La Guerra Civil Española: Intervención Internacional y Consecuencias Históricas


Componente Internacional de la Guerra Civil Española

La Guerra Civil Española estalla en 1936, en un contexto de tensión entre Francia y Reino Unido, así como entre los regímenes fascistas y nazis, lo que dio lugar a una nueva guerra mundial. Los sectores conservadores y católicos percibieron el conflicto como una contienda entre la civilización occidental y el comunismo ateo, mientras que los sectores populares e intelectuales de la izquierda lo consideraron una lucha por la libertad y contra el fascismo totalitario.

El Comité de No Intervención

El gobierno francés del Frente Popular se negó a prestar ayuda a la República debido a la frontal oposición de su aliado británico. Francia impuso la política de no intervención a finales de agosto de 1936. Veintisiete países suscribieron el acuerdo de no intervención en España y poco después se formó el Comité de No Intervención para vigilar el embargo de armas. El gobierno demócrata de Estados Unidos no se sumó a esto, lo que resultó ser una farsa que dejó al gobierno legítimo de la República en clara desventaja frente a los militares sublevados.

Ayuda e Intervención Extranjera

El gobierno republicano y el bando sublevado, liderado por Franco, solicitaron ayuda militar a las potencias europeas. La República solo contó con el apoyo de la URSS de Stalin, así como de Francia y México. De la intervención extranjera a favor de la República sobresalen las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios de un amplio abanico ideológico, movidos por la solidaridad y dirigidos por el Partido Comunista. La defensa de Madrid y la batalla de Jarama fueron momentos clave. La República financió la guerra con la reserva de oro del Banco de España.

Ayuda a los Militares Sublevados

Franco recibió apoyo de Mussolini, quien ayudó a los militares insurrectos. Además, la guerra española se convirtió en un campo de pruebas para el material militar y las tácticas de combate. A finales de julio de 1936, Hitler y Mussolini accedieron a las demandas de ayuda militar solicitadas por Franco. Alemania envió unidades de carros de combate, fuerzas de defensa aérea y aviación organizadas en la Legión Cóndor. La aportación de Mussolini estuvo constituida por el Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV) y la Aviación Legionaria. También destacó la ayuda de la dictadura del Estado Novo portugués, que organizó un grupo de voluntarios, los Viriatos. La ayuda militar nazifascista fue decisiva para la victoria del ejército de Franco, quien no tuvo dificultades para financiar la guerra, ya que alemanes e italianos le otorgaron créditos. También recibió ayuda financiera de capitalistas españoles y grandes compañías multinacionales angloamericanas que le suministraron petróleo a crédito y material de transporte.

Batalla de Madrid (Agosto 1936 – Marzo 1937)

El principal objetivo era conquistar Madrid para consolidar la sublevación. Esto reinició Mola, pero el avance se detuvo en la Sierra de Guadarrama y quedó en manos de Franco. Legionarios y regulares iniciaron una rápida marcha sobre Madrid y Badajoz. Franco decidió aplazar la conquista de Madrid y liberar el Alcázar de Toledo del asedio republicano, lo que supuso un triunfo para él. Este retraso permitió a los republicanos organizar la defensa de Madrid y contar con las primeras armas. El 6 de noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia, confiando la resistencia a la Junta de Defensa de Madrid, dirigida por José Miaja y Vicente Rojo. Intentaron frenar el avance hasta la llegada de refuerzos.

Resistencia y Estrategias

Los sindicatos y partidos clamaban resistencia con el grito de ¡No pasarán! En diciembre, Franco renunció al asalto frontal a la capital y decidió complementar el cerco de la ciudad mediante ofensivas por los flancos. La batalla de Madrid se prolongó hasta febrero y marzo de 1937, con la batalla de Jarama y la de Guadalajara. La victoria republicana en Guadalajara obligó a Franco a abandonar la batalla de Madrid.

Represión en Málaga

Las tropas de Queipo ocuparon toda la provincia de Málaga en febrero de 1937, lo que dio lugar a una gran represión.

