– PONENCIA.-
INTRODUCCIÓN
La realidad del pecado original, es uno de los temas fundamentales de la Antropología Teológica, encontrando sus importantes fundamentaciones en la Sagrada Escritura, en el desarrollo teológico de la Sagrada Tradición, en el Magisterio y en la vida de la Iglesia. Sin la reflexión del pecado original no solo es el hombre el que no puede ser comprendido en su trágica existencia, sino que resulta incomprensible la misma cruz de Cristo. Duns Escoto, centra la doctrina de la Encarnación en la predestinación de Cristo, a quien corresponde el primado sobre la creación. De ahí que no sea posible decretar la encarnación para reparar el pecado del hombre, sino para dar a lo creado la posibilidad de realizar la gloria suprema de Dios. La Encarnación viene a mostrar al hombre su vocación de ser “imagen de Dios”. Siguiendo a Escoto podemos afirmar: «Si el hombre no hubiese pecado, Cristo se hubiese encarnado, pues Jesucristo viene también a dar respuestas a las interrogantes últimas del hombre». El Concilio Vaticano II afirma: “En Realidad, el misterio del hombre no se aclara de verdad, sino en el misterio del Verbo encarnado”.
Las intervenciones de Dios en la historia, tienden a establecer las relaciones de comunión con Él, rotas por el pecado del hombre. Jesús vino a este mundo para liberar al pueblo del pecado (Mc 1,21). La infidelidad del hombre en sus relaciones con Dios constituye el contexto en el que se inscribe la acción redentora y salvífica de Dios. Por eso el estudio y la profundización del pecado original en esta investigación no representa un interés en sí mismo, sino [es] una exigencia cristológica, en relación con la acción redentora llevada a cabo por Dios mediante el perdón y el sacrificio de Jesucristo.
Justificación del interés del tema
La importancia y actualidad de la doctrina del pecado original
El pecado original ciertamente es una categoría teológica vigente y actual, a pesar de que algunos, han firmado ya su acta de defunción y se ha hablado de “un cristianismo sin pecado original”. Su vigencia es siempre actual y fundamental en la vida de la Iglesia ya que su comprensión condiciona para el bien o para el mal, aspectos tan importantes para la vida del cristiano.
La celebración del sacramento del bautismo y de la reconciliación, dependen en gran medida, del sentido teológico que pueda tener el pecado original. Junto a la celebración de estos sacramentos, están involucrados otros valores fundamentales del cristianismo: la conversión, la responsabilidad, reconocer y aceptar a Cristo como Salvador, etc. Todo esto habla de la necesidad de replantear la comprensión y el sentido del pecado original.
El cardenal Ratzinger, antes de ser elegido como Papa (Benedicto XVI), confesó que, si tuviera tiempo, se dedicaría al estudio del pecado original por razones cristológicas. Cito textualmente su comentario:
Si la Providencia me libera de mis actuales responsabilidades, quisiera dedicarme precisamente a escribir sobre el “pecado original” y su necesidad de descubrir su realidad auténtica. En efecto, si no se comprende que el hombre se halla en un estado de alienación que no es sólo económica y social (una alienación por lo tanto que no puede librase con sus propias fuerzas), no se alcanza a comprender la necesidad de Cristo redentor. Toda la estructura de la fe se encuentra así amenazada. La incapacidad de comprender y de presentar el “pecado original” es ciertamente uno de los problemas más graves de la teología y de la pastoral actual.
Esta afirmación del cardenal Ratzinger es la que motiva a realizar este proyecto de investigación sobre la doctrina del dogma del pecado original.
Necesidad de un nuevo replanteamiento para el mundo de hoy
La reflexión e investigación teológica de este estudio no es solamente una presentación histórica de la teología de San Agustín al Concilio de Trento, sino una nueva manera de profundizar sobre los contenidos del dogma del pecado original a la luz de los nuevos estudios científicos, filosóficos y exegéticos.
Sería ingenuo creer que la teología de San Agustín, la de Santo Tomás de Aquino y del Concilio de Trento, sobre el dogma del pecado original está superada por los nuevos planteamientos teológicos actuales. Pero no basta repetir punto por punto los enunciados que sostienen el dogma, y que sigue siendo en su esencia los mismo del pasado, más bien, hay que intentar decirlos con un lenguaje comprensible a nuestro tiempo, sin pretender de modo alguno cambiar su esencia y así tratar de responder a las nuevas cuestiones que se plantean en nuestro medio contemporáneo donde se han desarrollado en algunos ambientes diálogos entre ciencia y fe.
El estudio del dogma sobre el pecado original ha ido evolucionando a través de los siglos, como reflexión continua sobre el mal moral que aqueja al hombre, manifestándose en perturbaciones vitales, religiosas y sociales. La negación del pecado original, -hoy de moda en un mundo que está desencantándose de los planteamientos racionales que no han llenado el vacío del hombre-, es una fase o una crisis más en la controversia sobre el mal.
El papa Pablo VI, dirigiéndose a los teólogos y exegetas reunidos en 1966 en la Universidad Gregoriana, en el simposio sobre el pecado original, recordaba la necesidad de presentar los datos de la revelación de modo que “satisfaga más ampliamente las exigencias de la fe y de la razón, tal como estas son sentidas y expresadas por los hombres de nuestro tiempo”.
Estado de esta investigación
Indudablemente, la cuestión del pecado original ha sido, el tema dogmático más insistente y discutido en lo que va del siglo. Teilhard de Chardin no duda en calificarlo como el “corazón del problema cristiano”.
La teología de hoy ha sentido el deseo de buscar la solución a la antinomia entre la antropología científica y la tradicional, que sirve de base a la teología del pecado original en su presentación oficial por la Iglesia. Han sido formuladas diversas hipótesis con más o menos aciertos. No es mi intención recorrerlas una a una. Pretendo solamente hacer una presentación de algunos aspectos del dogma del pecado original, iluminados y renovados por los avances científicos, filosóficos y exegéticos y por las diversas hipótesis presentadas en torno al pecado original.
Se pretende hacer una aproximación a la propuesta de tres teólogos contemporáneos que profundizan el contenido de este tema en sus tratados teológicos, se toman como referencia sus investigaciones porque a la forma de ver del que hace este trabajo, ellos hacen extraordinarios aportes a la manera de profundizar el dogma y de dar respuesta al diálogo con las ciencias, con las visiones filosóficas y con el desarrollo exegético actual. Estas investigaciones y teólogos son: “El Poder del Pecado” y “El Hombre en pecado”; desarrollados por Piet Schoonenberg. “El Don de Dios” es un tratado de Antropología Teológica especial de Juan Luis Ruiz de la Peña. “Teología del Pecado Original y de la Gracia” es un tratado de Antropología Teológica especial de Luis F. Ladaria. Contamos, además, con artículos teológicos y catequesis actuales y artículos de renombrados teólogos: “¿Cómo hablar hoy del Pecado Original? es un artículo Teológico que acierta en la experiencia de la fe de Martín Gelabert Ballester. Y en las catequesis del Papa Benedicto XVI encontramos planteamientos nuevos, salidos de interrogantes como esta: ¿Es posible creer hoy en el Pecado Original? esta catequesis la hace pública la página del vaticano y el título es “El Pecado Original en la enseñanza de San Pablo”, en la Audiencia General del tres de diciembre del dos mil ocho.
Metodología de la investigación prevista
El presente trabajo será elaborado fundamentalmente en una investigación, donde se abordarán las nociones fundamentales del tema: “El actual desarrollo de los conocimientos científicos, filosóficos y exegéticos y el necesario desafío de presentar de manera renovada el dogma del pecado original”. Se abordará el estudio del pecado original en cuatro partes complementarias:
-En la Primera parte: Haremos un recorrido histórico sobre el desarrollo de la doctrina del pecado original.
-En la Segunda parte: Conoceremos las investigaciones científicas a partir del evolucionismo, la reflexión del personalismo y la psicología ya que éstos saberes nos iluminan y nos ofrecen una perspectiva crítica y sensible al mundo de hoy en torno al pecado original.
-En la Tercera parte: Veremos los actuales estudios exegéticos de los dos textos fundamentales de la Sagrada Escritura que hablan del pecado original.
-En la Cuarta parte: Aprovecharemos la presentación del pecado original hoy, replanteada por diferentes hipótesis en una aproximación a las propuestas de tres teólogos contemporáneos: Piet Schoonenberg, Juan Luis Ruiz de la Peña y Luis Fernando Ladaria.
Objetivo general
-Hacer una presentación sobre las actuales reflexiones del dogma del pecado original, expresadas con una nueva terminología y adaptadas a la mentalidad del mundo contemporáneo en sus desarrollos científicos, filosóficos y exegéticos.
Objetivos específicos
-Buscar en investigaciones actuales las opiniones, conceptos y definiciones de diferentes autores sobre el tema para así poder realizar un análisis comparativo y establecer conocimientos adecuados, contribuyendo de esta manera al avance de presentación del dogma.
-Presentar con estas nuevas maneras de reflexión sobre el pecado original la contribución de tener ideas claras y precisas de los recursos teológicos sobre las formas de ver el dogma católico sobre el pecado original en la Sagrada Escritura, y su desarrollo a lo largo de unos siglos de la Sagrada Tradición y del Magisterio de la Iglesia.
-Despertar con estos nuevos planteamientos el interés por realizar estudios más rigurosos sobre el contenido desarrollado.
CAPÍTULO I: HISTORIA DE LA DOCTRINA DEL PECADO ORIGINAL
– El primer testimonio que guarda cierta relación con la realidad que San Agustín denominará y sistematizará como «pecado original», lo encontramos en la Carta Primera de San Clemente Romano a los Corintios; este escrito asocia las discordias de la comunidad a la que se dirige, con la injusta e impía envidia que causa la situación de muerte que entro en el mundo.
Controversia pelagiana
– Indudablemente el error más grave de Pelagio, no fue tanto atribuirle al hombre la capacidad de elegir el bien o banalizar el bautismo como remisión de los pecados, sino la herejía cristológica de reducir la redención de Cristo al influjo de su doctrina y de su buen ejemplo, así como Adán nos causa daño por su mal ejemplo: por el ejemplo de “la desobediencia de Adán muchos han pecado, así también por la obediencia de Cristo, muchos han sido justificados”.
– En la polémica de San Agustín contra Pelagio, explicaba la necesidad absoluta de la gracia de Cristo redentor, afirmando que todos nacemos con un pecado. Esta afirmación de San Agustín quería significar “que la situación del hombre al nacer se asemeja al que comete un pecado personal , en cuanto implica la muerte del alma ( privación de la gracia ) y la perversidad de la voluntad ( la concupiscencia dominante ) , como consecuencia del pecado personal de Adán”.
– San Agustín sostiene que no existe contradicción en la idea de la culpa y la libre decisión personal; pues alude a la solidaridad del linaje humano y la situación singular de Adán como representante de la humanidad.
– De aquí, según San Agustín, proviene el orgullo y, por lo tanto la gravedad del pecado de Adán: la caída del primer hombre, en el que la libertad de su propia voluntad alcanzó su grado más alto y no fue impedida por ninguna deficiencia, fue un pecado tan grande que, por su caída, la naturaleza humana cayó en su totalidad.
– La esencia de este pecado, no es la concupiscencia en cuanto tal, sino la culpa unida a la concupiscencia (con la cual se relacionan la soberbia y el egoísmo).
– Sin embargo , San Agustín , a pesar de sus afirmaciones dogmáticas y radicales , establece una distinción entre los elementos esenciales , admitidos por el Magisterio de la Iglesia (el hecho de que todos los hombres nacen en estado de pecado , destinados a morir sin resurrección gloriosa ) y los elementos marginales ( la pena real infligida en la otra vida a los que mueren sólo con el pecado original; la interpretación pesimista de la fuerza de la concupiscencia , el papel atribuido al acto generativo en la transmisión del pecado original).
-Concilio de Cartago (418) La primera reacción de la Iglesia en contra del pelagianismo, se tuvo en este Concilio de Cartago, y se condenaron seis proposiciones de Celestio. Este Concilio insistió en el estado actual del hombre, pues es en este punto donde contradice más directamente la enseñanza del monje Pelagio, o de sus discípulos Celestio, Julián de Eclano y Fausto de Rietz.
-Sínodo de Orange, en realidad, lo que la Iglesia en el sínodo de Orange no podía aceptar del pelagianismo era la conclusión a donde ésta doctrina iba a parar, ella anulaba la afirmación de que todos los hombres están salvados por Cristo.
– “A este estado de decaimiento y deterioro de la libertad este sínodo lo llama pecado original: es una degradación de la condición humana actual y de la libertad humana actual, las cuales no son lo que deberían ser; el albedrío que llamamos libre tiene algo de esclavo”. Este sínodo reafirma la existencia del pecado original como muerte del alma, y una de sus consecuencias es la herida de la libertad.
– La opinión generalizada del católico medieval sobre el tema del pecado original similar a esta: “Adán y Eva se comieron la manzana y a nosotros nos ha venido de allí la muerte, la enfermedad, el trabajo, el dolor y todos los males”.
– Lutero, el iniciador de la nueva visión del pecado original, enseñaba que el hombre es un pecador “sin miedo de Dios, sin fe hacia Dios y con concupiscencia”, concibiendo el pecado de origen como una “corrupción profundamente mala de la naturaleza; es un contagio hereditario espantoso y terrible que corrompe la naturaleza entera”.
– CONCILIO DE TRENTO “Trento interviene en la problemática del pecado original, para defender a la Iglesia Católica de la acusación de pelagianismo con que la atacaban los protestantes, para denunciar las exageraciones reformistas y exponer claramente la recta doctrina sobre la naturaleza del pecado original”.
– Adán perdió para la posteridad la santidad y justicia sobrenatural y la llevo a un estado de muerte y pecado: Si alguno afirma que el pecado de Adán le dañó a él solo y no a su descendencia; que la santidad y justicia que recibió de Dios la perdió para él solo y no también para nosotros; o que , manchado por su pecado de desobediencia , trasmitió al género humano la muerte y las penalidades del cuerpo solamente , pero no el pecado mismo que es la muerte del alma , sea anatema .
– El concilio enseña que la naturaleza humana ha quedado dañada, no corrompida, por el pecado original, de manera que en el hombre permanece la capacidad del libre albedrío y de la libre cooperación con la gracia.
– El Magisterio eclesiástico se pronunció sobre el pecado original en el concilio de Cartago (418), que condenó los errores de Pelagio; en el concilio de Orange (529) , que acabó con la controversia semipelagiana; en el concilio de Trento que, en la quinta sesión (1546), recogió los contenidos anteriores de los concilios y los completó teniendo en cuenta las exigencias de la época.
– La Bula subraya que los dones de Adán se debieron a una elevación gratuita de la naturaleza; que el pecado original no se identifica con la concupiscencia; y que la naturaleza humana, aunque dañada por el pecado original, es buena y capaz de buenas acciones por lo que no todo en el hombre es pecado.
– El desarrollo de las ciencias modernas, la teoría de la evolución y el poligenismo, así como la hermenéutica del libro del Génesis y de los dogmas, han hecho que la doctrina tradicional del pecado original se haya visto negada o reinterpretada por diversos autores o corrientes teológicas.
– En la homilía pronunciada en la misa de la inauguración de los trabajos, Juan XXIII no propuso a la asamblea conciliar la redacción de un catecismo, pero insistió en la necesidad de que la Iglesia, en el Concilio, se proponía sobre todo difundir positivamente la doctrina cristiana en nuestro tiempo, mostrando la validez de su doctrina más que condenando las doctrinas falaces.
– El n.13 de la Gaudium et Spes subraya la importancia de la entrada del pecado en la historia humana y muestra el contraste entre el estado del hombre y de la creación entera antes y después de la culpa original.
– La doctrina del Credo del Pueblo de Dios sobre este tema podría resumirse en los siguientes puntos : Adán fue constituido de hecho en un estado de justicia y de santidad; la culpa original cometida por Adán , hizo que la naturaleza , común a todos los hombres , fuera destituida del don de la gracia del que antes estaba adornada , fuera herida en sus mismas fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte; por tanto , todos los hombres pecaron en Adán , por lo que todo hombre nace en pecado; el pecado original se transmite , juntamente con la naturaleza humana , por propagación , no por imitación , y se halla como propio en cada hombre; Jesucristo nos redimió del pecado original y de todos los pecados personales cometidos por cada uno; Jesucristo instituyó un solo Bautismo para el perdón de los pecados; el Bautismo hay que conferirlo también a los niños , que todavía no han podido cometer por sí mismos ningún pecado.
– Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los Maestros de Teología a los Santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe”.
– Declaración conjunta Católica – luterana sobre la justificación. Con la aprobación del Papa Juan Pablo II, el 31 de octubre de 1999, el cardenal Edward Cassidy y el obispo luterano Christian Krause firmaron La Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación en Augsburgo, Alemania.
– Para comprender la Declaración común , se ha de tener en cuenta que en su mismo texto se advierte que, a pesar del consenso adquirido en materia de justificación , todavía subsisten algunos matices de apreciación que distinguen los planteamientos católicos de los luteranos , y se tiene conciencia de que con esta Declaración no se han resuelto todos los problemas doctrinales que separan a ambas confesiones , pues quedan pendientes asuntos como la relación entre la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia , y en la eclesiología todavía se han de precisar temas como la autoridad en la Iglesia , su unidad , el ministerio y los sacramentos , etc. .
– Según lo dicho, doble es el cometido de la Declaración común: proponer la coincidencia entre los católicos y los luteranos a la hora de formular la doctrina de la justificación, y proclamar que, en virtud de este consenso, las condenaciones recíprocas del siglo XVI ya no tienen vigencia en el presente.
– Ante este doble planteamiento : el consenso en las ideas fundamentales y la superación de los anatemas mutuos , ha tomado postura oficial la Iglesia Católica en un documento elaborado conjuntamente por la Sagrada Congregación para Doctrina de la Fe y por el Pontificio Consejo para fomentar la unidad de los cristianos .
– En dicho documento se ponen claramente de manifiesto las reservas de la Iglesia Católica al consenso, tal y como aparece redactado en la Declaración común, y a poder admitir que ya no se aplicarán, los anatemas de Trento tanto en el decreto sobre el pecado original como sobre la justificación.
– CAPÍTULO II: ACTUALES INVESTIGACIONES Y REFLEXIONES QUE ILUMINAN Y REPLANTEAN EL DOGMA DEL PECADO ORIGINAL
Introducción
El objetivo de este Segundo Capítulo del estudio del pecado original, es profundizar y entrar en un diálogo teológico – científico con las diferentes investigaciones actuales en torno a los descubrimientos de las ciencias en una nueva sensibilidad personalista y los puntos de vista de la psicología del mundo contemporáneo.
– Sin lugar a duda , esto ha permitido un crecimiento real en la presentación de la verdad de la fe cristiana en nuestro tiempo , haciendo la Palabra de Dios más comprensible y actual , sobre todo los temas que entran en el misterio revelado , como es el dogma del Pecado Original , uno de ellos.
– Charles Darwin (1809-1882) La teoría de la evolución de Darwin ha dado cambios profundos en la visión y en la imagen del hombre, tanto en las investigaciones de la biología como en la concepción teológica.
– “El Magisterio de la Iglesia tiene claro en el orden de la revelación y admite no sólo que Dios es el que interviene directamente en la creación del alma espiritual, sino que de alguna forma interviene en la evolución de su cuerpo (ya que el hombre es una unidad corpóreo-espiritual, donde no se puede disociar su alma y su cuerpo)”.
– La afirmación de la Humani Generis de que no se ve cómo se puede conciliar la doctrina del Pecado Original con el poligenismo, más que una medida de freno y de precaución, vino a constituir, un estímulo y un reto a la especulación y a la reflexión teológica, en busca de lograr esta conciliación.
– Se distingue del monofiletismo, que es la teoría admitida por la mayoría de los antropólogos, según la cual, en la base de la humanidad, hay un solo tronco común y este da nacimiento a una pluralidad de parejas primitivas, admitiendo con esto el poligenismo.
– La Humani Generis sólo afirma prudentemente la conexión que existe entre el monogenismo y la doctrina del pecado original: “el pecado original proviene de un pecado verdaderamente cometido por el único Adán, es trasmitido por la generación a todos los hombres y es inmanente y propio de cada uno”, pero no lo llega a proponer como verdad de fe.
– Por eso se tiene la intención de tratar de presentar algunas argumentaciones a favor de la tesis del poligenismo, es decir, que en el estado actual de la teología y de las ciencias naturales, no es posible demostrar con certeza que el poligenismo sea incompatible con la doctrina dogmática del pecado original.
– Esta humanidad originante – el Adán colectivo mencionado en Génesis 1-3 – estaban llamados a entrar en la historia humana y divina, pero en el seno de esa humanidad al despertar la libertad y la conciencia, tuvo lugar el acontecimiento del pecado.
– La hipótesis del evolucionismo poligenista, – admitida la creación directa de cada una de las almas por Dios y su intervención en la evolución del cuerpo–, hace suponer que en un tronco de homínidos, se llega a un momento en la evolución en que los diversos individuos del grupo están prontos a recibir la infusión del alma racional y, con ella, la comunicación de los dones que componen el estado de inocencia.
– No hay duda de que todos los hombres actualmente nacen en pecado y, en el estado presente, la generación natural es el único camino para la transmisión de este pecado, pero el Magisterio de la Iglesia no ha definido que la teoría del acto generativo, sea la causa de la transmisión del pecado original.
– -Pío XII, Humani generis (1950): El Magisterio no prohíbe que, según el estado actual de las disciplinas humanas y de la sagrada teología, se investigue y discuta por los expertos en ambos campos la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano a partir de la materia preexistente ya que la fe católica nos manda mantener que las almas son creadas directamente por Dios.
– Para un acercamiento fundamentalista del Génesis, los primeros hombres de la historia tendrían una talla sobrehumana (naturaleza distinta intrínsecamente a la nuestra) y escatológica (los dones se nos restituirán solo en la plenitud de los tiempos), que hoy el mundo y el hombre reacciona fuertemente dudando de su validez histórica y real.
– Se puede explicar la integridad (ausencia de concupiscencia) del hombre antes de la caída y la presencia de la concupiscencia a partir de la caída, admitiendo – no un cambio en la relación entre el cuerpo y el alma, sino en la relación entre la libertad humana y el mundo: habría, por una parte, un estado de integración en el amor o la posibilidad de conseguirlo, y por otra parte una tendencia no integrada por falta de caridad.
– Pero el dogma no afirma únicamente que el pecado de uno tiene repercusiones negativas en los demás – cosa bastante fácil de comprender – sino que el pecado de Adán convierte a sus descendientes en pecadores: al perder “la santidad y la justicia recibida de Dios”, Adán no sólo la perdió para sí mismo, sino que también para nosotros y manchado con él por el pecado de desobediencia transmitió a todo el género humano el pecado.
PERSONALISMO
– El Personalismo “procede de múltiples fuentes, pero se consolido en la Francia de los años 30 y adquirió posteriormente una importancia notable en toda Europa influyendo en acontecimientos tan relevantes como la Declaración de la ONU sobre los derechos humanos, las Constituciones europeas posteriores a la Segunda Guerra Mundial y se puede encontrar también en las preocupaciones de la Iglesia reflejadas en el Concilio Vaticano II”.
– Frente al individualismo que exalta a un individuo meramente autónomo, el personalismo remarca el deber de la solidaridad del hombre con sus semejantes y con la sociedad; y frente a los colectivismos que supeditan la persona a valores abstractos como la raza o la revolución, remarca el valor absoluto de cada persona concreta e individual.
– Los temas a los que concede especial relevancia son, entre otros, los siguientes: la afectividad, las relaciones interpersonales, la corporalidad, la diferenciación, dentro de una igualdad radical, en varón y mujer, el carácter narrativo de la existencia, el carácter donante, social, ético y solidario de la persona y su apertura intrínseca a la trascendencia.
– Jacques Maritain, al convertirse al cristianismo y, desde ese momento, él en especial se entrega con verdadera vocación de filósofo a la reflexión sobre diversos temas, entre ellos, la persona, la persona humana, recalca, porque acepta que hay otras de carácter divino, y al hacerlo no se queda en el estudio de los datos individuales de su objeto de interés , sino que , siguiendo a sus lejanos maestros antiguos , Santo Tomás de Aquino , y por conducto de él, Aristóteles , redescubre al ser humano , profundiza sobre su carácter social , su esencia de ente político , parte de la colectividad por naturaleza y esencia, no por accidente, como se pensó en el siglo de la ilustración.
