La crisis de la Restauración: intentos regeneradores y oposición al régimen
En mayo de 1902 Alfonso XIII sube al trono con dieciséis años; su monarquía gira en torno a la crisis del sistema de la Restauración, debido a diferentes causas como la crisis del 98, la desaparición de los políticos que lo crearon, el empuje de nuevas fuerzas que no encuentran cabida en el sistema. Otro de los grandes problemas será la intervención personal del rey en política, que dificulta las tareas de gobierno. Los Gobiernos conservadores tuvieron grandes iniciativas reformistas, bajo la dirección de Francisco Silvela. Pusieron en marcha una legislación social, realizaron proyectos para la descentralización del Estado. Los Gobiernos liberales, que ocuparon el poder entre 1905 y 1907, también promovieron políticas reformistas, aunque las limitaron principalmente al ámbito religioso, con la intención de limitar el papel de la Iglesia en la sociedad y en la mentalidad de la época. Esto provocó inestabilidad dentro del propio partido, puesto que sus bases sociales eran mayoritariamente católicas, ya que ciertos sectores de este originaron la primera crisis violenta del reinado al asaltar la redacción de algunas publicaciones en Barcelona (el semanario ¡Cu-Cut!.
Ello obligó al Gobierno a aprobar la Ley de Jurisdicciones (1906), que sometía a la justicia militar los delitos contra la patria y el ejército. Esta ley constituía un atentado a la libertad de expresión y a la Constitución y puso de manifiesto la creciente intromisión militar en la vida política. Antonio Maura (1907-1909), que ejecutó el proyecto de reforma más importante de los conservadores, un planteamiento de una «revolución desde arriba», mediante la regeneración de las instituciones y la incorporación de las clases medias a la vida política. Aunque estas medidas no eliminaron el caciquismo, sino que reforzaron aún más el fraude electoral.En 1910, los liberales recuperaron el poder con José Canalejas como presidente del Gobierno. Las propuestas de renovación desde fuera del sistema provinieron de los regionalistas, los republicanos y el movimiento obrero. El movimiento regionalista con más incidencia a principios del siglo XX fue el catalanismo, a través de la Lliga Regionalista.El vasquismo, representado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) de Sabino Arana, tenía una orientación tradicionalista, católica e independentista que le había restado apoyos sociales. Los otros regionalismos aún se encontraban en una fase muy embrionaria y no consiguieron grandes éxitos electorales, como Galicia, Valencia, o Andalucía.
El republicanismo constituyó la oposición parlamentaria antimonárquica más importante, y su máximo exponente fue Alejandro Lerroux con su Partido Radical. Como último movimiento de oposición al régimen está el movimiento obrero, que, a pesar de tener una presencia cada vez más importante, no tuvo la suficiente capacidad para imponer cambios sociales y políticos profundos, además, la división ideológica del siglo XIX entre socialismo y anarquismo se mantuvo también a lo largo del siglo XX. El socialismo, dio vida al PSOE como partido de masas, y, su rama sindical la UGT tuvo gran influencia entre las masas trabajadoras, sobre todo en los núcleos industriales de Asturias, Madrid y País Vasco.
El impacto de los acontecimientos internacionales: Marruecos, la Primera Guerra mundial y la Revolución Rusa.
La intensificación de las tensiones sociales y, sobre todo, la crisis del turnismo, se agudizaron ante las exigencias de una sociedad que reclamaba cambios en el sistema. Después de la derrota de 1898, España reorientó su acción colonial hacia el norte de África. Las principales potencias internacionales habían diseñado el reparto colonial en el siglo XIX, por lo que la acción española en este terreno estuvo subordinada a esas potencias. En la Conferencia de Algeciras (1906) se estableció la división de Marruecos en dos zonas, una bajo influencia española y otra francesa. La franja norte de Marruecos adjudicada a España incluía la región del Rif, que tenía un gran interés por sus riquezas mineras y despertó la posibilidad de obtener grandes beneficios económicos sobre todo a una parte del ejército (los llamados «africanistas»), que además deseaban recuperar cierto prestigio militar. La impopularidad de la guerra marroquí se canalizó de manera violenta en la insurrección popular de la Semana Trágica, que supuso la primera crisis grave del reinado de Alfonso XIII. En ella confluyeron tres grandes elementos de protesta cada día más enraizados en los sectores populares del país: el antimilitarismo, el anticlericalismo y la lucha socioeconómica.
El conflicto tuvo una magnitud considerable , y la dura represión que ejerció el gobierno provocó la sustitución de Maura por el liberal José Canalejas (1910). Desde el inicio de la Gran Guerra y durante todo el conflicto (1914-1918), España adoptó una posición oficial de neutralidad. Sin embargo, la opinión pública se dividió entre partidarios de Francia y el Reino Unido, y germanófilos. La neutralidad favoreció cierto auge económico en España. El deterioro de la capacidad adquisitiva de los trabajadores generó una fuerte conflictividad social que afectó profundamente al sistema político, tres crisis: militar, política y social. Durante los débiles Gobiernos formados entre 1913 y 1917, sin mayorías y con graves disensiones internas, con frecuencia se cerraron las Cortes y se aprobaron decretos para poder gobernar. En el seno del ejército, se empezó a cuestionar el sistema, pues se acentuó el malestar interno que se arrastraba desde la derrota de 1898. Las causas de esta nueva actitud de algunos sectores militares fueron la inestabilidad gubernamental, una nueva ley que beneficiaba claramente al ejército de Marruecos y discriminaba las unidades peninsulares, y, los bajos salarios. El malestar militar contra el Estado provocó la formación de las Juntas de Defensa. La legalización de las Juntas se convirtió en un pulso entre los militares y el Gobierno, y resultó ser una prueba más de la cada vez mayor capacidad de autonomía e injerencia política del ejército. La crisis política: la Asamblea de Parlamentarios.
