La filosofía de Nietzsche: Vitalismo, transvaloración y el superhombre


Ética

Podemos encajar la filosofía de Nietzsche dentro de la corriente del vitalismo: la vida del individuo tiene un valor supremo e incomparable y el resto de cosas solo sirven para vivir. Nietzsche emplea el método genealógico para rastrear los orígenes de nuestros valores y creencias para analizar las fuerzas que motivaron su aparición. Según Nietzsche, las concepciones actuales del bien y el mal son muy distintas de las que predominaban en la antigua Grecia.

El filósofo distingue entre la moral de los señores y la moral del rebaño. La primera es aquella manera de entender de la vida según la cual lo bueno se corresponde con lo fuerte y vigoroso, y lo malo con lo débil, mediocre, enfermizo y cobarde. Cuando el cristianismo comenzó a difundirse, surgió un profundo resentimiento entre los débiles, y representaban la “moral del rebaño” que se impuso como único modelo ético válido de toda la cultura occidental.

Para combatir esta forma decadente de moral, Nietzsche veía necesario una nueva inversión, recuperar la moral de los señores, devolverle las cosas al lugar que le corresponden, realizar, en definitiva, una transvaloración de los valores.

Nietzsche ha arrancado la máscara de la cultura occidental. Es preciso anunciar ya la muerte de Dios, como primer paso para la transvaloración de los valores. La expresión “Dios ha muerto” se refiere a los valores morales y las grandes verdades que se fundamentaban en lo divino y el mundo suprasensible.

El hombre ha matado a Dios, pero esto encierra un problema, porque al descubrir su muerte, el hombre del rebaño queda desorientado, pierde sus valores y el sentido de su vida. Así, caemos en el nihilismo, una etapa de pérdida y confusión.

Frente a este nihilismo pasivo, es posible un nihilismo activo, que consiste en aceptar esa muerte, contribuir activamente a su destrucción y comenzar a crear valores propios para devolverle el sentido a la vida emprendiendo un nuevo rumbo vital.

Nietzsche no acepta el pesimismo de Schopenhauer y dice que cuando seamos capaces de adueñarnos de nuestra propia vida y la afirmamos, se abre un horizonte de optimismo y esperanza. Esta nueva forma de vivir basada en la intensificación de la vida y en la creación de nuevos valores morales, se sostiene sobre la “voluntad de poder” que equivale al deseo de incrementar la plenitud vital, decir “sí” a la vida y no solo buscar su conservación.

Ser humano

En “Así habló Zaratustra”, una de sus obras más importantes, Nietzsche se sirve de un personaje que toma el nombre de Zaratustra, pregonero de la muerte de Dios, el que anuncia que estamos en el tiempo del “último hombre”, aquel que ha visto cómo se hundían sus valores y ha caído en el nihilismo pasivo.

Ha de llegar, entonces, el hombre nuevo, al que Nietzsche denomina “Superhombre”, que es el único capaz de asumir la muerte de Dios y crear su propia moral, es decir, realizar la transvaloración de los valores que niegan la vida y situarse más allá del bien y del mal. Para ello son necesarias tres transformaciones metafóricas del espíritu:

  1. El espíritu se convierte en camello (obediencia ciega a los valores absolutos) que representa los siglos y siglos que el hombre ha rechazado el valor de la vida. Representa al hombre de ayer.
  2. Luego el camello se convierte en león (crítica salvaje frente al nihilismo y la cultura decadente) que representa al negador de todas las verdades y valores heredados. Se trata del hombre del hoy, incapaz aún de crear nuevos valores.
  3. Finalmente será necesaria una nueva transformación del espíritu en la figura del niño (representa la ingenuidad de quien está fuera de la moral) cuya inocencia le permite comenzar a alumbrar valores desde cero.

La vida para el niño y para el superhombre es creación y juego, aceptación alegre de la muerte de Dios. Una de las características del superhombre es que es capaz de soportar y asumir el eterno retorno. Este se puede interpretar como una prueba de fuego de todo pensamiento que verdaderamente sea capaz de afirmar la vida tal y como es. La posibilidad de repetir eternamente una vida suena muy bien para quien ha dicho sí a la vida con todo lo que ella contiene. La idea del “amor fati” (amor al destino) expresa a la perfección este pensamiento.

Dios

El primer trabajo importante de Nietzsche fue El Nacimiento de la tragedia, en la que expone, entre otras cosas, cómo surgió el arte griego. El origen de la tragedia se sitúa en el culto a Dionisio, dios griego del vino y el desenfreno. Sin embargo, además de reflejar la influencia del culto dionisiaco, la tragedia también muestra rasgos asociados al dios Apolo, tradicionalmente relacionado con la armonía y el equilibrio. Estos dos principios contrapuestos permiten entender la singularidad de la cultura griega.

Lo dionisiaco está vinculado con el exceso, la pasión, la penumbra, lo difuso y lo irracional, y lo apolíneo con la mesura, la proporción, la luz, lo definido y lo racional.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *