La Poesía Española de los Años 40 a los 70: Tendencias y Autores Destacados


Años cuarenta.
Al estallar la Guerra Civil los poetas participan activamente en defensa de sus ideales. Esto provoca exilio, aislamiento y censura de los «vencidos». Es una época de aislamiento internacional. Entre 1936 y 1939 se desarrolló una literatura de propaganda ideológica, que no se caracterizó, en general, por su calidad.
Los primeros años de la posguerra fueron muy duros. La dictadura franquista inició una depuración política de represión de los vencidos: ejecuciones, cárcel (v.G.
Miguel Hernández) o exilio. En esa línea, instauró una férrea censura que aislaba la cultura española del contexto internacional. A su vez, los años cuarenta están marcados por el hambre y la pobreza de la mayoría de la población (el racionamiento de alimentos duró doce años), así como por el aislamiento internacional.
Estas circunstancias determinan la trayectoria literaria de los poetas del momento, adscritos ideológicamente a uno u otro bando e inmersos todos en la preocupación por los temas humanos frente al concepto de «poesía pura». Son los poetas de la llamada «Generación del 36» o «generación escindida», nacidos en la 2ª década del s. XX, que se fragmentarán en dos tendencias fundamentales: la poesía arraigada y la poesía desarraigada (según Dámaso Alonso).
a)

Poesía arraigada

Poetas conformes con el régimen, en torno a las revistas 1Escorial y Garcilaso. Estética clasicista y visión armónica del mundo, con Garcilaso de la Vega como inspiración y como símbolo de equilibrio y recuperación de los valores tradiciones de la nacíón. Los poetas «garcilasistas» reflejan una existencia agradable y ordenada que vuelve la vista a temas tradicionales como el paisaje, el amor, el tiempo, la patria,…. Además, se percibe en ellos una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden, les aporta serenidad y confianza. Destacan: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco…
b)

Poesía desarraigada

Poetas contrarios al régimen, en torno a la revista Espadaña. Cultivan una línea existencialista que expresa la descrientación y el caos de la vida humana, la angustia y la desesperación de seres arrojados a un mundo absurdo y lleno de sufrimiento, de soledad, desolación y muerte. Por ello, el tono es dramático y desgarrado, buscando la metáfora surrealista y expresionista y a veces de un coloquialismo brusco y violento; también la métrica tradicional comienza a dar paso al verso libre y el versículo. 


Además, el ámbito personal cede terreno al colectivo en un intento de solidarizarse con los que sufren; esta idea sentará, años después, las bases de la poesía social.
Destacan: Dámaso Alonso (Hijos de la ira, 1944); V. Aleixandre.

(Sombra del paraíso, 1944);
Blas de Otero (en su primera etapa, Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, Ancia), José Hierro, Carlos
Bousoño, Gabriel Celaya.
1.1- Miguel Hernández.
Debe destacarse su figura como puente entre la Generación del 27 y la del 36. Nacido en Orihuela en 1910, participó como soldado junto al ejército republicano durante la guerra civil. Al acabar la contienda, fue encarcelado en diversas ciudades españolas y condenado a muerte; aunque la sentencia fue conmutada por treinta años de reclusión. Su vida se vería truncada definitivamente en 1942 en la cárcel de Alicante, a consecuencia de la tuberculosis.
• Antes de la Guerra: escribe su primera obra, Perito en lunas, poesía de tono Barroco, de influencia gongorina y vanguardista. En 1936 publica El rayo que no cesa, libro fundamental que contiene poemas que expresan el sufrimiento del amor no correspondido a través de imágenes surrealistas y de símbolos como el rayo o elementos minerales y puntiagudos, como el cuchillo.
Durante la guerra: pone su poesía al servicio de la causa republicana; así nace una poesía comprometida: Viento del pueblo (aparece el pueblo oprimido y el poeta como viento de salvación) y El hombre acecha (refleja el pesimismo por la muerte y los horrores de la guerra).
• Después de la guerra: en la cárcel escribirá Cancionero y romancero de ausencias; el poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer; también recuerda una guerra que sólo ha provocado odio y destrucción, pero aun así no renuncia a la esperanza.
Predominan canciones y romances; las metáforas se reducen en busca de una expresión directa y esencial.


