La Segunda Guerra Mundial: Expansión Imperialista, Guerra Relámpago y Consecuencias


El Imperialismo Japonés

Japón emergió como una potencia imperialista en Asia con el objetivo de establecer su propio «espacio vital» para dominar el Asia Oriental, expandir su comercio y asegurar recursos naturales, energía y mano de obra esclava. Su expansión comenzó con la anexión de Corea en 1910, seguida por la ocupación de Manchuria en 1931 y la invasión del norte de China en 1937, lo que desencadenó la Guerra Sino-Japonesa (1937-1945). El imperio japonés se consolidó como un régimen autoritario, militarista y ultranacionalista, preparando su economía para la guerra, movilizando a la población y fortaleciendo la cooperación con Alemania a través del Pacto Antikomintern en 1936. Durante la guerra, Japón ocupó Indochina en 1940 y firmó el Pacto Tripartito con Alemania e Italia en 1941, formando el Eje en oposición a los Aliados. En diciembre de 1941, Japón atacó la base naval estadounidense de Pearl Harbor en Hawái, lo que llevó a Estados Unidos a entrar en la guerra y a una serie de eventos que llevaron el conflicto a una escala global.

Los Inicios de la Guerra Relámpago o Blitzkrieg en Europa

La invasión de Polonia por parte de Alemania duró tres semanas y marcó el inicio de una nueva forma de guerra: la guerra relámpago. Esta estrategia, basada en la superioridad militar nazi, consistía en ataques rápidos y sorpresivos que aniquilaban al enemigo y devastaban el territorio. Sin embargo, esta táctica se vio frenada por la resistencia de la URSS a finales de 1941.

La ocupación de Polonia Occidental resultó en la destrucción del país y en el trato brutal hacia la población, que fue reducida a la condición de mano de obra esclava. Esto marcó el camino que seguiría la política nazi en Europa del Este, considerada racialmente inferior. Luego, Alemania se dirigió hacia el norte, invadiendo Dinamarca y Noruega en abril de 1940, debido a la percepción de que los británicos amenazaban el suministro de hierro proveniente de Suecia. Esta acción llevó a la dimisión de Chamberlain y al ascenso de Winston Churchill al poder en un gobierno de unidad nacional en el Reino Unido.

Alemania buscaba incorporar a Francia en su «nuevo orden» y apartarla de la guerra. Para lograrlo, invadió Holanda, Bélgica y Luxemburgo en mayo de 1940, ocupándolos en 48 horas. Posteriormente, entraron en París el 14 de junio de 1940. El gobierno francés dirigido por el general Pétain capituló y firmó un armisticio el 22 de junio de 1940, dividiendo Francia en dos zonas: el norte bajo dominio alemán directo y el sur, donde se estableció un régimen colaboracionista con los nazis encabezado por Pétain, con capital en Vichy.

La Caída de Berlín

A finales de 1944, aunque gran parte de Europa estaba liberada, los nazis lanzaron una contraofensiva en las Ardenas en diciembre de 1944. Sin embargo, tras un mes de combates, los Estados Unidos lograron una victoria decisiva, neutralizando la capacidad ofensiva del ejército alemán.

El avance soviético reveló la atrocidad de los campos de concentración y exterminio, como en Auschwitz en enero de 1945, donde encontraron prisioneros enfermos, objetos y cadáveres.

Las tropas soviéticas llegaron a una devastada Berlín en abril de 1945, donde sometieron brutalmente a una población aterrorizada. Mientras tanto, las tropas angloamericanas alcanzaron el río Rin. Hitler se suicidó el 30 de abril en su búnker, y Berlín capituló el 2 de mayo, firmando la rendición incondicional el 7 y 8 de mayo. El ejército alemán de ocupación en Italia se rindió poco después de que Mussolini fuera ejecutado por partisanos el 28 de abril.

La Derrota de Japón y la Bomba Atómica

La capitulación alemana cerraba la guerra en Europa, pero continuaba abierta en el Pacífico. Los EE. UU. habían frenado la expansión japonesa en 1942 y consiguieron, lentamente, ir recuperando los territorios: las islas de Nueva Guinea, Salomón, Gilbert, Marshall, Marianas y Filipinas (1944).

Los japoneses, convencidos de que la rendición era un deshonor, luchaban hasta el extremo; en octubre de 1944 aparecieron los kamikazes, pilotos suicidas que morían estrellando su avión contra el enemigo.

Para doblegar esta resistencia, en noviembre de 1944 se iniciaron los bombardeos sobre más de 60 ciudades japonesas donde más de 600.000 personas murieron y la devastación material fue inmensa. Tokio sufrió 65 ataques hasta agosto de 1945. Todo ello solo consiguió acentuar el furor nipón, tal como se expresó en las batallas de Iwo Jima y Okinawa (marzo-junio de 1945), en las que la derrota estuvo precedida de una resistencia brutal, que provocó muchas bajas entre los estadounidenses. En esta situación desesperada, el presidente de los EE. UU., Henry Truman, decidió hacer efectivo el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto). Se iniciaba la era del terror nuclear. Japón se rindió definitivamente el 15 de agosto.

La Creación de la ONU

La necesidad de un organismo que sustituyese a la desprestigiada Sociedad de Naciones se planteó en la Conferencia de San Francisco (1945) donde participaron 46 estados. En ella se aprobó la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un organismo que debía preservar la paz, la seguridad y la democracia, así como velar por la cooperación entre las naciones.

En 1948, las Naciones Unidas proclamaron la Declaración Universal de Derechos Humanos como un ideal común para todos los pueblos y naciones, que estableció los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero. Todos los Estados miembros de la ONU están representados y tienen voto en la Asamblea General. De esta dependen diversos organismos, entre los cuales el más relevante es el Consejo de Seguridad, formado por 15 miembros de los cuales cinco (EE. UU., Rusia, Reino Unido, China y Francia) son permanentes y con derecho a vetar las resoluciones.

La Dimensión Moral

La preocupación por la paz estuvo presente en los aliados desde 1941 (creación de la Carta At-lántica) y se concretó en la celebración de conferencias impulsadas por los tres grandes (EE.UU., la URSS y Reino Unido) desde 1943 en Teherán, en Yalta (Crimea), en febrero de 1945, y en Potsdam en julio de ese mismo año. En ellas se acordó la desnazificación de Alema-nia, su reparto entre los vencedores (incorporan-do también a Francia), la división de la ciudad de Berlín en zonas de ocupación y las reparaciones económicas. También se pactó la creación de nuevas fronteras, que afectó básicamente a Ale-mania, Polonia y la URSS. Potsdam fue la última conferencia que reunió a los aliados (Truman, Churchill y Stalin), y en ella empezó a vislumbrarse el enfrentamiento entre los dos grandes vencedores. Estados Unidos y la URSS se acusaron mutuamente de pretender ampliar sus influencias en Europa y de aspirar a a hegemonía mundial. En la Conferencia de París se elaboraron los tratados de az con Italia, Rumania, Bulgaria, Hungría y Finlandia, firmaos en 1946. Hasta 1955 no se cerró el de Austria, ocupada or los aliados, y el de Japón, que la URSS no rubricó.

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