torna (1977) y Dagoll Dagom (1972), especializado en el teatro musical como Noche de San Juan (1981).
LA NARRATIVA
INTRODUCCIÓN
En los inicios del franquismo, España vivíó una época de hambruna, pobreza, represión… Los tres largos años de guerra civil habían provocado el exilio de gran parte de los intelectuales; suponiendo una ruptura con el esplendor cultural. Mientras, en Europa comenzaba a surgir una filosofía existencial y en el contexto de los 60 en España, se comienzan a importar grandes innovaciones técnicas de arte narrativo.
LA NARRATIVA DE LA DÉCADA DE LOS 40
Destaca la simplicidad de formas narrativas empleadas en tres de las novelas más importantes de estos años: La familia de Pascual Duarte, Camilo José Cela; Nada, Carmen Laforet y La sombra del ciprés es alargada, Miguel Delibes. La primera es un relato autobiográfico, la segunda es de carácter testimonial y la tercera cuenta la vida destruida de un huérfano. Respecto a las carácterísticas de esta narrativa:
Se limita la presencia del narrador (testigo imparcial), protagonismo de la situación y del contexto más que de los personajes, objetivismo que elimina el análisis psicológico de los personajes, el personaje funciona como un arquetipo y hay una condensación espacio-temporal (breve período de tiempo y espacios reducidos).
Camilo José Cela: gozó de gran popularidad desde la publicación de su primera novela, La familia de Pascual Duarte (1942). Sin abandonar su visión pesimista, evoluciónó a formas narrativas más complejas como en La colmena (1951). Se trata de una novela colectiva en la que cientos de personajes se entrecruzan y malviven en un ambiente de miseria moral y material en el Madrid de 1943. También destacan
San Camilo 1936, Oficio de tinieblas 5 y Cristo versus Arizona.
Carmen Laforet: autora de la novela Nada (1945), cuya protagonista, Andrea, es una joven que llega ilusionada a Barcelona para estudiar en la universidad; pero el tenso ambiente que encuentra en la casa familiar de la calle Aribau y el choque con el falso e hipócrita mundo universitario la llevan a una crisis existencial y a un pesimismo que refleja el estado de ánimo de muchos jóvenes. También destacan La
isla y los demonios, La mujer nueva y La insolación.
Miguel Delibes: su primera novela, La sombra del ciprés es alargada (1948), está dominada por la angustia existencial y la obsesión por la muerte; pero ese tono amargo pronto deja paso a una actitud crítica y a un compromiso social con los débiles y desfavorecidos, que predomina en El camino (1950), Mi idolatrado hijo Sisí, La hoja roja o Las ratas. Con Cinco horas con Mario, Parábola de un náufrago o Los santos inocentes, continúa con la crítica de los prejuicios burgueses y de la mentalidad tradicional de la clase media franquista.
Gonzalo Torrente Ballester: no logró buenas críticas con su primera novela Javier Mariño (1943) pero la trilogía Los gozos y las sombras lo convirtieron en uno de los autores más importantes de la narrativa.
LA NARRATIVA DE LA DÉCADA DE LOS 50
Surge con jóvenes escritores que han vivido la guerra siendo niños y que comienzan a mostrar una visión crítica de ésta y del mundo de sus padres. Las suyas son novelas dominadas por un Realismo objetivista en el que un narrador externo muestra situaciones socialmente injustas para la toma de conciencia del lector de la clase obrera o a despertar la mala conciencia del lector burgués.
Jesús Fernández Santos:
publicó en 1954 Los bravos, una novela de protagonismo colectivo ambientada en un pequeño pueblo leónés carcomido por la violencia. En 1958 publicó la Cabeza rapada, cuya temática retoma el tema de la Guerra Civil. Ambas objetivistas.
Rafael Sánchez Ferlosio: tras publicar Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951), la aparición del Jarama (1956) le consagró como novelista. En ella nos ofrece una crónica objetiva de un grupo de jóvenes que van de excursión al río Jarama. Las descripciones y los diálogos nos retratan el vacío de la juventud.