Las huelgas y la conflictividad social aumentaron notablemente en este periodo, conocido como Trienio Bolchevique (1918-1921). En Andalucía y Extremadura las huelgas prácticamente paralizaron el campo, como ocurrió en Córdoba en 1918, y, en 1919 extendiéndose por toda Andalucía. En Barcelona y Madrid la espiral de represión violenta con la que la patronal respondía a las reivindicaciones obreras no logró frenar la fuerza del movimiento obrero, aumentando la preocupación de la oligarquía ante una posible revolución bolchevique como la que había ocurrido en Rusia en 1917. El PSOE pasó por una grave crisis y, como consecuencia, una parte del PSOE, se escindió para formar el PCE (Partido Comunista de España)
La dictadura de Primo de Rivera y el final del reinado de Alfonso XIII
La ocupación militar del Protectorado de Marruecos estaba resultando una operación difícil y costosa para el ejército español, mal preparado y carente de recursos. Además, las características de la región del Rif no ayudaban, puesto que era un territorio montañoso y mal comunicado poblado por diversas tribus. La derrota de Annual en 1921, donde murieron más de ocho mil soldados y se perdieron las principales posiciones de Melilla, creó un clima de malestar en la opinión pública española. El ejército, convencido de que el poder político era incapaz de solucionar la crisis que estaba sacudiendo al país, puso fin al sistema de la Restauración mediante un golpe de Estado militar. El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, el general Miguel Primo de Rivera, declaró el estado de guerra, decidió el acceso al poder de los militares y suspendió el
sistema constitucional. El rey Alfonso XIII aceptó un gobierno de militares (el Directorio). El general se presentó como un «cirujano de hierro» dispuesto a actuar como salvador de la patria. Influido por el triunfo fascista de Mussolini en Italia, Primo de Rivera instituyó una dictadura, que tuvo dos etapas: el Directorio militar (1923-1925), el Directorio civil (1925-1930).
En una primera etapa, considerada provisional, Miguel Primo de Rivera asumió todos los poderes al frente de un Directorio militar que dejó en suspenso la Constitución, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos e introdujo la censura de prensa.Además, se aplicó una dura política contra los nacionalismos periféricos, que fue especialmente anticatalanista, suprimiendo la Mancomunitat de Cataluña y prohibiendo el uso público del catalán. El problema marroquí se resolvió favorablemente gracias a una ofensiva militar conjunta entre tropas españolas y francesas. El éxito del desembarco en la bahía de Alhucemas (1925) condujo a la rendición del líder rebelde Abd-el-Krim y a la ocupación efectiva del territorio rifeño (1927). La victoria en Marruecos afianzó el poder personal de Primo de Rivera. Intentó institucionalizar su dictadura mediante la sustitución del Directorio militar por un Directorio civil, constituido en 1925. Emprendió una política social y económica intervencionista que logró un aparente éxito, respaldado por la positiva coyuntura económica internacional, pero el país no se moderniza, mantienen las estructuras tradicionales. Aparecen monopolios en los sectores energéticos y de telecomunicaciones. La política social se caracterizó por la represión de los sindicatos y por un cierto reformismo social de carácter paternalista. Dada la ilegalización de los partidos políticos, las primeras voces contrarias a la dictadura surgieron, como es el caso de Vicente Blasco Ibáñez o de Miguel de Unamuno.
El alumnado universitario también se unió a la oposición, y, desde 1925 alcanzó a todos los sectores políticos, socialistas, anarquistas, catalanistas, y republicanos. A partir de 1928 se intensificaron las críticas a la dictadura, el rey Alfonso XIII quiso evitar que la opinión pública nacional e internacional identificara la monarquía con la dictadura, por ello retiró su apoyo a Primo de Rivera. Finalmente, el dictador dimitió el 28 de enero de 1930. Tras la dimisión del dictador el rey quiso retornar al sistema del turno, el mismo cuyo fracaso había conducido a la dictadura. Intentó recurrir a los antiguos partidos dinásticos, sin embargo, sus dirigentes rechazaron el retorno a la Constitución de 1876 y no apoyaron al rey, al que consideraron corresponsable de la dictadura primorriverista. Alfonso XIII encargó el Gobierno al general Dámaso Berenguer, un Gobierno que iba a pasar a la historia como la «Dictablanda». El rey sustituyó al políticamente aislado Berenguer por Juan Bautista Aznar. Se realizarán elecciones municipales el 12 de abril, produciéndose la victoria de las candidaturas republicanas en las ciudades, lo que fue acogido con euforia por la población, mientras el monarca decidía abandonar el país.
9.1 La proclamación de la Segunda República, el Gobierno provisional y la Constitución de 1931. El sufragio femenino
El 12 de abril de 1931 tuvieron lugar en España las elecciones municipales que dieron la victoria a la República en la mayoría de las grandes ciudades. Alfonso XIII, que había intentado inútilmente retomar el sistema de la Restauración tras la dimisión de Primo de Rivera, acabó renunciando a la Corona y abandonando España, proclamándose así la República el 14 de abril. Niceto Alcalá-Zamora, constituyó un Gobierno provisional, que pronto convocó elecciones constituyentes, inició una serie de reformas urgentes que se desarrollaron posteriormente con el primer Gobierno de la República. Las actuaciones reformistas contaron desde el principio con la oposición de un sector del ejército y de la oligarquía económica. Las reformas tampoco colmaron las expectativas de una parte del proletariado, que aspiraba a la revolución social y al inmediato reparto de tierras. Las elecciones a Cortes Constituyentes se celebraron el 28 de junio de 1931, y concedía el derecho de voto a los hombres mayores de 23 años y ampliaba las circunscripciones electorales para combatir el caciquismo.
Los republicanos seguían divididos en diversas tendencias: en el centro-derecha destacaban el Partido Radical de Alejandro Lerroux, el Partido Republicano Progresista de Niceto Alcalá-Zamora y el Partido Republicano Conservador de Miguel Maura; en la izquierda destacaban Acción Republicana de Manuel Azaña y el Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz. Las organizaciones obreras favorables a la República estaban vinculadas al PSOE de Indalecio Prieto y Julián Besteiro y su filial sindical (UGT) con Largo Caballero, CNT volvió a adquirir gran protagonismo. Empezó a despuntar el Partido Comunista (PCE), formado en 1921 como escisión del PSOE con José Díaz y Dolores Ibárruri. Los nacionalistas fueron favorables a la República, destacando la importancia de los partidos catalanes, especialmente Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), liderada por Francesc Maciá y Lluis Companys. También ORGA, de Santiago Casares Quiroga, y, el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Las fuerzas políticas de derechas la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil-Robles; Renovación Española con José Calvo Sotelo. Asimismo, se articularon los primeros grupos autoritarios paramilitares próximos al fascismo. Las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), y José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española.
