TEATRO POSTERIOR A LA Guerra Civil
Introducción: Debido a la censura del régimen dictatorial franquista, las obras críticas llegaron con dificultad a los escenarios. La competencia del cine complicaba también el triunfo del teatro.
Además, Lorca ya había muerto y muchos autores importantísimos se exiliaron tras el fin de la guerra.
Teatro humorístico: Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) cultivó el humor del absurdo, la ironía y la agudeza. Le gustaba inventar situaciones inverosímiles, cercanas al Surrealismo, para luego solucionarlas de un modo ingenioso. Miguel Mihura escribe Tres sombreros de copa en 1932. Pero no llegó a representarse hasta 1952 porque los empresarios la juzgaban demasiado novedosa, arriesgada e incomprensible. Emplea un humor inteligente, satiriza la hipocresía y aborda el tema de la libertad.
Años 50: teatro social y existencial: Antonio Buero Vallejo refleja una profunda confianza en el ser humano y una sincera identificación con los más desfavorecidos. Historia de una escalera marca una nueva etapa del teatro español al alejarse tanto del teatro comercial como del innovador. Las tres generaciones que habitan los pisos unidos por la escalera no pueden prosperar ni abandonar el espacio de miseria de la España de la época. Los personajes no podrán realizar sus sueños ni encuentran un sentido a la vida.
El lenguaje directo y sencillo aumenta la verosimilitud de la acción. Alfonso Sastre opta por un teatro más combativo (Muerte en el barrio).
Años 60: teatro experimental: Francisco Nieva escribe un teatro vanguardista de difícil comprensión y emplea elementos góticos. Fernando Arrabal escribe obras que rompen con la lógica, adoptan un lenguaje infantil y carecen en muchas ocasiones de argumento. Se desarrollan, además, grupos de teatro independiente que representan obras de autores españoles y extranjeros que no tienen cabida en el círculo comercial. Su escenografía suele ser muy sobria.
El teatro en tiempos de democracia: el teatro ha ido perdiendo espectadores, los autores contemporáneos apenas han encontrado lugar en los escenarios y se ha optado por la representación de los clásicos. Puesto que los teatros tradicionales apenas dejan espacio para la novedad, los textos dramáticos que pretenden transmitir nuevas ideas se han refugiado en las salas alternativas. En los últimos años los musicales se han hecho muy populares. Entre los pocos dramaturgos que han ido alcanzando cierto éxito se encuentra Juan Mayorga (La tortuga de Darwin), recientemente elegido miembro de la RAE, que escribe tanto obras de carácter comprometido como versiones novedosas de diferentes clásicos.
Conclusión: tras una etapa de altísima calidad dramática, el teatro tiene que lidiar con la censura que le lleva al declive y, posteriormente, con la competencia del cine y la televisión. Todos estos factores dificultan la rentabilidad económica del negocio teatral.
Introducción: Debido a la censura del régimen dictatorial franquista, las obras críticas llegaron con dificultad a los escenarios. La competencia del cine complicaba también el triunfo del teatro.
Además, Lorca ya había muerto y muchos autores importantísimos se exiliaron tras el fin de la guerra.
Teatro humorístico: Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) cultivó el humor del absurdo, la ironía y la agudeza. Le gustaba inventar situaciones inverosímiles, cercanas al Surrealismo, para luego solucionarlas de un modo ingenioso. Miguel Mihura escribe Tres sombreros de copa en 1932. Pero no llegó a representarse hasta 1952 porque los empresarios la juzgaban demasiado novedosa, arriesgada e incomprensible. Emplea un humor inteligente, satiriza la hipocresía y aborda el tema de la libertad.
Años 50: teatro social y existencial: Antonio Buero Vallejo refleja una profunda confianza en el ser humano y una sincera identificación con los más desfavorecidos. Historia de una escalera marca una nueva etapa del teatro español al alejarse tanto del teatro comercial como del innovador. Las tres generaciones que habitan los pisos unidos por la escalera no pueden prosperar ni abandonar el espacio de miseria de la España de la época. Los personajes no podrán realizar sus sueños ni encuentran un sentido a la vida.
