12.6. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.
En 1885 Alfonso XII fallecía prematuramente, su viuda,
María Cristina de Habsburgo, asumió la regencia hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII (1902), del que estaba embarazada a la muerte de su esposo. En esas circunstancias fue Práxedes Mateo Sagasta quien se hizo cargo de la presidencia de gobierno e, inmediatamente, reanudó la política liberal.
La Regencia de María Cristina comenzó con el denominado “gobierno largo” de Sagasta. En las elecciones de 1886 se formaron las Cortes más duraderas de toda la Restauración; ellas promulgaron una serie de leyes de gran importancia que representaban el ideario del liberalismo:
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Ley de Asociaciones (1887), que permitía la legalización de las organizaciones obreras, en la clandestinidad desde la dictadura de Serrano (1874).
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Ley del Jurado (1888), que permitía el juicio por jurados populares para ciertos delitos.
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Ley de Sufragio Universal (1890): En realidad, una maniobra política de Sagasta para reforzar su liderazgo dentro del Partido Liberal. En cualquier caso, el caciquismo y el fraude electoral siguieron vigentes. El sistema canovista basado en el bipartidismo y el turno de partidos (Partido Conservador y Partido Liberal) siguió funcionando. La aprobación del sufragio universal, aplicado por primera vez en las elecciones de 1891, multiplicó por siete u ocho el número de votantes (casi cinco millones), pero el fraude electoral, con las figuras claves del “encasillado” y el “cacique”, continuó convirtiendo las elecciones en una simple máscara.
Las acusaciones de corrupción, que afectaban a amplios ámbitos de la gestión pública del partido liberal, provocaron que los conservadores volvieran a ser llamados al poder. El gobierno conservador de Cánovas estuvo en el poder hasta 1892, después volvieron los liberales de Sagasta, hasta que en 1895 retornó Cánovas, en ese momento comenzó una nueva insurrección en Cuba que culminaría en el desastre de 1898. El sistema tuvo que hacer frente a un momento de grave crisis en agosto de 1897 cuando Cánovas del Castillo fue asesinado a manos de un anarquista italiano (
Michele Angiolillo
) en un balneario guipuzcoano. El poder volvió en ese momento a los liberales de Sagasta, que debieron certificar el desastre de 1898.
Los partidos republicanos perdieron gran parte de su apoyo social dado que los partidos obreros y nacionalistas comenzaron a resultar más atractivos como fuerza de oposición al sistema. Cánovas los situó al margen de la legalidad en el inicio de la Restauración, de este modo sus más destacados dirigentes tuvieron que marchar al exilio. Desde comienzos de la década de los ochenta carecían de apoyos sociales que hicieran viable su opción, por lo que oscilaron entre la vía revolucionaria (Ruiz Zorrilla) y la vía electoral (Nicolás Salmerón), a la que volvieron tras la amnistía de Sagasta.
Los carlistas después de la derrota militar también se vieron obligados al exilio. A partir de entonces se mantuvieron divididos entre los partidarios de una nueva guerra civil y los que pedían la integración pacífica en el sistema político.
En España, el anarquismo fue la corriente mayoritaria: Sus principales focos estaban en el campo andaluz y en el proletariado urbano catalán. Los anarquistas rechazaban toda acción política por vía parlamentaria, entre sus filas ganó adeptos la táctica propuesta por Kropotkin, partidario de la “propaganda por el hecho” (violencia terrorista). Los años noventa fueron ricos en esta práctica, dando lugar a un círculo vicioso de atentado, represión con fusilamiento, nuevo atentado como represalia anarquista y nueva represión. En esa dinámica se enmarca el asesinato de Cánovas del Castillo.
Dentro del marxismo el PSOE se convirtió en el partido más importante. Fue fundado, en la clandestinidad, en 1879 por Pablo Iglesias.
Su aspiración inicial era el fin de la sociedad capitalista, la abolición de las clases sociales y la toma del poder político por la clase trabajadora. En 1888, el propio Pablo Iglesias fundó la Unión General de Trabajadores (UGT)
Como sindicato del partido. Sus reivindicaciones se centraron en mejorar las condiciones de trabajo: Establecer un salario mínimo; reducción de la jornada laboral; descanso dominical; prohibición del trabajo infantil, etc. En cualquier caso, tanto el PSOE como la UGT fueron hasta comienzos del siglo XX grupos minoritarios, en comparación con los anarquistas.
También es interesante señalar la aparición de una “oposición intelectual” basada en la doctrina filosófica conocida como Krausismo.
En 1876, Francisco Giner de los Ríos fundó la Institución Libre de Enseñanza revitalizando el mundo cultural español y negándose a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales de la época.
En
Cataluña existía una intensa conciencia nacional que se tradujo en iniciativas sociales muy variadas como asociaciones, periódicos o centros de excursiones. Ese movimiento cultural, que trataba de recuperar la lengua y la cultura catalana, es conocido como Renaixença
. El primer gran impulsor del catalanismo fue
Valenti Almirall, fundador del Diari Català (primer periódico en catalán), que apostaba por un catalanismo interclasista que defendiera las señas de identidad catalanas. En 1891 se formó un primer grupo político Unió Catalanista que redactaría las
Bases de Manresa, primer documento reivindicativo del catalanismo. Más adelante este movimiento se escindiría en dos grandes líneas una conservadora, cuyo partido más representativo fue la Lliga
Regionalista (Prat de la Riba), y otra republicana y revolucionaria, representada por
Ezquerra Republicana
En el País Vasco los planteamientos nacionalistas encontrarían su cauce con la fundación, en 1895, del Partido Nacionalista Vasco (PNV) por Sabino Arana, un antiguo integrista católico que hizo una propuesta independentista basada en la raza y en la religión. Al principio su apoyo social fue escaso debido a su radicalismo antiespañol, a su rancio tradicionalismo agrario y a su limitación al entorno vizcaíno. Pero, desde comienzos del XX, evolucionó hacia posturas más moderadas que extendieron su influencia entre la población vasca.
En Galicia, de modo semejante a lo ocurrido en Cataluña, surgió un movimiento cultural O Rexurdimiento, que trataba de recuperar las tradiciones gallegas y que poco a poco incorporó planteamientos políticos. En 1889 Manuel Murguía (esposo de Rosalía de Castro) fundó la AsociaciónRegionalista Galega, de marcada tendencia tradicional y menor implantación política que los otros nacionalismos. Con ella el galleguismo político inició su andadura.
Movimientos de carácter regionalista surgieron en otras zonas de España como Andalucía o Valencia, pero su trascendencia política fue menor.