El Parlamento, con mayoría republicana y socialista redactó una nueva Constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931, la más progresista hasta entonces, y, muy avanzada para su tiempo. España se definía como una «República democrática de trabajadores de toda clase»; afirmaba la soberanía popular, establecía una extensa declaración de derechos y el sufragio universal para mayores de 23 años, incluidas por primera vez en la historia de España las mujeres. Se recogía el matrimonio civil, el divorcio, y la subordinación del derecho a la propiedad privada. El poder Legislativo corresponde en exclusiva a unas Cortes unicamerales (Congreso de los Diputados) renovadas cada cuatro años. En cuanto al poder Ejecutivo, el jefe de Estado es el presidente de la República; él nombra al jefe de Gobierno, al que tienen que aprobar las Cortes. El poder Judicial es independiente. La Constitución disolvía las congregaciones religiosas de «obediencia distinta de la legítima del Estado»; se establecía además la libertad de conciencia y de culto y desaparecía el presupuesto de culto y clero. La República se presentaba así como una oportunidad para democratizar y modernizar el Estado, y suponía, más que un cambio de régimen, un cambio de vida, sobre todo para la mujer. De las dos mujeres que fueron elegidas diputadas. Surgirá un importante debate sobre la cuestión del voto femenino. La primera mujer en alzar su voz para la defensa del sufragio femenino fue Clara Campoamor, la cual reconoció haber pagado un duro precio por ello. Victoria Kent por su parte, afirmaba con dureza que era muy peligroso todavía conceder el voto a la mujer española, pues aún había que darle una «oportunidad» a la República, y, no todas las mujeres estaban preparadas y capacitadas para ello. Tras la aprobación finalmente del sufragio femenino, las mujeres votarán por primera vez en las elecciones legislativas de noviembre de 1933. El resultado de las elecciones dio la victoria a la derecha, la izquierda que culparon del triunfo de la derecha a la concesión del voto femenino, dado el arraigo que la mujer tenía con la Iglesia Católica, y ésta, con las fuerzas de derecha y conservadoras.
9.2 El bienio reformista: reformas estructurales y realizaciones sociales, culturales y territoriales. Reacciones desde los diversos posicionamientos
Tras la aprobación de la Constitución y la elección del conservador Niceto Alcalá-Zamora como presidente de la República, Manuel Azaña presidió hasta 1933 el Gobierno. El Gobierno de Azaña, a pesar de la oposición de la derecha, impulsó una política reformista. El nacimiento de la República coincidía con una etapa difícil en el ámbito internacional ya que el mundo se enfrentaba a la gran crisis económica de 1929 y a una turbulenta etapa que caracterizó a la Europa de entreguerras desde el punto de vista político y social, a lo que se sumó el ascenso al poder de los movimientos fascistas. En España, la República coincidía también con un momento difícil, además, creció entre un amplio abanico de enemistades. Por un lado, la oposición de los grupos conservadores, Iglesia, Ejército y propietarios agrarios e industriales, grupos oligárquicos que vieron amenazada su situación hasta entonces privilegiada. El Gobierno de coalición republicano-socialista realizó importantes reformas, aunque su aplicación práctica no fue satisfactoria. La reforma religiosa: se aprobaron varias leyes para reducir el poder de la Iglesia en todos los ámbitos, se disolvió la Compañía de Jesús (Jesuitas). Se aprobaron el divorcio, el matrimonio civil.
La reforma militar: era necesaria para modernizar el ejército, mediante su profesionalización, la racionalización de los ascensos y la reducción del excesivo número de oficiales. Además, se buscaba su republicanización. Azaña tomó diversas medidas como el decreto de abril de 1931 que permitió el retiro voluntario anticipado a los militares que no quisiesen jurar fidelidad a la República; se suprimió la Academia Militar de Zaragoza, dirigida por el general Franco, considerada ineficaz y antirrepublicana. Estas reformas provocaron malestar en el ejército, y quedaron limitadas por falta de presupuesto. La reforma agraria: en 1932 el Gobierno aprobó la ley de reforma agraria, que establecía la expropiación, sin indemnización, de las tierras de los grandes de España. Su aplicación quedó a cargo del Instituto de Reforma Agraria (IRA), pero, la complejidad de la ley, la falta de presupuesto y las carencias técnicas y organizativas se tradujeron en una ineficaz aplicación de la reforma, lo que provocó el descontento del campesinado. También se tomaron medidas para mejorar la situación laboral del trabajador. Y, se intentó reformar la educación, en un país en el que más del 33% de la población era analfabeta. La reforma estuvo influida por la Institución Libre de Enseñanza y se centró en la enseñanza primaria: se construyeron nuevas escuelas, se dotaron nuevas plazas de maestro,y, se suprimió la obligatoriedad de la formación religiosa en las escuelas.
En cuanto a la cuestión autonómica, la República fue la ocasión para que las nacionalidades históricas reclamasen una nueva organización territorial descentralizada que recogiese las aspiraciones de autogobierno pendientes desde el siglo XIX.El bienio reformista estuvo amenazado desde el principio por la oposición de la derecha, y por la izquierda radical. La derecha monárquica propició la frustrada sublevación militar que dirigió el general Sanjurjo (1932), y, aunque el Gobierno pudo sofocarla, se demostró la importancia que tenía el sector antirrepublicano. Entre los conflictos más graves destacaron insurrecciones campesinas como la de Casas Viejas (Cádiz), dirigida por la CNT en 1933. La dura e irregular actuación policial, donde se fusiló a 14 campesinos indiscriminadamente, desacreditó al Gobierno e indignó a la opinión pública. En noviembre de 1933 se convocaron elecciones generales, en las que las mujeres ejercieron su derecho al voto por primera vez en España.