Carmen Martín Gaite: publicó en 1957 Entre visillos, su primera novela extensa. En ella denunciaba la difícil y opresiva situación de las mujeres en una capital de provincias como Salamanca. En Ritmo lento, Retahílas, Fragmentos del interior y El cuarto de atrás, profundizaba en el análisis detenido de la condición femenina y en la importancia de la memoria y la comunicación para superar la soledad y las dificultades.
Ana María Matute: su obra refleja un mundo conflictivo, a menudo contemplado desde una mirada infantil, en el que los débiles y los pobres son víctimas de la crueldad o la injusticia. Los Abel (1948), protagonizada por siete hermanos enfrentados, uno de los cuales mata a otro; Pequeño teatro, Los hijos muertos o Primera memoria, muestran una visión desolada del ser humano, que se debate siempre en una lucha interior entre el bien y el mal.
Ignacio Aldecoa: autor de numerosos y excelentes cuentos y de novelas como El fulgor y la sangre (1954), Con el viento solano o Gran sol, sobre la vida de los pescadores de altura.
Su estilo, lírico y realista se vio influido por los neorrealistas italianos y la narrativa norteamericana.
LA NARRATIVA DE LOS AÑOS 60
De entre sus rasgos, destacan la incorporación del punto de vista múltiple, uso del monólogo interior y el flujo de conciencia, aparición del narrador problemático (cuya versión de los hechos no es de fiar), ruptura del tiempo cronológico y uso frecuente de saltos temporales, fusión de géneros literarios, eliminación de los límites entre lo real y lo ficticio, incorporación de los absurdo y fantástico, experimentación con los diversos registros de la lengua y la inserción de relatos dentro del relato.
Luis Martín Santos: en Tiempo de silencio (1962), la crítica de la realidad española se vuelve ácida, sarcástica… La absurda odisea que vive, en contra de su voluntad, un joven médico dedicado a la investigación del cáncer, es el hilo conductor de un relato que analiza críticamente todos los estratos de la sociedad. Aplicó un planteamiento “Realismo dialéctico”.
Juan Goytisolo: con Señas de identidad (1966), inició un proceso de autoanálisis y de interpretación del presente y el pasado de España, en búsqueda de una identidad propia y de destrucción de las formas narrativas tradicionales. También destacan Reivindicación del Conde Don Julián, Juan sin Tierra, Makbara…
Juan Marsé: en Últimas tardes con Teresa (1966), se burla de la novela social al contraponer las pretensiones revolucionarias de una “burguesita comprometida”, Teresa, con la poca conciencia de clase de un personaje vividor, “el obrero” Pijoaparte. También destacan La oscura historia de la prima Montse, Si te dicen que caí, El embrujo de Shanghai…
Manuel Vázquez Montalbán: su peculiar detective Pepe Carvalho, ex agente de la Cía, es un personaje urbano, próximo a los de la novela negra americana. La trama policial de sus novelas
es una excusa para la crítica social y política y para la denuncia de muchos aspectos de la sociedad española. Destacan Yo maté a Kennedy, Tatuaje, Los mares del sur…
Eduardo Mendoza: se inició con La verdad sobre el caso Savolta (1975), novela ambientada en la violenta Barcelona de 1918 que sorprendíó por la mezcla de estilos, el sentido del humor, la mezcla de géneros y la composición narrativa plagada de saltos en el tiempo. También destacan La ciudad de los prodigios, Sin noticias de Gurb…
Miguel Espinosa: su primera novela, Escuela de mandarines (1974), es una densa y compleja alegoría en la que crea una distopía que, partiendo de la sátira del franquismo, se convierte en un análisis y denuncia a cualquier sistema político totalitario. Destacan La tríbada falsaria, La tríbada confusa, Asklepios, el último griego…
Francisco Umbral: autor de una intensa y estremecedora novela, Mortal y rosa (1975), sobre la muerte de su hijo de seis años a causa de la leucemia. Ese mismo año publicó Las ninfas, novela sobre la mirada de un adolescente, Francesillo, y su acceso al mundo del erotismo.
CONCLUSIÓN
Comenzó a quedar atrás el interés por la experimentación y los autores se centraron más en la trama y la estructura de la novela, más tradicional, simple y lineal. Surgen diferentes tendencias y la novela seguirá diversos itinerarios, vinculados a veces a las necesidades editoriales y al éxito.