Tema 2
La novela a principios del Siglo XX: Pío Baroja y Miguel de Unamuno
INTRODUCCIÓN
En España a principios de siglo algunos autores tratan de romper con los esquemas narrativos realistas anteriores: aparece un nuevo narrador que ofrece una visión fragmentada de la realidad y muestra la psicología y actitud vital de personajes abúlicos y desamparados. Estas propuestas renovadoras vendrán de la mano de tres grupos generacionales: escritores finiseculares (modernistas-noventayochistas) novecentistas y del grupo del 27 CarácterÍSTICAS DE LA NUEVA NOVELA
En 1902 aparecen cuatro novelas fundamentales que ofrecen una concepción novelística nueva: Amor y pedagogía de Unamuno, La voluntad de Azorín, Camino de perfección de Pío Baroja y Sonata de Otoño de Valle-Inclán. Los rasgos esenciales de esta nueva novela son, entre otros: la irrupción del subjetivismo, personajes abúlicos (insatisfechos) al lado de personajes aventureros, los problemas de conciencia de los personajes, la recreación de nuevos ambientes, el predominio del monólogo y del diálogo… Los temas abordados son: los problemas existenciales (inmortalidad unamuniana), los conflictos de personalidad (la abulia), los problemas religiosos (fe/razón), sociales, el tema de España, Castilla y su literatura, la historia e ”intrahistoria”… Estilísticamente, la prosa es impresionista y tiende a lo fragmentario. Se tiende a la brevedad, sencillez, claridad y precisión léxica. La palabra se llena de valoraciones subjetivas, normalmente, negativas. AUTORES REPRESENTATIVOS DE LA NUEVA NOVELAA Los escritores finiseculares más representativos son: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, pero también José Martínez Ruiz «Azorín», autor de obras autobiográficas como La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo en las que trata de reflejar la crisis de un personaje y su hundimiento existencial a causa de una España conservadora. Otro autor fundamental de la Generación del 98 es Ramón María del Valle-Inclán, autor de Las Sonatas (Otoño, Estío, Primavera e Invierno), en las que el marqués de Bradomín encarna los valores de la nobleza rural y se enfrenta al nacimiento de la sociedad moderna; Tirano Banderas, sobre la cruel figura del dictador sudamericano Santos Banderas, en la que denuncia el caciquismo y la tiranía, la trilogía La guerra carlista, y la trilogía Ruedo Ibérico, donde el sarcasmo sobre la figura de Isabel II alcanza cotas inigualables. Los novecentistas, vanguardistas y autores de la Generación del 27 contribuyen también a la renovación narrativa.
Entre los primeros, destacan novelas intelectuales como Belarmino y Apolonio de Ramón Pérez de Ayala, novelas irónicas como El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez y, por último, novelas líricas como el El obispo leproso de Gabriel Miró, en el que la progresiva enfermedad del Obispo se convierte en una metáfora de la decadencia española. Entre los vanguardistas, sobresale Ramón Gómez de la Serna, que cultiva la novela experimental con El torero Camacho. Por último, los novelistas del 27 cultivan una novela deshumanizada, vanguardista en la que la que predomina el juego intelectual, la metáfora y la imagen.
