En el homenaje para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora, se reúnen una serie de poetas que conformaron la llamada Generación del 27.
García Lorca, Emilio Prados, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre.
La vinculación entre los distintos miembros de este grupo poético es bastante estrecha. Esta afinidad viene dada por diversas circunstancias: su parecida procedencia social, la profunda vocación literaria, la habitual colaboración en revistas poéticas, la convivencia de varios de ellos en la Residencia de Estudiantes , etc.
– Hasta 1925: En este período desarrollan una poesía pura, con influencias de autores como Bécquer, Góngora o Juan Ramón Jiménez, así como de las primeras vanguardias. Se trata de una poesía un tanto deshumanizada, en la que no reflejan circunstancias o problemas personales, sino que se centran en la búsqueda de la belleza absoluta.
– Última mitad de los años 20: Todos ellos han publicado importantes libros, han participado en actos colectivos y se han consolidado como la generación de los poetas jóvenes. En esta segunda etapa, se exploran las novedades vanguardistas y se tiende a la pureza expresiva, conviviendo el verso libre con las estrofas clásicas.
– Años 30: Durante la República, la poesía de estos autores se vuelve más humana.
Las principales carácterísticas de la Generación del 27 se pueden resumir en las siguientes
-En muchas de sus obras se aprecia la influencia de autores como Garcilaso, Bécquer, Fray Luis de León, etc.
– Suponen una síntesis entre tradición y renovación o vanguardia. De las vanguardias artísticas toman lo novedoso, lo original y provocador, el juego de ingenio. Aspectos futuristas se observan en poemas dedicados al fútbol o al ciclismo, o en la presencia de coches, aviones, máquinas de escribir, etc., en versos y prosas.
Algunos de los autores más importantes y sus obras son:
Alberti:
con su obra
Marinero en tierra (1924)
Vicente Aleixandre:
Su obra se divide en tres etapas: poesía anterior a la Guerra Civil (Espadas como labios), poesía de las primeras décadas de posguerra (Sombra del paraíso) y la poesía de senectud (Poemas de la consumación). Fue miembro de la R.A.E. Y obtuvo en 1977 el Premio Nobel de Literatura.
Luis Cernuda:
Reuníó sus diversos libros bajo el título de La realidad y el deseo. Murió en el exilio.
Gerardo Diego: Durante la Guerra Civil tomó partido por el bando nacional y permanecíó en España al finalizar la misma. Su principal obra posiblemente sea Manual de espumas.
Jorge Guillén:
Es, posiblemente, el máximo representante de la poesía pura, recogida en sus obras Cántico y Clamor.
Federico García Lorca:
Con obras poéticas como Romancero gitano (1928) y Poeta en Nueva York (1940).
Pedro Salinas:
Considerado el poeta del amor por excelencia, escribíó la trilogía formada por La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939).
Novela del exilio: los autores abandonan España al acabar la guerra civil aunque siguen escribiendo desde sus países de acogida. En general todos hablan de la experiencia de la guerra y la nostalgia de la patria. Encontramos autores como Francisco Ayala con Muertes de perro o Ramón J. Sender con Réquiem por un campesino español.
NOVELA DE POSGUERRA (40-50):
La pobreza literaria de los años de posguerra es enorme en la novela y se vuelve a un mediocre Realismo. Tenemos la novela nacionalista, el Realismo tradicional y la novela existencial. Sus autores son jóvenes escritores que intentan hacer algo distinto en un panorama literario desolador. Los temas de esta tendencia son la incertidumbre de los destinos humanos y la dificultad de comunicación. Predomina el narrador en primera persona, con abundancia de monólogos. Respecto al estilo, se utiliza un lenguaje duro y a veces se refleja el habla coloquial.
Algunas de las novelas más importantes de esta tendencia son La familia de Pascual Duarte (1942), de Cela, y Nada (1954), de Carmen Laforet, cuyos temas principales son la soledad y la marginación.
Realismo SOCIAL (50-60):
A partir de los años cincuenta, la novela reflejó la sociedad española de la época. La estética dominante en estas novelas es la realista. El origen de esta tendencia lo marca la publicación de La Colmena, de Cela (1951).
En la novela social hay dos corrientes: el objetivismo y el Realismo crítico.
A) El objetivismo:
El escritor se limita a presentar la realidad sin emitir juicios. Describe la realidad tal cual es.Algunas de las obras más importantes son Los bravos, de Fernández Santos y El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.
B) Realismo crítico:
El escritor no solo aspira a presentar la realidad, sino a explicarla y a denunciar las injusticias de la época. Esta actitud de denuncia les lleva a simplificar el estilo y la técnica narrativa. Títulos significativos: Central eléctrica, de Jesús López Pacheco y La mina, de López Salinas. Lostemaspredominantesdelanovelasocialsonlasoledaddelserhumanoenlasociedad y las repercusiones de la Guerra Civil. Se utiliza un narrador en tercera persona y un narrador testigo. La trama suele desarrollarse en lugares únicos y concretos ocurriendo en breves periodos de tiempo. Predomina el diálogo para evitar la aparición del narrador.
