EL RÉGIMEN DE RESTAURACIÓN
INTRODUCCIÓN
La Restauración en la historia de España abarca el restablecimiento de la monarquía con Alfonso XII y el período entre 1874 y 1931. Cánovas del Castillo lideró la vuelta de Alfonso XII al trono, generando apoyo popular y abogando por la restauración. La abdicación de Isabel II facilitó este proceso, culminando con la proclamación de Alfonso XII como rey en 1874. Durante este periodo se buscó estabilidad y progreso, con metas como la adaptación del régimen, una nueva constitución y la pacificación en el norte y Cuba. La Restauración se divide en dos fases: la primera con Alfonso XII (1875-85) y la Regencia de María Cristina (1885-1902), y la segunda con Alfonso XIII hasta el golpe de Primo de Rivera en 1923. Cánovas promovió la conciliación nacional, excluyendo a carlistas y republicanos. La estabilidad política se caracterizó por el turno entre dos partidos (conservador y liberal), poniendo fin a los pronunciamientos militares. Se destacan la industrialización en Cataluña y el País Vasco, el surgimiento de nacionalismos periféricos, y el auge cultural del naturalismo y la Generación del 98. Sin embargo, la derrota ante Estados Unidos en 1898 y la pérdida de colonias amenazaron la supervivencia del sistema
DESARROLLO
Características y funcionamiento del sistema canovista:
El Sistema Canovista, liderado por Cánovas del Castillo durante la Restauración en España, se basó en la doctrina política inspirada en el modelo inglés y buscaba establecer un sistema político estable y sólido. Este sistema se fundamenta en tres pilares:
- La monarquía parlamentaria hereditaria
- El bipartidismo
- Una constitución moderada
En la monarquía parlamentaria, el rey Alfonso XII, asumió funciones como la Jefatura de las Fuerzas Armadas y la designación del Jefe de Gobierno, pero su intervención política disminuyó, convirtiéndose el Ejército en apoyo del régimen. Los dos grandes partidos eran el Partido Conservador, liderado por Cánovas, y el Partido Liberal, dirigido por Sagasta. Aunque la frontera ideológica era tenue, el conservador se presentaba como defensor de los valores borbónicos, mientras que Sagasta actuaba en la oposición. La Constitución de 1876, clave para la consolidación del régimen, era moderada y elástica. Establecía una soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, aunque recorta los derechos proclamados en la constitución progresista de 1868. Destacaba la postura de Cánovas en materia religiosa, estableciendo al catolicismo como religión oficial y prohibiendo manifestaciones públicas de otros cultos, aunque se reconocía la libertad individual de los cultos. Las prerrogativas del rey se incrementaron, manteniendo el poder ejecutivo, la sanción de leyes y la convocatoria y disolución de las Cortes. Sin embargo, se limitó el poder de las Cortes, que eran bicamerales, con un Senado elitista y conservador, y un Congreso cuyo tipo de sufragio podía ser establecido según intereses políticos. Este sistema buscaba la estabilidad política a través de un marco jurídico flexible y la alternancia en el poder entre los dos partidos principales.
Funcionamiento del sistema:
Después de las elecciones, el rey tenía la responsabilidad de formar gobierno, encargándose al líder del partido mayoritario. Este líder debía mantener la confianza tanto del rey como del parlamento. Si perdía la confianza de la corona, debía dimitir; si la perdía en el parlamento, tenía la opción de dimitir o disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Existía un acuerdo tácito entre el partido conservador y el partido liberal conocido como el Pacto del Pardo. Según este pacto, el rey encargaba al líder del partido mayoritario la formación del gobierno. Cuando este partido experimentaba desgaste en el poder, ya sea por perder la confianza de las Cortes o del rey, se producía una dimisión que abría paso al otro partido. El rey también tenía la facultad de disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones.
