La Generación del 27 y el Teatro en España


GENERACIÓN DEL 27

La Generación del 27 surge y se desarrolla en el periodo de entreguerras, entre la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República. La conforman un grupo de poetas nacidos a finales del siglo XIX y principios del XX con una ambición común: renovar la estética. Reciben influencias de J.R. Jiménez, Ortega y Gasset, Góngora, de las vanguardias y de los romanceros y cancioneros del siglo XV. El origen del nombre se debe a su reunión en el centenario de la muerte de Góngora.

Características de la poesía del 27

A pesar de las diferencias entre los autores, su poesía se caracteriza por el equilibrio de posturas opuestas: lo clásico y lo moderno, lo culto y lo popular y lo intelectual y lo sentimental.

Etapas de la Generación del 27

Su evolución se puede dividir en tres etapas.

Etapa inicial

En la etapa inicial, de 1918 a 1929, tienen lugar varias tendencias como la poesía vanguardista, por influencia de Ortega y Gasset, que suprime todo tipo de sentimentalismo y que abordará temas modernos. Destacan Imagen de Gerardo Diego, Cal y canto de Alberti y algunos poemas de Salinas y J. Guillén. A partir de 1926 se observa un predominio de la poesía pura de J.R. Jiménez, con la que pretenden captar la esencia y eliminar todo lo anecdótico. Cántico de Guillén, Seguro azar de Salinas y Perfil del aire, de Cernuda son algunas de las obras más importantes. Cabe destacar el neopopularismo de ciertas obras de este periodo, debido a la influencia del romancero y el cancionero, donde la poesía se humaniza de nuevo.

Segunda etapa

La segunda etapa transcurre de 1929 a 1939. Es un momento de crisis (depresión del 29, auge de totalitarismos…), por lo que la poesía se rehumaniza, es una poesía impura, al igual que en la primera etapa, tienen lugar varias tendencias. Una de ellas es la poesía surrealista, donde se percibe el tratamiento de temas humanos (angustia, amor), el uso de metáforas y la influencia de Freud y Marx. Las obras más características son Pasión de la tierra de V. Aleixandre, Sobre los ángeles de Alberti, Poeta en Nueva York de Lorca y Los placeres prohibidos de Cernuda. Dos poetas del 27 destacan la poesía neorromántica para la expresión del amor: Pedro Salinas, con obras como La voz a ti debida y Cernuda, con La realidad y el deseo. El clima de confrontación política en España da lugar a la poesía de compromiso, con un lenguaje sencillo y directo para denunciar las injusticias. Como ejemplos, El poeta en la calle de Alberti y Llanto en la sangre de E. Prados.

Tercera etapa

La tercera etapa tiene lugar a partir del 39. Después de la Guerra Civil, el grupo se disgrega. Todos marcharon al exilio excepto G. Diego, D. Alonso y V. Aleixandre. Los que se exiliaron cultivan la poesía desarraigada, caracterizada por la nostalgia y el lamento, mientras que los que se quedaron cultivaron la poesía arraigada.

