La Guerra Civil Española: Revolución, Represión y la Construcción del Estado Franquista


Derrumbamiento del Estado republicano, revolución social y represión

La decisión del presidente Giral de dar armas a las milicias de izquierdas para poder defender la República frente a los sublevados llevó a una pérdida de poder del gobierno republicano y a una atomización del poder en manos de los partidos y sindicatos de izquierdas.

Durante el verano y el otoño de 1936 el poder en el bando republicano quedó, en su mayor parte, en manos de organismos de izquierdas (PSOE, UGT, CNT, FAI, PCE, POUM…) que forman comités y juntas para organizar el orden público, la economía y la defensa. Esta atomización del poder y esta situación de desplome del Estado republicano provocaron un clima revolucionario en el cual organizaciones de izquierda entendían que era el momento de realizar la revolución social y acabar con la sociedad capitalista.

El elemento clave de esta revolución fue la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. Estos comités se hicieron con el control de los transportes, servicios urbanos, suministros militares, fábricas y talleres. Desde finales de julio una serie de decretos, tanto del gobierno central como de la Generalitat, dieron cobertura legal a las incautaciones de tierras y fábricas. Esta revolución social estuvo impulsada sobre todo por la CNT-FAI y el POUM. Otras fuerzas políticas republicanas se distanciaron pronto de esta postura por entenderla contraproducente para el desarrollo de la guerra.

En este clima revolucionario se desencadenó una violencia popular incontrolada contra todos los enemigos del bando republicano: militares derechistas, terratenientes, empresarios, religiosos… Estos grupos fueron víctimas del llamado Terror Rojo: asesinatos (paseos y sacas) detenciones en cárceles clandestinas (checas), saqueos e incendios de edificios religiosos… Fueron incidentes muy graves el de la Cárcel Modelo de Barcelona (agosto de 1936) o los fusilamientos de Paracuellos del Jarama (noviembre de 1936).

El gobierno de Largo Caballero (septiembre 1936-mayo 1937)

La inexperiencia de las milicias y la atomización del poder republicano hacían imposible detener el avance del ejército nacional. Las fuerzas republicanas debían establecer un pacto antifascista y así en septiembre de 1936 Francisco Largo Caballero creó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. En noviembre entraron en el gobierno cuatro ministros anarcosindicalistas, (hecho único en la historia mundial). El gobierno se trasladó de Madrid a Valencia y se propuso recomponer el estado republicano eliminando juntas y comités y militarizando las milicias de los partidos uniéndolas al ejército regular creando así el llamado Ejército Popular.

Las diferencias entre los grupos republicanos acerca de cómo afrontar el proceso revolucionario y la guerra provocaron graves problemas a este gobierno. De un lado, los republicanos, los comunistas y parte del PSOE pensaban que había que poner orden, frenar la revolución y reconstruir un estado fuerte para poder ganar la guerra que era el objetivo prioritario. Por el contrario, los anarquistas, el POUM y algunos sectores socialistas pensaban que había que profundizar en la revolución social y aprovechar la guerra como oportunidad para construir un mundo nuevo. Estas diferencias llevaron a los enfrentamientos de mayo de 1937 en Barcelona en los cuales militantes del POUM y la CNT que controlaban la Telefónica se enfrentaron a militantes del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, fusión en Cataluña del PCE y el PSOE), ERC, UGT y fuerzas del orden de la Generalitat.

El gobierno de Negrín (mayo de 1937-marzo de 1939)

Los Hechos de Mayo restaron influencia a los anarquistas y fortalecieron a los comunistas. El PCE pidió la ilegalización del POUM, a lo que Largo Caballero se negó. Gran parte del PSOE se mostró partidario de lograr un acuerdo con los comunistas y Largo Caballero fue sustituido por el socialista Juan Negrín, que ilegalizó el POUM.

