La Filosofía Contemporánea: Ortega y Nietzsche


La Filosofía Contemporánea

La filosofía contemporánea abarca desde la segunda mitad del siglo XIX a la primera mitad del XX. Durante ese periodo, en el que tiene lugar la crisis de los sistemas políticos y las ciencias naturales y humanas avanzan de forma espectacular, buena parte de la filosofía supone una reacción a la consideración de la historia, de la vida y de la existencia humana que la filosofía moderna había hecho.

Ortega y Gasset: El Raciovitalismo

En esta línea se sitúa también la filosofía de Ortega, quien parte de los conceptos de vida y razón para elaborar su pensamiento.

Ortega critica al racionalismo el haber apostado por la razón como única vía del conocimiento, sin tener en cuenta la vida, mientras que rechaza también los movimientos vitalistas por afirmar que la única instancia a la que tenemos que recurrir para conocer la realidad es la vida, conduciendo a posturas irracionalistas. Con la teoría del raciovitalismo, Ortega propone la superación de ambas corrientes.

Esta es una teoría del conocimiento que tiene como punto de partida la vida, un concepto de vida que pretende interrelacionar la razón con sus raíces vitales irracionales. El raciovitalismo pone la razón al servicio de la vida. Esta razón es la que Ortega llama razón vital frente a la razón suplantadora de la vida que defendía el racionalismo, a la que Ortega denomina razón pura.

La vida, para Ortega, es la realidad radical dentro de la cual se encuentran todas las demás realidades, entre ellas la razón. Este concepto de vida pretende superar la visión del realismo, según la que las cosas existen independientemente de mi pensar, pero también la del idealismo, que pretende reducir la realidad al sujeto que piensa, a la experiencia interior de la conciencia. Ambas posturas se equivocan por considerar que una parte de lo que hay, las cosas o el yo, es la única que existe.

Ético

Para Ortega no hay el mundo o el yo, lo que hay es el yo con el mundo. No se puede hablar de las cosas sin el yo, pero tampoco de un yo sin las cosas. La realidad radical, la vida, es el mundo y yo. Por esta razón Ortega afirma: “Yo soy yo y mis circunstancias”, donde circunstancias quiere decir el horizonte de las cosas con las que interactuamos los seres humanos, desde las pequeñas cosas materiales a las personas, a las instituciones, costumbres o el momento histórico. Por ello, la razón vital se concretiza en razón histórica, porque la vida es esencialmente temporeidad.

La concepción de la razón vital determina también la teoría del conocimiento de Ortega. En primer lugar, afirma Ortega que existe la verdad, posicionándose con el racionalismo. Sin embargo se aleja de él al aclarar que esa verdad sólo puede captarse individualmente, coincidiendo así con el relativismo.

La verdad existe independientemente de los seres humanos, pero solo se muestra en perspectiva. Cada ser humano, cada pueblo, cada época tiene una perspectiva distinta de la verdad porque la observa desde un punto de vista (perspectiva) único, propio, individual. Por tanto, no existe el punto de vista perfecto, no hay una única verdad como pensaban los racionalistas. Lo que hay son distintas perspectivas. La única perspectiva falsa es la que quiere imponerse como la única. Cada perspectiva es verdadera, auténtica, única, intransferible, insustituible. Las distintas perspectivas no son contradictorias, sino complementarias.

Esta concepción de la verdad, al ser contemplada desde infinitas perspectivas, adquiere un carácter vital e histórico.

Como consecuencia de este nuevo planteamiento de la verdad Ortega considera necesaria una reforma radical de la filosofía. Ya no valen las filosofías que pretenden haber encontrado toda la verdad. Las pretensiones de validez absoluta y universal son imposibles. La nueva filosofía deberá reconocer su carácter individual, vital e histórico. Cada filosofía debe entenderse como una perspectiva que debe articularse con las otras, reconociendo sus vínculos con las pasadas y estando abierta para relacionarse con las futuras.