TEATRO ANTERIOR A 1936

Teatro anterior a 1936. A principios del siglo XX, el teatro en España es sobre todo comercial y poco innovador, frente a las tendencias experimentales que se daban en Europa durante esta época. Este teatro tradicional fue bien acogido por el público en sus distintas modalidades. En la comedia burguesa destacó la obra de Jacinto Benavente, quien trata temas cotidianos de la burguesía desde un punto de vista crítico muy sutil. Entre sus obras destacan Los intereses creados (1907), una farsa sobre el poder del dinero con los personajes propios de la comedia del arte italiana, o La malquerida (1913). Autores como los hermanos Álvarez Quintero o Carlos Arniches cultivarán los sainetes, obras breves de carácter costumbrista que recuperan la tradición de las piezas breves del Siglo de Oro o del XVIII. Sin embargo, Arniches destacará con la tragedia grotesca que plantea con humor pero también con crudeza, aspectos de la sociedad española, como en Las señoritas de Trevélez. También se incluye dentro de esta tendencia de corte popular, espectáculos muy diversos como la zarzuela y autores como Chueca o el astracán, subgénero cómico creado por Muñoz Seca, basado en juegos de palabras y equívocos, como muestra La venganza de don Mendo. Eduardo Marquina y Villaespesa destacarán por un teatro poético escrito en verso. Junto a este teatro popular aparecen otras tendencias innovadoras que, al principio, no fueron bien acogidas por el público. Este intento renovador fue llevado a cabo por autores de la Gº del 98 como Unamuno o Azorín, pero será Valle Inclán quien revolucionará la escena española con la creación del esperpento en Luces de bohemia. Su primer teatro es de tipo modernista. Después de la etapa intermedia del ciclo mítico formada por las Comedias bárbaras y Divinas Palabras, culminará su creación con Luces de bohemia (1920). Desarrolla en 15 escenas la última noche de la vida de Max Estrella, poeta ciego y desengañado, que recorre las calles de Madrid en compañía de su amigo Don Latino de Hispalis. Este marco le servirá al autor para hacer una ácida denuncia la situación española. Otra figura fundamental será García Lorca. Comienza su producción con obras experimentales como Así que pasen cinco años, pero destaca por sus tragedias donde mostrará la trágica lucha del hombre, contra un destino del que no puede escapar. Estas obras están protagonizada por mujeres y la muerte aparece en todas ellas, como en Bodas de sangre , Yerma o La casa de Bernarda Alba (1936),. Esta última, muestra el enfrentamiento entre el autoritarismo de Bernarda, y el deseo de libertad de las hijas, encerradas en su casa a guardar luto tras la muerte del padre. Además, este autor acercará a los pueblos las obras de Calderón y Lope de Vega con su compañía, La Barraca.

EL TEATRO DE 1939 A FINALES DEL SIGLO XX

Al terminar la guerra civil, nuestros dos mejores dramaturgos han muerto, Valle y Lorca, y, entre los demás autores, la mayoría parte hacia el exilio (Casona, Alberti…). Durante los años 40 cabe señalar tres líneas: la comedia burguesa o de salón, el teatro cómico y el teatro de exilio. La comedia burguesa, que se caracteriza por ser evasiva, de mero entretenimiento y carácter didáctico; presenta una amable crítica de costumbres y defiende los valores tradicionales de España. Además, sigue la estela de J. Benavente. Destaca El cóndor sin alas, de Juan Ignacio Luca de Tena. En segundo lugar, el teatro cómico, heredero del astracán, se caracteriza por un humor disparatado, con gran dinamismo escénico en escenas costumbristas. Destacan Jardiel Poncela, con Eloisa está debajo de un almendro y Miguel Mihura, con su humor absurdo, producto de la exageración, en Tres sombreros de copa. En último lugar se encuentra el teatro de exilio, que incluye novedades vanguardistas. Alberti además incluye más cambios, tratando temas políticos y con gran simbología en obras como El adefesio. Por otro lado también se encuentran Max Aub y Alejandro Casona, con La dama del alba. En el teatro de los años 50, encontramos dos tendencias: el teatro de carácter existencialista y el realismo social. Por un lado, el teatro existencialista es un teatro grave e inconformista. Destaca el teatro de Antonio Buero Vallejo, que presenta en 1949 Historia de una escalera (en su primera etapa) y que cambia todo el panorama teatral. Es una síntesis de realismo y simbolismo y trata sobre la frustración por falta de perspectiva vital. Además, plantea la técnica de la inmersión, mediante la que trata de hacer partícipes a los espectadores. La segunda etapa de Buero Vallejo es el teatro con enfoque social, con obras como El tragaluz. Su tercera y última etapa es la del teatro de experimentación, donde trata temas políticos más explícitamente, como en La fundación. Por otro lado encontramos el realismo social, caracterizado por una mirada crítica, una escenografía más compleja y personajes más profundos. Destaca Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre. En los años 60 encontramos el teatro vanguardista, renovador y experimentalista, donde destacan dos dramaturgos que tuvieron grandes dificultades para representar sus obras en este momento debido a la censura. Por un lado, Fernando Arrabal, muy influido por el teatro de la crueldad europeo, el surrealismo y el teatro del absurdo, crea el «teatro pánico», con obras como El cementerio de los automóviles. Por otro lado, Francisco Nieva trató de mostrar la esencia del hombre, con obras transgresoras como La carroza de plomo candente. Estas tendencias vanguardistas fueron continuadas por jóvenes dramaturgos como J.Ruibal y L. Riaza. Desde finales de los sesenta, el teatro universitario se transformó en el llamado teatro independiente, que rechaza el espectáculo conservador y que trata de representar fuera de los circuitos comerciales, las obras de los grandes dramaturgos europeos y de los españoles. Destacan grupos como Los Goliardos, y Tábano en Madrid, La Cuadra en Andalucía y los grupos catalanes, Els Joglars y Els Comediants. Desde 1975 se alternan obras vanguardistas, de teatro independiente, con otras que pertenecen a una comedia burguesa renovada. Y junto a estas corrientes, surge un teatro neorrealista como hace por ejemplo José Luis Alonso de Santos con sus obras La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro. En los años 80 destacó la obra de Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano. Entre los jóvenes autores del teatro de los últimos años del s. XX destacan Juan Mayorga (El chico de la última fila).