– Wojtyla en su libro – “Persona y acción” – muestra como uno más de los intentos de los pensadores cristianos del siglo XX ( Maritain , Stein , Mounier , Guardini , Marías ) de unificar la tradición filosófica clásica, las premisas realistas, con el pensamiento moderno; como un esfuerzo más, brillante y cuajado en este caso , de integrar las dos grandes tradiciones filosóficas, la del ser y la de la conciencia, para alumbrar una antropología positiva y de futuro capaz de dar una respuesta adecuada a los interrogantes del hombre contemporáneo , tanto del cristiano como del no creyente.
– Las dimensiones de la relación interpersonal, el encuentro con el otro y el ser con los demás y para los demás, son algunas de las categorías que, – “bajo el influjo de Martín Buber y Emmanuel Lévinas – confiere a las relaciones interpersonales, la primacía en el hombre”.
– Para Lévinas la relación del otro con el yo se da a través del lenguaje, el cual establece una profunda y estrecha relación entre el lenguaje y la ética, el lenguaje me llama a una relación que va más allá de la pura comunicación de contenidos, el lenguaje es la relación de responsabilidad con el otro, relación ética.
– Hoy la teología y la catequesis se esfuerzan cada vez más por subrayar el carácter personal de la llamada divina y presentan la fe y la vida cristiana como respuesta del hombre a la llamada de Dios. La acción pastoral y la ubicación de la doctrina del pecado original deberá situarse en una presentación personalista , que posibilite la vivencia de la fe y la conciencia de un pecado heredado, pero con la certeza de que Dios está a nuestro lado y nos acompaña a lo largo de nuestra existencia.
PSICOLOGÍA
– “Según Freud, para el psicoanálisis la conciencia de lo bueno, – a nivel personal –, emerge en un proceso conflictivo frente a la atracción hacia el mal, mientras que a nivel interpersonal sucede el mismo conflicto, pero con una carga afectiva especial influyendo en el proceso personal del nacimiento psicológico de la conciencia moral”.
– Esto es una nueva luz a la reflexión teológica, para ver si la exposición de la doctrina del pecado original ha servido de verdad a un planteamiento eficaz de la santificación o ha creado una especie de evasión cómoda, –Cristo ha derrotado y suprimido el mal–, conduciendo al cristiano a una especie de santificación externa y sin compromiso responsable para superar el mal y el pecado en sí mismo.
– Se constata aquí , que una de las principales causas por la que el fiel católico encuentra poco eco en la doctrina del pecado original , se debe muchas veces , a la predicación excesiva de elementos contingentes del pecado original , separados del conjunto de la revelación sobre el pecado y a la redención.
– El humanismo ético de Erich Fromm Fromm, explica la realidad del pecado original, como el descubrimiento o el uso del hombre de su libertad: el primer acto de desobediencia es el comienzo de la historia humana, pues es el comienzo de la libertad.
– Finalmente, admite una cierta solidaridad en el pecado, pero esta solidaridad no la basa en una culpa colectiva o un pecado original, “sino que la fundamenta en el concepto humanista de que todos compartimos la misma naturaleza humana, por lo que nosotros hemos pecado, robado, asesinado, y así sucesivamente, dado que todos participamos en la misma humanidad”.
– Esta consciencia de la realidad del pecado, no implica para nada caer en una mirada negativa y oscura de la persona, simplemente, es un principio de realidad que brota de la revelación y que se corrobora a diario en la experiencia del hombre.
– “Resultado de la opción primigenia contra Dios y su plan (pecado original), pervive en el ser humano esa inclinación a la inautenticidad, a la mentira, a la finalidad ficticia” por tanto una inclinación a la patología psíquica.
– Es el mal uso de la libertad en actos concretos, lo que genera en la persona la ruptura con su estructura óntica más íntima y por tanto, introduce la realidad de pecado personal y de todas las psicopatías consecuencias de la misma.
– En síntesis, se puede decir que “por efecto del pecado original, que hiere la naturaleza humana más genuina, persisten en la experiencia de toda persona la ley de la concupiscencia”, la inclinación a la rebeldía y a la mentira existencial.
– La presentación de la persona de Cristo y la acción de su gracia dan sentido a la creaturalidad del ser humano y responden al drama profundo del pecado en la persona y en su experiencia psíquica.
– Siguiendo la argumentación de Allers, sólo en el camino de aceptación de la necesidad de la gracia y del intento efectivo por cooperar con ella para así responder al plan de Dios desde la propia libertad; es que se da la plena salud psíquica, que no es otra cosa que lo que en términos espirituales se conoce como santidad.
– Situándonos, pues -y para ello tenemos buenas razones- , en el punto de vista según el cual la definitiva superación de la inautenticidad, que caracteriza y define a la neurosis, no se logra sino en la vida verdaderamente santa, obtenemos esta otra conclusión: la salud anímica en sentido estricto no puede alentar más que sobre el terreno de una vida santa, o por lo menos de una vida que tiende a la santidad.
– Papa Benedicto XVI (2006) declaró en una catequesis en Ratisbona – que una parte de los científicos se empeñan en demostrar que Dios es “inútil” para el hombre, afirmando que la teoría de la evolución sin Dios es “irracional”, que el ateísmo moderno nace del miedo a Dios y que el odio y el fanatismo destruyen la imagen de Dios.
– CAPÍTULO III: NUEVOS ESTUDIOS EXEGÉTICOS DE LOS TEXTOS BÍBLICOS QUE FUNDAMENTAN LA DOCTRINA DEL PECADO ORIGINAL
GÉNESIS
– Si tomamos como punto de partida la situación actual, desde la historia desarrollada con una falta de horizonte y el desconcierto de la humanidad puede medirse la enorme profundidad del abismo del misterio de la redención de Cristo: a saber, que es evidente que el primer hombre como exponente de la humanidad originaria categorizó de manera negativa su libertad en sus primeros momentos y abierta a Dios, justamente frente a la oferta del amor y de la gracia.
– Es necesario estar claros de los versículos precedentes, que encierran las premisas indispensables para comprender la narración de la caída, en particular la mención de los dos árboles del jardín [«Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, el árbol de la vida y el árbol del bien y del mal.
– (2, 9)] y la prohibición de comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal [«… pero no comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comieres de él morirás sin remedio.
– En medio del jardín estaban el árbol de la vida, es decir que habría hecho vivir para siempre al que comiera de él y el árbol de la ciencia del bien y del mal, en el sentido de adquirir un conocimiento universal propio de Dios, lo cual es imposible, y por tanto se trata de un símbolo sobre esa ciencia divina inaccesible al hombre y que el hombre habría pretendido usurpar, robar, esa ciencia.