España Republicana

Desintegración del Poder Republicano

Al producirse la sublevación militar el 18 de julio, Casares Quiroga ordenó disolver las guarniciones de Vélez, pero dimitió por temor a la revolución. Diego Martínez Barrio asumió la jefatura de gobierno e intentó llegar a un acuerdo con Mola, pero este se negó. Apaga encargó formar gobierno a José Giral, quien dio la orden de repartir armas a los militares de las organizaciones obreras.

Terror Rojo

Hasta 1937, el terror comenzó con la represión de quienes habían participado en la sublevación o eran de derechas. Se realizaron incendios de iglesias y conventos, así como asesinatos, sobre todo de militares y clérigos. Su punto más fuerte fue Madrid, entre el verano y otoño de 1936, con el asalto a la cárcel Modelo. También tuvo importancia la sacas o paseos y checas, destacando un grupo de presos trasladados a Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz, quienes fueron asesinados. Esto fue negativo para la República en términos de apoyo internacional.

Revolución Social

La C.N.T. y la UGT realizaron una revolución social, cuya mejor expresión fueron las colectivizaciones. Parte de la industria y servicios esenciales fueron incautados y colectivizados. Entre julio y agosto de 1936, destaca en Cataluña el Comité Central de Milicias Antifascistas. En Aragón, la mayor parte de las colectivizaciones agrarias fueron impulsadas por anarquistas. En otros territorios, se desarrollaron por la C.N.T., UGT y POUM.

Luchas Internas

En agosto de 1936, el avance de los sublevados hacia Madrid provocó la dimisión de Giral. Hubo que formar un gobierno de coalición para abordar los experimentos revolucionarios y la necesidad de reconstruir el Estado para ganar la guerra.

La España Nacional: Primeros Momentos Tras la Sublevación

El ejército se convirtió en la formación del nuevo Estado. Tras la muerte de Sanjurjo, se constituyó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada solo por militares y presidida por Cabanellas. Declaró el Estado de Guerra y todo el territorio quedó bajo control militar. Se prohibieron los partidos políticos del Frente Popular y toda actividad política y sindical de cualquier ideología. Se paralizó la reforma agraria y se devolvieron las tierras a sus antiguos propietarios, restableciendo la bandera roja y gualda como bandera de España en lugar de la tricolor republicana.

El Terror Blanco

Miles fueron encarcelados y torturados sin juicio o sentencias dictadas por tribunales militares sin garantías.

El Ascenso al Poder de Franco

La Junta de Defensa estableció una dirección militar y política unificada. De los posibles candidatos, sobresalía el General Franco, quien dirigía las tropas de África y había conseguido el reconocimiento y la ayuda de Hitler y Mussolini. El 1 de octubre de 1936, la Junta publicó el decreto en el que se nombraba a Franco Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Estado Mayor del Ejército. Poco después, Alemania e Italia reconocieron oficialmente el gobierno de Franco.

La Unificación Política

Ramón Serrano Suñer convenció a Franco para crear un régimen mediante la fusión de Falange y la Comunión Tradicionalista. El 19 de abril de 1937, se dio a conocer el Decreto de Unificación de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El nuevo partido adoptó el saludo fascista.

El Papel de la Iglesia Católica

La Iglesia no participó directamente en la conspiración, pero la mayoría del clero apoyó el régimen autoritario y fascista, calificando la guerra como una “cruzada religiosa” contra el comunismo. La alianza definitiva llegó con la Carta Colectiva del Episcopado Español a los Obispos del Mundo en julio de 1937.

La Creación del Nuevo Estado Franquista

En enero de 1938 se creó el primer gobierno de Franco, con lo que este reunió en su persona los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. En el gobierno se reunieron distintas fuerzas, derogando toda la obra reformista de la República, suspendiendo las autonomías e imponiendo el castellano como única lengua oficial. Anuló la ley de divorcio y matrimonio civil, y la Iglesia recuperó todos sus bienes y privilegios. La política social se plasmó en el Fuero del Trabajo, declarado más adelante ley fundamental, que se inspiró en la Carta del Lavoro del fascismo italiano, sentando las bases del Estado nacionalsindicalista. Una de las principales preocupaciones del régimen fue el control ideológico. En el ámbito exterior, el régimen franquista fue reconocido oficialmente por la Alemania nazi y la Italia fascista, y posteriormente por Francia y Reino Unido.

