A. TIPOLOGÍAS DE LAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA. Las sociedades humanas son complejas y en ellas conviven multitud de individuos con intereses diferentes y contrapuestos. Existe, por tanto, la necesidad básica de organizar y coordinar estos intereses para hacer posible la convivencia, lo que se traduce en la aparición de las leyes y las instituciones políticas. Todas las sociedades han adoptado esta solución que supone la aparición del poder político, pero la forma que adopte este poder varía mucho de unas sociedades a otras. La filosofía ha analizado desde la Antigüedad las distintas formas en que puede organizarse el ámbito político, buscando la fórmula más idónea para garantizar la estabilidad social, la libertad de los ciudadanos y su felicidad. La división más antigua de las formas de gobierno la encontramos en el historiador griego Herodoto (484-425 a.C.). Herodoto clasificaba tres formas de gobierno posibles: el gobierno de uno (monarquía), de varios (oligarquía) o de muchos (democracia). 1. LA SOCIEDAD IDEAL PLATÓNICA. La primera reflexión sistemática sobre la organización política pertenece a Platón (siglo V a. C.). El objetivo de la filosofía platónica es la fundamentación de una sociedad donde sea posible la justicia, para lo cual considerará necesaria la existencia de una realidad perfecta, el mundo inteligible, donde existan el Bien y la Justicia universales como Ideas, y de un método, la Dialéctica, que permita el acceso de algunos sabios a estas Ideas. La filosofía política de Platón está recogida fundamentalmente en su obra República. Platón otorga una importancia vital a la educación en la constitución de la sociedad perfecta: es necesario que los jóvenes comiencen pronto su educación para identificar, entre ellos, a quienes posean unas disposiciones especiales. En base a las virtudes y talentos que demuestren se dividirán las clases sociales, que se corresponden con las tres partes del alma: Los productores: destaca en ellos el alma concupiscible y su virtud debe ser la moderación. No disponen de ningún talento especial, ni conocimientos, ni capacidad para comprender lo que es bueno ni para ellos ni para el conjunto de la sociedad. Son los campesinos y comerciantes que se encargan de la producción de los bienes materiales necesarios para la supervivencia de la ciudad. Los guardianes: destaca en ellos el alma irascible y su virtud debe ser la fortaleza. Poseen una educación básica pero no han alcanzado el nivel superior de la Dialéctica, por lo que no están capacitados para comprender lo universal ni gobernar la ciudad. Su educación ha sido comunitaria, sin poseer bienes propios ni familia, por lo que buscarán siempre el bien de la comunidad y no el bien particular. Esto les capacita para ser los guardianes de la ciudad, guerreros con fuerza y voluntad para cumplir las órdenes y obedecer a los gobernantes en pro del bien común. 2 Los gobernantes: son los sabios o filósofos que deben encargarse del gobierno de la ciudad. Destaca en ellos el alma racional y sus virtudes son la sabiduría y la prudencia. Han completado todo el proceso educativo y alcanzado la Dialéctica, por lo que serán capaces de plasmar el Bien y la Justicia universales en la sociedad y orientar al pueblo hacia el bien común, que coincide con el bien individual, y que solo ellos conocen. Partiendo de esta clasificación, Platón establece una división de las clases de gobierno desde la forma más perfecta hasta llegar a la más perjudicial para la sociedad: Monarquía o aristocracia. Es la mejor forma de gobierno, ya sea una monarquía (del griego mónos, uno, y arkhein, gobernar) o una aristocracia (del griego aristos, excelencia o superioridad, y kratos, poder). La autoridad la ejercen aquellos que poseen una virtud especial para gobernar, ya sea una sola persona o varias, y conocen lo que es bueno para la sociedad, lo universal y el bien común. Timocracia. Cuando en una sociedad no existe nadie con las carácterísticas anteriores la alternativa es que gobierne el siguiente escalafón social: los guardianes o guerreros. Esta forma de gobierno no es perfecta pues los guardianes no poseen la virtud política y no han completado la Dialéctica. Gobernarán acorde a sus talentos (la fortaleza, el orgullo, la disciplina) y su deseo de alcanzar la gloria podría perjudicar a los ciudadanos. A pesar de esto, Platón no lo considera una mala forma de gobierno puesto que los guardianes no procuran su propio beneficio sino el de toda la sociedad y gobernarán atendiendo al bien común. Oligarquía. La degradación del gobierno de la ciudad comienza cuando el poder recae en manos de quienes no tienen ninguna capacitación: los productores. La oligarquía (del griego oligos, pocos o varios), es el gobierno de aquellos productores que han logrado enriquecerse. Gobernarán mirando por su propio beneficio, sin ningún conocimiento de lo que es el bien o la justicia, y tan solo procurarán alcanzar más poder y riquezas. La oligarquía generará una situación social inestable que provocará una rebelión de los más pobres contra los poderosos, que desembocará en la democracia. Para Platón la democracia es aún peor que la oligarquía, que garantizaba cierto nivel de estabilidad social. Democracia. El poder está en manos del pueblo (en griego, demoi, ciudadano), el conjunto de los productores que no poseen ninguna capacidad política ni conocimiento para gobernar, que desconocen lo que es el bien común e incluso lo que es bueno para ellos mismos, y llevan a la sociedad al caos. En esta circunstancia surgirán los demagogos, los individuos con ansias de poder que manipulan al pueblo y terminan imponiéndose de forma tiránica, generando la peor de las formas de gobierno. Tiranía. Es la caricatura de la monarquía, pues gobierna uno solo que impone su voluntad de forma arbitraria y somete a la población, implantando el relativismo, su propia concepción particular del bien y la justicia.