 DÉCADA DE LOS 50 (poesía social)
Durante los años cincuenta las circunstancias sociales y políticas empiezan a cambiar gracias al reconocimiento internacional del régimen de Franco y a la ayuda económica de otras naciones: en 1955 España entra en la ONU empujada por las relaciones estratégicas de EE.UU en el contexto de la «guerra fría». Ello traerá consigo un incipiente desarrolio industrial, una cierta apertura de las costumbres y una tímida relajación de la censura. En este nuevo contexto sociopolítico surge de nuevo, como en los años treinta, una literatura de compromiso que se concreta en el auge de la POESÍA SOCIAL: el poeta se convierte en un testigo de su época -al igual que ocurre en la narrativa y el teatro-, y utiliza su palabra para intentar cambiar el mundo, tomando partido ante las circunstancias sociopolíticas del país. Así, la poesía social de los años cincuenta retomará el compromiso político que iniciaron los autores del 27 (y Miguel Hernández), al abandonar lo personal y subjetivo y volcarse en lo colectivo y solidario. La poesía social busca expresar su anhelo de justicia con un tono cotidiano y combativo apelando al «nosotros» («A la inmensa mayoría», titula un poema
Blas de Otero), con un lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos propio de un «arte de urgencia» concebido para el pueblo.
En los años 50, predomina en la poesía el deseo de ofrecer un testimonio crítico de la realidad. Es la poesía social, que parte de la idea de que el poeta debe anteponer los problemas y sufrimientos de los hombres de su tiempo a cualquier otra Circunstancia. Creían que la poesía podía cambiar el mundo por lo que era un instrumento útil; el escritor puro, el que sólo busca la belleza es un irresponsable, ya que todo el que no denuncia la opresión es su cómplice. Los temas fundamentales: las injusticias sociales, la solidaridad con los desfavorecidos, la opresión, la lucha por la libertad, etc. En cuanto a la forma, se busca un lenguaje claro y sencillo, desnudo de recursos retóricos, con un tono coloquial. Interesa más el contenido que los valores formales o estéticos. La publicación en 1955 de Cantos Iberos de Gabriel Celaya (vid. El poema «La poesía es un arma cargada de futuro») y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero marcará el comienzo de esta tendencia, que llega hasta los años sesenta.


BLAS DE OTERO.
Su poesía no es muy extensa y está dotada de una extraordinaria calidad, de enorme fuerza expresiva, de gran profundidad temática y conceptual, y de indudables valores líricos.
Podemos estructurar su obra en tres etapas.
•Primera etapa: Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951); estas dos primeras obras, muestran a un poeta que se dirige y busca a Dios. También a un hombre que cada vez se va acercando más al dolor y al sufrimiento de los demás hombres. Junto a las formas clásicas muy bien resueltas como los sonetos, el autor utiliza también el-verso libre.
•Segunda etapa: El poeta arrincona sus angustias, y el camino que no encontró en la religión lo busca ahora en la solidaridad con los que sufren; es una temática social que se halla presidida por la esperanza y por los deseos de paz y convivencia fraterna. La voluntad de llegar «a la inmensa mayoría» le lleva a adoptar un lenguaje claro y hasta un tono coloquial. Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1960), Que trata de España (1964). Cuando Blas de Otero pide «la paz y la palabra» esta se hace plenamente social y solidaria, y el poeta, con un verso más sencillo, pero sin perder su conciencia artística, se dirige ya de forma decidida «a la inmensa mayoría», a los otros, para cantar sus deseos de paz, de libertad, de justicia y para clamar por la dignidad del hombre. El verso libre domina gran parte de los poemas, alguno de los cuales adquieren un aire de poesía popular.
•Ultima época. Tiene una mayor presencia de la intimidad y una preferencia por formas métricas más libres y liberación del lenguaje. En Historias fingidas y verdaderas (1970) el poeta busca la renovación formal, se trata ahora de una obra formada por diversas composiciones en prosa en las que se adentra en la literatura experimental. Es el artífice de un lenguaje poético elaborado y trabajado cuyos rasgos son: uso del encabalgamiento, abundancia de adverbios, juegos de palabras, utilización, como préstamos literarios, de versos o expresiones de otros autores, empleo de repeticiones y paralelismos sintácticos, aliteraciones, introducción de frases hechas que adquieren nuevo valor en el contexto poético… Con todo, hay otras tendencias poéticas en los años cuarenta y cincuenta que no tendrán eco hasta finales de los sesenta, con la llegada de los poetas
«novísimos»:


