La Persona: Definición y Funciones


Etimológicamente el término persona procede de las voces latinas persona (máscara que se pone el actor personaje de un drama) y personare (sonar con fuerza resonar) éstas a su vez derivan de la palabra griega prosopon (máscara papel para representar).

Además de su función práctica, la máscara tenía una función dramatúrgica: ocultar el rostro del actor y distorsionar su voz. De este modo, se logra que el espectador no viera ni oyera al actor, sino al personaje. En este sentido, la metáfora de la máscara muestra la capacidad del ser humano de distanciarse de sí mismo y así ser consciente de sí, de conocerse a sí mismo.

Esta autoconciencia nos permite además superar la propia subjetividad, la razón y la libertad capacitan al ser humano para ser señor de sí mismo, administrador de su propia existencia. Sólo él es al tiempo centro de su mundo (muchas veces esto lo vive movido por su necesidad o interés) y excéntrico el mundo (ex significa fuera de).

La Ética del Deber

Immanuel Kant (1724-1804) calificó a su doctrina moral de ética formal para contraponerla a las éticas eudemonistas que serían para el éticas materiales. ¿Pero qué es para este filósofo una ética formal? Kant cree que la ética debe proponer principios universales válidos para todos en cualquier circunstancia. Sin embargo, afirma Kant, las éticas que se basan en la búsqueda de la felicidad proponen principios materiales (la ausencia de dolor, la virtud) que no pueden ser leyes universales, ya que según él no puede haber acuerdo universal acerca del objeto en el que se cifre la felicidad. La universalidad que buscamos las leyes Morales sólo puede darse en una forma formal. Se entiende aquí por formal la pureza de los motivos que nos llevan a obrar de una manera determinada y no de otra. Por eso, la clave de la ética kantiana se encuentra en la idea del deber. Kant sostiene que hemos de actuar siempre por la sola idea del deber, pero independientemente de los efectos beneficiosos o no que puedan derivarse para nosotros de nuestras propias acciones. Según Kant, las éticas eudemonistas son, por lo general, heterónomas: las normas Morales vienen dadas desde una instancia exterior al propio sujeto. Él, en cambio, propone una moral autónoma en la que el sujeto se impone a sí mismo el deber. Pero ¿cómo se puede saber cuál es ese deber en cada caso? Kant, frente a las éticas eudemonistas que buscan un criterio a posteriori, propone una ética apriorística exclusivamente racional e independiente de la experiencia. El único deber que, según Kant, mueve la voluntad sin condición alguna sería el imperativo categórico: obra de tal modo que puedas querer que la máxima de tu actuación se convierta en norma de conducta universal. Es decir, se trataría de que mi forma de actuar en un caso concreto coincidirá con lo que creo que cualquier otro sujeto racional tendría que hacer si se encontrase en ese mismo caso.

El Pensamiento Griego

El pensamiento antiguo sitúa al cosmos en el centro de la realidad. El ser humano es una parte de él y está sometido a sus leyes. El destino de la vida del hombre está predeterminado y no depende de las acciones humanas.

La sofística deja en segundo plano al cosmos y centra su reflexión en el hombre. Los sofistas reivindican la inteligencia y la iniciativa humana sobre todas las cosas. Protágoras acuña la célebre frase: ‘El hombre es la medida de todas las cosas’. El ser humano pasa a ser un individuo sujeto a sus intereses y deseos.

En opinión de Sócrates, el escepticismo de los sofistas no da respuesta a la pregunta sobre el ser humano. Este es el único ser que se pregunta por sí mismo y la respuesta no puede ser lo que a mí me parece, sino algo que trasciende el plano subjetivo y hay que tratar de descubrir. De ahí que uno de los grandes lemas de Sócrates sea el célebre ‘Conócete a ti mismo’. El ser humano aparece como un ser moral.

Platón tratará de fundamentar las instituciones socráticas. El descubrimiento de la inteligencia racional y su apertura a la realidad lo lleva a defender la inmortalidad del alma humana. El hombre está vinculado por medio de su alma a un mundo que está más allá de lo material; este singular y contingente es una sombra de la verdadera realidad.

Aristóteles plantea la unidad del alma y el cuerpo. En los cuerpos, el alma anima la materia y hace que sea viva orgánica. En el caso del hombre, además, el alma se caracteriza por su racionalidad y, por lo tanto, por su inmaterialidad.

Naturaleza y Cultura

¿Qué es la naturaleza? Normalmente, llamamos naturaleza al conjunto, orden y disposición de todos los seres que existen, sujetos a unas leyes propias. Pero en un sentido más general, denominamos naturaleza al principio de operaciones que hace que un ente concreto se comporte de la manera en que lo hacen todos los seres que pertenecen a su misma especie.

Si esto es tan claro, ¿cuál es, entonces, el problema? La condición cultural (abierta) de la existencia humana. Así, por ejemplo, nos definimos como animales que tenemos logos (palabra). Y, sin embargo, no existe una palabra natural con la que nombrar a una realidad. Cada idioma es una convención.

También son diferentes las costumbres de cada cultura. Lo que en un lugar es signo de excelente educación, en otro puede considerarse como una ofensa seria. Ocurre algo semejante con las comidas, los gustos literarios o musicales, etcétera.

¿Eso significa que todo lo humano es cultural? En realidad, esta pregunta también se podría formular así: ¿todo depende de la cultura en que uno se encuentre? Si la respuesta fuera afirmativa, se estaría negando la existencia de una naturaleza (esencia) común a todos los seres humanos.

El Hedonismo y el Utilitarismo

El Hedonismo
El término hedonismo deriva del griego hedoné, que significa ‘placer’. Suele considerarse que Epicuro es el fundador de la ética hedonista. Para este filósofo, el placer es el principio y el fin de la vida feliz. Esto no significa que propusiera como norma de conducta el gozo irresponsable de los placeres. De hecho, él distinguía dos tipos de placer: el dinámico y el estático.

El placer dinámico es la acción de gozar procurándose un placer o satisfaciendo una necesidad. Por su parte, el placer estático consiste en la ausencia de dolor y turbación: es el estado que Epicuro llama de ataraxia (literalmente, ‘sin turbación’), en el que se alcanzaría la imperturbabilidad del espíritu. Como toda experiencia placentera, por intensa que sea, es siempre breve y limitada, Epicuro sostiene que solo el placer estático da la felicidad.

La felicidad consistiría, por consiguiente, en liberarse de las falsas opiniones y de las complicaciones innecesarias, ajustar los propios deseos a lo que basta para una vida austera, respetar la justicia, gozar de la amistad leal y abstenerse de la vida política.

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