentración y fusilamientos. Cuando Weyler estaba a punto de acabar la guerra, se produjo el incidente del Maine, y Estados Unidos declaró la guerra a España. Los americanos derrotaron a las escuadras españolas en Cavite y Cuba. Luego, los americanos desembarcaron en ambos lugares y fueron derrotando a los españoles. España, vencida, aceptó la Paz de París, por la que renunciaba a Cuba, Filipinas y Puerto Rico, recibiendo 300 millones de dólares.
Fernando VII (1814-1833)
1. El sexenio absolutista
Cuando Fernando VII volvió de Francia, se encontró con un sistema político basado en principios liberales que él desaprobaba. En su cobardía, no quiso enfrentarse de inmediato con los constitucionalistas. El rey pasó por Cataluña entre un entusiasmo delirante, luego bajó a Valencia, en donde recibió insinuaciones tanto de la Iglesia como del ejército para que se convirtiera en rey absoluto. De hecho, fue el general Elio quien le insistió más claramente a abolir la Constitución. Incluso algunos ex-parlamentarios escribieron un manifiesto, llamado de los Persas, pidiendo una monarquía tradicional con cortes estamentales y desigualdad legal.
Persuadido Fernando de que no tenía nada que perder, dio un golpe de estado, declarando nulos todos los actos realizados en su ausencia. De inmediato, tropas se encaminaron hacia Madrid y detuvieron a los principales liberales que no lograron huir. El rey quiso condenarlos judicialmente, pero como los jueces no encontraron causa, el propio rey los condenó a prisión. El rey reestableció el antiguo régimen, empezando por los señoríos, la exclusión de los plebeyos del ejército, reestableciendo la Santa Inquisición y aboliendo todas las leyes desamortizadoras. Esto era más fácil que gobernar, y luego se demostró que el rey no tenía soluciones para los problemas del país, que eran tres: la ruina de la hacienda, la rebelión de América y los pronunciamientos.
1.1 La ruina de la hacienda
Hacia 1814, el estado español ingresaba menos de 800 millones de reales, mucho menos que 20 años antes. Esto se debía a las devastaciones bélicas, a la bajada de los precios y a la pérdida de las remesas americanas.
En años anteriores, el estado cubría su déficit con deuda pública, pero ya estaba al borde de la insolvencia y no recibía más préstamos; se podía aumentar la recaudación obligando a tributar a la Iglesia y a los nobles, pero cuando Garay lo intentó, levantó tal oposición que el rey le cesó. La tributación siguió siendo caótica, con impuestos que venían de siglos anteriores y rentaban poco, mientras ni se planteaba un impuesto directo sobre las rentas. Al final, la única alternativa era reducir gastos.
1.2 La rebelión de América
1.3 Los pronunciamientos militares
Aunque el ejército al principio había apoyado el absolutismo, pronto dentro de él surgieron brotes de descontento. Las razones eran varias: la falta de pagas o su retraso, las mortíferas campañas en América, el empleo de los militares como fuerza pública para perseguir a los bandoleros. Todo ello generó una extraña alianza entre liberales y militares; ya que en el año 1815 surgieron los primeros pronunciamientos para conseguir un régimen liberal. De hecho, los militares no tenían tanto una ideología como unos intereses profesionales. El pronunciado era un jefe militar que se levantaba contra el gobierno al mando de su unidad y esperaba que otras se sumaran a su postura. No era un mero golpe militar, pues siempre tenía un objetivo político y esperaba una colaboración civil.
Desafortunadamente para los pronunciados, hasta 1820 apenas encontraron eco y algunos pagaron con su vida la intentona. Los problemas se agravaban porque el rey prefería tratar con su camarilla de leales ineptos antes que con expertos. Surgieron escándalos como una compra de barcos a Rusia podridos. Tampoco fue muy limpia la venta de Florida a EEUU; con todo ello, el antiguo régimen perdió crédito e incluso surgieron movimientos clandestinos para su asesinato.
2. El trienio liberal (1820-1823)
3. La década absolutista
- Intensa represión de los liberales con ejecución de Riego, Torrijos y Mariana Pineda.
- Reestablecimiento del antiguo régimen, salvo la Inquisición.
- Una política económica simple en la que solo hubo reformas técnicas como la de López Ballesteros, la aparición de la Bolsa o del primer código de comercio.
- La aparición del primer carlismo cuando los ultra pensaron que Fernando VII era demasiado blando y eligieron como caudillo a Carlos María Isidro, si bien solo como heredero. Pese a ello, hubo una especie de sublevación precarlista en Cataluña.
- Un mantenimiento del ejército francés.
- La aparición de los voluntarios realistas.
- El cuarto matrimonio del rey con su media sobrina María Cristina, con la cual engendró dos hijas: Isabel II y Luisa Fernanda.
- La ley de sucesión por el rey, quitando la mal llamada ley sálica y reestableciendo los derechos de su hija mayor. Este acto presuntamente ilegal no fue admitido por los carlistas.
- En 1832, Fernando VII enfermó y, casi agonizante, le convencieron de que cambiara el testamento, reestableciendo a su hermano; pero milagrosamente recuperado, expulsó a su hermano de España, reestableció a Isabel II como princesa de Asturias y nombró ministro al moderado Cea Bermúdez.
Isabel II
1. Regencias
Al morir su padre, Isabel II apenas tenía 3 años, por lo que la regencia quedó en manos de su madre, María Cristina. Pero de inmediato los partidarios de Don Carlos se alzaron en armas, comenzando la guerra carlista.
1.1 La guerra carlista
Los carlistas lograron consolidar su rebelión en algunas provincias como las Vascongadas, Navarra, parte de Cataluña, el Maestrazgo y zonas aisladas del resto del país. Crearon un ejército gracias a tres factores:
- La existencia previa de una fuerza paramilitar: los Voluntarios Reales.
- La existencia de generales competentes como Zumalacárregui y Ramón Cabrera.
- El apoyo popular en las zonas rurales.
Al principio, la guerra fue difícil para los isabelinos, que fueron varias veces derrotados por Zumalacárregui; pero luego este hombre murió en Bilbao, los isabelinos hicieron una gigantesca leva y los carlistas quedaron a la defensiva. Un segundo cerco sobre Bilbao fue levantado por los liberales en una batalla donde se ilustró el general Espartero. Por último, los carlistas, viéndose derrotados, entraron en discusiones internas y uno de sus generales, Maroto, se reunió con Espartero en Vergara, donde se dieron el abrazo que sellaba el convenio del mismo nombre. Por él, los carlistas reconocieron a Isabel II, los oficiales carlistas podían pasar al ejército nacional y Espartero se comprometía a pedir al gobierno que mantuviera los fueros vascos.
1.2 Estatuto Real
Mientras duraba la guerra, la regente se vio obligada a abrir un proceso de liberalización política, presionada por los generales. Por tanto, prescindió de Cea Bermúdez y llamó a liberales como Martínez de la Rosa. Con este ministro se aprobó una Carta Otorgada que estableció un régimen semiparlamentario, pero con el rey. Habría dos cámaras legislativas: el estamento de próceres, al que pertenecían los grandes y los altos cargos políticos, militares y eclesiásticos; y el estamento de procuradores, al que elegían 16.000 votantes en toda España, los más ricos. Este sistema tenía graves consecuencias: no permitía una moción de censura, los ministros no respondían ante las cámaras, estas apenas hacían otra cosa que votar presupuestos. Aún así, permitió numerosos cambios de gobierno: Martínez de la Rosa → Toreno → Istúriz → Mendizábal.
1.3 La Constitución de 1812
En 1836, unos sargentos se sublevaron en La Granja y amenazaron a la regente; ésta se vio obligada a reponer la Constitución de 1812. Esta constitución apenas duró; tenía un defecto interno muy grave, pues carecía de un mecanismo para regular las disputas entre ejecutivo y legislativo. Además, muchos liberales no querían que triunfase un golpe de fuerza y, entre moderados y progresistas, se preparó una constitución de consenso.
1.4 La Constitución de 1837
Esta constitución era básicamente progresista, pero en los puntos clave se mostraba flexible. De hecho, con ella gobernaban los moderados. Finalmente, el gobierno moderado aprobó una ley de ayuntamientos que irritó a los progresistas; la guerra de Espartero presionó a la regente para que la quitaran, ésta se negó; Espartero se fue y estalló una sublevación general que obligó a irse a María Cristina.
1.5 La regencia de Espartero
Cuando se marchó María Cristina, Isabel II tenía 10 años, por lo que se precisaba una regencia. El elegido fue el general Espartero, que de ese modo se convertía en la máxima autoridad del país. Al poco tiempo, Isabel II recibió nuevos maestros como Argüelles para darle a la soberanía un poco más de altura y de política. Espartero fue un mal regente; se enfrentó con buena parte de su propio partido político, especialmente con Olózaga y López; fue poco sensible a los consejos; bombardeó Barcelona desde el castillo de Montjuïc cuando ésta se sublevó por un tratado de libre comercio con Inglaterra. Su nota más negra fue la represión del movimiento moderado de Diego de León y Montes de Oca. La ejecución del heróico Diego de León hizo a Espartero muy impopular entre los militares. Tantos errores acumulados acabaron con el mito y los propios progresistas se sublevaron contra su ex caudillo. A esta rebelión se sumaron los moderados, constituyendo una formidable coalición con generales como Narváez, O’Donnell o Prim. Espartero fue exonerado de todos sus cargos y honores.
2. El reinado personal de Isabel II
2.1 La coalición
La marcha de Espartero propició un gobierno provisional en el que había progresistas y moderados, y en el que el hombre fuerte era Salustiano Olózaga. Se convocaron las oportunas cortes en las que hubo mayoría progresista. Durante unos meses se mantuvo la heterogénea unión, pero cuando Olózaga quiso disolver las cortes para hacerse con una mayoría más cómoda, los moderados le tendieron una trampa. Se acusó a Olózaga de haber forzado a la reina y, como ésta lo testimonió, Olózaga fue cesado y ya no volvió a gobernar durante el reinado de Isabel II. Gobernó entonces González Bravo, que lo único que hizo fue un gabinete puente para permitir la llegada de Narváez.
2.2 La década moderada (1844-1854)
Esta década está caracterizada por la hegemonía de Narváez. Los moderados representaban el ala derecha del liberalismo; eran partidarios del sufragio censatario y muy restringido; querían una constitución claramente conservadora; observaban a la milicia nacional; desconfiaban del pueblo y querían un entendimiento con la Santa Madre Iglesia. Entre los prohombres del partido destacaron: Mon, Bravo Murillo, Pacheco, Santillán y una serie de generales como O’Donnell, Dulce, Lersundi, etc.
Entre las realizaciones de la década cabe destacar las siguientes:
- La primera gran reforma fiscal que elevó los ingresos por encima de los 1200 millones de reales; las principales partidas impositivas eran la contribución sobre bienes inmuebles y el derecho de patente y consumo.
- La creación de la Guardia Civil. Formada por el duque de Ahumada, se estableció como un cuerpo con funciones civiles pero estructura militar. La Guardia Civil substituyó a cuerpos locales como los Migueletes o los Somatenes. Aunque los progresistas al principio recelaron de ellos, luego la asimilaron sin problemas.
- La creación de obras públicas tan importantes como el Canal de Isabel II, que permitió a Madrid superar sus lamentables 8 litros de agua/persona/día. También apareció el primer ferrocarril en 1848, entre Barcelona y Mataró.
- La firma del Concordato con la Santa Sede, por el cual la Iglesia aceptaba la desamortización a cambio de que el estado pagara a los curas, reconociendo a la Iglesia la capacidad de supervisar la enseñanza.
- La conversión de la deuda pública hecha por Bravo Murillo, que se convirtió en un auténtico robo para los acreedores.
El gran periodo de los moderados fue su exclusivismo; se negaron a compartir el poder; practicaron el pucherazo y la corrupción y tuvieron frecuentes crisis por la actitud de la reina.
De hecho, esta señora provocó un escándalo cuando, a poco de casarse con su primo Francisco de Asís, se separó de él, y solo aceptaron volver a aparecer en público juntos.
Una de las crisis más grandes fue la provocada por Bravo Murillo cuando intentó hacer una reforma constitucional tan autoritaria que provocó la misma oposición de su partido, ya satisfecho con la moderadísima constitución del 45.
Finalmente, la década moderada terminó con una disidencia interna: el gobierno de Sartorius era especialmente impopular por corrupto, y dos generales se sublevaron contra él: O’Donnell y Dulce. Los insurrectos y los leales se enfrentaron en Vicálvaro sin un claro resultado, y luego O’Donnell se retiró a Manzanares, donde publicó el famoso Manifiesto de Manzanares, instando a los progresistas a sumarse a él. Estos respondieron y se sublevaron en toda España; la reina, muy acongojada, aceptó entonces un gobierno progresista encabezado por Espartero.
2.3 El bienio progresista
Espartero desarmó a los rebeldes, suprimió las juntas, convocó cortes y formó un gobierno con algún exmoderado como el propio O’Donnell, al que dio la cartera de guerra. Los progresistas asustaron a la reina con una votación en el parlamento en la que censuraron su proceder, aunque fue defendida mayoritariamente.
En el bienio cabe destacar las siguientes cuestiones:
- Una nueva constitución totalmente progresista con soberanía nacional, amplios derechos, juicio por jurados, milicia nacional, etc.
- Un activo programa de política económica que permitió crear nuevas sociedades de crédito anónimas y ferroviarias.
- Una nueva desamortización que afectó sobre todo a los bienes municipales.
- Una leve apertura a los problemas sociales que permitió a los trabajadores catalanes enviar una petición al parlamento.
- Una conflictividad social intensa en Cataluña y la meseta que provocó una crisis interna entre O’Donnell y Patricio de la Escosura. Cuando la reina apoyó a O’Donnell contra Escosura, Espartero se fue del gobierno y la reina nombró a O’Donnell primer ministro.
2.4 Bienio moderado y Unión Liberal
O’Donnell apenas estuvo en el poder unas semanas; la reina no se fiaba de él y rechazó sus dos medidas de atracción. Isabel II hizo dimitir a O’Donnell en un baile en el que le desairó. Volvió Narváez y con él el partido moderado con toda su constitución de leyes anexas.
La única novedad importante del periodo fue la Ley de Educación de Claudio Moyano. La incapacidad de los moderados hizo que la reina se olvidara de ellos y llamara de nuevo a O’Donnell, que ahora presidía la Unión Liberal. Este era un partido de amalgama que aseguraba que tendrían libertad y orden. Duró 5 años, hizo poco en el interior, propició aventuras exteriores como la guerra de África, la del Pacífico, la expedición a México e incluso la reincorporación de la República Dominicana a España por miedo a los haitianos.
Desde 1863 a 1868 los gobiernos fueron inestables, y en este año una coalición de progresistas, unionistas y demócratas expulsaron a Isabel II del trono y de España.