La Narrativa Experimental Española de Posguerra (1962-1981)


La tercera etapa de la narrativa de posguerra española, conocida como la etapa experimental, se inicia en 1962 con la publicación de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos y se extiende hasta la muerte de Franco en 1975. Sin embargo, muchas obras publicadas durante los años setenta y principios de los ochenta también se enmarcan dentro de las diversas posibilidades de la experimentación. La publicación de Los santos inocentes (1981) amplía la cronología de esta narrativa.

Los temas de la novela experimental no difieren mucho de los de la novela social, con la que coexiste en parte de los años sesenta. También hay notables coincidencias en la intención de denuncia. Sin embargo, la evidente atención al plano formal nos invita a analizar la particular renovación estilística de cada obra.

Obras y Escritores de la ‘Narrativa Experimental’

1962

Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos (1924-1964). Pedro, un joven investigador madrileño, consigue las cobayas que necesita para su investigación en un barrio de chabolas. Allí se ve envuelto en la muerte de una chica a causa de un aborto clandestino, cuyas consecuencias arruinarán su vida.

Dividida en 66 secuencias y con múltiples narradores, Tiempo de silencio incorpora innumerables innovaciones técnicas. Destacan los diez monólogos interiores, algunas digresiones en apariencia ajenas al argumento, el cambio constante en el estilo (con casos extremos de barroquismo e ironía), la variedad en la forma de los diálogos (a veces prescindiendo de los signos habituales), las descripciones metafórico-paródicas, etc.

1966

Señas de identidad, de Juan Goytisolo (1931). El protagonista, Álvaro Mendiola, busca su identidad personal a través de una crítica reflexión sobre España. La novela combina numerosos ingredientes experimentales. La intensidad técnica culmina en el último capítulo, donde Goytisolo recurre al versículo y mezcla digresiones, párrafos de guías turísticas, frases en otros idiomas, descripciones paisajísticas, etc.

Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes (1920-2010). Carmen vela el cadáver de su marido. Sus recuerdos sirven tanto para repasar la vida pasada (con muchas alusiones al peso de la guerra civil) como para desvelar indirectamente su mentalidad tradicional, que contrasta con la de su marido.

El extenso monólogo está salpicado de flujos incoherentes de conciencia, imprecaciones y reflexiones. Delibes logra deslizar la crítica al inmovilismo del régimen a través de la mente reaccionaria de Carmen, evitando así la censura.

1967

Volverás a Región, de Juan Benet (1927-1993). La novela presenta una acumulación de episodios desordenados y fragmentarios sucedidos en Región, una misteriosa comarca en ruinas que ha sufrido una guerra civil. Región es un espacio simbólico situado en un tiempo indefinido.

Volverás a Región se caracteriza por los extensos monólogos de personajes distintos y difíciles de identificar, enlazados de forma sorprendente, y por los distintos registros del lenguaje, que van del científico al lírico.

1969

San Camilo, 1936, de Camilo José Cela (1916-2002). La novela presenta los recuerdos del Madrid del principio de la guerra civil, con atención a lo sórdido, lo monstruoso y lo violento.

Utiliza el monólogo interior en segunda persona para buscar la reacción del lector, quizá la misma náusea que predomina en la ambientación de la novela.

1972

La saga/fuga de JB, de Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999). J.B. son las iniciales de varios personajes de Castroforte del Baralla, en el presente y en el pasado, incluido el narrador, José Bastida.

Se interpreta como una parodia de la propia novela experimental. Destaca la combinación de elementos imaginativos, legendarios y fantásticos.

1975

La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza (1943). La trama se sitúa en la Barcelona de 1920 y combina una historia de amor con los conflictos sociales de la época.

La estructura de la novela incluye una parte de gran complejidad con un final lineal, propio de la novela policíaca. Se mueve entre la parodia y el homenaje.

Mortal y rosa, de Francisco Umbral (1932-2007). Novela poética de génesis autobiográfica (la pérdida de un hijo) que reflexiona sobre la muerte.

1978

El cuarto de atrás, de Carmen Martín Gaite (1925-2000). Novela metaliteraria en la que la narradora, identificada con la propia autora, reflexiona sobre la literatura a partir de un encuentro inconcreto vivido en una noche.

Tiene el formato de las memorias, mezclando lo que ocurrió con lo que le hubiera gustado que ocurriera.

1981

Los santos inocentes, de Miguel Delibes.

Influencias

Todas estas obras son deudoras de una de las cumbres de la narrativa europea del siglo XX: Ulises (1922) del irlandés James Joyce (1884-1941), traducida al español en los años cuarenta. Esta novela, actualización paródica del mito clásico de la Odisea, supuso una ruptura radical con la narrativa tradicional.

A Joyce hay que sumar los nombres del francés Marcel Proust (1871-1922), autor de la larga introspección de En busca del tiempo perdido, y del norteamericano William Faulkner (1897-1962), creador del condado ficticio de Yoknapatawpha, uno de los autores más imitados en todas la literaturas.

Más inmediata es la influencia del “nouveau roman”, movimiento francés de los años 50 que desprecia la intencionalidad social de la novela y defiende su valor como producto literario autónomo, no moralizador, que necesita un lector activo e inteligente.

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