Intereses Políticos y Causas de la Guerra Civil
Los grupos oligárquicos (aristócratas, terratenientes, altos mandos militares, alto clero y grandes financieros) temían la revolución democrática emprendida en 1931, con posibilidades de un desarrollo legal tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936. Se planteaban cambios esenciales para modernizar España, tales como:
- Una redistribución territorial del poder.
- Una legislación más moderna en las relaciones laborales.
- Reformas agrarias y educativas.
Todo esto obligó a los partidos republicanos a buscar apoyo en los sindicatos y partidos obreros. Sin embargo, la radicalización de las posturas de ambos lados llevó a posiciones difíciles de conciliar. Para los sectores conservadores y oligárquicos, el reformismo republicano era sinónimo de anarquía y comunismo, algo que percibían como una amenaza directa a su hegemonía social y económica.
El Desarrollo del Conflicto: Del Golpe a la Guerra
Los Comienzos: El Golpe de Estado
El 17 de julio de 1936 se inició la sublevación militar en el Protectorado de Marruecos. En aproximadamente un mes, España quedó dividida en dos zonas enfrentadas. Las guarniciones de África se sublevaron bajo el mando de jefes como Seguí, Yagüe y Bertomeu, quienes actuaron como enlaces del general Emilio Mola (el «Director» del golpe), hasta que el general Francisco Franco, trasladándose desde Canarias, asumió el mando del ejército sublevado en el sur.
El jefe del gobierno republicano, Casares Quiroga, dimitió ante la magnitud de la rebelión. Le sustituyó Martínez Barrio, quien intentó infructuosamente negociar con los insurrectos. Mientras tanto, la presión popular en las ciudades leales logró que el gobierno autorizara el reparto de armas a las milicias de sindicatos y partidos que apoyaban a la República.
El 18 de julio de 1936, la rebelión se extendió a la península ibérica.
Zonas Controladas por Cada Bando al Inicio
La división inicial del territorio fue la siguiente:
- Bando Sublevado (Nacional): Dominaban aproximadamente 175.000 km², principalmente zonas agrarias que les permitían abastecerse de alimentos como hortalizas y cereales. Destacaban:
- Galicia: Controlada por los nacionales desde el 20 de julio.
- Asturias: Oviedo fue la única plaza importante ocupada inicialmente por los nacionales; el resto del territorio, incluyendo las cuencas mineras, permaneció leal a la República.
- Castilla y León, Navarra y parte de Aragón.
- Islas Baleares: Bajo control del general Goded, excepto Menorca, que se mantuvo republicana.
- Archipiélago Canario: Controlado por los rebeldes con el apoyo de la patronal y grandes propietarios. Se desató una rápida y brutal represión, con numerosos desaparecidos en los llamados “paseos”.
- Bando Republicano: Controlaba el resto del territorio nacional (aproximadamente 350.000 km²), con una población considerablemente mayor (casi el triple) y las zonas más industrializadas:
- Cataluña, País Vasco (excepto Álava), Santander (Cantabria).
- Levante (Valencia y Murcia).
- Madrid y Castilla-La Mancha.
- Andalucía oriental y Extremadura (inicialmente).
El pronunciamiento militar fracasó en su objetivo de tomar el poder rápidamente y se transformó en una larga y cruenta guerra civil que duraría casi tres años.
Desarrollo Militar de la Guerra
Un factor clave inicial fue el paso del Estrecho de Gibraltar por parte de las tropas sublevadas en África (el Ejército de África, compuesto principalmente por la Legión y Regulares). Al carecer de buques de transporte suficientes (la mayoría de la Marina permaneció leal al gobierno), utilizaron aeronaves proporcionadas por la Italia fascista y la Alemania nazi. Esto permitió que los aproximadamente 3.000 legionarios iniciales cruzaran y formaran la base de posteriores expediciones, constituyendo una fuerza de choque decisiva.
