Los textos que nos disponemos a analizar se corresponden con la segunda etapa del régimen de la restauración (1902-190) y ejemplifican 4 de los más importantes problemas a los que tuvo que hacer frente el monarca Alfonso XIII. Desde el creciente papel del ejército en la política hasta la descomposición de los partidos canovistas, pasando por la guerra de Marruecos y el incremento de la conflictividad social y política, todos ellos y otros no citados condujeron al sistema de la restauración a una crisis que se inició casi en el mismo momento en el que el rey subió al trono y se hizo plenamente manifiesta con el golpe de Estado del general
Primo de Rivera.
Esta etapa del régimen de la restauración arranca del Desastre del 98 y coincide casi en su totalidad con el reinado de Alfonso XIII, un monarca plenamente consciente desde la temprana edad de 16 años, con la que comenzó a reinar, de la trascendencia e importancia de su actuación el futuro de la nación Española. Sin embargo, la historia parece indicar que el rey no pudo estar a la altura de las circunstancias, ya que tomó ciertas decisiones y adoptó ciertas posturas que contribuyeron a acrecentar la crisis del sistema. El mencionado Desastre del 98, por el cual España perdió sus últimas colonias y fue humillada por EEUU, tuvo un gran impacto en la opinión pública, puso de manifiesto la insostenibilidad del sistema político del momento y desencadenó un movimiento conocido como regeneracionismo, que buscaba renovar y modernizar el país. El propio rey perteneció por edad y talante a esta corriente y, con el propósito de regenerar España, sometió a un crítico examen de conciencia todos los aspectos de la vida nacional. Hubo de afrontar, sin embargo, numerosos problemas derivados de la etapa anterior, y también otros que surgirán con el nuevo siglo, demostrando siempre una tendencia a intervenir personalmente en la política, ya que así se lo permitía la Constitución de 1876.
Uno de los grandes problemas a los que tuvieron de enfrentarse los últimos gobiernos de la época de Alfonso XIII fue el creciente papel que el ejército estaba adquiriendo en la vida política, el cual, resentido por la humillación del 98, tomaba cada vez posturas más conservadoras y autoritarias. En el Doc 1 observamos cómo el colectivo militar se pronuncia a cerca de asuntos relativos a la política española, en un tono que evidencia la actitud antes descrita. Primeramente arremete contra el separatismo catalán, cuyas reivindicaciones independentistas fueron también un problema constante en esta época. Despreciaba el ejército estos movimientos por ir en contra de la unidad de la patria y en este caso también por las publicaciones del periódico La Veu de Catalunya y la revista satírica Cut-Cut en los que se ridiculizaba al Rey y al propio Ejército. Por esas razones, el ejército exige al gobierno y a las Cortes que sean intransigentes con el separatismo y que actualicen la legislación de acuerdo con las nuevas amenazas a las que se enfrenta el país, amenazando con “aplicar la ley suprema” si no se toman otras medidas. Parece que así fue, ya que en Barcelona, con ocasión de uno de éstos artículos en los que se ridiculizaba al ejército, los oficiales de la guarnición, sin contar con órdenes superiores, asaltaron y destruyeron los locales de ambas publicaciones causando varios heridos y humillando a los redactores a los que obligaron, a golpe de espada, a dar vivas al Rey y a España. La situación fue de gran tensión y el presidente Montero Ríos llegó a proclamar el estado de excepción. Meses más tarde, el gobierno y las Cortes ceden a las demandas de los militares y se promulgaba la polémica Ley de Jurisdicciones en la que se establecía que los delitos de injurias y calumnias al ejército serían juzgados por tribunales militares y con acuerdo al Código de Justicia Militar.
Poco después el ejército volvió a sufrir una derrota, esta vez en Marruecos (explicaremos esta situación con más detalle en el Doc.3) , lo cual provocó que el Gobierno movilizase a los reservistas, dando lugar a una huelga general que se convirtió en un verdadera insurrección popular conocida como la Semana Trágica de Barcelona. Entre otras cosas, la Semana Trágica supuso la caída de Maura del poder y la entrada de Canalejas, el cual, siguiendo el afán regeneracionista de su sucesor, llevó a cabo una serie de reformas del sistema de la restauración (sufragio, etc. )que sin embargo tuvieron escasos resultados reales, y no pudieron evitar la llamada “Crisis del 17”.
