TEMA 1: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN(1808-1833): LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO
La invasión napoleónica de España en 1808 precipitó la crisis del Antiguo Régimen e implantó el liberalismo.
Fue un proceso que se prolongó a lo largo del primer tercio del Siglo XIX, debido a la resistencia a los cambios por parte de los sectores populares y la debilidad de la base social liberal.
Carlos IV empezó a reinar en 1788 y un año después estalló la Revolución francesa. El monarca trató de evitar la extensión de las ideas revolucionarias destituyendo a sus ministros ilustrados y nombrando a un militar, Manuel Godoy. El nuevo secretario se volvíó impopular entre las élites del reino por su condición de origen humilde y por las medidas que tomó.
Casi paralelamente a la firma del tratado de Fontainebleau, se desarrollaron dos intentos por parte del príncipe Fernando para destruir a Godoy y arrebatar la corona a Carlos IV, mediante el proceso de El Escorial y el motín de Aranjuez. Estos mostraban la división en la corte y la crisis de la monarquía.
Todo esto acabó con las abdicaciones de Bayona, en las que Carlos IV y Fernando VII entregaron la corona a Napoleón y este se la cedíó a su hermano José, el cual trató de implantar reformas liberales a través del Estatuto de Bayona.
La profunda crisis en la que estaba la monarquía española, provocó la intervención napoleónica de 1808 y el levantamiento popular frente a esta, lo que desembocó en la Guerra de la Independencia. La actitud de resistencia de la mayoría de la población favorecíó la creación de Juntas locales, integradas por élites que se autodenominaron “patriotas” frente a los españoles que colaboraron con la monarquía napoleónica “afrancesados”
El avance francés desde 1810, obligó a la Junta Suprema Central, que había asumido el gobierno hasta el retorno de Fernando VII a disolverse y convocar cortés, estas se celebraron en Cádiz. La difícil situación del país provocó que los diputados no se eligieran con normalidad, dando lugar a una mayoría de diputados liberales.
De todos modos surgieron tres tendencias, los absolutistas partidarios del Antiguo Régimen, los reformistas que defendían la introducción de reformas y una soberanía compartida entre el rey y la nacíón y los liberales.
Con el desarrollo de las Cortes desde 1810 tuvo un carácter revolucionario e iniciaron la implantación del liberalismo en España. Se adjudicó la representación de la soberanía nacional, aprobaron la constitución de 1812, que ofrecía la igualdad de todos los españoles ante la ley, garantizaba sus derechos y libertades y establecía la división de poderes y la elección a través del sufragio universal masculino.
Además, se instalaron unas leyes encaminadas a abandonar el Antiguo Régimen e implantar el liberalismo, mediante la anulación de la Inquisición, los señoríos y mayorazgos, establecer la propiedad privada plena, la abolición de los gremios y el establecimiento de la libertad de comercio.
El regreso de Fernando VII a España supuso el restablecimiento del Antiguo Régimen, abolíó la Constitución de Cádiz, restauró las instituciones e inició la persecución de los liberales que se vieron obligados a exiliarse.
La situación económica del país era negativa, la Hacienda carecía de recursos y debía afrontar gastos. Por otro lado, el liberalismo había provocado sociales definitivos, y dentro del ejército había surgido un sector liberal que favorecíó el desarrollo de un nuevo modo de acceso al poder, el pronunciamiento militar.
El 1 de Enero de 1820 triunfó el pronunciamiento militar de Rafael del Riego debido a la debilidad del gobierno absolutista y la acción de los liberales. Fernando VII obligado restablecíó el sistema liberal, dando paso al Trienio Liberal. Se constituyeron unas nuevas Cortes y se eliminaron los señoríos jurisdiccionales, los mayorazgos, las vinculaciones, los monasterios, los gremios y la Inquisición.
Durante el Trienio, los liberales cada vez son más numerosos en las ciudades y sobre todo en el campo, donde se les impide el acceso a la propiedad de la tierra. A la difícil situación hacendística del gobierno se le sumó la división dentro del liberalismo y la oposición del monarca y los absolutistas. Todo esto dio como resultado la intervención de las potencias europeas para restaurar el modelo anterior.
La llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis restablecíó a Fernando VII como rey absoluto, anuló la labor legislativa del Trienio e inició la represión de los liberales. Su política tuvo una tendencia reformista porque no restauró la Inquisición y a partir de 1825 buscó la colaboración de la burguésía más conservadora. Por su parte los liberales renovaron sus esfuerzos conspirativos, mientras que los sectores más radicales del absolutismo rechazan la política del rey y organizan sublevaciones.
Durante los últimos años del reinado, los Borbones habían introducido la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres. Fernando la anuló en 1830, lo que provocó la formación de un partido ultra realista en torno a su hermano Carlos como heredero legítimo del trono.
Acabado el reinado de Fernando el país se quedó dividido en dos bandos que se enfrentaron en una guerra civil. Uno, dirigido por Carlos para recuperar el Antiguo Régimen, y el otro por Isabel, consolidando las reformas liberales y dando paso a la implantación definitiva de un sistema liberal.