Miguel DE Unamuno
Uno de los principales renovadores de la novela a principios de siglo fue Miguel de Unamuno, un hombre de fuerte personalidad y carácter contradictorio. Nace en Bilbao en 1864. Consigue la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, de la que más tarde fue rector. Crítico con la monarquía y opositor a la dictadura de Primo de Rivera, fue desterrado a la isla de Fuerteventura y luego huyó a Francia. En 1930 regresa a España y es elegido diputado en la Asamblea Constituyente de la República. Criticó el nuevo régimen, y al estallar la Guerra Civil se puso del lado de los sublevados, aunque pronto le parecíó un error. Tras su denuncia del militarismo fascista (“Venceréis, pero no convenceréis”) permanecíó en arresto domiciliario hasta su muerte, en Salamanca, el 31 de Diciembre de 1936. Sus “nivolas” se caracterizan por la sobriedad, la importancia de los diálogos y monólogos, la densidad de ideas, además de por su estilo antirretórico y desnudo. Trata en todas sus obras de reflexionar sobre el ser humano en un tiempo de conflicto. Para Unamuno la novela servía de cauce para expresar sus conflictos existenciales y debía hacer pensar al lector. De hecho, es permanente en su obra el debate entre la fe y la incredulidad que él define como «agonía». Temáticamente giran en torno a los problemas de España y a la búsqueda de un sentido a la existencia humana, la muerte, la realización de la persona, la existencia de Dios. Su primera novela, Paz en la guerra es una novela histórica sobre la guerra carlista. Amor y pedagogía es una «novela de ideas», que trata sobre un fracasado experimento de educación científica. Niebla es una interesante novela existencial donde plantea los límites entre la ficción y la realidad. Su protagonista, Augusto se enfrenta con el propio autor, que había previsto su muerte en la novela, para manifestarle su deseo de vivir. Abel Sánchez aborda el trágico y bíblico tema de la envidia entre hermanos. La tía Tula gira en torno al sentimiento de maternidad frustrada. Y, por último, San Manuel Bueno Mártir (1931) plantea el conflicto entre la fe y la razón.San Manuel vive en una permanente angustia: finge creer ante sus fieles para mantener en ellos la paz que da la creencia en la otra vida. Sus novelas siguen planteando interesantes preguntas al lector y supone una figura de primer orden en la historia española.
PÍO BAROJA
Otro importante renovador novelista y el más fecundo de su generación es Pío Baroja. Hombre solitario, independiente, liberal, pesimista, escéptico e inconformista. Nace en San Sebastián, pero se traslada a Madrid para estudiar Medicina aunque pronto la abandona para dedicarse a la literatura. Con Azorín y Maeztu forma el “Grupo de los Tres”, de ideales anarquistas, y colabora en diarios y revistas. Viaja por España, Francia, Inglaterra e Italia. En este autodidacta influyen el pesimismo vital de Schopenhauer y el existencialismo de Nietzsche. La vida le parece absurda y cruel, y el hombre «un animal dañino, envidioso, cruel…». De su anarquismo juvenil pasa a un escepticismo radical que le hace despreciar el socialismo y la democracia y a proclamarse partidario de una «dictadura inteligente. En 1934 es elegido miembro de la RAE. Al declararse la Guerra Civil se refugió en Francia. Más tarde, volverá a Madrid, donde murió en 1956. Además de cuentos, novelas cortas, biografías, ensayos y algunos dramas, publicó más de 60 novelas, agrupadas muchas de ellas en trilogías, que se pueden clasificar en tres etapas: La primera etapa (principios de siglo hasta los inicios de la Primera Guerra Mundial). Sus primeras novelas reflejan ese ambiente hostil hacia la voluntad personal. Escribíó algunas trilogías: La lucha por la vida, en la que sobresale La busca, una novela de aprendizaje y un recorrido por un Madrid que no ofrece oportunidades. En la trilogía La raza destaca El árbol de la ciencia (1911) que recoge muchos recuerdos de Baroja como médico rural. Narra la evolución de un personaje, Andrés Hurtado desde que estudia Medicina en Madrid hasta que ejerce como médico en Alcolea, con sus correspondientes problemas e inquietudes. Otra gran novela dentro de la trilogía Tierra Vasca es Zalacaín el aventurero, Por último destacamos Las inquietudes de Shanti Andia, que forman parte de la trilogía El mar. La segunda época (1914-1936). Escribe Memorias de un hombre de acción, 22 novelas en las que reconstruye la historia de España a través de Eugenio Aviraneta, aventurero personaje del s. XIX y antepasado del autor. La tercera etapa (fin GC-muerte) Se caracteriza por la escasa producción y la pérdida de fuerza narrativa: Susana Baroja propone una novela cambiante, dinámica, abierta en la que la intriga y la aventura desempeñan un papel fundamental. La acción argumental, la reflexión intelectual y la descripción de ambientes cobran especial importancia. Su propósito es distraer y entretener al lector, pero su preocupación por España es evidente a través de críticas despiadadas contra la situación del país.Sin embargo, muestra simpatía y ternura hacia los marginados y oprimidos. Sus personajes, frecuentemente trasuntos del autor, se caracterizan por su inadaptación, desorientación y frustración. Técnicamente se sirve de una prosa impresionista, la frase corta, el párrafo breve. De hecho, su estilo sencillo y antirretórico le convirtió en el maestro de los jóvenes novelistas de la posguerra.