La novela española de posguerra


La novela de posguerra

Durante la década de los cuarenta hay un corte en la evolución de la narrativa española, debido a una serie de razones: muerte de ciertos autores, exilio forzado de otros y censura e imposibilidad de importar textos de autores extranjeros. Después de la Guerra Civil, hay una ruptura en la narrativa española con el siglo XIX, así como con la Generación del 27, marcada por el arte deshumanizado. Durante este tiempo se desarrollarán tres tipos de novelas.

La novela del exilio

Primero, encontramos la novela del exilio, que trata tanto el realismo tradicional como la vanguardia. Destacamos a Aub («El laberinto mágico»), Sénder («Réquiem por un campesino español»), Chacel («Recuerdos de Leticia Valle») y Ayala («El fondo del vaso»).

En la mayoría de ellos hay una recreación constante del pasado y una suposición dolorosa del presente, que se verá en temas como:

  • Recuerdos de la infancia y la adolescencia.
  • La trágica experiencia en la guerra y las consecuencias.
  • El descubrimiento de la realidad estadounidense.

La novela tradicional

Luego encontramos la novela tradicional que se refleja en tres tendencias.

Por un lado, en la novela nacionalista, escrita desde la perspectiva de los vencedores que muestran la visión ideológica de los falangistas y reclaman ciertos valores. Esta novela está representada por Gonzalo Torrente Ballester con su obra «Javier Mariño».

Por otro lado encontramos la novela realista, al estilo del realismo tradicional de Galdós. Reproduce la vida de la burguesía con historias de extensa discusión. Puntos destacados: Zunzunegui y Gironella («Los cipreses creen en Dios»).

Finalmente encontramos la novela fantástica y humorística, en la que predomina el humor y la creación de mundos imaginarios que rechazan la realidad que resultó demasiado terrible. Wenceslao destaca con «El bosque animado».

La novela existencial y el tremendismo

Por otro lado encontramos la novela existencial y el tremendismo que supuso el desarrollo de dos temas:

  • La incertidumbre de la existencia humana.
  • La dificultad de comunicación entre hombres.

Estas son generalmente novelas autobiográficas en las que los personajes están angustiados e indecisos sobre el futuro. Destacamos tres autores como Camilo José Cela, quien tiene una clara influencia naturalista y picaresca y que inaugura la tendencia tremendista («Familia de Pascual Duarte»).

Luego encontramos a Carmen Laforet, cuya novela traduce la profunda angustia existencial por la falta de comunicaciones efectivas; será ella quien entrará en la novela autobiográfica («Nada»).

Finalmente debemos especificar Delibes con novelas como «La sombra del ciprés se alarga».

La novela de los cincuenta

Durante la década de los cincuenta, España saltó gradualmente del aislamiento, entrando en la cima de su aceptación en la ONU en 1955. Hay un desarrollo de la economía y la literatura cumple la función de informar al lector de lo que no apareció en los medios, viendo en los autores un compromiso ético con la realidad.

Durante estos años, se incorporaron ciertas tendencias externas a la literatura española:

  • El conductismo basado en la separación de la internalización del personaje (John Dosspassos y Ernest Hemingway).
  • El objetivismo francés, inspirado en la nueva novela en la que el narrador solo muestra los hechos (Marguerite Duras).
  • El neorrealismo italiano, del cine y la literatura (Alberto Moravia).

La novela social

La novela social fue practicada por la generación del medio siglo. Su propósito era dar testimonio de las condiciones de vida de los españoles y fue precedido por Cela («La Colmena») y Luis Romero («La Noria»).

Estos autores tomaron dos tendencias.

Por un lado, el objetivismo, cuyo objetivo es recopilar solo las acciones y palabras de los personajes encarnados en abundantes diálogos destacando a Atdecoa («La ira y la sangre»); Fernández Santos («Teatro Los Bravos»); Delibes («El camino»); y Ferlosio («El Jarama»).

Y, por otro lado, el realismo crítico que surge de una evolución del objetivismo. Los autores intentan denunciar las injusticias sociales. Es por eso que acepta un compromiso con la realidad y trata de capturar las causas y los efectos de la desigualdad social. Los caracteres tipográficos, la narración lineal y el registro coloquial serán comunes. Destacados: Olmef («Ayer, 27 de octubre»); Juan Goytisolo («Fin de la fiesta»); Caballero («Dos días de septiembre»); Grosso («La Granja») y Delibes («Las ratas»). Martín Gaite («Entre visitas»); Juan Goytisolo («Juego de manos»); Matute («Pequeño»).

La novela de los sesenta

Finalmente, en la década de los sesenta, hay críticas sobre la pobreza del estilo realista. Hay una mejora en las condiciones de la posguerra.

La nueva novela recibe dos influencias claras: de autores europeos y norteamericanos como Joyce, y hispanoamericanos como Julio Cortázar o García Márquez, quienes específicamente una novela más compleja, formalista, opaca y minoritaria, ya que requiere la colaboración del lector. Las características principales son, por ejemplo, el uso del perspectivismo narrativo y el contrapunto (relato de varias historias simultáneas); también el monólogo interno, el estilo directo.

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