España vive un periodo de fuerte aislamiento internacional tras la Guerra Civil española, punto de partida de la dictadura del general Francisco Franco que durará hasta 1975. La situación cultural es penosa, agravada por la censura, la muerte o el exilio de muchas personalidades culturales contrarias al régimen franquista. España sufre un grave retraso cultural y económico. La literatura española de los años 40 y 50, en la que se van a expresar las inquietudes sociales y existenciales de los autores de la época, va a ser esencialmente realista debido al deseo de reflejar las duras condiciones vividas en la posguerra española.
Narrativa de los años 40
En cuanto a la narrativa de los años 40, podemos distinguir entre los escritores que se fueron al exilio, los cuales escribían sobre temas de nostalgia por España, desarraigo y memoria histórica como Requiem por un campesino español de Ramón J Sender; y aquellos escritores que se quedaron en España, donde surgen tres tendencias narrativas que protagonizarán esta década. De esta manera, la literatura de la posguerra en España se divide en realismo convencional, tremendismo y realismo existencial.
Realismo convencional
El realismo convencional es una tendencia heredera de la novela realista del siglo XIX que busca representar la realidad española desde una perspectiva angustiada, aunque sin utilizar técnicas innovadoras, en la que destacan autores como José María Gironella, con la obra Un hombre e Ignacio Agustí con Mariona Rebull.
Tremendismo
Por su lado el tremendismo se caracteriza por revelar los aspectos más violentos y crueles de la existencia ahondando en lo más sordido y miserable del ser humano con un lenguaje desgarrado y duro, con influencias de la novela picaresca, el esperpento y el naturalismo, que tuvo su inicio con la publicación de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, novela que muestra los aspectos más violentos y crueles de la existencia a través de la vida del protagonista, un campesino extremeño llamado Pascual Duarte que narra sus crímenes y desgracias desde la cárcel, donde se encuentra condenado a muerte por sus crímenes.
Realismo existencial
Por último, el realismo existencial supone un reflejo amargo de la vida cotidiana desde un enfoque de la existencia mostrando los problemas e incertidumbres del ser humano con desencanto y angustia. Sus principales rasgos son el protagonismo individual, el enfoque existencialista, el uso de espacio único o reducidos y la descripción impresionista. En esta tendencia destaca Nada de Carmen Laforet que fue un hito de la novela de posguerra al ganar el primer Premio Nadal en 1944.
Narrativa de los años 50
En cuanto a la narrativa de los años 50 se caracterizó por el deseo de reflejar la sociedad de su tiempo con un afán testimonial y crítico y con la mayor veracidad posible gracias a la incorporación de novedades técnicas inspiradas en el cine y la literatura extranjero, por un lado el verismo y el reflejo de situaciones cotidianas del cine neorrealista italiano, por otro lado, la influencia de la generación perdida de autores de la novela norteamericana como Ernest Hemingway, John Steinbeck, o William Faulkner que se interesaron por los temas sociales con mirada crítica y aportaron nuevas técnicas narrativas como la estructura múltiple y fragmentaria utilizada en Manhattan Transfer de Dos Passos (influencia reflejada en La Colmena de Camilo José Cela).
Tendencias narrativas
En esta década distinguimos dos tendencias narrativas, por un lado la del objetivismo y por otro lado la del realismo crítico. En cuanto a la primera el autor tiene un afán testimonial y se limita a narrar los hechos que observa como si de una cámara de cine se tratara, por ello los personajes se construyen a través de sus palabras y acciones y de ahí la importancia del diálogo y del estilo directo.