Las Desamortizaciones en España: Un Análisis Profundo
La desamortización de las tierras de la Iglesia y de los concejos o Ayuntamientos constituye la medida más llamativa de la revolución liberal, además de la más importante desde el punto de vista económico y social. Fue un paso decisivo en el desmontaje de un pilar del Antiguo Régimen: la Iglesia y su poder. También supuso la extinción del diezmo, percepción que suponía la mitad de sus ingresos.
¿Qué fueron los bienes amortizados?
Gran parte de las propiedades agrarias pertenecían a los monasterios y otra parte a los Ayuntamientos (bienes de propios). Estas propiedades se llamaban bienes amortizados, no se vendían ni se heredaban, tampoco pagaban impuestos y producían muy poco, pues estaban sometidos al tradicionalismo agrícola. Así que la desamortización supuso la incautación estatal y nacionalización de los bienes raíces (tierras, edificios) de la Iglesia o Ayuntamientos, y posteriormente su venta mediante subasta, por lo que estos pasaban a ser propiedad nueva, privada, con plena libertad de uso y disposición, pero por otro lado tributaban y pagaban impuestos al Estado.
Antecedentes de la Desamortización
Desde el reinado de Carlos III, los ilustrados criticaron los bienes amortizados y los consideraban la principal causa del estancamiento agrario. Pero la corona se opuso a cualquier forma de desamortización debido a las grandes presiones de los estamentos privilegiados. Fue la enorme deuda acumulada la que llevó, por fin, a la Corona a recurrir a la desamortización, para con el importe recaudado ir eliminando la deuda contraída.
En 1795, reinando Carlos IV y gobernando Godoy, se inició la desamortización por el aumento de la deuda pública. En 1798, el gobierno puso a la venta bienes incautados a la Iglesia mediante la supresión de los conventos. En total, se vendió la sexta parte de los bienes de la Iglesia. Pero este dinero no se aplicó a reducir la deuda del Estado, sino a campañas militares debido a las guerras con Inglaterra, mientras que la Iglesia tuvo que reducir o eliminar sus gastos de asistencia social a enfermos, ancianos, marginados… a los que atendía con las rentas de sus propiedades, pues estos colectivos no estaban protegidos por el Estado, que se vieron por tanto en la miseria.
Durante la Guerra de la Independencia, tanto el gobierno de José Bonaparte como las Cortes de Cádiz, siguieron suprimiendo conventos y vendiendo sus propiedades para reducir la deuda del Estado. La vuelta de Fernando VII supuso la devolución a los frailes de los bienes desamortizados. Pero en el Trienio Liberal continuaron las desamortizaciones hasta que en 1823 Fernando VII vuelve a recuperar el poder absoluto y obliga a devolver los bienes vendidos. Desde entonces, los liberales tuvieron más apoyo.
Causas de la Desamortización
Tras haber visto los precedentes del proceso desamortizador, veamos las causas:
- En primer lugar, la guerra carlista que obligaba al Estado a obtener más recursos económicos.
- En segundo lugar, el apoyo de un sector del clero a los carlistas hizo que se desatara en todo el país un clima anticlerical: asaltos a conventos, incendios, incluso matanzas a frailes entre 1834 y 1836; el cura y el fraile fueron chivos expiatorios de las protestas populares provocadas por la escasez y las epidemias.
- En tercer lugar, los compradores de bienes desamortizados en el Trienio Liberal presionaban al gobierno para que se les devolviera lo arrebatado en la Década Ominosa por Fernando VII.
En 1834, tras la muerte del rey y con la Guerra Carlista, se confiscaron los bienes a los compradores del Trienio y por fin en 1836 se decretó la exclaustración general de los conventos y disolución de las órdenes religiosas excepto de las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria, aunque la mayoría de los frailes huyó por miedo a nuevos asaltos. De los 2000 conventos existentes en España, sólo subsistieron 300, dedicados a la asistencia social.
La Desamortización de Mendizábal (1836)
En esta situación se publicó la primera de las dos grandes leyes desamortizadoras de la época liberal, la de Mendizábal (febrero de 1836) durante la Regencia de María Cristina, por la que se declaraban en venta todos los bienes del clero regular y se destinaban los fondos a reducir la Deuda Pública. Este decreto formaba parte de un programa para ganar la guerra contra los carlistas, sanear la Hacienda del Estado y permitir el acceso a la propiedad a sectores de la burguesía que quedarían vinculados entonces al bando isabelino que trabajarían la tierra con criterios de rentabilidad, multiplicando el nivel de las cosechas.
La disolución del régimen señorial iniciada por las Cortes de Cádiz en 1837 suponía la pérdida de los señores de sus atribuciones jurisdiccionales, pero la conservación de la propiedades de las tierras que los campesinos no pudieran acreditar documentalmente como propias. Así los campesinos perdieron todo derecho y pasaron a ser simples jornaleros o arrendatarios.
El diputado Flores Estrada propuso que el Estado arrendara las tierras a los campesinos y con las rentas pagar la Deuda Pública y satisfacer a los campesinos, pero esto no se hizo y Mendizábal enriqueció todavía más a la burguesía, incluso la familia real compró bienes desamortizados. Como resultado de lo vendido en el Trienio y lo desamortizado entre 1836 y 1851, el Estado recaudó 4.500 millones de reales, solamente la tercera parte de la deuda estatal. Se atenuó la Deuda, pero no resolvió el problema.
La desamortización eclesiástica se complementó con otras medidas similares: la desaparición de los señoríos y mayorazgos, supresión de la Mesta (1836), supresión de los derechos señoriales (1837). Todas ellas tuvieron por objeto convertir la propiedad vinculada del Antiguo Régimen en propiedad libre para poder circular en el mercado.
La Desamortización de Madoz (1855)
La segunda gran desamortización fue iniciada con la “ley Madoz” de 1855. Fue en este año con los progresistas de nuevo en el poder (Bienio progresista) cuando otro político, Pascual Madoz, ministro de Hacienda, completó el proceso de desamortización mediante otra ley que permitía la venta de los bienes que aún quedaban amortizados, o sea, fincas rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a los municipios (bienes comunes) y a la Iglesia. Se trataba por tanto de determinar el proceso desamortizador contemplando ahora también los bienes de tipo civil.
Consecuencias de la Desamortización
Entre las consecuencias de la desamortización podríamos citar las siguientes:
Políticas
La masa de compradores (burgueses y aristócratas) conformaron una clase social dispuesta a apoyar el trono de Isabel II que reforzó el régimen liberal.
Económicas
El Estado recaudó entre las dos fases entre 11.000 y 12.000 millones de reales, con lo que pudo hacer frente a los gastos de la guerra y rescatar parte de la Deuda, equilibrando los presupuestos públicos. Además, los bienes desamortizados se pusieron a tributar de inmediato y la recaudación aumentó, pues antes estas propiedades estaban exentas. En cuanto a la agricultura, experimentó cierto impulso, aunque no como se pretendía. En general, los nuevos propietarios no introdujeron muchas mejoras y se limitaron a seguir cobrando rentas por contratos de arrendamiento.
Sociales
Se creó una nueva élite formada por antiguos terratenientes y nuevos inversores burgueses (financieros, abogados…). Esto propició la mezcla de la antigua aristocracia de origen feudal con la nueva burguesía urbana para crear la nueva clase terrateniente. Por otro lado, la Iglesia deja de ser un estamento privilegiado económicamente, aunque conservara su influencia sobre todo en la educación que casi monopolizaba y en las mentalidades. La desamortización de Madoz violó el Concordato firmado con la Santa Sede durante la década moderada. Finalmente, al eliminarse toda la propiedad comunal se agravó la situación de los campesinos, que no pudieron acceder al sistema de subastas por el poco poder adquisitivo.
Urbanas
Con los inmuebles y huertos desamortizados de las ciudades se habilitaron edificios para la Administración o la enseñanza y el trazado de plazas que modificó el casco antiguo.
Artísticas
El arte fue el capítulo más negativo, ya que al abandonar los monjes los monasterios se perdieron gran cantidad de obras de arte, mientras se deterioraban edificios.
Conclusión
La Iglesia consideró la desamortización un despojo. Otros pensadores sociales lamentaron la oportunidad perdida para efectuar una auténtica reforma agraria, puesto que se podía haber convertido en propietarios a los braceros. Pero, aun con sus limitaciones, constituyó una reforma trascendental cara a la instalación del liberalismo económico, en un proceso paralelo al realizado en otros países europeos.