9.3 El bienio de la CEDA y el Partido Radical. El Frente Popular. Desórdenes públicos. violencia y conflictos sociales
En las elecciones de 1933, la CEDA de Gil-Robles fue el partido más votado, pero no obtuvo mayoría absoluta; el Partido Radical de Alejandro Lerroux se convirtió en la segunda fuerza política de las nuevas Cortes. Las discrepancias internas de los partidos de derechas, así como las diferencias doctrinales entre los radicales y la CEDA, provocaron una gran inestabilidad gubernamental. Este bienio radical-cedista se caracterizó por el conservadurismo político y la anulación de las reformas sociales, económicas y autonómicas del período anterior, por lo que la izquierda lo llamó «bienio negro», de hecho, fue una etapa de gobierno estéril, contribuyó a intensificar las tensiones sociales y políticas . Los aspectos esenciales de la actuación de los Gobiernos radical-cedistas fueron: aprobación de una ley de amnistía para los civiles y militares sublevados con Sanjurjo en 1932; aprobación de un presupuesto para el clero católico y derogación de la ley de congregaciones, la Iglesia volvió a las escuelas y recuperó parte de los bienes confiscados; revisión de la reforma educativa; revisión de la reforma agraria que acabaría en 1935 por paralizarse definitivamente;
enfrentamiento con la Generalitat de Cataluña, y oposición a la aprobación del Estatuto vasco, a pesar de la orientación conservadora y católica del PNV. El freno de las reformas y las consecuencias de la crisis económica favorecieron el aumento de la agitación social. Convocaron una huelga general para el 5 de octubre de 1934. La huelga tuvo un seguimiento irregular y fue reprimida rápidamente por el Gobierno. Solo en Cataluña y Asturias triunfó momentáneamente la insurrección. En Cataluña, el presidente Companys se enfrentó al Gobierno radical-cedista al proclamar al Estado catalán dentro de la República Federal Española. En Asturias, la huelga se convirtió en una auténtica revolución social. El Gobierno con el fin de restituir el orden en Asturias, empleó al ejército desplazando efectivos militares integrados también por tropas coloniales (españolas e indígenas), al mando del general Francisco Franco, que aplastó el movimiento tras una lucha encarnizada que provocó más de mil muertos. La revolución se saldó con una dura represión: 30.000 encarcelados, torturas, ejecuciones sin juicios, condenas a muerte. También en el bando revolucionario se cometieron excesos y atrocidades como el saqueo de propiedades o el asesinato de guardias civiles y sacerdotes. En este clima de creciente tensión sociopolítica, el Gobierno de Lerroux se vio inmerso en una grave crisis.
La causa fue la salida a la luz pública de varios escándalos de corrupción, como el de Estraperlo. Estos escándalos obligaron a Lerroux a dimitir y hundieron el Partido Radical. A finales de 1935, el presidente Alcalá-Zamora propició la formación de un Gobierno presidido por Manuel Portela Valladares. Ante la convocatoria de elecciones, los republicanos de centro-izquierda, los socialistas y los comunistas del PCE y del POUM suscribieron un pacto en enero de 1936 y se constituyeron en el Frente Popular. El resultado se convirtió en una amplia mayoría del Frente Popular en las Cortes. A pesar de los acuerdos de las izquierdas, las diferencias internas surgieron pronto, pues en el Frente Popular coexistían dos tendencias: los partidarios del reformismo democrático y los que se mostraban favorables. En realidad, la confluencia electoral de ambas fue un hecho coyuntural, un medio para contener a la derecha, lo que explica las actuaciones revolucionarias de un amplio sector de la izquierda y el violento clima de tensión que se desató: huelgas continuadas, ocupaciones de tierras, asaltos de iglesias, conventos y periódicos… El Gobierno fue incapaz de frenar la espiral de violencia. En la primavera de 1936 la confrontación política se intensificó en todos los ámbitos y proliferaron los enfrentamientos callejeros y los atentados de líderes tanto de izquierda como de derecha. Aunque el Gobierno alejó de Madrid a los generales sospechosos (Franco a Canarias, Mola a Pamplona, y Goded a Baleares). 0
En esta atmósfera de inquietud, el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo fue vengado por un grupo de compañeros y militantes socialistas con el asesinato de José Calvo Sotelo, jefe de la oposición monárquica. Este acontecimiento fue utilizado como excusa para el golpe de Estado del 17 de julio de 1936, planeado desde hacía tiempo y que, al fracasar, desembocó en una guerra civil.
10.2. Evolución política y económica en las dos zonas. la dimensión internacional del conflicto.
Entre el 17 y el 20 de julio se evidenció el fracaso del pronunciamiento militar, y la división en dos del Ejército, del territorio y de los recursos económicos. Por una parte, un bando leal a la República, llamado rojo por los sublevados, y, por otra, el bando sublevado, autodenominado nacional, que llamó asimismo alzamiento al golpe militar.
Los sublevados controlaron el norte de Castilla y León, zona rural y católica; la Galicia caciquil y conservadora; Navarra.
Permanecieron al lado de la República la franja cantábrica, el País Vasco excepto Álava y la cuenca mediterránea desde Cataluña hasta Málaga. También se frustró la insurrección en Castilla la Nueva, incluido Madrid, que era el objetivo prioritario de los sublevados, y buena parte de Extremadura y Andalucía oriental, menos Granada. Este territorio, aunque dividido, contaba con los núcleos industriales y urbanos de más relieve, las regiones de agricultura de exportación, las minas del norte y el oro del Banco de España. La evolución política de la zona republicana fue muy irregular, ya que se tuvieron que ir adaptando a las circunstancias bélicas desfavorables que sufrieron durante el conflicto. Al iniciarse el conflicto el jefe de gobierno Casares Quiroga dimite, le sustituye Martínez Barrio que fracasa en su intento de negociación con los sublevados, lo que provoca su dimisión.
El gobierno de José Giral distribuye armas a las organizaciones del Frente Popular y a los sindicatos. En septiembre de 1936 el gobierno de Largo Caballero intenta recuperar la autoridad. Surge el Ejército Regular Popular, compuesto de brigadas mixtas (soldados profesionales y civiles). En mayo de 1937 estallan los Sucesos de Barcelona, enfrentamientos (por toda Cataluña) entre anarquistas, republicanos, y otros grupos políticos. En ese mismo mes comienza el gobierno de Juan Negrín, cuya prioridad será ganar la guerra. Éste publica los “Trece puntos de Negrín”, que pretendían finalizar la guerra, pero que Franco no aceptó. En marzo de 1939 se produce un golpe contra el gobierno de Negrín y se forma el Consejo Nacional de Defensa, dirigido por el coronel Casado. A finales de mes la República se desmorona, y comienza el exilio de todos sus partidarios.