El nuevo gobierno era apoyado por los partidos del Frente Popular y era aceptado por CNT y UGT. El objetivo fundamental de Negrín era el esfuerzo militar y para ello se reforzó el poder central, se integraron todas las milicias en el Ejército Popular y se estableció un control sobre la producción agraria e industrial. El gobierno republicano se trasladó a Barcelona.

En abril de 1938, ante el incontenible avance de los nacionales, Negrín propuso una salida negociada a la guerra (los llamados Trece Puntos) que fueron rechazados por los nacionales.

Las dificultades en la retaguardia, la falta de abastecimiento y las concesiones de Reino Unido y Francia a Alemania en la Conferencia de Munich eran un duro golpe para el gobierno republicano. Negrín, con el único apoyo de los comunistas, insistía en resistir (“¡Resistir es vencer!”).

La pérdida de Cataluña entre enero y febrero de 1939 significó el exilio de los gobiernos republicano, catalán y vasco. En febrero Reino Unido y Francia reconocieron al gobierno de Franco y Manuel Azaña dimitió en marzo. La guerra estaba acabada para el bando republicano.

La zona nacional

La muerte accidental del general Sanjurjo, considerado como el jefe del movimiento golpista, y el hecho de que el golpe de estado no triunfase provocó la necesidad de definir el liderazgo en el bando nacional. Se creó el 24 de julio de 1936 la Junta de Defensa Nacional formada por los generales sublevados (Franco, Mola, Queipo de Llano…) y sus primeras medidas fueron prohibir los partidos políticos y los sindicatos del Frente Popular, suspender la constitución y paralizar la reforma agraria.

Entre estos generales fue ganando cada vez más adeptos Franco. Su liderazgo se impuso por dirigir el ejército de África (elemento más fuerte del ejército nacional), el apoyo recibido por parte de Hitler y Mussolini y el éxito logrado al liberar el Alcázar de Toledo. El día 30 de septiembre fue nombrado jefe del alzamiento y el 1 de octubre se publicó un decreto que lo nombraba Jefe del Estado y Generalísimo de los ejércitos. Se creó para asesorar a Franco una Junta Técnica del Estado.

En el bando nacional sólo actuaban como partidos políticos la Falange Española de las JONS (cuyo jefe y fundador, José Antonio Primo de Rivera, había muerto fusilado) y los carlistas, y se toleraba a la CEDA y a los grupos monárquicos. Convencido por su cuñado, Ramón Serrano Súñer, de la necesidad de crear un partido único, al estilo fascista, que diera cohesión y unidad al proyecto del bando nacional, Franco en abril de 1937 publicó el Decreto de Unificación que fusionaba a la Falange y los carlistas creando un partido único, Falange Española Tradicionalista de las JONS (llamado también Movimiento Nacional) cuyo Jefe nacional sería Franco. El nuevo partido adoptó el saludo fascista, la camisa azul de Falange y la boina roja carlista.

El nuevo Estado franquista se fue institucionalizando y en enero de 1938 se formó el primer gobierno. Franco asume la Jefatura del Estado y la presidencia del gobierno y asume el título de Caudillo. Es un nuevo Estado inspirado en el fascismo que defiende un modelo social conservador y católico. Es un Estado confesional que suprime el matrimonio civil y el divorcio, instituye la retribución estatal al clero y restablece la enseñanza de la religión en las escuelas públicas y los anteriores derechos de la Iglesia.

En los aspectos sociales y políticos se suprimieron las libertades religiosa, política, sindical y de prensa y los estatutos de autonomía. En marzo de 1938 se aprobó la primera de las Leyes Fundamentales, el Fuero del Trabajo, inspirada en el fascismo italiano.

El bando nacional llevó a cabo una durísima represión (el Terror blanco) con el objetivo de eliminar a los miembros de los partidos y sindicatos del Frente Popular y a personas relevantes del bando republicano aunque no tuvieran significación política (como García Lorca). La represión tuvo un carácter sistemático y planificado contra cualquier sospechoso de simpatizar con las izquierdas y era realizada por militares y falangistas.

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