Instrumentos de evaluación
Desde la perspectiva en la cual nos ubicamos, la observación, la entrevista, la encuesta, la sociometría o el coloquio van a constituirse en el núcleo fundamental concerniente a las técnicas que deseamos aplicar. Los instrumentos que se corresponden con las mencionadas técnicas van a destacar por su implicación en la apreciación directa y la valoración cualitativa de las actividades y actitudes del alumnado.
Así, nos serán de utilidad: el anecdotario, las listas de control, las escalas de valoración, el cuestionario, el sociograma, el psicograma, el diario o la grabación.
Todas estas técnicas e instrumentos tienen un carácter flexible y destacan por la implicación que las personas participantes en el hecho educativo deben de tener en las mismas.
Marcamos unas claras directrices con respecto a lo que debe ser valorado en esta área de conocimiento. Por ello, tendremos que referirnos a la evaluación de la comprensión y de la expresión del alumnado llevadas a la práctica mediante actividades de interacción espontanea, intervenciones en debates o coloquios, la observación de los rasgos del discurso, etc.
De igual modo, habremos de evaluar la comprensión y las estrategias que se ponen en juego en el proceso lector. En cuanto al proceso, nos fijaremos en la utilización, reconocimiento e integración de habilidades lingüísticas que la persona pone en juego, mientras que en cuanto a las estrategias, estaremos atentos a las de apoyo, a las de descodificación y a las referidas al establecimiento de la coherencia del texto. Con respecto a la comprensión, hay que observar cómo se comporta la persona ante el texto.
Otro aspecto importante es la expresión escrita valorando en este apartado la adecuación entre el tema que se gire como principal para el inicio de esa producción escrita y las opciones que elige la persona.
Además habrá que comprobar la coherencia del texto en cuanto a la diferenciación que se produce entre las partes de la estructura, la jerarquización de las ideas y el adecuado uso de los conectores (conjunciones, preposiciones, signos de puntuación…). Incluido en la evaluación de la expresión escrita hallamos el contenido de la producción que se realiza y el léxico que es utilizado en la misma.
Estos aspectos están relacionados ya que la riqueza de un texto va a depender de la habilidad metalingüística de la persona para hacer un uso fluido y variado de sus recursos lingüísticos, y ello incluye su bagaje léxico. En cuanto al aspecto morfosintáctico es importante estar atentos a las coordinaciones y subordinaciones entre las frases, o a la longitud que puedan tener las mismas.
Por último el estilo, atendiendo a los recursos de tipo retórico utilizados o a la creatividad y originalidad mostrada en la redacción, son elementos que debemos tener en cuenta.
Una persona competente debe dominar las dos vertientes principales del discurso: la hablada y la escrita
Y para ello tiene que transitar por los ejes fundamentales de la lingüística la fonética, la morfosintaxis, la semántica y la pragmática.
Por eso los diseños instruccionales deben ser modificados y se hace más necesaria la presencia de una didáctica crítica en el área de Lengua y Literatura, ya que a través de una enseñanza de tipo tradicional se hace muy difícil el poder evaluar el desarrollo de la articulación del discurso.
Y se hace en virtud de que el alumnado no puede hacer uso de sus capacidades orales, ya que el profesorado absorbe gran parte del espacio comunicativo convirtiéndolo en un monólogo. Y por otra parte, no se permite la creatividad y el desarrollo escrito, ya que lo memorístico induce a no jugar con el lenguaje sino que promueve la repetición de estructuras ya construidas y escritas en otros textos, con lo cual hay muchos aspectos del discurso escrito que quedan pendientes de progresar.
En el área de Lengua y Literatura la observación adquiere una importante relevancia a la hora de estar pendientes de los procesos de enseñanza y aprendizaje del lenguaje ya que los diseños funcionales y activos que se van a proponer van a otorgar un gran despliegue de datos.
El carácter dinámico de la enseñanza de la Lengua y la Literatura, debe de tener su correspondencia en la labor evaluadora, siendo esta una parte más de los procesos didácticos. Con esa idea concluimos este capítulo, es decir, instando a los docentes a que consideren la evaluación como algo integrado, ya que realizar una evaluación desde esta perspectiva puede repercutir de manera muy positiva en la formación de las personas y de igual modo en la satisfacción de cumplir de manera correcta con la labor docente e investigadora del profesorado.