El lenguaje directo y sencillo aumenta la verosimilitud de la acción. Alfonso Sastre opta por un teatro más combativo (Muerte en el barrio).
Años 60: teatro experimental: Francisco Nieva escribe un teatro vanguardista de difícil comprensión y emplea elementos góticos. Fernando Arrabal escribe obras que rompen con la lógica, adoptan un lenguaje infantil y carecen en muchas ocasiones de argumento. Se desarrollan, además, grupos de teatro independiente que representan obras de autores españoles y extranjeros que no tienen cabida en el círculo comercial. Su escenografía suele ser muy sobria.
El teatro en tiempos de democracia: el teatro ha ido perdiendo espectadores, los autores contemporáneos apenas han encontrado lugar en los escenarios y se ha optado por la representación de los clásicos. Puesto que los teatros tradicionales apenas dejan espacio para la novedad, los textos dramáticos que pretenden transmitir nuevas ideas se han refugiado en las salas alternativas. En los últimos años los musicales se han hecho muy populares. Entre los pocos dramaturgos que han ido alcanzando cierto éxito se encuentra Juan Mayorga (La tortuga de Darwin), recientemente elegido miembro de la RAE, que escribe tanto obras de carácter comprometido como versiones novedosas de diferentes clásicos.
Conclusión: tras una etapa de altísima calidad dramática, el teatro tiene que lidiar con la censura que le lleva al declive y, posteriormente, con la competencia del cine y la televisión. Todos estos factores dificultan la rentabilidad económica del negocio teatral.
LA NOVELA ESPAÑOLA DESDE 1939 HASTA 1975
Introducción: el aislamiento de España, el exilio de algunos de los mejores novelistas y la censura se tradujeron en una narrativa que abandonó la innovación y se alejó de las nuevas corrientes mundiales.
Exilio: Ramón J. Sender, Max Aub y Francisco Ayala tratan todos los aspectos de la Guerra Civil, desde su génesis hasta el exilio, mostrando un compromiso con la libertad y con quienes lo dieron todo por ella. Temas como la maldad humana, el abuso de poder, la violencia y la degradación de los valores son recurrentes en sus obras.
Años 40:
novela existencial y tremendista: Carmen Laforet muestra en Nada una dura metáfora de las consecuencias de la guerra: la oscuridad y la cerrazón de la España en la que vive la protagonista, la destrucción del país, el enfrentamiento entre hermanos y la falta de estímulos para prosperar en unos personajes que se han anclado en el rencor. Camilo José Cela, premio Nobel de literatura, inaugura el tremendismo con La familia de Pascual Duarte. Presenta la vertiente más brutal del ser humano: las personas se comportan como animales y son capaces de los críMenes más atroces. Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada) se caracteriza por la sobriedad, sencillez y riqueza de su lenguaje y por la capacidad de reproducir registros lingüísticos, así como la maestría de sus descripciones de ambientes y personajes. Retrata tanto ambientes burgueses de capital de provincias como marginados, con dosis de ácido humor, aunque muestra su predilección por personajes humildes portadores de valores morales puros que ya no se encuentran en el mundo burgués de la ciudad: el mundo rural y el universo de la infancia se asocian a la idea del paraíso perdido.
Años 50: novela social: el protagonista pasa a ser colectivo y la mayor parte de los personajes representan, mediante el predominio del diálogo, la clase social a la que pertenecen. La acción tiende a reflejar la vida cotidiana, a centrarse en un espacio muy concreto y bien caracterizado y a desarrollarse en un breve espacio de tiempo. En La colmena, de Cela, los personajes viven en un presente eterno que se pinta como su destino: no hay lugar para el cambio, ni para las esperanzas, ni para los sueños. En Las ratas, de Delibes, la existencia de los personajes no tiene más sentido que la mera supervivencia. Sánchez Ferlosio, en El Jarama, emplea una técnica cinematográfica para reflejar la realidad sin realizar juicio alguno y Aldecoa muestra en sus obras la asfixia moral y económica de la España de posguerra.