LA POESÍA DESDE 1939

A partir de los años 1939, se perciben en la lírica española profundos cambios respecto a la producción. Las consecuencias de la Guerra Civil y el contexto histórico y social resultante de la contienda tuvieron una influencia determinante en la evolución del género: exilio, censura, aislamiento internacional. Esta evolución coincide en algunas etapas y aspectos con la de los otros géneros literarios, sobresaliendo distintas tendencias y estilos.

Poesía de los años 40

En la poesía de los años 40 podemos encontrar autores que se consideran nexos entre la poesía anterior a la Guerra Civil y la poesía de posguerra, como Miguel Hernández (Viento del pueblo, Cancionero y romancero de ausencias) o León Felipe. Además, encontramos a la llamada Generación del 36, formada por poetas que han vivido la guerra y que se encuentran divididos, ya que muchos han partido al exilio, pero otros, los menos, permanecen en España. Los poetas exiliados (Alberti, Salinas…) desarrollan la poesía desarraigada o existencialista, centrada en el sufrimiento, la desolación y la muerte, siendo una poesía agria y desoladora. Destaca Dámaso Alonso (Hijos de la ira); mientras que los que permanecen desarrollan la arraigada, que muestra proximidad al régimen, con estilo tradicional, en la que predominan los temas religiosos y amorosos. Destacan poetas reunidos en torno a las revistas Garcilaso y Escorial, como Leopoldo Panero (Escrito a cada instante). Además de las dos tendencias principales, cabe destacar la existencia de los “grupos minoritarios”. El primero es el Grupo Cántico, que combina vanguardismo, barroquismo y neorromanticismo; y el segundo es el Postismo de Carlos Edmundo de Ory.

Poesía de los años 50

En los años 50 la tendencia más importante es la poesía social, que concibe la poesía el medio para denunciar el dolor y las injusticias, por lo que está dirigida a la inmensa mayoría, con un lenguaje sencillo, ya que los autores se centran en el contenido. Destacan Blas de Otero, Pido la paz y la palabra, Gabriel Celaya, Cantos íberos, y José Hierro, Quinta del 42.

