La novela en el exilio
El tema de España, ya sea mediante el recuerdo, la interpretación de la guerra o la recreación de la España del primer tercio de Siglo XX, acapara una buena parte de las novelas escritas en el exilio. Destacan los escritores Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español), Max Aub (El laberinto mágico), Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle) y Francisco Ayala (La cabeza del cordero, Muertes de perro).
La novela de los años 40
La censura, el exilio y la novela propagandística aventuraban un futuro oscuro para la novela española de los años 40. Sin embargo, en la inmediata posguerra surge con fuerza la novela existencial. Los autores apuestan por un enfoque realista que refleje la situación de incertidumbre, desesperanza y amargura de la vida cotidiana. Protagonizadas por personajes marginales, desarraigados, desorientados o angustiados, estas novelas versan sobre la soledad, la frustración, la inadaptación, la falta de esperanza y la muerte. Para evitar la censura, el malestar social se traslada a la esfera existencial.
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, inaugura en España el llamado tremendismo, tendencia que recrea los aspectos más duros y sórdidos de la existencia humana. Pascual Duarte, condenado a muerte, trata de explicar sus críMenes como consecuencia de la herencia genética y del medio social.
Nada, de Carmen Laforet, está protagonizada por Andrea, una joven llena de ilusiones que se traslada a Barcelona a vivir con unos familiares. Sus sueños pronto se desvanecen en el ambiente asfixiante, vacío y mezquino que la rodea. También por estas fechas inician sus trayectorias otros dos narradores que, junto con Camilo José Cela, son considerados los grandes maestros de la narrativa española de posguerra: Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes.
La novela de los años 50
En los años 50 los narradores manifiestan su disconformidad ante la sociedad española del momento, denunciando en sus obras la situación de injusticia y penuria de la realidad social y política de la época y expresando su anhelo de cambios sociales. La angustia social da paso a las inquietudes sociales: los escritores se solidarizan con los humildes y los oprimidos. Surge, así, la novela social.
Temas: La dura vida del campo, el mundo del trabajo, la vida de los suburbios, etc.
Enfoques
Objetivismo: la mirada del novelista registra la conducta de los personajes sin comentarios ni interpretaciones («desaparición del autor>>).
Realismo crítico: el autor o la autora refleja la realidad, haciendo hincapié
en las miserias e injusticias con intención de denuncia.
Personajes: Protagonismo colectivo (una ciudad, un grupo social, personaje-clase).
Técnica y estilo: Estructura lineal; reducción espacial y temporal; predominio del diálogo, que
incorpora rasgos del habla coloquial.
Lenguaje: Estilo vivo, sencillo y directo.
Obras destacadas
La colmena, de Camilo José Cela, publicada en 1951, es la novela precursora de esta corriente. La acción se desarrolla en el Madrid de 1943 durante tres días. Cela ofrece una radiografía de la miseria y la pobreza de la vida española de la posguerra: humillación, hambre, pobreza material, hipocresía, insolidaridad, trabajo embrutecedor… La obra, protagonizada por más de trescientos personajes, está compuesta por una sucesión de secuencias, que ofrecen un efecto cinematográfico. Otras obras representativas de la novela social son Entre visillos, de Carmen Martín Gaite; Los bravos, de Jesús Fernández Santos; El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio; Tormenta de verano, de Juan García Hortelano, Si te dicen que caí, de Juan Marsé; o El fulgor y la sangre, de Ignacio Aldecoa.