El año 1954 se considera el año inaugural de la llamada “Generación de medio siglo” con autores como Aldecoa, Ana Mª Matute o Juan Goytisolo.
NOVELA EXPERIMENTAL (60-70):
A finales de los cincuenta la fórmula del Realismo social se empieza a desgastar. Se abandona el enfoque social y la introspección en los narradores.
Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos es la novela que inicia este cambio. Se dará paso a una novela más preocupada por el lenguaje y se escribirán obras más complejas, de difícil interpretación para el lector.
En la novela experimental, la trama narrativa pierde importancia, los personajes son seres amorfos, borrosos e inconcretos, se evita el relato cronológico lineal. Se fragmenta la temporalidad al mezclar saltos atrás en el tiempo con anticipaciones. Al no haber una progresión lineal suele perderse el esquema de exposición, nudo y desenlace. Se eliminan los capítulos y se sustituyen por espacios en blanco. Las novelas suelen tener una estructura abierta y deja al lector la posible conclusión del argumento. Los títulos más significativos de la novela experimental son Cinco horas con Mario de Delibes, La saga/fuga de J.B. De Torrente Ballester o Señas de identidad de Juan Goytisolo.
Década de los años 40: Podemos dividir la poesía de esta época en tres grandes grupos:
Poetas en el exilio: Está siempre presente la añoranza, la tristeza por el país abandonado, con temas como la guerra, la destrucción, la miseria.
Poesía arraigada. Se trata de una poesía poco comprometida socialmente. Sus temas son suaves, como la familia, el paisaje o el amor y pretenden una vuelta al clasicismo y a las reglas puras de la métrica española. Sus principales representantes fueron Leopoldo Panero, Luis Rosales o Luis García Nieto.
Poesía desarraigada. A diferencia de los poetas anteriores el mundo es un lugar de caos y angustia. En cuanto a la forma, predomina el verso libre. Destacan autores como José Hierro y Dámaso Alonso. Publican sus obras, principalmente, en la revista Espadaña en la que lo importante es el contenido y no la forma.
Década de los años 50: En este período se abandona el pesimismo. Es una poesía social, dirigida a la inmensa mayoría. El lenguaje se hace sencillo para poder ser entendido por todos. Los temas son las preocupaciones de la gente de la calle. Emplean con frecuencia el verso libre y el versículo. Sus temas principales fueron las duras condiciones de vida, las dificultades económicas, la falta de trabajo, la preocupación por España y las consecuencias de la Guerra Civil. Destacan autores como Blas de Otero con Pido la paz y la palabra, Gabriel Celaya con su obra Cantos íberos, y José Hierro con Alegría.
Década de los años 60: Este periodo supone una continuación lógica y evolucionada de la poesía iniciada por sus antecesores. Los poetas tratan de desplazar su poesía desde lo colectivo a lo personal. Los temas más comunes son: el amor, el paso del tiempo y la adolescencia.
Destacan autores como Jaime Gil de Biedma (Compañeros de viaje), José Manuel Caballero Bonald (Las adivinaciones) o Ángel González (Tratado de urbanismo).
Poesía posterior a los años 70: Se trata de un período de renovación en todos los sentidos, con apertura cultural, experimentación con el idioma, etc. Aparecen nuevos temas como la muerte, el tiempo o el amor, en los que aparecen aspectos como la homosexualidad o el erotismo.
En 1980 surge la llamada poesía de la experiencia, una poesía más realista, escrita en tono coloquial y que trata historias cotidianas en escenarios urbanos. Sus principales autores son Luis García Montero, y Felipe Benítez Reyes.
También hay que destacar, en los últimos veinte años, la presencia de una poesía llamada esencialista, con contenidos filosóficos, en los que se busca la condensación expresiva y se tiende a la brevedad y a la concisión. Sus principales autores son José Luis Jover y Amparo Amorós. Por último, hay que destacar la poesía escrita por mujeres y el neoerotismo. Se trata de una poesía muy expresiva e intelectual, con abundancia de antologías cuyos títulos aluden a la poesía hecha por mujeres: Ellas tienen la palabra, Las diosas blancas… Destacan autoras como Ana Rosetti o Blanca Andréu.
En el primer tercio de Siglo, los empresarios teatrales tienen en cuenta los gustos de un público mayoritariamente burgués, por lo que el teatro que triunfa en las salas no presenta una gran crítica social a la burguésía. Este teatro será reacio a las nuevas tendencias.
Destaca el teatro de éxito, de Jacinto Benavente, con una producción inmensa, como Señora ama y La malquerida. Su obra menos convencional y por ello la más representada fue Los intereses creados, donde utiliza el ambiente y los personajes de la commedia dell’arte italiana para presentar una cínica visión de los ideales burgueses.
El teatro modernista contaba con el aplauso del público. Destacaron las obras de Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Machado.
La tercera corriente fue el teatro cómico. Los hermanos Álvarez Quintero llevan a escena una Andalucía tópica, con un humor blanco; Carlos Arniches realiza piezas cortas con personajes típicos donde utiliza un recurso expresivo castizo, de gran fuerza humorística. En 1910 se comienza a cultivar la tragicomedia grotesca. Destacan obras como La señorita de Trevélez o La venganza de don Mendo, de Pedro Muñoz Seca.
El teatro renovador pretende romper con el drama burgués realista de finales del XIX. En España este teatro no tuvo la aceptación del público. Los noventayochistas pretendieron renovar el teatro. Así, Unamuno trata en sus obras temas existenciales. Azorín utiliza elementos irreales y simbólicos, etc.
El verdadero innovador del teatro fue Valle-Inclán. Presentando una producción compleja donde destaca la trilogía de las Comedias bárbaras. Con Divinas palabras da un paso hacia el esperpento, utilizando una estética deformadora para evidenciar la degradación social del país, con personajes grotescos. Se abrirá en 1920 con Luces de bohemia, viaje dantesco por las calles madrileñas de Max Estrella.
Los autores de la generación del 27 también intentaron llevar su renovación lírica a las tablas. La dedicación de Alberti y Salinas así lo atestiguan. Trayectoria similar fue la de Alejandro Casona, quien mezcla acertadamente los elementos líricos y simbólicos para crear un teatro con bastante aceptación, como en La dama del alba.
Pero el autor más influyente fue García Lorca, cuya trayectoria fue cortada por su trágica muerte. En sus obras trata la frustración, el deseo de libertad y el poder represivo de la sociedad. Destacan obras como Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. Su teatro vanguardista nunca llegó a subir a las tablas en su época, llamando “comedias imposibles” a El público y Así que pasen cinco años, de influencia surrealista.
El culmen de su teatro llegaría con las tragedias de ambientación rural, con títulos como Bodas de sangre y Yerma. La casa de Bernarda Alba sería su mejor obra. Todos los elementos dramáticos, desde los nombres a los símbolos poéticos, así como la escenografía y el vestuario estuvieron perfectamente integrados.
En la época posterior a la Guerra Civil, el teatro fue uno de los espectáculos más solicitados por el público. Dentro de este teatro, se pueden distinguir diferentes etapas:
Durante los años 40 y parte de los 50 se abre la búsqueda de nuevos caminos, como es el teatro existencial.
Mediada la década de los años 50, comienza un teatro realista y social, que trata de llevar a cabo la denuncia de las condiciones sociales.
Durante los años 60 y 70, se llevan a cabo diversos intentos de un teatro experimental, sin perder su carga crítica.
Teatro de posguerra:
Durante el teatro de posguerra, destacan fundamentalmente dos líneas de teatro:
Teatro de alta comedia: Este teatro busca el entretenimiento, dirigido a un público que busca en el teatro la evasión. Son obras poco críticas con temas como la infidelidad, la rebeldía de los hijos, etc. Destacan autores como José Mª Pemán o Luca de Tena.
Teatro de humor. Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura son los principales representantes de este tipo de teatro. Jardiel Poncela basa sus obras en el enredo, en el conflicto de las situaciones, combinando el humor y lo absurdo. Destacan obras como Eloísa está debajo de un almendro.
Miguel Mihura muestra una cierta preocupación existencial y una intención crítica buscando no solo entretener, sino también reflexionar. Su principal obra es Tres sombreros de copa.
Teatro crítico:
Entre los años 50 y 60, surge un nuevo teatro crítico que busca un compromiso ético-social con la sociedad y la realidad. Se trata del teatro llamado de “Realismo social”. Su inicio se produce con la obra de Buero Vallejo, Historia de una escalera.
Otros autores que siguieron este tipo de teatro crítico fueron Lauro Olmo, Martín Recuerda o Alfonso Sastre, con Escuadra hacia la muerte.
La temática de estos autores es la denuncia frente a las injusticias sociales. En resumen, tratan de crear un teatro comprometido con los problemas de la España en que vivían.
Teatro de los años 60:
En esta época, el teatro continuará con la línea de protesta y denuncia de la injusticia social y descontento político. José María Recuerda estrena Las salvajes en el Puente San Gil.
Lauro Olmo con La Camisa.
Fernando Arrabal, con El arquitecto y el emperador de Asiria, crearon un teatro de carácter provocador y rebelde recogiendo elementos del Vanguardismo y del teatro absurdo.
Como alternativa al teatro comercial surgen grupos del llamado “teatro independiente”. Suelen hacer un teatro crítico y comprometido con la realidad. Se recurre a la farsa, a lo grotesco, a deformaciones esperpénticas y se da entrada a lo alucinante. Lo más destacado es que junto a enfoques críticos se preocupan por los aspectos lúdicos del espectáculo.
Teatro desde 1975 hasta fin de siglo:
Tras una etapa en la que, se intenta llevar a escena todo aquello que había sido prohibido anteriormente, se asentará un teatro caracterizado por autores consagrados.
Destacan autores como Antonio Gala, con Anillos para una dama.
José Luis Alonso de Santos, con La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro y José Luis Sanchis Sinisterra, con
!Ay, Carmela!
En los últimos años predomina el teatro comercial, el teatro de humor, el teatro musical, etc.