Introducción
Se conoce como Restauración el período en que la monarquía borbónica regresa al trono español, tras el golpe de Estado de Martínez Campos, que puso fin al Sexenio Revolucionario. Esta etapa abarca desde la llegada de Alfonso XII al trono en 1875 hasta la proclamación de la II República Española en 1931, e incluye el reinado de Alfonso XII, la regencia de María Cristina de Habsburgo y el reinado de Alfonso XIII. El régimen tendrá algunos momentos críticos: en 1885 con la muerte de Alfonso XII, en 1898 con el desastre colonial y en 1923-30 con la Dictadura de Primo de Rivera.
En este tema nos centraremos en las características y el funcionamiento del sistema político diseñado por Antonio Cánovas del Castillo, que definió el régimen de la Restauración, incluyendo: la creación del bipartidismo y el turnismo político, la Constitución de 1876, y los fenómenos del fraude electoral, el caciquismo y el pucherazo. Esta fue una etapa de mayor estabilidad política, de la que se señalarán en el tema los hitos más importantes hasta el final del siglo XIX.
Desarrollo
La Restauración borbónica y la Constitución de 1876
Los constantes conflictos militares, políticos y sociales ocurridos a lo largo del Sexenio Democrático permitieron a Cánovas del Castillo organizar poco a poco el regreso al trono español de la dinastía Borbón. El 1 de diciembre de 1874, Don Alfonso firmaba el Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas), en el que se comprometía a establecer una monarquía parlamentaria basada en el orden social y la estabilidad política cercana a la tradición y al catolicismo, pero abierta a las nuevas libertades. Es un sistema que defenderá el parlamentarismo, pero no la democracia. La monarquía se presentaba así como necesaria para superar el último período político.
Aunque Cánovas pretendía que el regreso de la monarquía se produjese por cauces legales, el 29 de diciembre el general Arsenio Martínez Campos dirige un pronunciamiento en Sagunto, en el que se nombra rey a Alfonso XII, acabando con la aventura democrática del sexenio e iniciando la Restauración. Cánovas asumirá plenos poderes hasta la llegada del nuevo monarca en enero de 1875. Su llegada estuvo rodeada de gran expectación, debido a las expectativas de paz y estabilidad en medio del caos en que se encontraba España.
Durante el gobierno conservador, presidido por Cánovas, las Cortes elaboraron la Constitución de 1876, a medio camino entre la moderada de 1845 y la progresista de 1869, pero basada, sobre todo, en la de 1845. Sus rasgos esenciales son:
- La soberanía se encuentra compartida entre el Rey y las Cortes.
- Se establece un poder legislativo bicameral: Congreso y Senado. El rey estaba facultado para disolver las cámaras y contaba con derecho a veto.
- El poder ejecutivo residía en el rey y sus ministros, a los que podría nombrar libremente.
- Se establece un Estado confesional, aunque se aprueba también la tolerancia religiosa en el ámbito privado.
- Se unifican los códigos de leyes y se refuerza el papel de jueces y magistrados.
- Se instaura un Estado centralizado.
- El sufragio no queda establecido, legislándose posteriormente por decreto y dejando la puerta abierta al cambio sin necesidad de modificar la Constitución. La Ley electoral de 1878 establecerá el sufragio censitario y en 1890 se establecerá el sufragio universal masculino.
- Se aprobaba una amplia declaración de derechos, aunque su concreción se remitía a leyes posteriores que, por lo general, tendieron a restringirlos. Esta Constitución tuvo una larga vigencia, de 1876 a 1931.
El sistema canovista: bipartidismo, turnismo y fraude electoral
Para asegurar el éxito de este proyecto se diseñó un sistema bipartidista (de dos partidos), que debían alternarse en el poder. Estos partidos, cercanos a la burguesía, y no a las masas populares, fueron:
- El Partido Conservador, cuyo líder era Antonio Cánovas del Castillo, y que agrupaba a los antiguos moderados y unionistas y será más proclive al inmovilismo, defendiendo el sufragio censitario, la restricción de derechos y libertades y el papel de la Iglesia en la sociedad.