Novela experimental: la novela se va abriendo a las nuevas corrientes exteriores gracias a la paulatina relajación de la censura. Se rompe con la estructura lineal del tiempo, se incluyen distintos puntos de vista, se sustituyen capítulos por secuencias, se busca un lector activo, se emplea el estilo indirecto libre y el monólogo interior y se llega a prescindir de los signos de puntuación. La obra cumbre es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, en la que se mezclan todos los registros posibles del lenguaje y se introducen todos los elementos narratológicos que ya habían triunfado en el extranjero. Delibes, en Cinco horas con Mario, presenta un largo soliloquio de Carmen, quien pasa cinco horas velando el cadáver de su marido.
Conclusión: el régimen franquista impone un aislamiento cultural que aparta a nuestra literatura de las nuevas tendencias y que obliga a los autores a buscar maneras de esquivar la censura.
Introducción: el aislamiento de España, el exilio de algunos de los mejores novelistas y la censura se tradujeron en una narrativa que abandonó la innovación y se alejó de las nuevas corrientes mundiales.
Exilio: Ramón J. Sender, Max Aub y Francisco Ayala tratan todos los aspectos de la Guerra Civil, desde su génesis hasta el exilio, mostrando un compromiso con la libertad y con quienes lo dieron todo por ella. Temas como la maldad humana, el abuso de poder, la violencia y la degradación de los valores son recurrentes en sus obras.
Años 40:
novela existencial y tremendista: Carmen Laforet muestra en Nada una dura metáfora de las consecuencias de la guerra: la oscuridad y la cerrazón de la España en la que vive la protagonista, la destrucción del país, el enfrentamiento entre hermanos y la falta de estímulos para prosperar en unos personajes que se han anclado en el rencor. Camilo José Cela, premio Nobel de literatura, inaugura el tremendismo con La familia de Pascual Duarte. Presenta la vertiente más brutal del ser humano: las personas se comportan como animales y son capaces de los críMenes más atroces. Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada) se caracteriza por la sobriedad, sencillez y riqueza de su lenguaje y por la capacidad de reproducir registros lingüísticos, así como la maestría de sus descripciones de ambientes y personajes. Retrata tanto ambientes burgueses de capital de provincias como marginados, con dosis de ácido humor, aunque muestra su predilección por personajes humildes portadores de valores morales puros que ya no se encuentran en el mundo burgués de la ciudad: el mundo rural y el universo de la infancia se asocian a la idea del paraíso perdido.
Años 50: novela social: el protagonista pasa a ser colectivo y la mayor parte de los personajes representan, mediante el predominio del diálogo, la clase social a la que pertenecen. La acción tiende a reflejar la vida cotidiana, a centrarse en un espacio muy concreto y bien caracterizado y a desarrollarse en un breve espacio de tiempo. En La colmena, de Cela, los personajes viven en un presente eterno que se pinta como su destino: no hay lugar para el cambio, ni para las esperanzas, ni para los sueños. En Las ratas, de Delibes, la existencia de los personajes no tiene más sentido que la mera supervivencia. Sánchez Ferlosio, en El Jarama, emplea una técnica cinematográfica para reflejar la realidad sin realizar juicio alguno y Aldecoa muestra en sus obras la asfixia moral y económica de la España de posguerra.
Novela experimental: la novela se va abriendo a las nuevas corrientes exteriores gracias a la paulatina relajación de la censura. Se rompe con la estructura lineal del tiempo, se incluyen distintos puntos de vista, se sustituyen capítulos por secuencias, se busca un lector activo, se emplea el estilo indirecto libre y el monólogo interior y se llega a prescindir de los signos de puntuación. La obra cumbre es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, en la que se mezclan todos los registros posibles del lenguaje y se introducen todos los elementos narratológicos que ya habían triunfado en el extranjero. Delibes, en Cinco horas con Mario, presenta un largo soliloquio de Carmen, quien pasa cinco horas velando el cadáver de su marido.
Conclusión: el régimen franquista impone un aislamiento cultural que aparta a nuestra literatura de las nuevas tendencias y que obliga a los autores a buscar maneras de esquivar la censura.