Camilo José Cela (1916-2002)
Su obra es capital para entender las fases de la evolución de la novela española de la posguerra. Inaugura el Realismo existencial y promueve el tremendismo con La familia de Pascual Duarte, una novela publicada en 1942 que capta el reconocimiento de la crítica y el público. El novelista ofrece en estas páginas la transcripción de las memorias de Pascual Duarte, un asesino que espera su ejecución en la cárcel de Badajoz. El conocido comienzo de estas memorias («Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo») refleja la angustia de un hombre que puede ser considerado tanto una hiena como un manso cordero, «acorralado y asustado por la vida»>. Es el impulsor de la novela social con La colmena; y participa de la renovación formal iniciada en los años 60 con obras como San Camilo 1936, en la que un «<tú»> monologa consigo mismo; y Oficio de tinieblas 5, construida a base de versículos independientes que giran en torno a diversos temas. Escribíó, también, Mazurca para dos muertos, La cruz de San Andrés y Madera de boj. Además, es autor de narraciones cortas y libros de viajes, como Viaje a la Alcarria. En 1989 ganó el Premio Nobel.
Miguel Delibes (1920-2010)
El universo narrativo de Miguel Delibes se caracteriza por la presencia de la naturaleza; por la reivindicación de los valores humanos (tolerancia, solidaridad, convivencia); por la descripción de ambientes y paisajes, sobre todo castellanos, y por el tema de la infancia. Algunas de sus novelas son:
La sombra del ciprés es alargada, novela de corte existencial.
El camino, que narra la vida de un niño que debe abandonar su pueblo para estudiar en la ciudad.
Las ratas, donde se relata la vida de dos seres marginales que sobreviven cazando ratas.
Cinco horas con Mario, con la que se su suma a las innovaciones técnicas del momento.
Los santos inocentes, obra de ambientación rural que denuncia la explotación y abusos que sufren los criados por parte de los «señoritos».
El hereje, sobre la tolerancia y la libertad religiosa3
Carmen Laforet (1921-2004)
Con tan solo veintidós años Carmen Laforet se convierte en ganadora del premio Nadal (1944) con Nada, obra que se publicaría un año después y que iba a cosechar un rotundo éxito. Nada fue la primera novela
que, tras la Guerra Civil, trataba la realidad de un modo amargo y directo. Andrea, su protagonista, se enfrenta a un mundo sombrío, estancado y moralmente degradado, a la violencia de la casa familiar, al desengaño y a
la pobreza. Al final, la joven huye a Madrid. La novela, de estructura lineal, presenta un final abierto. El universo narrativo de la autora está determinado por los ambientes frustrantes, falsos y tensos; las ilusiones de juventud; las relaciones conflictivas; o el componente autobiográfico. Su estilo es vigoroso y Otras novelas suyas son La isla de los demonios (1952), La mujer nueva (1955) y La insolación (1963). También compuso cuentos (La muerta, 1952) y novelas cortas (La llamada, 1954). En los años 70 se retira de la escritura.
Luis Martín Santos (1924-1964)
Luis Martín Santos fue un hombre con una sólida formación científica, filosófica y literaria, del que tan solo conocemos una única obra, pues su temprana muerte impidió que pudiera concluir su segunda novela: Tiempo de
destrucción. Tiempo de silencio (1962) está protagonizada por Pedro, un joven médico cuyas ilusiones se truncan al verse implicado en el aborto y posterior muerte de una joven de un barrio marginal. Tras su detención y ser asesinada su novia, renuncia a su sueño (ganar el Nobel) y acepta trabajar de médico rural. Su fracaso existencial será consecuencia de la presión que el ambiente ejerce sobre él. A pesar de su argumento sencillo, melodramático y con tintes de novela policial, la obra descuella por su alcance existencial (desarraigo, soledad, frustración…), social (denuncia del atraso de la ciencia, de la hipocresía y los convencionalismos de la miseria) e histórico (reflexión sobre los problemas nacionales). La novedad de la obra radica en la renovación de las técnicas experimentales.
Novela en los años 60 (novela experimental)
Carácterísticas: Ruptura del relato lineal, digresiones del autor, empleo del monologo interior y del estilo indirecto libre, experimentación lingüística más coloquial, narración en las tres personas gramaticales, originalidad y artificio en los diálogos, combinación de diferentes perspectivas, mezcla de géneros literarios.