La muerte de Dios y el nihilismo
Dios: Dios no es simplemente una tesis de unos pensadores o una creencia de ciertos creyentes. Toda la cultura occidental se apoya en la consideración de un “ideal”, de una norma, de algún concepto de “lo bello”, “lo verdadero” y “lo bueno”, de un “ser que verdaderamente es”. Y ese “ser verdadero” es lo que ha dejado de ser, ha muerto. Es la muerte no sólo del Dios cristiano, ni la del Dios personal de las religiones, es la muerte de cualquier “ideal”.
Horizonte: es la meta que guía nuestros pasos, que marca nuestra dirección aunque nunca lo alcanzamos. El horizonte que se ha borrado es Dios que ha muerto. El horizonte, como Dios mismo, es inalcanzable, nunca está presente (es suprasensible), pero actúa como el ideal o meta que guía nuestra vida. La muerte de Dios, la desaparición del horizonte nos condena a vagar en la nada infinita.
Nada infinita: una vez perdido el horizonte, perdidas las normas y los ideales que nos guiaban y animaban a seguir, queda la nada, la ausencia de sentido y de valores. Toda la cultura occidental, basada en el concepto de Dios, es en esencia nihilista: cuando se elimina el mundo suprasensible (Dios) también desaparece el mundo sensible: el resultado es el nihilismo.
Dios ha muerto: El «mundo verdadero», el «mundo suprasensible», es Dios. La metafísica ha definido el mundo suprasensible como «lo verdadero» y «lo bueno», pero a la vez es lo no visible, no tangible, lo que nunca está presente. La historia de la metafísica misma conduce al resultado de que lo suprasensible, precisamente por ser lo no-presente, sencillamente no es. Por tanto, «Dios ha muerto».
La crítica de Nietzsche a la tradición occidental
Naturaleza: es ese fondo originario del que surge todo lo individual y cambiante, todo lo que nace y muere, en definitiva es la vida con su fuerza creadora y destructora.
Conceptos: son palabras que representan a una pluralidad de individuos, son abstracciones que no encontramos nunca en la naturaleza, sino que son invenciones humanas que sirven para unificar una clase de cosas y borrar así las diferencias individuales. Ejemplos de conceptos: hombre, verdad.
Verdad: se refiere a la verdad y la mentira sin sentido moral, es decir con sentido cognoscitivo; la verdad sería captar o percibir la auténtica realidad, pero el engaño o mentira del intelecto es creer que con el lenguaje, con los conceptos, se capta la realidad. Sólo la intuición y la óptica del arte nos muestran la verdadera realidad.
Metáfora: las palabras se usan con un sentido distinto del que propiamente tienen, pero guardan una relación con ese sentido originario y lo descubrimos gracias a la imaginación. Las palabras que nos hacen ver u oír algo son originariamente imágenes y metáforas, pero después de mucho uso se desgastan, se quedan sin fuerza sensible, se convierten en conceptos, en imágenes vacías.
Error: para Nietzsche toda la tradición occidental (el platonismo y el cristianismo) ha sido un camino equivocado, la historia de Occidente es la historia de un error; es necesario dar marcha atrás y renunciar a todo lo que se ha considerado hasta ahora como “santo”, “bueno” o verdadero.
La filosofía de la vida de Nietzsche
Naturaleza: lo natural en el hombre son sus instintos, sus pasiones, el desarrollo de la fuerza, el goce y los placeres. Y todo ello ha sido reprimido y valorado como malo y negativo en la tradición occidental, de ahí que Nietzsche diga que lo que le espanta es ¡la falta de naturaleza…!
Antinaturaleza: como indica el prefijo es lo que va contra la naturaleza, lo que no es natural, como la negación de la vida y de sus instintos; y que sin embargo se ha convertido en lo más importante y valioso, en ley e imperativo gracias a la metafísica platónica, la cultura cristiana y la moral kantiana (la compasión, el ascetismo).
Moral: Nietzsche engloba bajo el término moral a la moral platónica que desprecia el devenir (el torrente vital), la moral cristiana de la compasión y el sufrimiento, y la kantiana del deber por el deber; en definitiva, moral es todo modo de valorar que enajene la acción del individuo en virtud de la racionalidad, de un mandato divino, de la conciencia, etc. A este tipo de moral la denomina moral de esclavos, de los débiles, de la renuncia a sí mismo.
Instintos: es lo natural en el hombre cuando no está contaminado por la cultura racionalista, sería una vida como la del aristócrata antiguo basada en el poder, la fuerza, la salud, el placer, una vida en definitiva satisfecha de vivir, que no necesita de otra presunta vida en el más allá.
Vida: la esencia de la vida es la voluntad de poder, y es bueno para la vida todo lo que la intensifica, todo lo que sirve para aumentarla, para crear más vida, de ahí que un presupuesto de la vida como es la sexualidad, sólo puede ser vista como impura por una moral decadente. La vida es ese fondo originario del que surge todo lo concreto, individual y cambiante. La vida es un perpetuo devenir, de ahí su esencia trágica.
Valor superior: es lo que la moral cristiana considera que debe regir y orientar la vida, las normas que considera valiosas como son el desinterés por uno mismo, el amor al prójimo. Para Nietzsche esta moral va contra los instintos de superación y de conservación de la vida, de ahí que la llame decadente. Del ideal de perfección, dirá Nietzsche que no es más que el deseo de despreciar a los demás, pero disfrazado.
Decadencia: los signos de la decadencia son todos aquellos actos y valores que van contra la vida, que reniegan de la vida, que condenan la vida: debilidad, resignación, amor al prójimo, condena de los placeres corporales…en definitiva renuncia a sí mismo para no ser considerado egoísta. Es la moral platónica, cristiana, kantiana…
Voluntad: la moral platónica-cristiana-kantiana enseña la renuncia a sí mismo, lo que significa renunciar a la plenitud de la vida, al disfrute de la vida, de ahí que se trate de una voluntad de final, un querer la nada, un querer una vida amorfa, un querer otra vida inventada por no poder asumir que esta es devenir y nada más.