Poesía de los años 60

En los años 60 tiene lugar la poesía de la experiencia, representada por el grupo poético de los 50. Sin abandonar el aspecto social, su poesía es más individual y subjetiva y la dotan de un cuidado formal. Se caracteriza además por el tono conversacional y la intertextualidad dentro de la poesía. Destacan José Ángel Valente, Claudio Rodríguez (Don de la ebriedad), Jaime Gil de Biedma o Francisco Brines (Las brasas).

Poesía desde 1970

A partir de la publicación en 1970 de Nueve novísimos poetas españoles, se habla de los novísimos, o la promoción del 68, dentro de una tendencia culturalista. Todos los poetas han nacido después de la guerra, por lo que encaran la poesía de manera diferente e incluyen elementos del comic, el cine o la música. Es, además, una poesía de renovación, ya que recuperan las vanguardias, sobre todo el surrealismo., con un cuidado máximo de la expresión. Destacan Leopoldo Mª Panero, Guillermo Carnero y Pere Gimferrer (La muerte de Beverly Hills).

Poesía desde los años 80

A partir de los años 80 conviven distintas corrientes, aunque existe una preferencia por la poesía de la experiencia. Existen además otras corrientes, como la poesía de vanguardia; la poesía de refinamiento veneciano, más allá del culturalismo; la poesía culturalista; el clasicismo, de orientación grecolatina; el barroquismo; la poesía del silencio, minimalista, conceptual y pura; el neomodernismo; la poesía erótica y la épica. Al finalizar el siglo XX, se manifiesta un mayor compromiso social del poeta frente a un mundo injusto e insolidario. Es una poesía rehumanizada, reflexiva, con ciertas preocupaciones existenciales. El posmodernismo y eclecticismo son los rasgos dominantes de estos jóvenes poetas nacidos entre los setenta y ochenta, que buscan su propia voz, como Elvira Sastre.

LA NOVELA DESDE 1975

A partir de 1975 comienza en España el período de la transición a la democracia, que supone para la literatura un ambiente de mayor libertad, de desaparición de la censura, de recuperación de autores exiliados y de más fácil acceso a la narrativa de otros países. El rasgo más característico de esta etapa va a ser la publicación de numerosos títulos, la presencia de muchos autores y la convivencia de muchas tendencias que dependerán de la moda que imponga el mercado.

Autores destacados

En la línea experimental permanec

en algunos autores de la Generación del medio siglo como Juan Goytisolo o Juan Hortelano. Esta línea la continuarán narradores más jóvenes, como Julián Ríos con su antinovela Larva. Por su parte, Luis Goytisolo con Antagonía y 

Álvaro Pombo con El héroe de las mansardas de Mansard cultivarán la metanovela (la novela que habla de sí misma). // Sin embargo, esta corriente experimental evoluciona hacia formas más tradicionales gracias a autores como Eduardo Mendoza, con la publicación de La verdad sobre el caso Savolta, donde su claro argumento, sus personajes bien definidos y la diversidad y complejidad de recursos técnicos, hacen de esta novela policíaca e histórica una de las más exitosas de la época. // Gran respeto para la crítica ha adquirido Javier Marías con obras como Mañana en la batalla piensa en mí (prosa densa y parsimonia narrativa). También asiduo a la introspección y al monólogo interior, aunque con más tendencia a la intriga policiaca es Antonio Muñoz Molina, autor de títulos como El invierno en Lisboa. 


Otros autores de prestigio son Juan José Millás: La soledad era esto, Rosa Montero: Te trataré como a una reina, Almudena Grandes: Las edades de Lulú o Manuel Vicent: Tranvía a la Malvarrosa. // Pese a la multiplicidad de autores, temas y estilos, la vuelta a la narratividad presenta características comunes, como la importancia de un argumento claro que resulte atractivo. Éste tiende a ser realista y suele desarrollarse en ambientes urbanos. También se mezclan todos los subgéneros, como la novela rosa o la novela negra. Esto contribuye a que la trama esté llena de diálogos y tenga un final cerrado. Además, se incluyen técnicas narrativas procedentes de los medios audiovisuales, como el flash-back.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *