La integración de España en Europa
España ingresó en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986, casi treinta años después de su constitución. Las razones de este retraso fueron esencialmente políticas: el carácter antidemocrático del régimen franquista. Además, su estructura económica y social presentaba un notable retraso respecto a la de los países comunitarios.Los factores de su integración, entonces, fueron varios:
políticamente, la democratización iniciada a la muerte de Franco (1975), con la celebración de elecciones libres (1977) y la promulgación de la Constitución (1978), permitíó a España iniciar las conversaciones para su ingreso;
económicamente, en 1977 España inició un programa de reformas económicas con Suárez (Pactos de la Moncloa). Además, la Comunidad tenía que competir con EE.UU y Japón. Las negociaciones para la adhesión fueron difíciles, pues España ofertaba productos agrícolas y pesqueros que competían con los de otros países comunitarios. Finalmente, Felipe González culminó con la firma del Tratado de Adhesión (junto a Portugal), que entró en vigor el 1 de Enero de 1986.Las consecuencias de la integración fueron: en el terreno político, reforzó el reciente sistema democrático español; en el terreno económico, España presentaba un notable retraso respecto a la CEE. Su tasa de paro duplicaba a la europea, el PIB per cápita era muy inferior y había baja productividad que les restaba competitividad. Así, se obligó a realizar reformas para adaptarse a la economía y políticas comunitarias sobre agricultura, pesca, industria, transportes y mercado. Contó incluso con importantes ayudas económicas. El resultado ha sido un importante proceso de crecimiento económico y de convergencia.En el terreno social, España carecía de un Estado del bienestar homologable al de los otros miembros. Las administraciones públicas dedicaron un gasto creciente a su creación y consolidación. Así, ha tenido lugar un notable aumento de las prestaciones sociales. En cuanto a la posición de España en la actual UE, son carácterísticos estos rasgos: su localización geográfica es claramente periférica y se ha acentuado con el ingreso de nuevos países miembros; su situación geoestratégica es una encrucijada de mares y continentes; su superficie y su población sitúan a España como el segundo estado más extenso y el quinto más poblado; sus rasgos socioeconómicos colocan a España en una posición intermedia debido al crecimiento del PIB español por encima del promedio europeo. Aún así, España se encuentra por debajo de la media comunitaria en productividad por el retraso en I+D y en la implantación de las TIC. De cara al futuro, va a haber un nuevo reparto de poder, las ayudas procedentes de la política regional de la UE han disminuido y se ha ampliado el mercado único:
respecto al movimiento de personas, España se encuentra entre los países que han restringido temporalmente la entrada de trabajadores.
Respecto al movimiento de mercancías, capitales y servicios, por una parte, los nuevos países miembros, con menores costes salariales, ofrecen precios más baratos; y, por otra parte, se amplía el mercado para las exportaciones españolas de mayor valor añadido. También se ha incrementado la productividad y la competitividad.
Con respecto a la posición de España en el mundo, España se sitúa en el grupo de países desarrollados, con un elevado nivel de bienestar social y de riqueza económica. Su posición relativa se mide con dos indicadores: el IDH y el IGEI. En cuanto a su posición sociocultural, España tiene: un considerable volumen demográfico, importantes contactos personales con numerosos países gracias al turismo (segunda receptora mundial) y una notaba difusión de su cultura al exterior (Instituto Cervantes).En cuanto a la posición económica de España: hay una presencia de grandes empresas multinacionales en el país, se ha incrementado el comercio exterior, han crecido las relaciones financieras con el exterior y hay un alto grado de liberalización de su economía.Sin embargo, existen limitaciones como la insuficiente internacionalización de sus empresas y el déficit del comercio exterior.Respecto a la calidad y participación institucional de España en el mundo: se ha incrementado la calidad de las instituciones nacionales, los acuerdos internacionales en los que participa son diversos y hay varias instituciones y organizaciones internacionales a las que pertenece como la ONU.
De carácter económico:
La FAO, el Banco Mundial, el FMI y la OMC.
De carácter social:
La OIT y la OMS.
De carácter cultural:
La UNESCO.
De carácter militar y defensiva:
La OCDE, la OTAN, la UEO y la OSCE.
España también se implica en las políticas de cooperación y desarrollo mundial colaborando con diversas ONG y prestando la ayuda oficial al desarrollo (AOD), aunque sus principales destinatarios no son los países más atrasados. Además, también tiene diversas relaciones con las distintas partes del mundo.
Con la Uníón Europa, mantiene relaciones políticas que se llevan a cabo dentro de la PESC y la JAI.
Con el resto de Europa, mantiene relaciones con Rusia y presta atención a los procesos políticos de los Balcanes.
Con el Mediterráneo y el norte de África, establece estrechas relaciones, ya que son zonas prioritarias de la política exterior española, con la que fomenta la cooperación política, económica y cultural a través de foros informales de diálogo.
Con Iberoamérica, España ha mantenido importantes lazos históricos. Se han mejorado así las condiciones de trabajo y de estancia de los inmigrantes iberoamericanos.También mantiene relaciones con Estados Unidos y Canadá (con acuerdos bilaterales), el Próximo Oriente, con el África subsahariana y con Asía y el Pacífico (que unen un enorme peso demográfico y un creciente poder militar y económico debido a su fuerte industrialización).El mundo de la cultura refleja también la profundidad y extensión de los cambios vividos por España. Ha habido éxitos en las letras, como los premios Nobel de Literatura de Vicente Aleixandre o de Camilo José Cela; en las ciencias, como Ignacio Cirac; en el deporte como Miguel Induráin o Rafael Nadal. En el mundo de los medios de comunicación, los modelos estandarizados por el comercio mundial han importado la cultura de masas.Tras la muerte de Franco también aparecíó la cultura del desencanto, que expresaba la frustración de muchos artistas e intelectuales ante una realidad tan diferente de la soñada. Por otra parte, en la década de los ochenta surgíó la «movida», un amplio abanico de manifestaciones lúdicas y festivas que tuvo en Madrid su principal escenario. Esto dejó paso a una nueva fase de decepción y desánimo, la posmodernidad.