– El «postismo» (abreviatura de «postsurrealismo»), creado por Carlos Edmundo de Ory en 1945, pretende cultivar un «Surrealismo ibérico» y enlaza con la experimentación vanguardista: reivindica la libertad expresiva, la imaginación, lo lúdico… Destaca Miguel Labordeta. Aunque con una trayectoria muy personal, también Gloria Fuertes experimentará con el sentido lúdico del postismo.
– El «grupo Cántico», surgido en torno a la revista del mismo nombre fundada en Córdoba (1947), de tendencia intimista e imágenes brillantes, mantuvo el entronque con la Generación del 27, sobre todo con Luis Cernuda. Destaca Pablo García Baena.
4.- DÉCADA DE LOS 60
En los años sesenta se produjo en España un desarrollo económico acompañado de una cierta liberalización social. Es la etapa final del franquismo, conocida como la del «desarrollismo».
Contra la poesía social reacciona un nuevo grupo de poetas que comienzan a publicar a finales de los años 50 (Generación del 50): Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo,… Se proponen la renovación del lenguaje poético, con mayor atención a los valores estéticos y formales del poema; defienden una concepción de la poesía como acto de conocimiento propio y del mundo que los rodea.
Rasgos comunes:
En los temas se vuelve a lo íntimo: el paso del tiempo, la infancia y la juventud, lo familiar, la amistad,… Hay una atención a lo cotidiano, en sus poemas aparecen anécdotas de la vida real. Y el amor es un tema esencial, sin embargo describen los sentimientos amorosos de forma poco frecuente; a veces, aparece de modo explícito el erotismo y la sexualidad e incluso el amor homosexual. Cuando en sus versos aparece la crítica social, los autores utilizan la ironía y el humor como recursos desdramatizadores.
• En el estilo, aunque continúan el estilo conversacional y antirretórico, demuestran una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra.


JAIME GIL DE BIEDMA,
En su poesía domina el tono confesional (en primera persona) e irónico, con el que se recogen sus recuerdos de infancia y juventud, la visión descarnada de la alta burguésía a la que él mismo pertenecía y el relato de sus experiencias amorosas de carácter homosexual. Todo ello se expresa con un lenguaje
aparentemente sencillo, narrativo y coloquial. La voz poética de Gil de Biedma se dirige con frecuencia a un tú o a un vosotros, lo que construye un diálogo que permite una visión irónica y distanciada. Obras: Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos.
6.- GLORIA FUERTES.
Autora cuyo nombre está ligado a dos movimientos literarios: la mencionada generación del 50 y el Postismo, grupo literario de posguerra al que se uníó a finales de los 40. Gloria Fuertes, nacida el 28 de Julio de 1917 en Madrid, en el barrio de Lavapiés en una familia humilde, es una de las voces más conocidas y queridas del panorama cultural español. Fundamentalmente conocida como autora de literatura infantil (su obra en este campo eclipsó a su obra para adultos), es una de las autoras femeninas más importantes de la poesía contemporánea del país.
Fuertes fue una adelantada a su época, no solo por su amplia producción cultural dentro del marco de la posguerra española, sino porque vistió, habló y vivíó como quiso, sin atender jamás a reglas ya impuestas. Fue ampliamente criticada por ello y también por sus rimas fáciles y su tono musical, cercano al mundo de la oralidad, a veces erróneamente confundido por ingenuo.
En los años 50 inició una fulgurante carrera literaria con obras como Isla
Ignorada, Aconsejo beber hilo y Todo asusta. En la siguiente década Los elementos intimistas pasaron a primer plano en Ni tiro, ni veneno, ni navaja, Poeta de guardia,… Al margen de su poesía para adultos, surgida de forma autodidacta, marcada por la tragedia bélica de la Guerra Civil, y enmarcada dentro del postismo y el Surrealismo, en donde con imaginación, dosis de melancolía y puntual sentido del humor, trata temas clásicos dentro de la lírica como los asuntos sociales, la vida, el amor o el dolor, Gloria ha escrito, principalmente en la última etapa de su carrera, literatura infantil, llegando a recibir en 1968 el Premio Andersen por su trabajo.


GENERACIÓN DEL 68 o DE LOS 70: los «NOVÍSIMOS»
En la segunda mitad de la década de los sesenta, un grupo de jóvenes poetas, nacidos entre 1939 y principios de los cincuenta, comienza su andadura con una actitud de ruptura con la estética anterior. Comienzan su actividad en pleno desarrollo económico; se han formado en una situación de apertura internacional, por lo que han podido leer ta obra de escritores extranjeros y están influidos por los mass media (radio, televisión, prensa, tebeos, canciones, cine …) y la cultura pop.
Son los jóvenes del «Mayo del 68»
En 1970, José María Castellet reúne en su antología Nueve novísimos poetas españoles a los principales autores que van a formar la nómina de los que serán llamados «NOVÍSIMOS»: Leopoldo María Panero, Ana María Foix, Félix de Azúa, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Guillermo Carnero, Vicente Molina Foix y el más influyente y medíático, Pere
Gimferrer (La muerte en Beverly Hills y Extraña fruta).

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