El ejército nacional se organizó principalmente en dos cuerpos:
- Uno desde el norte, mandado por el general Mola y con sede en Burgos, cuyo objetivo inicial era avanzar hacia Madrid y consolidar el frente norte.
- Otro desde el sur, bajo el mando del general Franco, que se dirigió hacia Madrid a través de Extremadura. Antes de acometer el asalto a la capital, Franco desvió fuerzas para liberar al coronel Moscardó en el Alcázar de Toledo, asediado por fuerzas republicanas, lográndolo el 28 de septiembre de 1936. Esta acción tuvo un gran impacto propagandístico, aunque retrasó el avance sobre Madrid.
La Batalla por Madrid
Franco, al mando de las tropas del sur, avanzó desde Sevilla, donde se encontraba el general Queipo de Llano, iniciando la marcha hacia Madrid por Extremadura. El 30 de septiembre, los nacionalistas tomaron Toledo. Esto dio paso a la Batalla de Madrid, que tuvo dos fases principales en sus inicios:
- Ofensiva Nacionalista: Entre el 5 y 6 de noviembre de 1936, las tropas nacionales llegaron hasta los arrabales de Madrid (Alcorcón, Leganés, Getafe, Ciudad Universitaria), pero el ataque frontal fracasó ante la tenaz resistencia republicana bajo el lema «¡No pasarán!».
- Defensa y Contraataque Republicano: El gobierno republicano abandonó Madrid el 6 de noviembre, trasladándose a Valencia. Se estableció una Junta de Defensa de Madrid al mando del general Miaja, con figuras clave como Santiago Carrillo, Antonio Mije y el estratega militar Vicente Rojo. La llegada de las primeras Brigadas Internacionales y de material soviético fue crucial para la defensa.
Tras el fracaso del asalto frontal, los nacionales intentaron cercar Madrid, dando lugar a otras batallas importantes en los alrededores, como la del Jarama (febrero de 1937) y la de Guadalajara (marzo de 1937), donde las tropas republicanas obtuvieron una significativa victoria contra el cuerpo expedicionario italiano (CTV).
La Campaña del Norte
Fracasado el intento de tomar Madrid rápidamente, Franco decidió concentrar sus esfuerzos en eliminar el frente norte republicano, una franja aislada que incluía Asturias, Santander y el País Vasco.
Los primeros ataques se llevaron a cabo desde Navarra para aislar la zona de la frontera francesa. En agosto de 1936, los nacionales tomaron Irún y San Sebastián. La ofensiva principal comenzó en la primavera de 1937. El 20 de abril, la línea republicana se retiró hacia Bilbao. El 26 de abril de 1937 se produjo el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor alemana, un episodio que conmocionó a la opinión pública internacional y se convirtió en símbolo de la brutalidad de la guerra moderna.
El 28 de abril cayó Durango. Bilbao cayó en junio de 1937 tras romper el llamado «Cinturón de Hierro». El 14 de agosto cayó Santander y, finalmente, en septiembre y octubre de 1937, cayó Asturias, último reducto republicano en el norte. A partir de octubre, el avance nacionalista en esta zona fue prácticamente un paseo militar, consolidando su control sobre importantes recursos industriales y mineros.
La Guerra se Desplaza al Este
Tras la caída del norte, el frente principal se trasladó al este, en Aragón y Levante. Inicialmente, hubo relativa tranquilidad hasta que la República lanzó ofensivas para aliviar la presión sobre otros frentes y tratar de recuperar terreno.
Una de estas ofensivas fue la Batalla de Belchite (agosto-septiembre de 1937), cuyo objetivo era tomar Zaragoza, sin éxito. Otro enfrentamiento crucial fue la Batalla de Teruel (diciembre de 1937 – febrero de 1938). Iniciada por los republicanos, que tomaron la ciudad el 15 de diciembre en medio de un invierno extremadamente duro, la contraofensiva nacionalista logró recuperar Teruel el 20 de febrero de 1938. Esta batalla produjo un enorme desgaste en las tropas republicanas y una gran desmoralización, que afectó incluso al ministro de Defensa republicano, Indalecio Prieto.
