La evolución literaria de Ramón María del Valle-Inclán y Miguel Hernández


Evolución literaria de Ramón del Valle-Inclán

Etapa modernista (1898-1906)

A esta etapa pertenecen sus primeras obras, entre las que destacan las cuatro Sonatas (publicadas bajo el título genérico de Memorias del marqués de Bradomín). En ellas aparecen rasgos claramente modernistas, como la caracterización del protagonista como un dandy típico de fin de siglo: elegante, aventurero, amoral, provocador y cínico. También son rasgos propios del modernismo el ambiente de misterio y leyenda, los preciosos jardines, los lujosos interiores y, sobre todo, el esmerado lenguaje y el cuidado por el estilo.

Otra obra narrativa de esta etapa es Flor de Santidad, en la que retrata una Galicia rural que conserva un modo de vida arcaico y se aferra a viejas tradiciones. Este mismo ambiente mítico y ritual aparece también en su primer libro de versos: Aromas de leyenda.

Etapa del primitivismo (1907-1909)

Las características de esta nueva orientación son: la violencia, la crueldad, la barbarie, la destrucción, la brutalidad, las pasiones desbordadas y el mundo rural con sus leyendas, mitos, ritos mágicos y supersticiones populares.

La obra más importante de esta etapa es la trilogía Comedias bárbaras (Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de Plata). Pertenece al ciclo mítico de su producción teatral y su protagonista, Juan Manuel Montenegro, es un señor feudal bárbaro y lujurioso, que domina sobre un medio rural lleno de seres marginales y que acabará asesinado por uno de sus propios hijos.

Etapa de distanciamiento (1910-1920)

Son diez años en los que Valle escribe, básicamente, obras teatrales en verso totalmente diferentes del teatro poético modernista de la época. Se trata de experimentos dramáticos en los que crea un mundo artificioso y muy literario en el que destaca la caricatura y lo grotesco.

De esta etapa son obras como Cuento de abril, Voces de gesta, La Marquesa Rosalinda, El embrujado y Farsa infantil de la cabeza del dragón.

Etapa de los esperpentos (1920-1936)

A partir de 1920, Valle acuña el término esperpento para referirse a unas obras creadas con la intención de mostrar lo absurdo, el “sentido trágico” y su disconformidad con la vida española de su tiempo. El esperpento creado por Valle-Inclán se caracteriza por:

  1. Mezcla de lo cómico y lo serio, lo sublime y lo vulgar.
  2. Mezcla del lenguaje preciosista con la lengua más vulgar y arrabalera.
  3. Degradación de los personajes, vistos no como héroes, sino como títeres.
  4. Presencia de personajes colectivos.
  5. Caricatura y la deformación sistemática de la realidad con fines de denuncia.
  6. Intención satírica, burlesca y paródica.
  7. Alternancia entre mito y realidad.
  8. Acciones situadas en momentos históricos concretos, que son los que las dotan de sentido.

En esta etapa destacan obras como La pipa de Kif, libro de poemas en el que se muestra ya la nueva orientación de Valle hacia la deformación y lo grotesco; Tirano Banderas, obra narrativa que se acerca al esperpento en el estilo, el lenguaje y la caracterización de los personajes; Divinas palabras y Luces de Bohemia, sus dos obras teatrales más importantes.

Divinas palabras se desarrolla en una Galicia sórdida y miserable, donde el pueblo, ignorante y supersticioso, es dominado por medio del latín, lengua que no entiende.

Evolución de la poesía de Miguel Hernández

Primera etapa: Poesía de adolescencia y poesía pura

Está formada por sus poemas de adolescencia y por la llamada poesía pura. Los poemas que escribe en su adolescencia están centrados en la naturaleza y son de inspiración clásica y modernista, fruto de sus numerosas lecturas. En ellos, dada su juventud, se limita a imitar a sus autores preferidos, entre los que destacan Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío. En estos primeros poemas, elementos como la luna, el sol, el viento… (que después serán símbolos recurrentes en su poesía) son, tan solo, naturaleza inmediata y real.

En 1932 publica Perito en lunas, libro de poemas surgidos como homenaje al estilo de Góngora y que constituyen su llamada poesía pura. Es un libro formado por 42 octavas reales que no son sino una sucesión de acertijos poéticos en los que mezcla la poesía pura, como manifestación culta, con la adivinanza, como expresión tradicional. En ellos se describen objetos sencillos de la naturaleza y de la vida cotidiana. El nexo que da unidad al libro es la metáfora lunar (la especialidad de un pastor ‘experto en lunas’, que es lo que significa ‘perito en lunas’): todos los objetos son descritos por su parecido con la luna y sus fases.

A pesar de ser la luna el centro de inspiración, existen otros subtemas en esta primera obra: junto a escenas de la vida real, de frutos, de vegetales y de objetos y animales cotidianos (palmeras, sandías, granadas, pozos, norias, retretes, gallos, ovejas…) surgen varios motivos que, después, acapararán el cosmos poético de Miguel Hernández: muerte, toro y sexo.

En esta obra aparecen influencias de poetas clásicos, como Garcilaso y Góngora, y también de poetas contemporáneos, como Jorge Guillén, García Lorca y Rafael Alberti.

Segunda etapa: Neorromanticismo

En el periodo que abarca los años 1933-34 se superponen la práctica neogongorina anterior y los comienzos de la lírica amorosa: es su etapa neorromántica. Después de Perito en lunas compuso un nuevo libro no editado de poemas (El silbo vulnerado) inspirados en el clasicismo y que acabará convertido, debido al cambio del registro religioso por el amoroso, en la serie de sonetos “Imagen de tu huella”. Tras esta fase escribe El rayo que no cesa, libro formado por cerca de 30 sonetos y otras composiciones en las que el neorromanticismo se manifiesta a través de la expresión de la angustia, la sangre y el grito. En esta obra la tensión vital se proyecta en el tema de la pena, una pena que surge no del amor sino de su no realización, al contenerse el…

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