En 1917 se unieron “tres revoluciones” el sindicalismo militar que se oponía a los ascensos por méritos de guerra (Juntas Militares de Defensa), el nacionalismo burgués catalán dirigido por Cambó que ante la negativa de Eduardo Dato a abrir la Cortes convocó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona (15 de Julio) en abierta rebelión contra el gobierno y con el objetivo de crear un estado federal en el que Cataluña tuviera una amplia autonomía y el reconocimiento de su derecho a la separación) y por último la Huelga general revolucionaria convocada por los sindicatos y partidos obreros (PSOE, UGT, CNT) en un contexto de revolución proletaria por toda Europa. Precisamente a este último punto se refiere el Doc 2, en el cual quizás falta el calificativo de “revolucionaria” al referirse a la citada huelga, el cual sin embargo se hace más que manifiesto al leer las reivindicaciones expuestas en el documento (“Pedimos a constitución dun Goberno Provisional…”, “… a celebración de eleccións sinceras, dunhas Cortes Constituíntes…). Sin embargo, y pesar de que el documento proclame que la actitud de huelga se mantendría de no conseguirse los objetivos, la huelga fracasó debido a la dura represión del gobierno y la falta de organización de los obreros, que volvieron finalmente al trabajo.
Otro gran problema de los últimos años del reinado de Alfonso XIII, como ya hemos mencionado anteriormente, fue la cuestión de Marruecos. España intentó recuperar en África el prestigio perdido en 1898 y tras una serie de negociaciones con Francia y Alemania se adjudicó el noroeste de Marruecos (la zona del Rif). Al principio, la ocupación fue pacífica firmando acuerdos con las cabilas y los jefes de los diferentes clanes, pero pronto estallaron rebeliones independentistas contra los invasores que se llevaban las riquezas del país. Los ataques de las cabilas insurrectas contra los ferrocarriles mineros provocaron en 1909 la denominada guerra de Melilla (que a su vez provocó la “Semana Trágica” antes citada) y los independentistas dirigidos por Mohamed Abd-el-Krim fueron creciendo en número y haciéndose con la mayor parte del territorio hasta relegar a los españoles a unas pocas ciudades. En 1921 las tropas de Abd-el-Krim atacan y ocupan Alhucemas e Igueriben y cercan Annual, población en la que se concentraban casi 2000 soldados españoles que quedaron aislados y sin posibilidad de socorro ya que en la Península, las Juntas Militares de Defensa creadas en 1917 bloqueaban los reclutamientos y en Marruecos los generales Silvestre y Berenguer hacían cada uno la guerra por su cuenta. El general Silvestre, que mandaba las tropas de Annual, intentó una retirada que se convirtió en una carnicería en la que murieron cerca de 4.000 soldados españoles. A este acontecimiento se le conoce como el “Desastre de Annual” y dejó una profunda huella en la opinión pública española, que aumentó su desprecio hacia el ejército y la guerra, claro reflejo de ello, la viñeta del Doc 3.
Se criticaba además la versión oficial de los hechos (expediente Picasso) que exculpaba al alto mando y cargaba las culpas sobre soldados y oficiales de baja graduación, además de considerar héroe muerto en combate al general Silvestre, al cual muchos culpaban de la derrota y decían que se había suicidado al comprender el desastre que había provocado.
Este problema no es más que uno de los muchos que ponen de manifiesto la creciente inestabilidad social y política que siguió a la crisis del 17, haciéndose ya evidente que el Sistema de la restauración estaba próximo a su fin. Si fuesen necesarias más muestras de ello, las encontraríamos en el Doc 4 , claro reflejo de la inestabilidad política que siguió a la crisis. El cuadro nos muestra como en apenas 4 años se sucedieron en España 11 gobiernos distintos de toda índole. Esto se debió a la fragmentación de los partidos dinásticos que hasta entonces habían protagonizado en solitario el sistema de tandas ideado por Cánovas, el cual se vio ahora sustituido por numerosos gabinetes de concentración, formados por representantes de varios partidos políticos.
Llegados a este punto se hace evidente que el Sistema de la Restauración tiene en España las horas contadas. Fue concretamente el 13 de septiembre de 1923 cuando el general Miguel Primo de Rivera en Barcelona dio un golpe de estado en Barcelona y acabó con el sistema constitucional. Son los mismos problemas y crisis (“…cadro de desventuras e inmoralidades que comezaron o ano 98”) que hemos expuesto en este texto los que utiliza Primo de Rivera como argumentos para justificar su toma de poder. El rey, al cual Primo libera de toda culpa ( “ A mesta rede da política de concupiscencias colleu… ata a vontade real..”) aceptó el hecho y España dejó de ser una monarquía parlamentaria para convertirse en una dictadura. Una dictadura que fue bien acogida por muchos sectores sociales en los primeros años: terminó con la guerra de Marruecos (desembarco de Alhucemas en 1925 y huída de Abd-el-Krim a la zona francesa) y desarrolló una labor de orden social y de incremento de las obras públicas lo que le granjeó la simpatía de la burguesía e incluso de parte del movimiento obrero (socialistas y UGT) que colaboró con el dictador.
