La literatura se define como muestra de la exposición de la vida a través de unos personajes y sus trasuntos; supone la visión de un momento concreto.
La Guerra Civil es el hecho extraliterario que más ha marcado nuestras letras, y usamos 1975 como punto de partida de la narrativa española actual, marcada por la pluralidad de las tendencias y la individualidad de los narradores.
A finales de los 60, un grupo de escritores formados en el franquismo comienza a escribir, y lo forman autores como:
- José Mª Vaz de Soto: centrado en el diálogo y la novela policiaca (Las piedras son testigo)
- Manuel Vázquez Montalbán: desarrolla el género negro (Tatuaje)
- Eduardo Mendoza: parodia el género negro (La aventura del tocador de señoras)
Al margen de la generación del 68, hay autores como Francisco Umbral (Mortal y rosa), Miguel Espinosa (Escuela de malandrines) y José Leyva (La primavera de los murciélagos).
En los años 80, continúa la metanovela de experimentación, pero algunos autores se alejan. Destacan la metaficción de Torrente Ballester, Juan y Luis Goytisolo, Julián Ríos, José María Merino o Juan José Millás; a mitad de camino están Enrique Vilamatos o Javier Marías; y recuperando la tradición, Arturo Pérez-Reverte.
En la sociedad contemporánea aparecen novelas de acción como El bandido doblemente armado de Soledad Puértolas, Crónica del desamor de Rosa Montero o El anarquista coronado de adelfas de Manuel Vicent. Destaca la psicología e identidad femeninas exploradas por Esther Tusquets en El mismo mar de todos los veranos.
También aparecen como narradores, anteriormente poetas, como Álvaro Pombo, Julio Llamazares (La lluvia amarilla), Justo Navarro o Félix de Azúa. Las óperas primas de Luis Landero (Juegos de la edad tardía) y Almudena Grandes (Las edades de Lulú) y surgen Eduardo Mendicutti (El palomo cojo) y Antonio Muñoz Molina (Beatus Ille).
El relato conoce un amplio desarrollo en la posguerra con Carmen Laforet, Camilo José Cela, Miguel Delibes, Rosa Chacel e Ignacio Aldecoa. Destacamos a Medardo Fraile con Descubridor de nada y otros cuentos, y Juan José Millás.
En definitiva, la literatura como arte de la palabra y la narrativa como medio se convierten en el cauce expresivo donde el hombre manifiesta sus inquietudes nacidas de la reflexión.
Ideas Principales
- El interlocutor: alguien que nos entiende y nos ayuda a descifrar nuestros mensajes. Sin él, nos sentimos desposeídos y desconectados de nuestra realidad.
- La importancia de la comunicación: comunicar es revelar verdades internas, como tirar de un hilo para descubrir algo importante. La verdad no importa tanto como el acto de comunicar.
- La literatura: refleja nuestra forma de vivir, mezclando realidad y ficción. Es como ensoñar el entorno y manipularlo para crear sensaciones concretas.
- El tiempo: se vive de una manera plural, sin una clara separación entre pasado, presente y futuro. Los recuerdos están vivos y se mezclan con el presente.
- La memoria histórica: refleja los sentimientos de una España en guerra y su despertar hacia la libertad. El miedo fue una herramienta del control del dictador.
Elementos de Cohesión
- Uso de posesivos (principalmente mío): matizan el sentido de la demarcación de un espacio individual propio y libre.
- Perífrasis con “podía” yuxtapuestas: enlazan todo un universo de deseos y posibilidades que se dan en el mundo del sueño o de la ensoñación, que es un plano de la existencia donde se da la plena libertad: podía (encender la luz, levantarme, darme un abrazo, vestirme, pasearme, meterme).
- Elementos relacionados con el lujo de la clase media: refuerzan la idea del elemento exótico para poder escapar de una existencia plana y llegar a una plena (productos gal, negresco, mármol negro, cigarrillo turco).
- Campo semántico del mundo urbanita centrado en la noche (rascacielos, medianoche, luces, marabunta de transeúntes). Crea una atmósfera cosmopolita y reviste la acción de un estado letargo que vuelve a ampliar las posibilidades libres.
- Uso de la primera persona del singular: la historia está contada desde la perspectiva de la protagonista, como si estuviera hablando directamente con el lector. Por ejemplo, cuando dice (ejemplo: «yo» o «me»), nos hace sentir como si estuviéramos en su mente, compartiendo sus pensamientos y emociones. Esto hace que la historia se sienta más personal y confesional, como si la protagonista nos estuviera contando un secreto.
- Uso de conectores temporales: la autora utiliza palabras como (ejemplo: «cuando», «entonces» o «mientras») para saltar entre diferentes momentos en el tiempo. Esto nos ayuda a ver cómo los recuerdos del pasado de la protagonista se entrelazan con su vida presente. Por ejemplo, cuando recuerda algo de su infancia mientras explora una habitación en el presente, nos muestra cómo el pasado puede influir en el presente. Esto nos ayuda a entender cómo nuestra percepción del tiempo y los recuerdos pueden mezclarse y afectar nuestra comprensión de la realidad.
Símbolos
- Espejo: la protagonista, al verse reflejada, se aleja del presente y se traslada al pasado.
- El sombrero negro: el hombre lo deja sobre los folios mientras hace referencia a la literatura de misterio. Bajo él, aumentan los folios al tiempo que avanza la novela.
- La cucaracha: sería el símbolo del cambio, del miedo y del desorden del espacio.
- Cajita dorada: valor de amuleto misterioso que contiene unas pastillas para recordar.
- Cesta de costura y los hilos: taller literario repleto de historias en el que trabaja, recuerdos que se enhebran, desenhebran y enredan a lo largo de la novela.
- Cúnigan y el escondite inglés: Cúnigan (las ansias de libertad) y el escondite inglés (el espacio donde se gesta la literatura, el cual avanza).
- Letra C: elementos que comienzan por C, que es la letra que pinta la protagonista mientras sueña con una playa.