La pésima experiencia revolucionaria del sexenio 1868-1874 permitíó la aceptación de la vuelta a la Monarquía Borbónica, con Alfonso XII. Este acontecimiento se dio gracias a Cánovas del Castillo con el Manifiesto de Sandhurst el 1 de Diciembre de 1874 y facilitado por el golpe de Martínez Campos el 29 de Diciembre de 1874. Comenzó en España el periodo de la Restauración. Fue un largo período de estabilidad política con los valores conservadores de orden, propiedad y monarquía. El dominio político e ideológico vuelve a manos de la oligarquía, desplazada durante el Sexenio Democrático.
Se trata de crear un sistema político compartido por todas las por todos los sectores burgueses y de consagrar la exclusión de las clases bajas de la vida política mediante el «turnismo». Cánovas sentó las bases jurídicas e institucionales de este sistema, basado en la Constitución de 1876, el cual recoge los principios del liberalismo doctrinario imperante en Europa, que caracterizaba por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre la Corte y el Rey, la prerrogativa regia. El monarca gozaba de amplios poderes, mientras que las Cortes eran bicamerales (Senado y Congreso); se proclamaba la confesionalidad Católica del Estado (libertad de culto) y se expresaba una ampliació ambigua declaración de derechos.
Cánovas diseñó un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia de poder entre los grandes partidos dinásticos: el Conservador de Antonio Cánovas y Liberar de Mateo Sagasta. Está alternancia en el poder hará innecesario el intervencionismo militar anterior. El turno se garantizaba con el fraude electoral y la abultación de esos resultados (pucherazo), mandado por los caciques locales mediante la compra de voto, cambios en el censo, etc.
La alternancia en el poder dará estabilidad al sistema. Se trata de partidos burgueses, defensores de la propiedad, con ligeras discrepancias en torno a la confesionalidad del Estado o la amplitud del censo electoral.
Cánovas del Castillo gobernó durante la mayor parte del reinado de Alfonso XII, y logró someter al ejército al poder civil. Desde el punto de vista político, limitó los derechos y libertades y restauró el sufragio censitario con la Ley Electoral de 1878. En 1881 se produjo la primera alternancia y Sagasta sube al gobierno con una política más tolerante hacia la oposición.
Con la muerte prematura de Alfonso XII en 1885, se abre una crisis política que se solucionará mediante la regencia de su esposa María Cristina de Habsburgo, madre del rey Alfonso XIII. Al mismo tiempo, Cánovas y Sagasta, a través del Pacto de El Prado, que busca estabilidad institucional, acuerdan facilitar la alternancia, y Cánovas cede el poder a Sagasta, consolidando así el turnismo.
Durante la regencia, el partido liberal gobernó durante más tiempo, en el que se desarrolló una importante obra reformista entre 1885 y 1890 (Ley de las asociaciones, 1887; abolición de la esclavitud, 1885; nuevo código Civil, 1889; reformas hacendisticas y militares y la implantación del sufragio universal masculino, 1890). Se mantuvo el turno pacífico. En 1897 moría asesinado Cánovas, mientras que el personalismo del sistema empezaba a provocar problemas internos y la descomposición de ambos partidos.
La oposición política y social al régimen de la Restauración está presentada por:
Carlistas: habían iniciado la tercera guerra contra el estado liberal en 1872 y fueron derrotados militarmente 1876. El carlismo se divide entre una corriente integrista y otra corriente posibilista.
Republicanos: estaban divididos en torno a los personalidades de los antiguos presidentes de la primera República, existiendo varios partidos republicanos. El movimientos republicanos se caracterizó por su debilidad, fruto de la división interna y de la pérdida el apoyo de las masas populares, aún así consiguieron obtener algún diputado en las diferentes elecciones al Congreso.
Nacionalistas vascos: surgirá un nacionalismo católico conservador y xenófobo hacia los inmigrantes. La defensa de la identidad cultural vasca agrupó a un sector de la burguésía y la población rural en torno al ideario nacionalista de Sabino Arana y del Partido Nacionalista Vasco.
Catalanes
La incidente industrialización de España conocerá el surgimiento de movimientos sociales de la clase obrera. En principio tendrán fama tradicional y espontánea. Llegarán a Europa las corrientes internacionalistas:
Anarquistas: tras la llegada de Fanelli se fundará en 1881, la Federación de Trabajadores de la Regíón Española, con gran implantación entre los jornaleros andaluces obreros catalanes y en Aragón. Una parte de estos optará por la acción directa, mientras que otros optarán por la vía pacífica y reivindicativa.
Socialistas: de raíz marxista en torno al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) 1879 y el Sindicato Uníón General de Trabajadores (UGT) en 1888, que optaron por el reformismo social. Su presencia será mayor entre los obreros de Madrid, País Vasco y Asturias.
La crisis de 1898 sucede por la pérdida del reducido Imperio colonial español, cuando las grandes potencias crear sus propios imperios. Provocará entre los españoles una profunda crisis de conciencia.
En 1895 con el grito de Baire, comienza con la Segunda Guerra de Cuba contra el dominio español. Este conflicto se vio apoyado por el incumplimiento de la Paz de Zanjón y por la labor de José Martí que fundó el partido Revolucionario Cubano. En 1896 da comienzo una insurrección en Filipinas, dirigida por José Rizal, que será ejecutado por los españoles.
La situación se complica por la intervención de EEUU, interesados por el control de la ruta caribeña, establecer bases en el Pacífico y controlar la producción de azúcar cubano. Estados Unidos tiene interés en intervenir antes de que Cuba se independice y por eso le hace ofertas a España para comprar la isla.
La política represiva de España hacia los cubanos, es utilizada por la prensa norteamericana para crear un sentimiento antiespañol. En el 1898, el gobierno norteamericano envía a la Habana el acorazado Marie. Este sufre una explosión y culpan a España. Estados Unidos pide la la cesión de la isla y de le declara la guerra a España porque se niega.
Eran conscientes de que una guerra contra Estados Unidos estaba perdida, pero a pesar de esto aceptó. Las razones eran la política interior y que podría provocar la caída del sistema canonista como consecuencia de un golpe militar o una revuelta popular. La guerra se resuelve rápidamente gracias a la superioridad militar de Estados Unidos. Se hunde la flota del Pacífico y en la batalla de Santiago se pierde la flota del Caribe. España se rinde.
En 1898 se prima la se firma la Paz de París que pone fin a la guerra. España reconoce la independencia de Cuba y cede Puerto Rico a Estados Unidos. Se cedieron también las Filipinas a Estados Unidos a cambio de una indemnización. Cuba siguió ocupada por Estados Unidos hasta 1902, tras haberle cedido la base militar de Guantánamo y haber aceptado la cláusula por la que reconocía el derecho de Estados Unidos a intervenir en la isla si consideraba amenazados sus intereses. Tras la Paz de París, España solo mantiene los archipiélagos de las Marianas, las Carolinas y P que fueron vendidas a Alemania.
Provocó una crisis de conciencia nacional que se plasmará en el plano de la cultura a través de los escritores de la Generación del 98; se realizarán una serie de propuestas de reforma política y regeneración, a través de una reforma política y educativa, que provocaron un mayor empuje de los nacionalismos periféricos.