LA NORMA PANHISPÁNICA
El uso y la norma
¿No hay una manera de hablar que se pueda considerar correcta? Sí la hay, pero no es una sola.
Todos hablamos inevitablemente de acuerdo con el uso o la norma lingüística de la comunidad a
La que pertenecemos. Para empezar, hablamos español porque nacimos en un país
Hispanohablante; si hemos nacido y vivido en Madrid o en México, hablaremos como madrileños o
Como mexicanos; si somos jóvenes, utilizaremos las expresiones propias de esa generación; si
Somos ancianos, usaremos otras expresiones; si no sabemos leer, nos comunicaremos con gente
Parecida a nosotros y hablaremos como ellos, y si somos universitarios tendremos usos lingüísticos
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Carácterísticos de ese grupo. Lo que no podemos hacer, salvo si cambiamos de grupo o deseamos
Imitar a otras personas, es hablar como madrileños cuando somos mexicanos; como jóvenes
Cuando somos ancianos; o como universitarios cuando no hemos ido a la escuela.
Desde el punto de vista referencial, todos los hablantes se comunican eficazmente. Los hablantes
Se autorregulan para establecer una comunicación eficaz. La autorregulación se produce no sólo
Por las necesidades de los hablantes, sino también porque así lo requiere el sistema lingüístico para
Mantener su eficacia y su funcionalidad. Como la lengua es un organismo autorregulado, no
Necesita que agentes externos a ella o a una de sus modalidades vengan a decir a los usuarios
Cómo deben hablar. Por eso no es adecuado decir a un chileno que no use la palabra ampolleta para
Lo que en México se conoce como foco o en otras partes como bombilla. Quien posee otra modalidad
Del español tal vez puede suponer que los chilenos confundirían su ampolleta con el depósito que
Se utiliza para guardar líquidos medicinales, pero no es así: la autorregulación hace que los
Chilenos llamen ampolla a ese recipiente (y ampoa a la vejiga o ampolla que surge cuando se inflama
La piel), lo que mantiene en condiciones funcionales su sistema lingüístico. Tampoco tendría caso
Que los mexicanos dijeran cerilla, como los españoles, al cerillo o fósforo, ya que en México cerilla es
La cera que se encuentra en el oído, lo que en España se conoce como cerumen: cerillo y cerilla son
Absolutamente adecuados en México para diferenciar las dos realidades y, si se pretendiera
Introducir cerilla, se crearía una confusión innecesaria. En México se utilizan las palabras panal,
Abeja y penca para lo que en España se llama, respectivamente, colmena, abeja y panal. Añadamos a
Esto que en algunas regiones de México a la abeja se le llama colmena y pensemos en la confusión
Que tendrían los mexicanos si se les dijera que la penca se le debe llamar panal. No es necesario ni
Conveniente: quienes usan unos u otros términos —signos lingüísticos que han aceptado por
Convencíón— se entienden perfectamente. Y si hubiera confusiones, los hablantes mismos las
Resolverían. Esto explica que en América, donde no se pronuncia la letra z, la homofonía —
Pronunciación igual— de cocer y coser se haya diferenciado mediante resultados del tipo cocinar (la
Comida) y coser (la ropa), o cocer (la comida) y costurar o remendar (la ropa).
El problema de la corrección idiomática no está, pues, en la función referencial de los signos. Sin
Duda, un campesino puede comunicarse con igual o mayor eficacia que un intelectual; sin
Embargo, sucede que por razones sociales otorgamos prestigio a un determinado grupo de
Personas y, por lo mismo, deseamos parecemos a ellas y hablar como ellas. Cervantes escribía
Mesmo y seguramente no se avergonzaba de ello, pues esa forma era aceptada en su época porque
Quienes la usaban tenían prestigio social. En cambio, en la actualidad, si un profesor utilizara esa
Palabra en clase sería criticado, pues, aunque referencialmente es lo mismo mesmo que mismo, la
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Primera forma identifica al que la usa con el grupo de personas que tienen pocos estudios.