– Estructura del relato bíblico (Gén 3, 1-24 ) El relato sigue una peculiaridad literaria: el orden de la presentación de los personajes (3 , 1-7: serpiente , mujer y hombre) se invierte en el interrogatorio que Dios les hace (3, 8-13 : hombre , mujer y serpiente) ; viene seguidamente otra terna : la sentencia del castigo en la que se vuelve a invertir el orden (3 , 14-19: serpiente , mujer y hombre ) .
– Los intentos de respuesta son variados, pues la causa, el origen o lo que motivó e impulsó al primer hombre a revelarse contra Dios no aparece explícitamente en un solo texto de la sagrada Escritura, sino en muchos y a lo largo de la Historia de la Salvación.
– El sentido de la vida del paraíso no consistiría en el goce de una existencia libre de preocupaciones (pues en Génesis 2, 15 se le impone trabajar y custodiar el “jardín” [«Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase»]), sino en la relación y obediencia a Dios.
– Lo que le interesa al autor, no es el animal “mítico”, sino las palabras de la serpiente y la pregunta ingenua para “informarse” sobre el mandamiento de Dios: La “serpiente” trastoca el mandamiento, de modo que mezcla y confunde permiso y prohibición, y difunde así una ambigüedad en la pareja: ya no saben si Dios está abriendo nuevas posibilidades o si se las está cerrando.
– Escena: el veredicto (3, 14-19) Los castigos pronunciados por Dios a modo de sentencias judiciales alcanzan al hombre y a la mujer en los dos sectores primordiales de su existencia: -La compañía: en la ayuda que proporciona la mujer, y la seguridad que le da el hombre.
ROMANOS
– San pablo, para describir el efecto salvífico de la obra redentora de Dios en el mundo, contrapone la importancia de la obra de Cristo en la cruz a la obra perniciosa de Adán, y presenta a Jesucristo como el nuevo Adán.
– Por eso, para una correcta interpretación exegética y teológica de Rom 5, 12-21, hay que tener presente que la perspectiva fundamental del pecado de Adán y el pecado de la humanidad están dentro del tema de la justificación del pecador por la gracia y en virtud de la fe.
– Texto de la Carta a los Romanos 5, 12-21. v.12. Por un hombre entró el pecado en el mundo y, por el pecado, la muerte; y así la muerte alcanzó a todos los hombres, puesto que todos pecaron.
– v.17En efecto, si por el delito de un hombre reinó la muerte, ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en la vida por uno, por Jesucristo!
– v.12b ) no es exclusivamente la muerte física (aunque no se excluye la posibilidad) , sino que es también la situación de muerte espiritual (ruptura con Dios) – De acuerdo a este análisis , la traducción correcta del versículo 12 sería : “… por un solo hombre (Adán) entró el pecado (la potencia maléfica) en el mundo y por el pecado la muerte (corpóreo–espiritual) y así la muerte (corpóreo–espiritual) alcanzó a todos los hombres porque ( o mediante el hecho que ) todos pecaron (cometieron pecado) ” .
– La afirmación del versículo, expresa, por tanto el dominio universal de la muerte sobre los hombres y su relación con el pecado que entró y reinó en el mundo por la transgresión de Adán.
– Según esta interpretación, la muerte no reinó por la presencia en el mundo de un estado de naturaleza caída o por un pecado hereditario, transmitido de generación en generación; sino que San Pablo ante todo, piensa en una acción constante del pecado en los hombres, puesto que no informa directamente si se puede explicar antropológicamente la influencia del pecado de Adán en toda la humanidad.
CAPÍTULO IV: APROXIMACIÓN A LAS PRINCIPALES FORMAS DE LA TEOLOGÍA ACTUAL SOBRE EL PECADO ORIGINAL
– La búsqueda de una comprensión nueva del pecado original está vinculada a la trasformación de la teología católica realizada a mediados del siglo XX, con el mejor conocimiento de la exégesis bíblico y del mensaje de los Padres de la Iglesia, que interpretan el pecado como rechazo de la gracia.
SHOONENBERG
– Teólogo holandés Piet Schoonenberg, aunque al principio de su quehacer teológico se hace eco de las tesis de Teilhard de Chardin, pronto elabora su propia teoría sobre el pecado original. El pecado original como pecado del mundo. En esta nueva forma de presentar el pecado original , Schoonenberg , distingue siempre una situación , en 1a que e1 hombre nace y es concebido ( pecado original ) y otra en la causa de la situación anterior ( le llama caída original ) Sobre el estado de pecado original , plantea que puede equipararse al ser situado por el pecado de otro hombre .
– Es decir, el estado pecaminoso en que nace y es concebido el hombre, no es un pecado personal, sino un pecado de la humanidad, es el “pecado del mundo”.
– Este pecado del mundo del que habla
san Juan, es el misterio de nuestra solidaridad en el pecado, un pecado que
entra en el mundo y que establece una solidaridad más allá de los
pecados personales.
– En lugar del pecado de Adán ( Gén 3 ) , se basa en todo el pecado de Israel y de la Humanidad; en lugar de la visión paulina del pecado ( Rom 5-7 ) , en la de –pecado del mundo– ( de Juan 1 , 29 ) ; por último , se basa no tanto en San Agustín , sino en la tradición y concepción griega de pecado .
– El estar situado coincide con el hecho de que el pecado original “es inherente y únicamente propio en el hombre, como una determinación negativa”, es una carencia de la vida de gracia y, por lo tanto una incapacidad para cualquier clase de actos buenos, ya que falta este amor de Dios que lleva al hombre a la integración de todas sus facultades.
– Esta explicación excluye la presentación del pecado original como un dato natural y biológico -que le haría perder e1 carácter de pecado- , sino más bien se presenta como una imperfección de la humanidad, es un estado de pecado que se hace presente en el desarrollo de cada hombre, y que necesita no sólo de maduración y desarrollo, sino también de redención.
– Por otro lado, si la caída original no se consuma en un único pecado cualificado, sino en toda una historia de pecado, se concluye que la universalidad del pecado original es siempre una universalidad después de la caída, de modo que, si ésta caída se realiza en una historia, se da con esto la posibilidad de una progresiva universalización del estado de pecado original.
