La novela después de la Guerra Civil


NOVELA ESPAÑOLA DE 1939 A 1974. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES

NOVELA DEL EXILIO

Los autores que abandonaron
España al terminar la Guerra Civil continuaron escribiendo en otros países.
Cada uno de ellos evoluciónó de manera personal.
Todos hablaron de la experiencia de la guerra y la nostalgia de la patria.
Por ejemplo, Francisco Ayala, con «Muertes de perro», Max Aub, con «El laberinto mágico«., o Ramón J. Sender, con «maestra Réquiem por un campesino español.»

NOVELA DE POSGUERRA (40-50)


La pobreza literaria de los años de posguerra es enorme en el caso de la novela.
Hay una ruptura con las corrientes narrativas anteriores a la Guerra y en general se volverá a un mediocre Realismo, y ciertas novelas recrean ambientes sórdidos y violentos con expresiones abruptas:

Tremendismo

En estos años coexisten varias tendencias narrativas: por un lado, tenemos la Novela Nacionalista, que plasmó la visión ideológica de los falangistas.
Por otro lado, existe el Realismo Tradicional, donde el tema fundamental era la vida de la burguésía, sus valores y sus comportamientos.
También se desarrolla la Novela Existencial, que es la tendencia más importante de la novela de la inmediata posguerra.
Sus autores son jóvenes escritores que intentan hacer algo distinto a lo que hacen los demás en un panorama literario desolador.
Los temas de esta tendencia son la incertidumbre de los destinos humanos y la dificultad de comunicación.
Los personajes son seres marginados, oprimidos, colocados en situaciones límite que les llevan a la violencia o al aislamiento.
Predomina el narrador en 1ª persona, lo que posibilita el uso del monólogo.
Respecto al estilo, se utiliza un lenguaje duro y a veces se refleja el habla coloquial.

Una de las novelas más importantes de esta tendencia son La familia de Pascual Duarte (1942), de Cela, y Nada (1954), de Carmen Laforet, cuyos temas principales son la soledad y la marginación.
De tristezas y de frustración también hablaba Miguel Delibes en, «La sombra del ciprés es alargada» (1948).

Realismo SOCIAL (50-60)


A partir de los años cincuenta, la novela reflejará la sociedad española de ese momento con su falta de libertad, su desigualdad social y su miseria.
La estética dominante es realista.
Los novelistas abandonan el pesimismo de las novelas existenciales y describen la realidad no oficial de una sociedad que evoluciona lentamente.
El origen de esta tendencia lo marca la publicación de «La Colmena», de Cela (1951).

En novela social hay dos corrientes

1El objetivismo:


El escritor se limita a presentar la realidad sin emitir juicios de valor.
Describe la realidad tal cual es al lector.
La influencia del cine es clara, ya que el escritor se comporta como una cámara cinematográfica.
Títulos de esta tendencia son «Los bravos», de Fernández Santos, y «El Jarama», de Rafael Sánchez Ferlosio.

2Realismo crítico:


El escritor no solo aspira a presentar la realidad, sino a explicarla y a denunciar las injusticias que marginan a determinados grupos sociales:

obreros, campesinos, gentes de suburbios
Esta actitud de denuncia les lleva a simplificar el estilo y la técnica narrativa.

Títulos


«Central eléctrica», de Jesús López Pacheco, y «La mina«, de López Salinas.
 

Los temas predominantes de la novela social son la soledad del ser humano en la sociedad y las repercusiones de la Guerra Civil.
Narrador en persona, un narrador testigo que no opina ni juzga.
La trama suele desarrollarse en lugares únicos y concretos y ocurre en breves periodos de tiempo y en general la narración se desarrolla en presente.
Predomina el diálogo para ofrecer directamente la conducta de los personajes y así se evita la aparición del narrador. 

El año 1954 se considera el año inaugural de la llamada “Generación de medio siglo “, pues se dan a conocer autores como Aldecoa, Ana Mª Matute o Juan Goytisolo entre otros.

NOVELA EXPERIMENTAL (60-70)


A finales de los cincuenta la fórmula del realismo social se empieza a desgastar.
Se abandona el enfoque social y se vuelve a la imaginación y la introspección en la conciencia de los narradores.

«Tiempo de silencio«, de Luis Martín Santos es la novela que inicia este cambio en el año 1962.
Se dará paso a una novela más preocupada por el lenguaje y la estructura que por el planteamiento de conflictos colectivos.
Se escribirán obras complejas, de difícil interpretación que precisarán de la participación activa del lector.

En la novela experimental, la trama narrativa pierde importancia, los personajes son en muchas ocasiones seres amorfos, borrosos e inconcretos, sin perfiles físicos nítidos.
En cuanto al tiempo, se evita el relato cronológico lineal.
La temporalidad se fragmenta al mezclar los saltos atrás en el tiempo con anticipaciones, convirtiendo el relato en un laberinto o rompecabezas que el lector debe esforzarse en recomponer.
Al no haber una progresión lineal de la acción, suele perderse el esquema de exposición, nudo y desenlace.
Se eliminan los capítulos y se sustituyen por un espacio en blanco.
Las novelas suelen tener una estructura abierta y deja al lector la posible conclusión del argumento. Títulos de la novela experimental son «Cinco horas con Mario«, de Delibes;
«Volverás a Regíón«, de Juan Benet;

«La saga/fuga de J.B».
De Torrente Ballester;
«San Camilo 1936«, de Cela;
«Señas de identidad«, de Juan Goytisolo.


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