Primo de Rivera.
Esta etapa del régimen de la restauración arranca del Desastre del 98 y coincide casi en su totalidad con el reinado de Alfonso XIII, un monarca plenamente consciente desde la temprana edad de 16 años, con la que comenzó a reinar, de la trascendencia e importancia de su actuación el futuro de la nación Española. Sin embargo, la historia parece indicar que el rey no pudo estar a la altura de las circunstancias, ya que tomó ciertas decisiones y adoptó ciertas posturas que contribuyeron a acrecentar la crisis del sistema. El mencionado Desastre del 98, por el cual España perdió sus últimas colonias y fue humillada por EEUU, tuvo un gran impacto en la opinión pública, puso de manifiesto la insostenibilidad del sistema político del momento y desencadenó un movimiento conocido como regeneracionismo, que buscaba renovar y modernizar el país. El propio rey perteneció por edad y talante a esta corriente y, con el propósito de regenerar España, sometió a un crítico examen de conciencia todos los aspectos de la vida nacional. Hubo de afrontar, sin embargo, numerosos problemas derivados de la etapa anterior, y también otros que surgirán con el nuevo siglo, demostrando siempre una tendencia a intervenir personalmente en la política, ya que así se lo permitía la Constitución de 1876.
Uno de los grandes problemas a los que tuvieron de enfrentarse los últimos gobiernos de la época de Alfonso XIII fue el creciente papel que el ejército estaba adquiriendo en la vida política, el cual, resentido por la humillación del 98, tomaba cada vez posturas más conservadoras y autoritarias. En el Doc 1 observamos cómo el colectivo militar se pronuncia a cerca de asuntos relativos a la política española, en un tono que evidencia la actitud antes descrita. Primeramente arremete contra el separatismo catalán, cuyas reivindicaciones independentistas fueron también un problema constante en esta época. Despreciaba el ejército estos movimientos por ir en contra de la unidad de la patria y en este caso también por las publicaciones del periódico La Veu de Catalunya y la revista satírica Cut-Cut en los que se ridiculizaba al Rey y al propio Ejército. Por esas razones, el ejército exige al gobierno y a las Cortes que sean intransigentes con el separatismo y que actualicen la legislación de acuerdo con las nuevas amenazas a las que se enfrenta el país, amenazando con “aplicar la ley suprema” si no se toman otras medidas. Parece que así fue, ya que en Barcelona, con ocasión de uno de éstos artículos en los que se ridiculizaba al ejército, los oficiales de la guarnición, sin contar con órdenes superiores, asaltaron y destruyeron los locales de ambas publicaciones causando varios heridos y humillando a los redactores a los que obligaron, a golpe de espada, a dar vivas al Rey y a España. La situación fue de gran tensión y el presidente Montero Ríos llegó a proclamar el estado de excepción. Meses más tarde, el gobierno y las Cortes ceden a las demandas de los militares y se promulgaba la polémica Ley de Jurisdicciones en la que se establecía que los delitos de injurias y calumnias al ejército serían juzgados por tribunales militares y con acuerdo al Código de Justicia Militar.
Poco después el ejército volvió a sufrir una derrota, esta vez en Marruecos (explicaremos esta situación con más detalle en el Doc.3) , lo cual provocó que el Gobierno movilizase a los reservistas, dando lugar a una huelga general que se convirtió en un verdadera insurrección popular conocida como la Semana Trágica de Barcelona. Entre otras cosas, la Semana Trágica supuso la caída de Maura del poder y la entrada de Canalejas, el cual, siguiendo el afán regeneracionista de su sucesor, llevó a cabo una serie de reformas del sistema de la restauración (sufragio, etc. )que sin embargo tuvieron escasos resultados reales, y no pudieron evitar la llamada “Crisis del 17”.
En 1917 se unieron “tres revoluciones” el sindicalismo militar que se oponía a los ascensos por méritos de guerra (Juntas Militares de Defensa), el nacionalismo burgués catalán dirigido por Cambó que ante la negativa de Eduardo Dato a abrir la Cortes convocó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona (15 de Julio) en abierta rebelión contra el gobierno y con el objetivo de crear un estado federal en el que Cataluña tuviera una amplia autonomía y el reconocimiento de su derecho a la separación) y por último la Huelga general revolucionaria convocada por los sindicatos y partidos obreros (PSOE, UGT, CNT) en un contexto de revolución proletaria por toda Europa. Precisamente a este último punto se refiere el Doc 2, en el cual quizás falta el calificativo de “revolucionaria” al referirse a la citada huelga, el cual sin embargo se hace más que manifiesto al leer las reivindicaciones expuestas en el documento (“Pedimos a constitución dun Goberno Provisional…”, “… a celebración de eleccións sinceras, dunhas Cortes Constituíntes…). Sin embargo, y pesar de que el documento proclame que la actitud de huelga se mantendría de no conseguirse los objetivos, la huelga fracasó debido a la dura represión del gobierno y la falta de organización de los obreros, que volvieron finalmente al trabajo.