RUIZ DE LA PEÑA
Para Ruiz de la Peña (Libro el Don de Dios) el pecado original; según la sutileza de los teólogos, es la privación o carencia de la justicia original; Según San Pablo, la privación de toda rectitud y de todas las facultades, tanto del cuerpo como del alma. Es como un enfermo cuya enfermedad mortal no es la privación de la salud de un miembro, sino el deterioro de todos los sentidos y facultades.
Tiene claro que hay que tener en cuenta que además de las referencias intrateológicas obvias (Escritura, Tradición, fe eclesial, reflexión sistemática), la antropología teológica ha de mantener una permanente actitud de diálogo y confrontación con los discursos extrateológicos que versan sobre su mismo objeto material, y ello, no sólo como fuente de inspiración, sino también para poder cumplir su objeto de mostrar a sus contemporáneos la perenne significatividad de la Palabra de Dios , para lo cual ha de conocer y saber hablar el lenguaje y las ideas dominantes, incorporándolas en la medida de lo posible y haciendo así más accesible la audición y el acogimiento de la palabra.
-El pecado original Para Ruiz de la Peña, la doctrina del pecado original había dado una copiosa bibliografía en anteriores décadas; se trataba entonces de ajustar la verdad de fe a la cosmovisión surgida de la teoría de la evolución.
– El pecado originado, basándose en la teología de Karl Rahner que describe los elementos que componen la noción dogmática de pecado original: “una situación universal de condenación, que abarca a todos los hombres con anterioridad a su propia decisión personal libre y que, sin embargo, es historia y no constitutivo esencial de la naturaleza”.
– En la sección bíblica el autor señala que, si bien el concepto de gracia no haya una formulación muy explícita en el Antiguo Testamento, la misma realidad queda expresada cuando los libros sagrados insisten en la identidad de Dios como Salvador y en las posibilidades que tiene el hombre de convertirse.
– Con un estilo más bien conciso, el autor describe la historia de la doctrina de la gracia, en dos etapas: la tradición oriental, que concibe la gracia, sobre todo, como divinización; y después un “giro antropológico”) producido a raíz de la polémica entre Pelagio y San Agustín.
– La solución agustiniana, si bien logró mantener intactos los dos polos, acentuó fuertemente la primacía de la gracia; en una etapa posterior, la Reforma protestante llevaría a su extremo esta postura, a costa de la libertad humana.
– También los dones de la inmortalidad y de la integridad (ausencia de concupiscencia) tuvieron relecturas a partir de los años cincuenta , destacando que la muerte antes de la caída —aún de existir la muerte física como hecho natural— no era una ruptura sino una transformación , una pascua sin angustia ni sufrimiento.
– “Dios se nos da dándonos al Hijo: la comunicación de Dios al hombre estriba, en su última radicalidad, en que el hombre viva, pura y simplemente, de la propia vida entregada del Hijo, la gracia es la comunión en la vida de Cristo resucitado”.
– Bajo el título “Las dimensiones de la gracia”, el último capítulo intenta presentar ordenadamente las demás categorías bíblicas y tradicionales, para hablar de los efectos de la gracia: comunión en el ser divino (igual a divinización); asimilación a la forma de ser de Jesús (igual a filiación); dinamización por la caridad; tendencia hacia una consumación escatológica, que informa de esperanza todo el proceso peregrinante.
LUIS F. LADARIA
Para Ladaria, (Libro Teología del Pecado Original y de la Gracia) San Agustín no ha llegado a la formulación de su doctrina sobre el pecado original para afirmar sin más la universalidad del pecado, sino ante todo para defender la universalidad de la redención de Cristo.
– Ladaria, desarrolla el misterio de la gracia, con un orden natural: primero, la gracia en cuanto traslación, del estado de pecado a la vida: en otras palabras, como justificación; después, los resultados o el contenido de esta nueva manera de existir: por una parte, la nueva relación con Dios: la filiación divina; y por otra, el nuevo dinamismo y desarrollo vital que supone este segundo nacimiento.
– Si Cristo aparece como el fin y la meta de la historia humana, y la configuración con Él como contenido último del designio divino para el hombre, resulta claro que la función redentora o reparadora es sólo una dimensión – decisiva, pero no la única – de la Encarnación.
– En cuanto al modo de perpetuarse esta privación en la historia humana, Ladaria considera que lo básico es la afirmación de la solidaridad de la especie humana, mientras que tiene una importancia menor la determinación de la naturaleza del vínculo entre la generación física y el pecado hereditario.
– Trento reafirmará, como Lutero, la primacía de la iniciativa divina en la salvación, pero corregirá la tendencia extrinsecista luterana: defenderá la realidad de una transformación profunda en el interior del hombre, un genuino renacer, en contra de la mera – no imputación – del pecado, o atribución extrínseca de la justicia de Cristo.
– El capítulo sobre la filiación divina se encuentra entre los más claro del libro, y contiene lo que podría considerarse una definición de la esencia de la gracia: “es la participación del hombre, en el Espíritu Santo, en la relación con el Padre, propia de Jesús”.
CONCLUSIÓN GENERAL
Un dogma al ser definido, no sólo está en disposición de una sola época, sino que al hacerse la definición es válido para el futuro: toda verdad de fe definida como dogma no puede ser declarada a futuro como una verdad errónea. Pero, no es menos evidente que la Iglesia, al definir un dogma, se sirve de la mentalidad filosófica y de los medios de expresión de una época determinada. Su declaración está condicionada por circunstancias históricas y con frecuencia incluye razones y argumentos que pierdensu eficacia para las generaciones futuras. Por eso, es necesario distinguir entre – elementos necesarios – “su negación invalidaría el significado de lo definido – y elementos ambientales – “propios de una cultura o época –, cuyo grado de vinculación con la verdad que la Iglesia pretende definir no siempre resulta fácil de discernir en la práctica.
El siglo XX ha demostrado que con el progreso tecnológico, el mal se ha vuelto más poderoso y sus expresiones se han arraigado no sólo en la conducta personal sino en las estructuras sociales. Por eso, hoy la teología intenta expresar la realidad del pecado original, desde el mal y la libertad del hombre.
Dentro de este contexto se ha pretendido reconstruir una antropología teológica del pecado original que se ajuste a nuestra experiencia del mal y a la tradición cristiana.