POESÍA POSTERIOR A LA Guerra Civil
Introducción: la Guerra Civil deja devastado y aislado el país en lo político, social y cultural. La literatura resulta muy afectada porque la mayoría de los autores eran republicanos. El grupo del 27 se disuelve: muerto Lorca, los demás poetas deben elegir entre el exilio interior y el exterior.
Años 40:
poesía existencial: Miguel Hernández (El rayo que no cesa, Viento del pueblo) une la poesía pura, vanguardia, tradición popular y clasicismo, pero encuentra su propio camino literario. Es difícil hallar en un poeta una técnica tan depurada y un sentimiento tan vehemente, arrebatado y sincero. El amor, el compromiso y la amargura son los temas recurrentes en sus obras. Con un lenguaje claro y directo manifiesta sus ideas revolucionarias y sus preocupaciones sociales.
La poesía arraigada, cercana al bando ganador, emplea formas y temas clásicos como el amor, la familia, la fe católica, la contemplación del paisaje castellano y los valores imperiales asociados a la historia de España. La casa encendida, de Luis Rosales, es buena muestra de ello.
La desarraigada, atormentada, cargada de angustia y de contenidos existencialistas tiene en Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, los rasgos que la caracterizan: con su léxico coloquial y violentísimo y sus metáforas agresivas de sabor surrealista transmite toda la angustia del absurdo de la vida, de la maldad del hombre y del miedo al vacío, a la soledad y a la muerte.
Años 50 y 60: poesía social: los poetas dan el paso del “yo” al “nosotros” para sustituir las quejas ante el absurdo de la vida por la denuncia de las injusticias sociales. Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) denuncia la injusticia y la ausencia de libertad e invita a la solidaridad y a la esperanza en el ser humano para solucionar sus propios problemas sin necesidad de Dios. Gabriel Celaya y José Hierro recuperan técnicas surrealistas en sus obras y el grupo de los 50, del que destacamos a Ángel González, representa una poesía social que no renuncia a la belleza, ni al humor, ni al sarcasmo.
Años 70: los Novísimos: comparten la idea de que la poesía debía buscar la creatividad y la originalidad. A menudo emplean la poesía para hablar de la poesía y reciben influencias de la música rock y pop, del cómic, del cine… Gimferrer o Panero exhiben en sus obras sus conocimientos culturales.
Poesía de la democracia: en los años 80 y 90 surgen tantas líneas poéticas que resulta imposible cuantificarlas o clasificar en ellas a los distintos autores que, además, suelen resistirse a ser encasillados. Se sigue cultivando la poesía vanguardista y aparece la poesía de la experiencia (Luis Alberto de Cuenca), que busca la esencia poética en la vida cotidiana. La poesía de la conciencia expresa un fuerte compromiso ideológico y estima que la poesía debe constituir el arma para cambiar el mundo.
Conclusión: tras la desaparición de la generación del 27, la poesía se concentra en la expresión de inquietudes existenciales y sociales y descuida la técnica. La llegada de la democracia supone la apertura a la influencia exterior y la aparición de una enorme variedad de tendencias.
Introducción: la Guerra Civil deja devastado y aislado el país en lo político, social y cultural. La literatura resulta muy afectada porque la mayoría de los autores eran republicanos. El grupo del 27 se disuelve: muerto Lorca, los demás poetas deben elegir entre el exilio interior y el exterior.
Años 40:
poesía existencial: Miguel Hernández (El rayo que no cesa, Viento del pueblo) une la poesía pura, vanguardia, tradición popular y clasicismo, pero encuentra su propio camino literario. Es difícil hallar en un poeta una técnica tan depurada y un sentimiento tan vehemente, arrebatado y sincero. El amor, el compromiso y la amargura son los temas recurrentes en sus obras. Con un lenguaje claro y directo manifiesta sus ideas revolucionarias y sus preocupaciones sociales.
La poesía arraigada, cercana al bando ganador, emplea formas y temas clásicos como el amor, la familia, la fe católica, la contemplación del paisaje castellano y los valores imperiales asociados a la historia de España. La casa encendida, de Luis Rosales, es buena muestra de ello.
La desarraigada, atormentada, cargada de angustia y de contenidos existencialistas tiene en Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, los rasgos que la caracterizan: con su léxico coloquial y violentísimo y sus metáforas agresivas de sabor surrealista transmite toda la angustia del absurdo de la vida, de la maldad del hombre y del miedo al vacío, a la soledad y a la muerte.
Años 50 y 60: poesía social: los poetas dan el paso del “yo” al “nosotros” para sustituir las quejas ante el absurdo de la vida por la denuncia de las injusticias sociales. Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) denuncia la injusticia y la ausencia de libertad e invita a la solidaridad y a la esperanza en el ser humano para solucionar sus propios problemas sin necesidad de Dios. Gabriel Celaya y José Hierro recuperan técnicas surrealistas en sus obras y el grupo de los 50, del que destacamos a Ángel González, representa una poesía social que no renuncia a la belleza, ni al humor, ni al sarcasmo.
Años 70: los Novísimos: comparten la idea de que la poesía debía buscar la creatividad y la originalidad. A menudo emplean la poesía para hablar de la poesía y reciben influencias de la música rock y pop, del cómic, del cine… Gimferrer o Panero exhiben en sus obras sus conocimientos culturales.
Poesía de la democracia: en los años 80 y 90 surgen tantas líneas poéticas que resulta imposible cuantificarlas o clasificar en ellas a los distintos autores que, además, suelen resistirse a ser encasillados. Se sigue cultivando la poesía vanguardista y aparece la poesía de la experiencia (Luis Alberto de Cuenca), que busca la esencia poética en la vida cotidiana. La poesía de la conciencia expresa un fuerte compromiso ideológico y estima que la poesía debe constituir el arma para cambiar el mundo.
Conclusión: tras la desaparición de la generación del 27, la poesía se concentra en la expresión de inquietudes existenciales y sociales y descuida la técnica. La llegada de la democracia supone la apertura a la influencia exterior y la aparición de una enorme variedad de tendencias.
LA NOVELA ESPAÑOLA DE 1975 A NUESTROS DÍAS
Introducción: tras la muerte de Franco, el ambiente de libertad, con la desaparición de la censura, permitíó la recuperación de la obra de los autores exiliados así como un mayor conocimiento de la narrativa de escritores extranjeros. Autores que habían triunfado previamente, como Cela o Delibes, continúan con su labor literaria y conviven con los nuevos novelistas de la democracia.
Carácterísticas: la falta de perspectiva histórica, la enorme variedad de la producción de este periodo, la negativa generalizada de la mayor parte de los escritores a ser clasificados en un grupo y la intrusión de elementos comerciales por parte de las editoriales hacen que resulte muy difícil clasificar la novela de las últimas décadas. Es muy carácterístico de esta época encontrar tanto obras en las que perviven las vanguardias como novelas que desean recuperar el placer de la narración y el interés por la trama. No podemos olvidar el incremento del número de escritoras, la vinculación entre la labor literaria y la periodística y el gusto creciente por el relato corto, influido por las redes sociales.
Clasificación por temas:
• Novela intimista y lírica: Carmen Martín Gaite (Nubosidad variable) da más relevancia en sus novelas a la vida interna de los personajes que a la trama.
• Novela experimental: en La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza (premio Cervantes) integra los elementos más dispares, todos ficticios, como artículos periodísticos, transcripciones de interrogatorios… Pero sin renunciar a la narratividad.
• Novela intelectual: el texto recibe muchas influencias literarias externas que quiere reflejar a propósito, como en Todas las almas, de Javier Marías.
• Novela histórica: el autor debe documentarse escrupulosamente, por lo que su mérito reside en conseguir el equilibrio entre información histórica y calidad literaria. Dos buenos ejemplos son Almudena Grandes (Inés y la alegría) o Arturo Pérez-Reverté, con su serie de novelas sobre el capitán Alatriste.
• Novela de tintes cervantinos: aborda temas de alcance universal desde una profunda empatía hacia el ser humano y el afán que le lleva a emprender hazañas imposibles. Luis Landero o Luis Mateo Díez son dos de sus mejores representantes.
• Novela negra: de gran éxito entre los lectores, no presenta solo la resolución de un caso criminal, sino que la narración persigue realizar un retrato profundo de las taras sociales. Lorenzo Silva o Antonio Muñoz Molina son buenos ejemplos de autores de este tipo de novelas.