El fraude electoral y los mecanismos caciquiles aseguraban resultados favorables al gobierno. El control del proceso electoral estaba en manos del ministro de la Gobernación y los caciques, individuos o familias con poder económico o influencia política que controlaban zonas electorales, especialmente en áreas rurales. Madrid contaba con la oligarquía política dirigente, vinculada a las clases dominantes, mientras que en provincias los gobernadores civiles y en localidades los caciques locales eran figuras clave. Este sistema organizado permitía el fraude electoral, desde la elaboración de listas de candidatos controladas desde arriba hasta la manipulación directa de resultados por parte de los caciques locales, utilizando diversas tácticas como amenazas, extorsiones o cambios en las urnas. En este contexto, el partido conservador dominó los primeros años del régimen, consolidando el sistema canovista. A partir de 1881, con el primer gobierno del Partido Liberal, se estableció con más claridad el turno de partidos, alternándose en el poder Cánovas y Sagasta. Aunque el Partido Liberal implementó su programa hasta 1890, las diferencias entre ambos partidos eran cada vez menos perceptibles, y la corrupción electoral, especialmente en áreas rurales, persistía.
Fases políticas:
- El reinado de Alfonso XII, (1875-1885) interrumpido por su temprana muerte. Fase de construcción y consolidación del sistema político canovista.
- La regencia de Mª Cristina de Habsburgo (1985-1902) que asumió el poder hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII.
El reinado de Alfonso XII
Durante el reinado de Alfonso XII, el partido Conservador ejerció predominantemente el gobierno, con Cánovas del Castillo como figura clave. Se destacan logros como la promulgación de la constitución de 1876, la eliminación del protagonismo político de los militares y del pronunciamiento, y la resolución de las guerras heredadas, la carlista y la de Cuba. Se logró una estabilidad política, se consolidó el poder civil con centralización administrativa, y se eliminaron los Fueros del País Vasco a cambio de beneficios económicos para las provincias. Se implementó una nueva ley electoral restrictiva, se estableció la censura previa y se restringieron los derechos de opinión y asociación.
Destacan dos eventos importantes:
- Finalización de la Guerra Carlista (1876): La tercera guerra carlista concluyó con la entrada de Carlos VII en Francia en febrero de 1876, marcando el fin de casi medio siglo de luchas carlistas debido al desgaste de las tropas carlistas, la nueva situación política y la capacidad militar del nuevo régimen. A esto añadimos las reformas del régimen foral (1876).
- Finalización de la Guerra de los Diez Años en Cuba (1878): Tras la aprobación de la Constitución de 1876, se reforzó la presencia militar española en Cuba. El general Martínez Campos logró la Paz de Zanjón en febrero de 1878, ofreciendo concesiones a los rebeldes cubanos. Aunque fortaleció el régimen alfonsino, la resolución del conflicto en Cuba no fue definitiva, y en 1879 estalló la guerra chiquita, anticipando la posterior guerra de independencia de Cuba (1895-1898).
Regencia de Mª Cristina
Después de la muerte de Alfonso XII, su esposa María Cristina asumió la regencia y pactó con el partido liberal mediante el Pacto de El Pardo entre Cánovas y Sagasta. Durante esta regencia, destacaron la ley del sufragio universal masculino, la reforma del Código Civil, leyes para el desarrollo económico, la abolición de la esclavitud y la pérdida de las colonias después de la insurrección en Cuba y la guerra con América, sumiendo a España en una profunda crisis económica, social e ideológica.
CONCLUSIÓN
La Restauración en España actuó como una fachada institucional que ocultaba el verdadero control del poder, tanto económico, social como político, por parte de una reducida oligarquía. A pesar del legado de Cánovas, la Restauración enfrentó dificultades ante las presiones, con facciones cada vez más antagónicas compitiendo por el apoyo de los notables locales. Los movimientos reformistas se vieron opacados por la falta de respaldo. La monarquía de la Restauración dependía de un orden político, social y económico estático, defendido por una oligarquía centralizada y católica que controlaba la política en su propio beneficio. El pueblo llano quedó relegado al papel de peón en fraudes y manipulaciones electorales. Surgieron movimientos de protesta entre las clases dirigentes, pero la España de fin de siglo no estaba al borde de una revolución, aunque la situación era evidentemente inestable. La grave crisis de 1898, con la pérdida del imperio colonial, desencadenó una reacción en cadena que minaría irreparablemente la monarquía.