Tras Teruel, los nacionales lanzaron una gran ofensiva en Aragón, rompiendo el frente republicano. El 3 de abril cayó Lérida, y las tropas franquistas alcanzaron el Mediterráneo por Vinaroz (Castellón) en abril de 1938, dividiendo la zona republicana en dos (Cataluña por un lado, y la zona centro-sur por otro).
El último gran intento republicano por cambiar el curso de la guerra fue la Batalla del Ebro (25 de julio – noviembre de 1938). El objetivo era cruzar el río Ebro para distraer fuerzas nacionales de su avance hacia Valencia y tratar de reconectar las dos zonas republicanas. Tras éxitos iniciales, la ofensiva fracasó ante la superioridad material nacionalista. Los republicanos quedaron militarmente agotados y sin reservas de material bélico. Los nacionales, en cambio, continuaban recibiendo suministros alemanes e italianos (artillería, aviación), lo que permitió su avance incontenible hacia Cataluña, que cayó a principios de 1939.
La guerra duró unos días más en Madrid debido a un enfrentamiento interno en la zona republicana (marzo de 1939) entre los partidarios de resistir a ultranza (liderados por los comunistas) y los partidarios de negociar una rendición (liderados por el coronel Casado y apoyados por socialistas moderados y anarquistas). Este conflicto interno fue uno de los factores que precipitaron el fin de la República y facilitaron la victoria final del bando nacional el 1 de abril de 1939.
Implicaciones Internacionales del Conflicto
Aunque la Guerra Civil fue fundamentalmente una lucha entre españoles con visiones antagónicas sobre el futuro del país, el conflicto se internacionalizó rápidamente y se convirtió en un preludio de la Segunda Guerra Mundial. La intervención extranjera alargó considerablemente la duración y la crudeza de la guerra.
El Comité de No Intervención
Ante el temor de que el conflicto español escalara a una guerra europea, las principales potencias, especialmente Francia y Reino Unido, impulsaron una política de No Intervención. Las conversaciones comenzaron el 23 de julio de 1936, impulsadas por la precaria paz europea y la creciente amenaza de la Alemania nazi y la Italia fascista.
Entre el 4 y el 5 de agosto se alcanzó un acuerdo formal (mediante declaraciones unilaterales de los países adheridos) para no intervenir en el conflicto español, prohibiendo específicamente el envío de armamento y aviones a cualquiera de los dos bandos. El gobierno francés hizo su primera declaración el 8 de agosto, mientras que el gobierno inglés adoptó una postura aún más estricta.
Sin embargo, el Comité de No Intervención, con sede en Londres, fue en gran medida una farsa:
- Alemania e Italia apoyaron masivamente al bando nacional desde el principio con material bélico, asesores militares, unidades de combate completas (como la Legión Cóndor alemana y el Corpo Truppe Volontarie italiano) y apoyo logístico crucial (como el puente aéreo inicial).
- La Unión Soviética apoyó al bando republicano con armas, asesores y aviones, aunque su ayuda fue más tardía, menos constante y pagada con las reservas de oro del Banco de España.
- Las democracias occidentales (Francia, Reino Unido, Estados Unidos) mantuvieron un embargo estricto que perjudicó principalmente a la República, el gobierno legítimo, que tenía derecho a comprar armas internacionalmente.
- La política de no intervención no se aplicó estrictamente a cuestiones comerciales. Por ejemplo, empresas norteamericanas como Texaco concedieron créditos y suministraron combustible vital al bando nacional. Franco devolvió estos favores en los años 40, permitiendo la participación de intereses estadounidenses en empresas estratégicas como la refinería REPESA.
La ayuda internacional fue decisiva para la victoria del bando nacional, mientras que el aislamiento y el embargo contribuyeron significativamente a la derrota de la República.