• Novela fantástica: poco habitual en nuestra literatura, conoce cierto auge gracias a Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute y al éxito de Laura Gallego en la novela infantil y juvenil.
• Novela poemática: en La lluvia amarilla, Julio Llamazares nos ofrece una prosa muy cuidada que hereda el ritmo de la poesía al combinar los elementos líricos con los narrativos.
• Generación X: Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, muestra una juventud de clases medias y altas, sin ningún problema material, pero falta de valores, que ha renunciado a buscarle sentido a la existencia. Sus vidas transcurren entre las drogas, el sexo y el desafío a las normas.
Conclusión: en los últimos años ha crecido espectacularmente el número de publicaciones, también a causa de la gran cantidad de premios literarios que existen actualmente, del comercio que las editoriales han instaurado a través de las grandes cadenas de distribución y de la proliferación de los soportes electrónicos.
Introducción: tras la muerte de Franco, el ambiente de libertad, con la desaparición de la censura, permitíó la recuperación de la obra de los autores exiliados así como un mayor conocimiento de la narrativa de escritores extranjeros. Autores que habían triunfado previamente, como Cela o Delibes, continúan con su labor literaria y conviven con los nuevos novelistas de la democracia.
Carácterísticas: la falta de perspectiva histórica, la enorme variedad de la producción de este periodo, la negativa generalizada de la mayor parte de los escritores a ser clasificados en un grupo y la intrusión de elementos comerciales por parte de las editoriales hacen que resulte muy difícil clasificar la novela de las últimas décadas. Es muy carácterístico de esta época encontrar tanto obras en las que perviven las vanguardias como novelas que desean recuperar el placer de la narración y el interés por la trama. No podemos olvidar el incremento del número de escritoras, la vinculación entre la labor literaria y la periodística y el gusto creciente por el relato corto, influido por las redes sociales.
Clasificación por temas:
• Novela intimista y lírica: Carmen Martín Gaite (Nubosidad variable) da más relevancia en sus novelas a la vida interna de los personajes que a la trama.
• Novela experimental: en La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza (premio Cervantes) integra los elementos más dispares, todos ficticios, como artículos periodísticos, transcripciones de interrogatorios… Pero sin renunciar a la narratividad.
• Novela intelectual: el texto recibe muchas influencias literarias externas que quiere reflejar a propósito, como en Todas las almas, de Javier Marías.
• Novela histórica: el autor debe documentarse escrupulosamente, por lo que su mérito reside en conseguir el equilibrio entre información histórica y calidad literaria. Dos buenos ejemplos son Almudena Grandes (Inés y la alegría) o Arturo Pérez-Reverté, con su serie de novelas sobre el capitán Alatriste.
• Novela de tintes cervantinos: aborda temas de alcance universal desde una profunda empatía hacia el ser humano y el afán que le lleva a emprender hazañas imposibles. Luis Landero o Luis Mateo Díez son dos de sus mejores representantes.
• Novela negra: de gran éxito entre los lectores, no presenta solo la resolución de un caso criminal, sino que la narración persigue realizar un retrato profundo de las taras sociales. Lorenzo Silva o Antonio Muñoz Molina son buenos ejemplos de autores de este tipo de novelas.
• Novela fantástica: poco habitual en nuestra literatura, conoce cierto auge gracias a Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute y al éxito de Laura Gallego en la novela infantil y juvenil.
• Novela poemática: en La lluvia amarilla, Julio Llamazares nos ofrece una prosa muy cuidada que hereda el ritmo de la poesía al combinar los elementos líricos con los narrativos.
• Generación X: Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, muestra una juventud de clases medias y altas, sin ningún problema material, pero falta de valores, que ha renunciado a buscarle sentido a la existencia. Sus vidas transcurren entre las drogas, el sexo y el desafío a las normas.
Conclusión: en los últimos años ha crecido espectacularmente el número de publicaciones, también a causa de la gran cantidad de premios literarios que existen actualmente, del comercio que las editoriales han instaurado a través de las grandes cadenas de distribución y de la proliferación de los soportes electrónicos.