La evolución de la poesía española del siglo XX: De la Generación del 27 al compromiso social


La voz personal de Miguel Hernández

Miguel Hernández (Orihuela, Alicante, 1910), poeta del amor, del dolor y del pueblo, ha sido considerado “genial epígono” de la Generación del 27. Su estilo poético se caracteriza por la forma auténtica y apasionada de expresar su mundo humano y doméstico, lo cual lo aleja de la frialdad de la vanguardia; destacan, además, la originalidad de sus metáforas, creadas a partir de un lenguaje inmediato y familiar, y el dominio de la métrica tradicional.

En cuanto al contenido, su poesía gira en torno a temas universales: la vida y su manifestación suprema, el amor; la muerte, siempre al acecho; el compromiso político y la lucha por la justicia social. Su obra puede dividirse en varias etapas ligadas a la biografía del autor:

Primera época

Tras algunos poemas poco relevantes, publica una primera obra de estilo gongorino, Perito en Lunas (1934), escrita en octavas reales. Con El rayo que no cesa (1936) inicia su madurez artística.

Segunda época

Con la guerra, su compromiso político queda plasmado en Viento del pueblo (1937), en el que la poesía de combate, escrita con un lenguaje directo y propagandístico. Con El hombre acecha (1939) hace referencia a su desencanto ante la tragedia de la guerra y el sentimiento de haber sido vencido.

Tercera época

A ella corresponden los poemarios escritos en prisión. El Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) supone la cima poética del autor, donde va desgranando temas como el amor, la libertad…

Los poetas del exilio

Siguieron caminos diversos, pero en su producción sobresale el tema de España, como ocurre en la obra de León Felipe (1884-1968), poeta de difícil adscripción entre las tendencias de preguerra. En sus poemarios (Versos y oraciones de caminante (1920-1929)), desarrolla temas como la condición humana, la injusticia, el desorden, la rebeldía contra la historia, etc.

La poesía arraigada

Las características principales de esta corriente son:

  • Una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana.
  • Una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden.
  • La utilización de una métrica clásica que refleja ese espíritu equilibrado.

Los poetas “arraigados” son Luis Rosales, cuya obra La casa encendida (1949) ha sido considerada una de las mejores de nuestra lírica; Leopoldo Panero (Escrito a cada instante, 1949), Luis Felipe Vivanco (Continuación a la vida, 1949) o Dionisio Ridruejo (En la soledad del tiempo, 1944).

La poesía desarraigada

Características principales de esta tendencia son:

  • Un sentimiento de angustia y desesperación ante las circunstancias; la idea de haber sido arrojados a un mundo absurdo produce en ellos un vacío difícil de llenar.
  • El abandono del ámbito personal para dirigirse a los demás, en un intento de solidarizarse.
  • El estilo deja de ser clásico y se torna desgarrado, casi violento.

A esta corriente pertenecen autores de diferentes épocas y procedencias: Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso, 1944), como representantes de la Generación del 27, junto a poetas más jóvenes como Gabriel Celaya (Movimientos elementales, 1947) y Blas de Otero.

La poesía social de los años 50

La publicación en 1955 de Cantos Iberos, de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero marcará el comienzo de esta tendencia, que llega hasta los años sesenta. Las características de la poesía social son:

  • El distanciamiento de todo esteticismo mediante un lenguaje desnudo de recursos retóricos.
  • El paso del yo (existencial, personal) al nosotros (social y colectivo).
  • El tema de España, tratado desde una perspectiva con tintes políticos.

Blas de Otero (1916-1979)

Su obra ofrece una evolución que va desde el desasosiego casi místico en sus libros más propiamente existencialistas, hasta la entrega de su vida y su obra por la paz del hombre y la justicia. Tras su primera obra, Cántico espiritual (1942), que recuerda poderosamente a San Juan de la Cruz, podemos distinguir en su obra tres etapas:

Primera etapa

En su primera etapa, cultivó una poesía desarraigada y existencial, en la que utiliza un lenguaje tenso y violento (Ángel fieramente humano).

Segunda etapa

A esta segunda etapa pertenecen obras como Pido la paz y la palabra. Utiliza un lenguaje coloquial y sencillo. Pero el poeta, ante tanto sufrimiento, no se siente vencido.

Tercera etapa

En lo que podríamos llamar tercera etapa, iniciada a mediados de los sesenta, intenta recuperar la palabra poética del prosaísmo en el que había caído.

La poesía en la década de los sesenta: Generación del 50

Características:

  • Una preocupación fundamental por el hombre.
  • Dan frecuentes muestras de inconformismo.
  • Sus temas se caracterizan, en buena parte, por un retorno a lo íntimo: el fluir del tiempo…
  • Estilo conversacional, tono cálido, cordial.
  • Prefieren una estructura “narrativa” en el poema.

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