Otro gran problema de los últimos años del reinado de Alfonso XIII, como ya hemos mencionado anteriormente, fue la cuestión de Marruecos. España intentó recuperar en África el prestigio perdido en 1898 y tras una serie de negociaciones con Francia y Alemania se adjudicó el noroeste de Marruecos (la zona del Rif). Al principio, la ocupación fue pacífica firmando acuerdos con las cabilas y los jefes de los diferentes clanes, pero pronto estallaron rebeliones independentistas contra los invasores que se llevaban las riquezas del país. Los ataques de las cabilas insurrectas contra los ferrocarriles mineros provocaron en 1909 la denominada guerra de Melilla (que a su vez provocó la “Semana Trágica” antes citada) y los independentistas dirigidos por Mohamed Abd-el-Krim fueron creciendo en número y haciéndose con la mayor parte del territorio hasta relegar a los españoles a unas pocas ciudades. En 1921 las tropas de Abd-el-Krim atacan y ocupan Alhucemas e Igueriben y cercan Annual, población en la que se concentraban casi 2000 soldados españoles que quedaron aislados y sin posibilidad de socorro ya que en la Península, las Juntas Militares de Defensa creadas en 1917 bloqueaban los reclutamientos y en Marruecos los generales Silvestre y Berenguer hacían cada uno la guerra por su cuenta. El general Silvestre, que mandaba las tropas de Annual, intentó una retirada que se convirtió en una carnicería en la que murieron cerca de 4.000 soldados españoles. A este acontecimiento se le conoce como el “Desastre de Annual” y dejó una profunda huella en la opinión pública española, que aumentó su desprecio hacia el ejército y la guerra, claro reflejo de ello, la viñeta del Doc 3.
Se criticaba además la versión oficial de los hechos (expediente Picasso) que exculpaba al alto mando y cargaba las culpas sobre soldados y oficiales de baja graduación, además de considerar héroe muerto en combate al general Silvestre, al cual muchos culpaban de la derrota y decían que se había suicidado al comprender el desastre que había provocado.
Este problema no es más que uno de los muchos que ponen de manifiesto la creciente inestabilidad social y política que siguió a la crisis del 17, haciéndose ya evidente que el Sistema de la restauración estaba próximo a su fin. Si fuesen necesarias más muestras de ello, las encontraríamos en el Doc 4 , claro reflejo de la inestabilidad política que siguió a la crisis. El cuadro nos muestra como en apenas 4 años se sucedieron en España 11 gobiernos distintos de toda índole. Esto se debió a la fragmentación de los partidos dinásticos que hasta entonces habían protagonizado en solitario el sistema de tandas ideado por Cánovas, el cual se vio ahora sustituido por numerosos gabinetes de concentración, formados por representantes de varios partidos políticos.
Llegados a este punto se hace evidente que el Sistema de la Restauración tiene en España las horas contadas. Fue concretamente el 13 de septiembre de 1923 cuando el general Miguel Primo de Rivera en Barcelona dio un golpe de estado en Barcelona y acabó con el sistema constitucional. Son los mismos problemas y crisis (“…cadro de desventuras e inmoralidades que comezaron o ano 98”) que hemos expuesto en este texto los que utiliza Primo de Rivera como argumentos para justificar su toma de poder. El rey, al cual Primo libera de toda culpa ( “ A mesta rede da política de concupiscencias colleu… ata a vontade real..”) aceptó el hecho y España dejó de ser una monarquía parlamentaria para convertirse en una dictadura. Una dictadura que fue bien acogida por muchos sectores sociales en los primeros años: terminó con la guerra de Marruecos (desembarco de Alhucemas en 1925 y huída de Abd-el-Krim a la zona francesa) y desarrolló una labor de orden social y de incremento de las obras públicas lo que le granjeó la simpatía de la burguesía e incluso de parte del movimiento obrero (socialistas y UGT) que colaboró con el dictador.
En resumen, la época de Alfonso XIII puede entenderse como una pugna entre la España reaccionaria que, frente al peligro obrero y nacionalista, apuesta por el inmovilismo y la mano dura, la España reformista, partidaria de reformar el sistema y abrir la política a las masas trabajadoras para integrarlas en el mismo, y la España revolucionaria (comunistas, anarquistas y parte de los socialistas) dispuesta a destruir el sistema alfonsino y hacer una revolución de inspiración marxista y soviética.