La Ilustración y el Neoclasicismo en España


1. La Ilustración y el Neoclasicismo

Tras el Barroco, apareció en el siglo XVIII el movimiento ilustrado (la Ilustración o el “Siglo de las Luces”) y el Neoclasicismo. Este movimiento artístico y literario sigue la inspiración y la estética de los modelos de la antigüedad clásica. Como en el Renacimiento ya se habían empleado los modelos grecolatinos, el nombre neoclasicismo refleja la nueva vuelta a la época clásica. Hay que destacar que en la Ilustración acontecieron grandes cambios sociales e históricos (la caída del Antiguo Régimen) y la aparición de los derechos humanos con la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” aprobados por la Asamblea Nacional Francesa en 1789.

La Ilustración es un movimiento cultural de investigación y crítica que defiende el análisis y la valoración de la razón en todas las ideas (sociales, políticas y religiosas). En Europa es la época de la Revolución Industrial y de los grandes avances científicos; mientras, España queda un poco al margen y los autores reivindican la libertad, el empleo de la razón y la apertura a las nuevas ideas científicas (basadas en la experimentación y la demostración racional). Un rasgo característico de la Ilustración española es su intento de combinar las nuevas ideas con la tradición y la religión católica. El mejor ejemplo de esto es el primer representante de este movimiento, el benedictino Fray Benito Jerónimo Feijoo.

Literatura neoclásica

El afán de los escritores de este siglo es sobre todo el de enseñar, educar y acercar a los lectores los nuevos conocimientos e innovaciones que persiguen el progreso de la sociedad. Esta idea, el progreso, es el lema de la Ilustración en todos sus niveles y los literatos la abrazan y critican la paralización y males de la época. Así, los escritores desempeñan un papel en la evolución política y social del país con unas obras que critican, moralizan y enseñan. Los géneros literarios preferidos para estos fines son:

  • El epistolar (cartas)
  • El ensayo
  • El artículo de prensa
  • La fábula (lejos de su ingenuidad infantil, es un género crítico con los vicios de la época)

Tras el apagón de las ideas barrocas (en Salamanca destaca el escritor Diego de Torres Villarroel, gran admirador y seguidor de Quevedo) el Neoclasicismo impregna las expresiones culturales. Este estilo vuelve al mundo clásico grecolatino, a las reglas mesuradas de las composiciones, a la imitación de la naturaleza y a la ocultación del sentimiento (la razón está por encima de todo). Destacan las escuelas poéticas de Salamanca (Cadalso, Jovellanos y Meléndez Valdés) y la madrileña (Nicolás y Leandro Fernández de Moratín).

Fábulas

El género fabular se desarrolla en este siglo porque es propio para ilustrar y enseñar. Unas fábulas sirven para infundir un conjunto de virtudes morales, otras son utilizadas en las polémicas entre intelectuales.

Félix María Samaniego (1745-1801)

Con Fábulas en verso castellano pasó a la lengua castellana fábulas que había tomado de Esopo, Fedro (escritores de la antigua Grecia) y, sobre todo, Lafontaine (1621-1695) abogado y literato francés del siglo XVII. Las fábulas más polémicas y satíricas se centraron en su antiguo amigo, también fabulista, Tomás de Iriarte. Es conocido por eliminar de sus fábulas el tono ingenuo y entrañable de las antiguas de Esopo, por el contrario las llena de críticas veladas pero implacables contra personajes relevantes, hábitos sociales y actitudes políticas de dudosa integridad. Entre sus principales fábulas destacan: La paloma, Congreso de ratones, La cigarra y la hormiga, El perro y el cocodrilo y La zorra y las uvas. Samaniego es un ejemplo de intelectual comprometido con la sociedad de su tiempo, una muestra es su participación como socio fundador en la primera Sociedad de Amigos del País (la Real Sociedad de Amigos del País Vascongada) en 1765. Como resultado de sus críticas a integrantes del estamento religioso y a otros sectores biempensantes (escandalizados por las poesías eróticas de El jardín de Venus) sufrió la persecución inquisitorial y prisión durante unos meses.

Tomás de Iriarte (1750-1791)

Fue músico y dramaturgo (comedias neoclásicas y sainetes inspirados en personajes de su época: El señorito mimado, Hacer que hacemos, La señorita malcriada) con influencia en los círculos cortesanos e intelectuales de Madrid. Defendió la poesía como uno de los pilares de la sociedad. En Fábulas literarias (1782) se autodenominó como el primer escritor original en lengua castellana de este género, motivo de la ira de Samaniego que había publicado en 1781 sus Fábulas en verso castellano.

El asno y su amo

(Quien escribe para el público, y no escribe bien, no debe fundar su disculpa en el mal gusto del vulgo)

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