La metafísica aristotélica
Aristóteles procedía de Estagira, fue discípulo de Platón. Rechazó la teoría de las Ideas y elaboró una filosofía realista centrada en el estudio de los individuos particulares del mundo sensible. En sus obras había muchos temas distintos. También fue un gran científico, su interés por la biología se manifiesta en la teología que orienta su pensamiento.
Una filosofía realista
Aristóteles creía que las esencias existían de forma independiente. Para él, la verdadera realidad está constituida por los individuos particulares del mundo sensible. Lo que de verdad existe son las cosas que vemos y tocamos, por eso la filosofía aristotélica es realista, es lo que percibimos con los sentidos. Cree que las esencias no son trascendentes sino que son inmanentes, están dentro de las cosas que nos rodean.
Sustancia y accidentes
Para encontrar la verdadera esencia de las cosas es necesario distinguir la sustancia de los accidentes. La sustancia es lo que existe por sí misma. Los accidentes no existen por sí mismos. Son modificaciones o atributos de la sustancia. Por ejemplo, la manzana roja es dulce. La manzana existe por sí misma, en cambio el rojo o el sabor no. El concepto de sustancia forma parte de nuestro pensamiento. En lengua llamamos sustantivos a las palabras que describen aquello que existe por sí mismo.
Las cuatro causas
Para conocer la verdadera realidad, Aristóteles creía que hacía falta explicar sus causas:
- Causa material: Aquello de lo que una sustancia está hecha se denomina materia.
- Causa formal: La forma es la manera concreta en que la materia se estructura y organiza para dar lugar a esa sustancia.
- Causa eficiente: Se trata del agente que ha producido esa sustancia.
- Causa final: Todo cuanto existe está hecho con una finalidad.
Por ejemplo, una copa metálica. La materia es el metal del que está hecha. La forma es la manera en que el metal ha sido modelado. La causa eficiente sería el artesano que lo ha fabricado. La finalidad es servir de recipiente para almacenar líquidos. Para Aristóteles, la esencia coincide con la forma.
Una filosofía teleológica
Aristóteles pensaba que todas las cosas, tanto las naturales como las artificiales, persiguen un propósito. A esta teoría se le llama teleología. Él creía que objetos inanimados y seres vivos actúan persiguiendo una meta. Por ejemplo, cuando levantas una piedra y la sueltas, se cae hacia abajo para cumplir su finalidad y alcanzar su lugar natural. Este propósito es inmanente, porque está en el interior de las cosas y forma parte de su naturaleza.
El problema de los universales
La cuestión del problema de los universales surge cuando reflexionamos sobre lo que tienen en común diversos individuos de un mismo tipo. Los que han estudiado esta cuestión llaman universales a lo que nos referimos cuando hablamos de términos generales como ‘los seres humanos’ o ‘los caballos’. Platón cree que los universales existen de forma independiente en un espacio separado del mundo de los sentidos. Hay filósofos que niegan la existencia independiente de los universales. Para ellos, lo único que existe son los individuos del mundo sensible. El nominalismo es una versión extrema de esta visión. Para los nominalistas, los universales son solo palabras que no tienen existencia propia. Por ejemplo, Ana y Juan son individuos diferentes llamados ‘seres humanos’. Aristóteles pensaba que lo que existe son únicamente los individuos particulares del mundo sensible.
Descartes y la duda metódica
Descartes quería construir un nuevo sistema filosófico, para ello buscaba verdades indudables. Para encontrarlas aplicó un método radical que consistía en poner en duda todo, es decir, la duda metódica cartesiana. La llevó a dudar de lo que percibía por los sentidos, pero los razonamientos no son fiables porque cometemos errores al razonar. Pensaba que no podemos estar seguros de que sea verdadero todo lo que vemos y tocamos, ya que cuando dormimos los sueños parecen reales.
La primera verdad indudable
Descartes deseaba sacar alguna verdad que fuese indudable. Según él, sí que existía. Si yo dudo y pienso, si me planteo preguntas, entonces tengo que existir. Según Descartes, mi existencia como sujeto pensante es la primera verdad, tan cierta que nada me puede hacer dudar de ella.
El papel del sujeto en la filosofía moderna
Desde la Antigua Grecia, se pensaba en la realidad partiendo de las cosas que nos rodean. Platón y Aristóteles se preguntan por lo que las cosas verdaderamente son, es decir, la metafísica. En cambio, Descartes pensaba que si queremos encontrar una realidad indudable, debemos fijarnos en el sujeto que piensa. En la filosofía moderna, el papel del sujeto es fundamental.
Las tres sustancias cartesianas
La primera sustancia es el yo, soy una sustancia pensante, existo por mí mismo. Las cosas materiales son una sustancia extensa, su característica fundamental es ocupar un lugar en el espacio. La diferencia entre las dos es que el pensamiento es inmaterial y no ocupa ningún espacio. También Dios es una sustancia, existe por sí mismo de manera independiente. Es un ser sabio y poderoso, una sustancia infinita.
Una realidad compleja
Existe en nosotros una dimensión psicológica, somos capaces de sentir, pensar y emocionarnos. También somos seres sociales, necesitamos relacionarnos. Además, hay una dimensión personal, somos conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y decisiones.
La dimensión biológica del ser humano
Los seres humanos somos seres vivientes. Desarrollamos las funciones vitales que nos permiten nutrirnos, relacionarnos y reproducirnos. Nuestros cuerpos están constituidos por las mismas moléculas que forman los demás seres vivos. Estamos hechos de células y nuestra información genética está modificada en nuestro ADN. Se pueden diferenciar las diferentes especies vivas. Los seres humanos somos individuos de la especie ‘Homo sapiens’.
La evolución cultural
Para entender cómo hemos llegado a convertirnos en seres humanos, debemos tener en cuenta el proceso de humanización. La cultura hace referencia a la forma de vida característica de una sociedad. Es posible porque somos capaces de usar símbolos para representar la realidad y comunicarnos. El lenguaje es un sistema simbólico. Todo esto forma parte de una cultura, como la religión. Cuando hablamos de cultura nos referimos a todas las realidades que definen cómo es la forma de vida de un grupo social concreto.
El proceso de humanización
La aparición del lenguaje fue lo más importante en la evolución cultural. Parte de unidades que no tienen significado pero que podemos articular sin límite para crear palabras. Disponer de un lenguaje articulado facilita la interacción en la sociedad. Los humanos interpretamos el mundo que nos rodea como realidad. Percibimos todo como entidades reales que existen independientemente de nosotros. Nuestros antepasados también aprendieron muy pronto a desarrollar la técnica: el uso del fuego y la fabricación de herramientas. La capacidad de pensamiento abstracto es otro rasgo importante, ser capaces de representar situaciones.
Las bases biológicas de nuestra conducta
La especie humana es el producto de una evolución biológica y cultural. Los procesos de humanización han hecho de nosotros los seres que somos en la actualidad. Para entender la realidad humana, hay que tener en cuenta las dos dimensiones. Nuestra dimensión biológica está formada por una acumulación de adaptaciones que sirvieron a nuestros antepasados para sobrevivir. Esta herencia forma parte de nuestra naturaleza. Pero nuestra conducta no está determinada por la biología. Los humanos también somos inteligentes, conscientes y libres. La biología es una dimensión de la realidad humana, en la conducta influyen ideas, creencias y valores, por eso para entender cómo actuamos es importante tener en cuenta nuestra dimensión personal, social y cultural.