Constitución de 1931

Las Cortes Constituyentes aprobaron la primera constitución republicana gracias a un compromiso entre socialistas y republicanos de izquierda para establecer una República democrática y no confesional. Se recogieron en su declaración de derechos, en su título tres, aspectos como el voto de las mujeres, el divorcio y la educación primaria, obligatoria y gratuita. Se respetaba la propiedad privada y se podía nacionalizar cierto sector de la economía. Establecía una radical división de poderes: las Cortes, como única cámara, tenían amplia capacidad legislativa.

Jefatura de Estado

La jefatura de Estado se atribuyó al presidente de la República, cuya función era nombrar y eliminar al presidente del gobierno, publicar las leyes y disolver las Cortes.

Justicia y Autonomía

La justicia se basaba en la autonomía e independencia de los tribunales, introduciendo el jurado. Varias provincias podían organizarse en una región autónoma. También se declaraba la no confesionalidad del Estado y se eliminaba la financiación estatal a la Iglesia. Debido a todos los problemas, se originó la dimisión de Alcalá Zamora y Maura.

Constitución sin Consenso

El 9 de diciembre de 1931 se aprobó la constitución, que estableció el sufragio universal, permitiendo por primera vez que todos los ciudadanos pudieran ser elegidos.

Revolución de Octubre de 1934

En enero de 1934, la UGT estaba bajo el control de Largo Caballero, quien aprobó un programa revolucionario. En mayo de 1934 se formó una alianza obrera compuesta por PSOE y UGT para combatir el fascismo y establecer una República Federal carlista. A principios de octubre, la CEDA exigió entrar en el gobierno. El 4 de octubre se formó un nuevo gobierno radical con tres ministros de la CEDA. Los socialistas promovieron la insurrección, argumentando que era necesario para que Gil Robles no instruyese la República. La revolución se inició en octubre de 1934, con el comité revolucionario socialista dirigido por Caballero, comenzando la insurrección el 5 de octubre con la convocatoria de una huelga general, aunque fracasó. En Cataluña, la revuelta se unió a las tensiones del gobierno central por el desarrollo de la autonomía. Lluís Companys proclamó el estado catalán dentro de la República Federal española. Solo en Asturias, entre el 5 y el 8 de octubre, se produjo una revolución social, liderada por dos centros mineros: Sama de Langreo y Mieres.

Leyes del Bienio Reformista

Entre las leyes destacadas se encuentra la ley del divorcio de 1932, que no cuestionaba el matrimonio religioso, y la ley de confesiones y congregaciones religiosas de 1933, que establecía que el Estado dejaba de realizar aportaciones a la Iglesia y al arriendo de centros educativos.

Gracias a una serie de leyes entre 1931 y 1932, se estableció la ley de contrato de trabajo, que regulaba los convenios colectivos y los contratos por escrito con duración mínima de dos años, así como la ley de jurados mixtos, que creaba un organismo formado por obreros y patronos, y la ley de asociaciones obreras, que regulaba los sindicatos.

Gobierno Provisional de la República

Las elecciones del 12 de abril de 1931 resultaron en una mayoría de concejales monárquicos. El 14 de abril de 1931, Alcalá Zamora proclamó en Madrid la Segunda República y el rey partió al exilio. El Comité Revolucionario, creado por el pacto de San Sebastián y por todos los partidos políticos que querían la República, se convirtió en un gobierno provisional de la República, presidido por Alcalá Zamora. Sus miembros eran:

  • Derecha liberal republicana: Zamora, Miguel Maura
  • Carlista, partido radical: Alejandro Lerroux y Diego Martínez Barrio
  • Partido republicano de izquierda: Manuel Azaña y Marcelino Domingo
  • Partido Socialista: Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero
  • Republicano catalán: Nicolau d’Olwer

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