Nietzsche: La Voluntad de Poder y el Superhombre

La filosofía de Nietzsche supondrá un enfrentamiento radical con buena parte de la tradición filosófica occidental, ejerciendo considerable influencia a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del XX. Así como Marx había establecido la acción, la praxis, como centro de la realidad, Nietzsche postulará la «vida» como fundamento de su propuesta metafísica, antropológica y ética. El sujeto es fundamentalmente vida, y no conciencia o pensamiento.

Nietzsche parte del supuesto de que la cultura occidental está viciada desde su origen. Es una cultura racional y dogmática, y por eso es decadente, porque se opone a la vida, a los instintos. Nietzsche entonces considera necesario criticar el dogmatismo para eliminar el error de base. Por eso hace una crítica total que abarca todos los aspectos de la cultura occidental: el mundo racional, el mundo religioso y el mundo moral.

La crítica más profunda de Nietzsche a la cultura occidental es la crítica a los valores morales. El principal error de la moral tradicional es su antinaturalidad, es decir, el ir contra la vida, contra los instintos vitales. La moral platónico-cristiana es la que encarna estos valores, antitéticos a la vida misma, pues el mundo de las ideas de Platón sirve de “más allá” religioso para los cristianos. En varias de sus obras, como en Más allá del bien y del mal, Nietzsche se refiere a la moral cristiana como moral de esclavos o moral del resentimiento hacia la vida, y la diferencia de la moral de señores.

La moral de esclavos es una moral pasiva, en la que los seres humanos no buscan ni crean valores, sino que se someten a una ley considerada divina y que es de carácter universal. Esta moral iguala a todos los individuos y promueve el amor al prójimo. Sin embargo, rechaza lo diferente y cualquier forma de vida que sea superior.

La moral de señores, en cambio, no tiende al igualitarismo sino a la autenticidad. La moral de los señores es activa, exige la creación de valores y procura expresar los estados más elevados del espíritu, los afectos y sentimientos más nobles.

En un primer momento, sobre todo en el mundo clásico anterior a Sócrates y a Platón, la moral fue una expresión de la aristocracia caballeresca, que afirmaba valores vitales como la fuerza, la salud, la fiereza, la alegría (moral de señores). En un segundo momento, en cambio, que culmina con el cristianismo, la moral defiende los valores anti-vitales del desinterés, la abnegación, el sacrificio de uno mismo, etc. (moral de esclavos).

Nietzsche explica este cambio en la moral a partir de que los sacerdotes, sintiendo resentimiento hacia los guerreros, que encarnaban la moral de señores, se dieron cuenta de que no podían vencerlos, y para lograr dominarlos elaboraron una escala de valores antitética a la de los caballeros. De esa manera contrapusieron el espíritu al cuerpo, la humildad al orgullo, la castidad a la sexualidad, dando lugar a una moral débil.

En este marco, la propuesta de Nietzsche es la transmutación de los valores racionales y suprasensibles por valores vitales y sensibles.

De esta manera, Nietzsche concibe al ser humano sustancialmente como cuerpo, negando así la necesidad de otro mundo más allá de este, y afirmando que el máximo valor moral es la aceptación total de la vida, encarnada en la aceptación del Eterno Retorno característica del superhombre.

Gracias a “la muerte de Dios”, Nietzsche afirma que los valores anti-vitales de la tradición occidental pueden ser invertidos en una nueva escala de valores. Estos nuevos valores serán los del superhombre y serán expresión de la voluntad de poder. El superhombre está destinado a la creación de nuevos valores, que darán lugar a una moral aristocrática, moral de señores, que afirmará la vida por encima de todo. El concepto de Dios es interpretado por Nietzsche como el fundamento de los valores morales tradicionales, y él ha sido hasta ahora el gran obstáculo contra la vida, contra la existencia. Por ello “la muerte de Dios” es fundamental para la transmutación de los valores y la llegada del superhombre.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *