Orígenes de la Crisis
Los orígenes se localizan en Estados Unidos, debido a la influencia de este país. Provocó dos fuertes tensiones: primero, la reducción del préstamo exterior en 1928-1929 y, segundo, con el punto máximo del auge norteamericano en el verano de 1929. Estados Unidos y Francia fueron en gran manera responsables del bloqueo inicial del préstamo extranjero. El préstamo fue el primero en disminuir. Las exportaciones de capital francés desaparecieron en 1929. La principal influencia desestabilizadora llegó con el hundimiento del préstamo norteamericano. La reducción del préstamo ejerció un poderoso impacto deflacionista en la economía mundial. Los países deudores se deterioraron y experimentaron una caída en sus entradas de capital neto, lo que provocó una disminución de la inversión interior. En el verano de 1929, el crecimiento económico norteamericano empezó a agotarse.
La Crisis Bursátil
La caída de la demanda y el anuncio de algunas quiebras bancarias en Londres provocaron fuertes descensos en la bolsa de Nueva York. La corriente vendedora se convirtió en auténtico pánico: se llegaron a ofertar cantidades de acciones sin apenas demandas. En la semana siguiente se produjo un hundimiento en el precio de las acciones. Todo este proceso se generó por las prácticas arriesgadas de las empresas e inversiones, y fue alimentado por una política monetaria de bajo tipo de interés. El Crack del 29 fue la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la bolsa de Estados Unidos.
La Crisis Bancaria
El hundimiento de la bolsa provocó un primer efecto sobre el sistema financiero norteamericano. La falta de liquidez provocó un pánico bancario como consecuencia de las peticiones masivas de retiradas de fondos. La débil estructura del sistema bancario no pudo resistir la presión. Entre 1929 y 1932 quebraron más de 5000 bancos. El crack bursátil y la recesión económica deterioraron los activos de los bancos.
El Desencadenamiento de la Recesión
La crisis bursátil ocasionó una pérdida de riqueza que retrajo el consumo de forma inmediata. Las quiebras bancarias y la política monetaria redujeron la oferta monetaria, lo que también provocó la caída de la demanda y de los precios. Esto ocasionó una notable disminución de los ingresos de las empresas. Descendió la producción industrial y la inversión, y creció el desempleo.
La Difusión de la Crisis: Canales de Transmisión
La crisis se difundió al conjunto de la economía mundial a través del comercio y las finanzas internacionales. El comercio mundial sufrió un auténtico colapso. Estados Unidos exportó la crisis a los demás países al tener un peso considerable; la disminución de sus importaciones disminuyó las exportaciones de los otros países. Esto se reforzó con las políticas comerciales proteccionistas adoptadas por la mayoría de los países. Asimismo, la política de control de cambios también se empleó para restringir las importaciones. Fue Estados Unidos el que inició ese aumento del proteccionismo. Los países perdieron renta y empleo renunciando a seguir estrategias de cooperación económica. Cesaron las exportaciones de capital de Estados Unidos; además, los inversores estimaron que los deudores no serían capaces de atender a sus obligaciones de pago. La repatriación de capitales tuvo lugar a lo largo de los años siguientes. La retirada de capital tuvo efectos desastrosos para las economías más endeudadas, que se enfrentaron a graves problemas monetarios y financieros.
El Abandono del Patrón Oro
En el caso de los países latinoamericanos, hubo un enorme déficit de su balanza comercial. El poder de compra de las exportaciones de las economías latinoamericanas descendió, en promedio, un 54%, aunque en Asia la disminución no revistió tanta gravedad. Zonas de Europa, o Australia y Nueva Zelanda, en Oceanía, afrontaron una explosión del déficit comercial similar. El desequilibrio comercial resultó completamente desestabilizador al conjugarse con déficit en la cuenta de transferencia y de capital. Mientras que con las exportaciones se obtenían cada vez menos ingresos, las obligaciones financieras, fijadas en oro, subían en términos de las exportaciones. Sin posibilidad de tomar nuevos préstamos, los países deudores agotaron enseguida las reservas y tuvieron que recurrir a políticas de austeridad extrema. A los países deudores no les quedó otro remedio que abandonar el patrón oro, devaluar y recortar las importaciones. A mediados de 1931, Argentina, Australia y Nueva Zelanda ya habían salido del patrón oro y depreciado sus monedas. Países centroeuropeos habían optado directamente por los controles de cambios y la suspensión del pago de la deuda exterior. Los problemas de balanzas de pagos de los países productores de bienes primarios, las crisis bancarias y monetarias actuaron como el detonante que hizo estallar el patrón oro. El origen de esta nueva fase de la crisis financiera estuvo en Austria. También la alemana siguió sosteniendo financieramente a las compañías ruinosas, ocultando las pérdidas, lo que desató un nuevo episodio de pánico bancario. La disciplina del patrón oro impidió que pudiera actuar eficazmente como prestamista en última instancia.