Inflación y deflación: impacto en la economía y el mercado laboral


¿Por qué preocupa tanto la inflación?

La inflación es un fenómeno económico que genera gran preocupación debido a sus múltiples efectos negativos. A continuación, se detallan los principales:

  1. Deteriora el poder adquisitivo de los agentes económicos y desencadena expectativas alcistas de precios que contribuyen a autoalimentar el proceso inflacionista.
  2. Si la inflación aumenta por encima de lo previsto, la autoridad monetaria intentará controlarla elevando los tipos de interés. Esto conlleva el encarecimiento de los recursos financieros disponibles para el consumo y la inversión productiva. El resultado será un menor crecimiento de la actividad económica.
  3. La estabilidad de precios es una condición necesaria para el mantenimiento de la competitividad exterior de cualquier país. Cuando, por el contrario, la tasa de inflación es superior a la del resto del entorno económico, el efecto inmediato es una pérdida de competitividad de las exportaciones y un abaratamiento relativo de las importaciones.
  4. Por último, impide la estabilidad del tipo de cambio de la moneda nacional.

¿Es mejor la deflación?

La deflación puede definirse como un proceso generalizado y continuado de caída de los precios, consecuencia del debilitamiento excesivo de la demanda agregada (DA). Tiende a autoalimentarse por la reacción de los agentes económicos, que aumentan la oferta de activos reales y financieros para defender el valor de su riqueza de la caída de precios. Una vez más, las expectativas de los agentes son determinantes:

  1. Una vez iniciada la caída generalizada de los precios de bienes y servicios, se disparan las expectativas bajistas, de modo que los consumidores retrasan sus compras pensando que los precios seguirán bajando. En caso extremo, venderán activos reales para evitar que el deterioro de los precios afecte a su riqueza.
  2. En estas circunstancias, las empresas tratarán de evitar las pérdidas derivadas del exceso de capacidad productiva y emprenderán recortes en la inversión productiva y planes de ajustes de plantilla en términos de despidos de trabajadores.
  3. Las autoridades monetarias optarán por políticas expansivas de bajada de tipos de interés, una medida que podría resultar ineficaz si, ante la caída de rentabilidad de los instrumentos financieros, las familias responden vendiendo dichos activos.

Por tanto, la caída de los precios no es necesariamente mala, pero sí lo es el hecho de que esta derive hacia un proceso continuo que arrastre a toda la economía a una profunda recesión económica y al desempleo.

Rasgos generales de la inflación en España

Distintos factores explican la importante reducción del crecimiento de los precios en la última década:

  1. La intensa incorporación de nuevas tecnologías a los procesos productivos.
  2. La integración de las economías en los mercados mundiales.
  3. La liberalización y desregulación de buena parte de los servicios.

Nuestra tasa de inflación se situaba a finales del 2002 en torno al 3,5%, un nivel lejano al correspondiente al 10% de hace una década. Ahora bien, esta trayectoria descendiente ha ido acompañada de dos rasgos:

  1. Inflación más intensa que en los países de nuestro entorno: durante los últimos años se ha mantenido por encima de la media de la UE en torno a 1 punto porcentual, a pesar del fuerte descenso de la tasa de inflación española.
  2. Una inflación con fuerte resistencia a la baja: la tasa de inflación no se reduce de forma sustancial y permanente. En los últimos años, la política de desregulación ha afectado a numerosas actividades del sector servicios, pero todavía la tasa de inflación de este sector duplica la tasa del sector industrial, lo que demuestra la necesidad de seguir en la línea de políticas de liberalización y defensa de la competencia.

Por su parte, la flexibilización del mercado de trabajo ha dado como resultado un mayor control del crecimiento de los costes laborales, con el consiguiente efecto positivo sobre el control de la inflación, pero a costa de aumentar el grado de precariedad en el empleo.

El desempleo como indicador de desequilibrio interno

Cuando nos referimos a la tasa de paro de una economía, aludimos a un desequilibrio no solo económico, sino también social y, en consecuencia, político. Por un lado, se trata de un mercado complejo e intervenido que no cumple ninguna de las características de un mercado competitivo:

  • No es homogéneo. Se trata de un mercado segmentado en mercados parciales en función de factores como la profesión, el sexo o la edad.
  • No es un mercado libre. La oferta, la demanda y los precios están interferidos por decisiones de los agentes económicos.
  • No es transparente. La información entre salarios y condiciones del empleo es parcial.

Por otro lado, tenemos:

  • Desempleo cíclico o coyuntural: cuando el ritmo de crecimiento de la actividad económica es insuficiente para absorber la oferta de trabajo.
  • Desempleo friccional: formación o el necesario para cambiar de puesto.
  • Desempleo estructural: derivado de la existencia de rigideces institucionales del mercado de trabajo que condicionan la disponibilidad y el coste del factor trabajo.

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