Dimensión internacional del conflicto. El estallido de la guerra civil contribuyó a agudizar la tensión y la inestabilidad existentes en el contexto europeo. La opinión pública extranjera se dividió entre los que consideraban a los sublevados luchadores contra el comunismo y los que eran partidarios de la República y su defensa contra el fascismo.
Aunque se esperaba que las democracias europeas, y especialmente Francia, con un Gobierno del Frente Popular presidido por el socialista León Blum, colaboraran con el Gobierno de la República, la presión de la derecha francesa y de los conservadores británicos la condujo a la adopción de una política de neutralidad. Propugnaron la no intervención en la guerra de España para no romper el débil equilibrio existente entre los regímenes democráticos y fascistas, no obstante, Francia permitió, con intermitencias, el paso de armas a través de sus fronteras. En agosto de 1936 se creó en Londres el Comité de No Intervención, al que se adhirieron 27 países, entre ellos Alemania, Italia y Portugal, pero la realidad fue que estos tres países continuaron ayudando a los sublevados mientras que la República se vio sometida al cierre de fronteras y al embargo de armas. Además, el Comité de No Intervención impidió que la Sociedad de Naciones mediase en el conflicto. Estados Unidos, que no suscribió el pacto, aprobó una ley de embargo que impidió la exportación de material bélico a la España republicana, pero permitió los suministros de las empresas estadounidenses a la España sublevada, como el petróleo que le proporcionó la Texaco Oil Company o los vehículos de Ford y General Motors.
Ayuda al bando sublevado: vomo respuesta a la petición de los sublevados, Hitler ordenó la ayuda alemana inmediata, que fue constante a lo largo de la contienda, disimulada en muchas ocasiones como envíos comerciales para evitar problemas políticos. El grueso de la ayuda alemana residió en la aviación, a este efecto se creó la Legión Cóndor, con voluntarios del Ejército alemán, pilotos, instructores, cazas, bombarderos y baterías antiaéreas. El coste de la ayuda alemana, cifrado en cuatrocientos millones de dólares, se reembolsó en alimentos y materias primas hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. La participación italiana fue mayor, aunque de menor importancia técnica y estratégica. A los efectivos humanos, agrupados en el Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV, Corpo di Truppe Volontaria), hay que añadir el soporte naval y de equipamiento bélico. El régimen profascista portugués también prestó ayuda logística a los sublevados al facilitarles las comunicaciones por su territorio y el desembarco de suministros en sus puertos. Franco contó, además, con el ejército de África, formado por soldados mercenarios que integraban la Legión y tropas regulares marroquíes bajo el mando de oficiales sublevados.
Ayuda al bando republicano: aparte de un simbólico apoyo del Gobierno de México, la Unión Soviética fue el único país que, aunque había firmado el Tratado de No Intervención, ayudó con armas y alimentos a la República. La ayuda soviética permitió al Gobierno republicano salvar Madrid en 1936, y luego lanzar la gran ofensiva de Teruel y el Ebro en 1938. Sim embargo, el cierre de la frontera francesa inmovilizó buena parte de estos efectivos, que solo llegaron de forma discontinua. La República pagó sus compras con las reservas de oro del Banco de España, calculadas en unos quinientos millones de dólares.
Las Brigadas Internacionales fueron organizaciones de voluntarios extranjeros de unos cincuenta países que combatieron en la guerra para defender el Gobierno de la República y frenar el avance del fascismo. Fue una ayuda de poca importancia cuantitativa, aunque de gran valor moral. Combatieron unos cuarenta mil brigadistas entre noviembre de 1936 y diciembre de 1938, fecha en que abandonaron España en cumplimiento del Programa de los 13 puntos del gobierno de Negrín. Llegaron a España siguiendo el llamamiento de organizaciones de izquierda, especialmente la Internacional Comunista, su intervención fue muy importante en la defensa de Madrid o en batallas como Belchite o Guadalajara.
3.1. LOS REYES CATÓLICOS:UNIÓN DINÁSTICA E INSTITUCIONES DE GOBIERNO.LA GUERRA DE GRANADA.
El reinado de los Reyes Católicos supone la unión dinástica de los dos principales reyes de la Península, pero en ningún caso la unificación de ambas coronas ni de sus territorios. Tras el matrimonio de Isabel y Fernando (1469) cada reino mantuvo sus instituciones, Cortes, moneda, leyes y costumbres propios. Las fronteras entre los diferentes territorios obligaban al pago de impuestos sobre las mercancías. Ambos reconocieron al otro los mismos
derechos en cada territorio mientras durase el matrimonio. Para reforzar la autoridad monárquica los reyes ejercieron el poder personalmente, por encima de la nobleza (monarquía autoritaria) y perfeccionaron la administración, rodeándose de funcionarios
preparados y eficaces. Fijaron las Audiencias y Chancillerías y extendieron la red de corregidores. Una medida esencial fue la creación de la Santa Hermandad, una institución
que se encargaría de mantener el orden en los ámbitos rurales; al ser una propuesta de las Cortes, éstas aceptaron pagar un elevado impuesto permanente para su mantenimiento, lo que permitió a los Reyes financiar un ejército permanente, con el que lograría recuperarse territorios como el Rosellón y la Cerdaña (1493),
consolidar el dominio aragonés sobre Nápoles o expandirse por África (Melilla, 1497). En 1480 los Reyes obtuvieron del Papa el
permiso para formar un Tribunal de la Inquisición que dependerá directamente de ellos y del que se sirven para fines religiosos y políticos. En 1492 decretan que los judíos se conviertan o abandonen el reino, optando la mayoría por esto último; en 1502 Cisneros hace lo propio con los mudéjares, si bien en este caso la mayoría opta por la conversión forzosa. En 1480 los Reyes Católicos deciden poner fin al último reino musulmán de la Península , dentro de
la política de cohesión territorial que llevó también a establecer alianzas matrimoniales con Portugal o a anexionar Navarra a Castilla en 1512. Después de una larga guerra que sirvió a los monarcas para aumentar su prestigio, el 2 de enero de 1492 Boabdil entrega Granada a los Reyes Católicos.
3.2. EXPLORACIÓN, CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA (1492-SIGLO XVI).
El avance de los turcos otomanos interrumpió las rutas habituales de comercio con Oriente, y se hizo necesario buscar rutas alternativas. Esta necesidad, junto a las posibilidades
abiertas por los viajes de castellanos y portugueses desde principios de siglo, hizo que Castilla aceptase el proyecto de Cristóbal Colón para llegar a las Indias por occidente. Se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe en 1492, según las cuales los reyes concedían amplios privilegios a Colón sobre las tierras que descubriera. El 3 de agosto de 1492 sale de Palos (Huelva) la expedición que avistó tierra el 12 de octubre en Guanahaní (Bahamas). Portugal lo consideró una violación de Alcaçovas-Toledo, por lo que se firmará el Tratado de Tordesillas de 1494, que a la larga posibilitó que Portugal se quedara con Brasil. En 1511 Castilla dominaba las grandes islas, pero no encontraba justificación económica para el gran esfuerzo que suponía viajar hasta América. Fueron conquistas como la del Imperio azteca por Hernán Cortés (1518-1524) o la del Imperio inca por Francisco Pizarro (1531) las que convencieron de los recursos que había en el Nuevo Continente.
Las tierras fueron repartidas entre los colonizadores, a los que se entregaba una finca y un grupo de indígenas (encomiendas) a los que, a cambio de una teórica protección, se obligaba a pagar tributos y trabajar las tierras del econmendero. En las minas como las de Potosí (Bolivia) se
empleó la mita (las comunidades indígenas aportaban trabajadores por sorteo). Para la administración del territorio se crearon los virreinatos de Nueva España (1535, con capital en México) y de Perú (1542, con capital en Lima). Se trasladó a América el modelo de organización de la Península, con Audiencias, corregidores y gobernadores en las provincias. En 1503 se creó la Casa de Contratación de Sevilla, y en 1524 el Consejo de
Indias para gestionar los asuntos americanos desde la Península. La Corona trató de proteger a los indígenas de los abusos a través de las Leyes de Burgos (1512) y las Leyes Nuevas de Indias (1542) aunque con escasos resultados.
3.3. LOS AUSTRIAS EN EL SIGLO XVI. POLÍTICA INTERIOR Y EXTERIOR.
Carlos I (1516-1556) llegó a la Península como heredero de los Reyes Católicos. Fue recibido con una fuerte oposición al ser visto como un extranjero sin interés en los asuntos peninsulares. Convocó Cortes para conseguir dinero con el que ser elegido emperador; por ello, tras su partida a Aquisgrán en 1520 estallaron dos rebeliones. En Castilla, las Comunidades fueron protagonizadas por la burguesía y apoyadas por la nobleza,pero Carlos repartió cargos a los nobles, y derrotó a los comuneros en Villalar (1521). En Valencia, las Germanías fueron protagonizadas por artesanos y campesinos, que buscaban la protección del rey frente a los abusos señoriales, pero Carlos se alió con la nobleza y derrotó a los agermanados. Ajustició a los líderes, concedió un perdón general y cambió su forma de gobierno, preocupándose más por sus reinos peninsulares. En el exterior tuvo que enfrentarse a los turcos, que sitiaron Viena y apoyaron a los piratas berberiscos en el norte de África. Se enfrentó también a Francia, a la que derrotó en Pavía (1525) apresando al rey Francisco I, y tuvo que hacer frente a la Reforma luterana en el Imperio. Derrotó a los príncipes protestantes en Mühlberg pero tuvo que aceptar la libertad religiosa en el Imperio a través de la Paz de Augsburgo (1555). Finalmente, abdicó en 1556. Felipe II(1556-1598) recibió de Carlos la Monarquía Hispánica y los Países Bajos.
Felipe trasladó la corte a Madrid en 1561 y estableció una monarquía centralizada en Castilla. En el interior, estuvo marcado por los problemas económicos heredados de su padre, que desembocaron en varias bancarrotas. En 1568 tuvo que hacer frente a la revuelta de los moriscos granadinos en Las Alpujarras. El malestar en Aragón por la castellanización de la Monarquía provocó un grave conflicto (1591) cuando, a raíz de la persecución de Antonio Pérez, su antiguo secretario, Felipe impuso su autoridad en Aragón por la fuerza de las armas. En el exterior,
Felipe derrotó a Francia en San Quintín (1557). El descontento en los Países Bajos, que no deseaban ser gobernados por un rey castellano y ultracatólico, terminó con la rebelión abierta de 1566 y la separación entre las provincias del norte, calvinistas, y las del sur, católicas. En 1571 Felipe se alió con Venecia y el Papa en la Santa Liga para derrotar a los turcos en Lepanto. Cuando el rey de Portugal murió sin herederos, Felipe II, su tío, reclamó el trono y logró ser reconocido rey de Portugal en 1581. Por otro lado, el apoyo de Isabel I de Inglaterra a los rebeldes en los Países Bajos y a piratas y corsarios en el Atlántico llevó a Felipe a intentar invadir Inglaterra con la Armada Invencible en 1588, pero terminó en un gran fracaso para el monarca.
3.4. LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII. POLÍTICA INTERIOR Y EXTERIOR.
Los Austrias del siglo XVII se caracterizaron por su desinterés en los asuntos de gobiernos, que dejaron en manos de validos. Felipe III (1598-1621) confió en el duque de Lerma, más preocupado por sus propios intereses que por gobernar. En 1609 expulsó a los moriscos, lo que provocó despoblación y crisis económica en la Corona de Aragón. En política exterior firmó el Tratado de Londres (1604) y la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos (1609) para tratar de recuperar la economía, pero aceptó la entrada en la Guerra de los
Treinta Años (1618-1648). Felipe IV (1621-1665) dejó el poder en manos del conde-duque de Olivares, autoritario, pero con un programa de gobierno. Propuso la Unión de Armas, un ejército costeado por todos los reinos según su población y recursos, y el Gran Memorial (1625) donde planteaba unificar la monarquía según el modelo castellano. Todo esto condujo a una gran tensión y descontento en los territorios no castellanos, que
culminaron con la crisis de 1640. En Cataluña, los impuestos y la presencia de tropas
castellanas por la guerra con Francia llevaron a una rebelión campesina (Corpus de Sangre) apoyada por Francia.
Se nombró conde de Barcelona a Luis XIII, pero en 1652 las tropas de Felipe entraron en Barcelona. Por otro lado, en Portugal, con el apoyo de Francia e Inglaterra, se proclamó rey al duque de Braganza. En 1643 se produce la caída en desgracia de Olivares. En 1648 se firmó la Paz de Westfalia, que ponía fin a la Guerra de los Treinta Años, y donde se reconocía definitivamente la independencia de las Provincias Unidas. En 1659 en la Paz de los Pirineos se cedieron territorios a Francia y se acordó la boda de una hija de Felipe IV con Luis XIV de Francia. Carlos II (1665-1700) llegó al trono a los tres años y tuvo muchos problemas para gobernar debido a sus constantes
enfermedades. Primero su madre, Mariana de Austria, y luego Juan José de Austria se encargaron de dirigir el país. Se inició una tímida recuperación económica, se reconoció la independencia de Portugal en 1668 y se cedieron territorios a Francia. En 1700 Carlos murió sin hijos, designando como heredero a Felipe de Anjou.
3.5. SOCIEDAD, ECONOMÍA Y CULTURA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII.
La sociedad era estamental; la nobleza y el clero (5%) eran grupos privilegiados frente a una mayoría de población carente de privilegios. La nobleza fue perdiendo su función militar y apareció una nobleza «de servicio», formada por burgueses que accedieron a los títulos como recompensa por su trabajo para la Corona. Laintransigencia religiosa y racial afectó a judeoconversos y moriscos (cristianos nuevos) a los que se excluía de cargos y honores, y eran vigilados por una Inquisición que impulsaba los estatutos de limpieza de sangre y los
autos de fe contra herejes y falsos conversos. La decadencia económica del siglo XVII incrementó las desigualdades sociales, por lo que aumentó la delincuencia y el número de vagabundos, especialmente en las ciudades.El siglo XVI fue un periodo de crecimiento demográfico en Castilla, aunque en Aragón la población apenas aumentó. La economía conoció un auge importante, impulsada por el crecimiento de la agricultura (por el aumento de la población y la demanda de productos desde América) y la expansión de la industria artesanal, especialmente la textil. La explotación del Nuevo Mundo favoreció el crecimiento del comercio castellano por el Atlántico, mientras que, en el Mediterráneo, Aragón veía su actividad dificultada por la presencia turca. El siglo XVII, por el contrario, será de crisis.
La población se estancó, y la reducción de la demanda provocó la reducción de las actividades agrícolas, ganaderas e industriales. La presión fiscal, la rigidez del sistema gremial, las técnicas de cultivo atrasadas o el desigual reparto de la propiedad de las tierras también contribuyeron a la crisis económica.En la cultura, la Reforma protestante provocó una reacción conservadora (Contrarreforma) que afectó a la Monarquía desde la segunda mitad del siglo XVI. Si en la primera mitad encontramos el Renacimiento en todo su esplendor, con obras como la de Garcilaso de la Vega, La Celestina o Lazarillo de Tormes, en la segunda mitad destacará la mística con San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús. En el siglo XVII, a pesar de que los principales centros del saber, Universidades y Colegios Mayores, no desarrollaron investigaciones ni descubrimientos, sino que se limitaron a formar funcionarios para la Iglesia y el estado, encontramos reunidos a algunos de los mayores genios que ha dado la cultura española: en 1605 se publica la primera parte de El Quijote, que convive en la literatura con figuras como Góngora, Quevedo o Tirso de Molina, y más tarde Calderón de la Barca. y Baltasar Gracián.
3.6. LA GUERRA DE SUCESIÓN. LA PAZ DE UTRECHT. LOS PACTOS DE FAMILIA.
En 1700 Felipe de Anjou, de la dinastía de los Borbones es coronado rey de España cumpliendo el testamento de Carlos II de Habsburgo. La formación de un bloque hispanofrancés hizo que Austria promoviera la Alianza de La Haya, a la cual se unieron Inglaterra, parte del Imperio, Provincias Unidas y Portugal. La Guerra de Sucesión (1702-1714) estalla cuando la Alianza declara la guerra a los Borbones con el objetivo de colocar al archiduque Carlos como rey de España; el conflicto se desarrolla en escenarios españoles y europeos; Inglaterra ocupa Gibraltar y Menorca, pero la ayuda francesa reforzará militarmente a Felipe, que logra una victoria importante en Almansa (1707). Cuando el conflicto parece estancado el archiduque Carlos es elegido Emperador, por lo que Inglaterra le retira su apoyo e inicia conversaciones de paz. El resultado será el Tratado
de Utrecht de 1713, según el cual Inglaterra reconoce a Felipe como rey de España siempre que no una la Corona española con la francesa; a cambio España reconoce la pérdida de Menorca y Gibraltar que quedan enmanos de Inglaterra, a la cual se reconoce también el Asiento de Negros y el Navío de Permiso, con los que se le autoriza a comerciar legalmente con América.
Por otro lado, los Países Bajos y los territorios italianos (Nápoles,Milán y Cerdeña) pasan a manos austriacas. Cataluña resistirá hasta 1714: los territorios de la
Corona de Aragón se habían unido al archiduque porque temían la imposición de un sistema centralizado.Felipe V pretendió reforzar la alianza con Francia al tener un enemigo en común, Inglaterra. Para ello se valió de los Pactos de Familia. Gracias al primero, de 1733, el futuro Carlos III, se convierte en rey de Nápoles. El segundo, de 1743, da como resultado que otro de los hijos de los reyes se convierta en duque de Parma. El tercero se llevó a cabo durante el reinado de Carlos III (1761) y supuso la intervención española junto a Francia en la Guerra de los Siete Años.
3.7. LA NUEVA MONARQUÍA BORBÓNICA. LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA. MODELO DE ESTADO Y ALCANCEDE LAS REFORMAS.
Felipe V impuso en España un modelo centralizado y absolutista, según el cual el monarca
concentraba todos los poderes y su autoridad provenía de Dios. Como primeras medidas,
sustituyó el sistema de Consejos de los Austrias por las Secretarías de Despacho (Guerra, Marina e Indias, Justicia, Estado, y Hacienda). La centralización se llevó a cabo imponiendo el modelo castellano a través de los Decretos de Nueva Planta, que suprimían los fueros e instituciones de la Corona de Aragón. Desaparecieron los virreinatos y se establecieron provincias gobernadas por un Capitán General y una Audiencia. Se intentó racionalizar la Hacienda con nuevos impuestos y fomentando la intervención del Estado en la economía. En 1724 Felipe abdicó en el hijo mayor de su primer matrimonio, Luis I, pero éste murió a los seis meses y Felipe reasumió el trono hasta su muerte. En 1746 llega al trono Fernando VI cuyo principal ministro será el Marqués de la Ensenada. Creó un impuesto único, impulsó el poder naval, realizó el Catastro de Ensenada y trató de lograr un mayor control sobre el clero. En 1749 aprobó la Gran Redada contra la población gitana.
En 1759 llega al trono Carlos III,hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, con una amplia experiencia como rey en Nápoles, que no será bien acogido por la nobleza castellana al traer a sus ministros italianos, como el marqués de Esquilache, y por querer llevar a cabo reformas basadas en las ideas de la Ilustración (despotismo ilustrado). La nobleza impulsó el rechazo a estas
medidas entre la población y Carlos renunció a ellas tras el Motín de Esquilache de 1766, dando un giro conservador a sus políticas a partir de entonces, aunque todavía pudo tomar medidas como la expulsión de los jesuitas, la limitación de privilegios de la Mesta, la creación del Banco de San Carlos, la reforma de la enseñanza media y universitaria o las mejoras y remodelaciones que modernizaron Madrid.
3.8. LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN LOS VIRREINATOS AMERICANOS
Los Borbones atribuyeron la administración de los asuntos americanos a la Secretaría de Marina e Indias y trasladaron la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, aunque ésta acabaría perdiendo la mayoría de sus funciones como consecuencia de las medidas liberalizadoras en el comercio americano. En 1717 se crea el virreinato de Nueva Granada con capital en Cartagena de Indias, y en 1776 el virreinato del Río de la Plata,con capital en Buenos Aires. Se llevó hasta América la figura de los intendentes, que bajo las órdenes de los virreyes reforzaron la presencia de la autoridad real en las colonias; al mismo tiempo se fue apartando a los criollos de la administración, quedando en manos exclusivamente de españoles. Estas medidas, unidas a la rápida difusión entre la burguesía criolla de las ideas ilustradas, menos obstaculizadas al ser la censura menor en América, condujeron al sentimiento independentista reforzado por la guerra de las colonias norteamericanas contra Inglaterra en 1776.
Por otro lado, la rigidez de la sociedad americana y la explotación de mestizos, negros e indígenas condujeron a una conflictividad social que se manifestó en movimientos de protesta como el de Tupac Amaru II en Perú (1780-1781) o el de los Comuneros de El Socorro en Colombia. Económicamente, la mejora en las técnicas de explotación permitieron una mayor afluencia de plata, mientras que la autorización de los navíos de registro facilitó el comercio al margen de las flotas de indias, pero los costes de las guerras coloniales, como la guerra del Asiento (1739-1748) o la de los Siete Años (1756-1763) y el sistema de explotación despiadada de los recursos impidieron un verdadero desarrollo de la economía americana, siendo el balance al final del siglo negativo y acentuando el descontento de los sectores más dinámicos de la sociedad colonial.
3.9. SOCIEDAD, ECONOMÍA Y CULTURA DEL SIGLO XVIII.
En el siglo XVIII España experimentó un crecimiento demográfico que llevó a alcanzar los 10,5 millones de habitantes. A pesar del crecimiento de ciudades como Madrid, Barcelona, Ciudad de México o Sevilla,la población siguió siendo esencialmente rural, con elevadas tasas de mortalidad entre los más jóvenes y amplias zonas del país despobladas, improductivas y sometidas al bandolerismo. La sociedad seguía siendo estamental;
España tenía el mayor número de nobles de Europa, por lo que se trató de reducir el número de hidalgos obligando a presentar documentos que demostraran su condición. Entre el clero, que seguía siendo la salida para los segundones e hijas de las familias nobles, destacó el poder que alcanzaron los jesuitas, expulsados por Carlos III tras el Motín de Esquilache. Entre los no privilegiados encontramos a la burguesía, grupo acomodado que buscaba vivir de las rentas y ennoblecerse. Pequeños artesanos, tenderos y otros trabajadores formaban los estratos medios, mientras que un 10% vivía de la mendicidad y la beneficencia. Algunas minorías, como los gitanos, no encajaban en la sociedad y fueron objeto de duras medidas y persecuciones. Tanto en América, como en obras públicas y minas en la Península, seguía empleándose mano de obra esclava. Los Borbones…
propusieron un programa de modernización de la economía dirigido a establecer un sistema mercantilista. La agricultura experimentó cierto crecimiento por el aumento de superficie cultivada, pero las técnicas de cultivo seguían anticuadas y el desigual reparto de la propiedad no favorecía una modernización. Se introdujeron nuevos cultivos como el maíz o la patata y se emprendieron ambiciosas obras hidráulicas como el Canal de Castilla y el
Imperial de Aragón. La ganadería trashumante quedó subordinada a las necesidades de la agricultura. Para la industria se adoptaron medidas proteccionistas como la prohibición de importar productos manufacturados o la fundación de las Reales Fábricas, pero dificultades en la obtención de materias primas, exceso de impuestos,pobreza tecnológica y limitaciones gremiales, provocaron una producción escasa. En estas condiciones, el margen de
beneficios era pobre y la reinversión, por consiguiente, precaria. Todo un círculo vicioso a causa del cual la industria española terminaba siendo poco atractiva. El comercio interior se vio favorecido por la supresión de las aduanas internas, mientras que el comercio exterior fue el principal motor de recuperación económica. Se trasladó la Casa de Contratación a Cádiz y se liberalizó el comercio con América a partir de 1778.
La Ilustración,aunque preocupada por el bienestar del pueblo, no aspira a popularizar la cultura, sino que la mantiene dentro de círculos elitistas. Los reyes impulsaron la cultura con la creación de las Reales Academias o el patronazgo sobre expediciones científicas. En literatura destacan figuras como el padre Feijoo, Jovellanos y Leandro Fernández de Moratín.