No cabe duda de que es muy importante mantener un instrumento común de comunicación en
Un mundo tan extenso como el hispánico con el cual compartimos, además de la lengua, un origen
Común y una misma cultura. Y la época actual favorece la unificación idiomática. Los medios
Masivos de comunicación y la facilidad para el transporte ponen en contacto, día a día, a unos
Países con otros. El incremento de la educación ayuda, asimismo, a la nivelación idiomática. El
Futuro, pues, parece favorecer a la lengua común, pero esto no implica que se tenga que aceptar
Una modalidad determinada como único modelo idiomático. El uso general hispánico —la norma
Panhispánica— no tiene por qué ser idéntico a la norma académica y, de hecho, no lo es. La norma
Panhispánica en cuanto tal sólo puede constituirse con base en la contribución de todos los
Países hispánicos y, dentro de cada país, mediante la colaboración de todos sus grupos sociales.
Unos y otros aportarán sus formas carácterísticas: algunas serán aceptadas y otras no; algunas
Quedarán dentro del uso local, otras llegarán al ámbito nacional y otras más pasarán al fondo
Común hispánico. Para que todos aceptemos y consideremos como propia la norma
Panhispánica, ésta debe reflejar el uso de todos los hispanohablantes: debe ser una norma que
Represente el uso general y no el de una minoría.
En los últimos años, la Real Academia Española y las veintiuna Academias de América y
Filipinas que con ella integran la Asociación de Academias de la Lengua
Española vienen Desarrollando una política lingüística que implica la colaboración de todas ellas, en pie de Igualdad y como ejercicio de una responsabilidad común, en las obras que sustentan y deben Expresar la unidad de nuestro idioma en su rica variedad: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía.
Española vienen Desarrollando una política lingüística que implica la colaboración de todas ellas, en pie de Igualdad y como ejercicio de una responsabilidad común, en las obras que sustentan y deben Expresar la unidad de nuestro idioma en su rica variedad: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía.
Este decidido compromiso académico de avanzar en una acción conjunta trasciende el ámbito
Lingüístico para constituirse en un refuerzo de lo que es la más sólida base de uníón de los
Pueblos hispánicos en la Comunidad Iberoamericana de Naciones: el idioma. Las facilidades de
Comunicación ofrecidas por las nuevas tecnologías han favorecido el trabajo concertado de las
Academias, que, de este modo, han forjado una poderosa y activa red de colaboración que, más
Allá de cualquier retórica fácil, materializa una política de alcance internacional.
Unidad en la diversidad
Una tradición secular, oficialmente reconocida, confía a las Academias la responsabilidad de
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Fijar la norma que regula el uso correcto del idioma. Las Academias desempeñan ese trabajo
Desde la conciencia de que la norma del español no tiene un eje único, el de su realización
española, sino que su carácter es policéntrico. Se consideran, pues, plenamente legítimos los
Diferentes usos de las regiones lingüísticas, con la única condición de que estén generalizados
Entre los hablantes cultos de su área y no supongan una ruptura del sistema en su conjunto, esto
Es, que ponga en peligro su unidad.
En una tarea de intercambio permanente, las veintidós Academias de la Lengua Española
Articulan un consenso que fija la norma común para todos los hispanohablantes en cuestiones
De léxico, de gramática o de ortografía, armonizando la unidad del idioma con la fecunda
Diversidad en que se realiza.
Desde esa perspectiva, se han elaborado y publicado en los últimos años, mediante la
Cooperación y el consenso entre las diversas academias del castellano (Real Academia Española,
Asociación de Academias de la Lengua Española), las siguientes obras: Diccionario panhispánico de
Dudas [2005], Nueva gramática de la lengua española (Morfología, sintaxis) [2009], Nueva gramática de la
Lengua española (Fonética y fonología) [2011], Ortografía de lengua española [2010].