Sin embargo, este intento ha encontrado obstáculos pues la humanidad va perdiendo el sentido culpable de sus actos pecaminosos. Al respecto Pio XII ha denunciado que el mayor pecado del mundo de hoy consista en el hecho de que los hombres han empezado a perder el sentido del pecado. Una de las causas, es la desorientación creciente que provoca en las personas, el desconocido lenguaje teológico (pena y culpa hereditaria, pecado de los orígenes, etc.). Se da también el rechazo a la penitencia; se pone en duda la libertad humana y la posibilidad de realizar actos culpables libremente queridos, y, hay miedo a reconocer a Dios como Señor y dueño de la historia.
Se nota, por un lado, la pérdida del sentido de pecado entendido como transgresión de una prohibición, por otro lado se incrementa la culpabilidad del hombre a1 rechazar a Dios.
Está apareciendo hoy una nueva dimensión del sentido del pecado: “el reconocimiento de una responsabilidad colectiva frente al destino de toda la humanidad”. Ha desaparecido cierto sentido de pecado, sin embargo, se ha creado en los hombres una conciencia nueva y más auténtica del pecado.
Se está subrayando también un nexo tan estrecho entre mal y libertad que ambos términos se implican mutuamente. Sostener la libertad del hombre es asumir también el origen del mal. Por ello, es falso pretender que e1 mal existe a la manera de una mancha o una sustancia adherida a nuestra naturaleza. No hay ningún ser maléfico, solo existe el mal que la persona ha creado.
De estas premisas, se concluye que aceptar la libertad humana, significa admitir la eventualidad de la culpa y rechazar la gravedad de 1a culpa, significa menospreciar la libertad humana como capacidad real de opción fundamental.
Esto ha dado como resultado e1 redescubrimiento de una dimensión personal del pecado. La revelación bíblica lo expresa como ruptura en las relaciones de alianza con aquel que nos ha amado primero y que es la fuente del amor. De manera que la culpa Original se comprende en una clave personal, en la que debemos sentimos responsables por el rechazo total a Dios y a nuestros semejantes.
Mirar la realidad de la caída en estos términos, significa rechazar una visión fatalista, que lleva al hombre a la resignación o a la angustia existencial, es decir a la desesperación y a la muerte.
El pecado original no es una realidad extra final a1 hombre, sino que es e1 hombre mismo realizando opciones equivocadas, cuya responsabilidad y consecuencias debe poder asumir.
Entender el pecado original en el contexto de la libertad y la responsabilidad, significa que esta realidad no puede definirse de manera simplista en relación con una ley o una prohibición. La reflexión bíblica concibe que e1 pecado de “Adán”, entendido como desobediencia, no se contemple desde una óptica legalista. La desobediencia es ante toda una relación con la Persona que es el autor de la vida y de la norma.
De esto se comprende que el “castigo” o la “culpa” heredada por la primera pareja a todos los descendientes, se debe no tanto a la transgresión de una norma, sino a 1a usurpación y relativización del valor absoluto: reconocer a Dios, como Señor de la vida y reconocerse a sí mismo como creatura en dependencia de Dios.
No podemos apartar completamente el velo que cubre el misterio de nuestra existencia, ni la situación de pecaminosidad en que vive el hombre. Sin embargo, la realidad del pecado original es comprensible si tiene un “objetivo” y un “propósito”. Pero esta comprensión queda siempre rodeada de un desconocimiento todavía mayor. Como sostenía H. V. Balthasar, la caída originaria constituye “uno de los misterios nunca del todo clarificados de la revelación bíblica: la decisión de un individuo contra Dios, y precisamente no de un individuo cualquiera, sino del fundador de la familia humana, ha hecho precipitar a toda la familia humana no en un pecado personal, Sino en un déficit de gracia, con todas las consecuencias por lo que respecta ala constitución de su naturaleza.
Aunque se aclaren algunos de estos aspectos, el pecado original sigue siendo un misterio. Es el aspecto oscuro del misterio de la salvación gratuita de Dios para e1 mundo. Realidad que hizo demostrar a los hombres que, “siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros, dándonos prueba de su amor.
Recordando la motivación primera de este trabajo de investigación, «El actual desarrollo de los conocimientos científicos, filosóficos y exegéticos y el necesario desafío de presentar de manera renovada el dogma del pecado original», en una aproximación a Schoonenberg, Ruiz de la Peña y Ladaria; creo necesario presentar tres desafíos que tiene la investigación teológica actual para enriquecernos con sus trabajos, debiendo responder con coherencia a:
-Las interrogantes de la Filosofía actual: ya que cuando se definió el dogma del pecado original, el contexto histórico de Trento estaba sumergido en una visión cosmocéntrica, con una mentalidad prevalentemente esencialista y objetivista. En cambio, en nuestro siglo, con el evolucionismo se ha desarrollado una visión antropológica, existencialista, dinámica y personalista.
-Las interrogantes de las Ciencias: en la actualidad, los datos de la biología y la paleontología nos imponen la corrección de ciertas interpretaciones antiguas sobre el origen de la humanidad, algunas de las cuales ni siquiera derivan de la Sagrada Escritura, sino de la filosofía y de las ciencias de otros tiempos, que acompañaron sus definiciones. (Podríamos pensar en el platonismo, el aristotelismo que iluminaron con sus afirmaciones los desarrollos intelectuales de la Iglesia primitiva hasta la edad media inclusive y en la que se vio la Iglesia para definir la doctrina del dogma del pecado original).
-Enriquecer las interpretaciones de las doctrinas dogmáticas con la teología actual: la historia de la teología y los progresos exegéticos nos animan a revisar como prioridades, algunos conceptos dogmáticos. Hoy la teología considera el dogma del pecado original en el conjunto del misterio de la redención, se llega a la conclusión que no puede tomarse de forma aislada, ya que tiene íntima relación con el plan salvífico de Dios. El verdadero método teológico nos lleva a relacionar el dogma del pecado original con todo el conjunto de la revelación. Además, los actuales métodos hermenéuticos nos dan muestra que en cuanto más avanzan, más encuentran riquezas de la revelación con significaciones distintas a las enseñadas en siglos anteriores.
La teología de hoy debe preguntarse más por el contenido del mensaje bíblico y de la tradición de la Iglesia que por sus fórmulas de expresión que dieron respuestas a situaciones de otra época y que nos han enriquecido con sus enseñanzas, que deben ser traducidas a los tiempos actuales sin perder la esencia de las mismas verdades de fe que se han definido como dogmas.