- El Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, que incluía a la mayor parte de los progresistas. Defenderá la libertad de culto, el sufragio universal y la ampliación de derechos y libertades de los ciudadanos.
Ambos partidos debían alternarse pacíficamente en el gobierno de España, a fin de evitar nuevos golpes de Estado y la inestabilidad política. Este proceso se conoce como turnismo.
Fueron excluidos del sistema político los republicanos, los carlistas, partidos de base obrera y partidos nacionalistas. Aunque tuvieran representación parlamentaria, no tienen ninguna opción de llegar al poder por el falseamiento electoral.
El turno de partidos se realizaba cuando los problemas de un gobierno así lo requiriesen. En esa situación el rey disuelve las Cortes y llama al líder del otro partido para que forme gobierno. Para garantizar el turno pacífico (turnismo) de los dos partidos, se creó un sistema organizado de fraude o corrupción electoral.
Se amañaban las elecciones para que ganara dicho partido, para lo que se utilizaron diferentes estrategias:
- El encasillado: el ministro de la Gobernación elabora el listado de candidatos que han de ser elegidos en cada circunscripción para asegurar la mayoría parlamentaria al partido del gobierno, listado que se traslada a los Gobernadores civiles, y estos a su vez lo trasmiten a alcaldes y caciques locales.
- El caciquismo: los caciques eran individuos que manejaban la vida en los municipios debido a su alta posición social y económica, y que con su influencia orientaban el voto en uno u otro sentido.
- El pucherazo: era la manipulación directa de los resultados electorales si no eran los esperados. Incluía la compra de votos, la falsificación del censo electoral (incluyendo a personas fallecidas o impidiendo votar a las vivas), manipulación de las actas electorales, coacciones y amenazas, etc.
La oposición al sistema: nacionalismo y movimiento obrero
La Restauración contará con la oposición de los excluidos del sistema, el movimiento obrero y los nacionalismos catalán y vasco y, en menor medida, el republicanismo.
En el movimiento obrero existirán dos corrientes, la anarquista, que mantendrá su apoliticismo y su apuesta por la acción violenta y la socialista marxista, que fundará el PSOE en 1879 y el sindicato UGT.
El nacionalismo catalán se organizará a partir de las Bases de Manresa y cristalizará en la formación de la Lliga Regionalista de Prat de la Riba, apoyada por la burguesía industrial y comercial catalana, que defiende el autogobierno. El nacionalismo vasco, alentado por la abolición de los fueros tras la guerra carlista, se convertirá en un movimiento tradicionalista, xenófobo, que acabará fundando el Partido Nacionalista Vasco de Sabino Arana del que estarán alejados la burguesía y el proletariado hasta que modere su discurso a final de siglo.
Conclusión
El régimen establecido por Cánovas vino a devolver al país la estabilidad y el fin de los conflictos bélicos, destacando la larga duración de la Constitución de 1876. Sin embargo, las prácticas caciquiles desvirtuaron en la práctica los derechos democráticos del pueblo al ser un sistema bipartidista que excluye a las demás fuerzas políticas y a la democracia, que se sostiene sobre la corrupción, el fraude electoral permanente y el caciquismo. Además, ignora los problemas de la inmensa mayoría de la población, por lo que contará con la oposición del movimiento obrero y los nacionalismos.
Con la muerte de las dos principales figuras de la obra, Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, entre 1897 y 1903 y la entrada en escena del regeneracionismo, el sistema canovista irá perdiendo fuerza y apoyos. Los políticos de comienzos del siglo XX como Antonio Maura o José Canalejas no conseguirán corregir el rumbo de la nave española, que acabará encallando en 1923 con el golpe de Estado de Primo de Rivera, que supuso la suspensión de la Constitución y el establecimiento de una dictadura personal.