2. Los pasos hacia la guerra: la expansión japonesa
En 1931, Japón invadió la región china de Manchuria y fundó el protectorado de Manchukuo. La Sociedad de Naciones creó la Comisión Lytton para investigar los hechos y terminó condenando la invasión, lo que hizo que Japón abandonase la organización en 1933. Desde entonces, Japón continuó con su política de controlar territorios en China, aprovechando los conflictos entre el gobierno nacionalista de Chiang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong. En 1937, comenzó una guerra que duró hasta 1945 y enfrentó a Japón contra los gobiernos chinos que se aliaron contra el invasor.
Las conquistas italianas
Animado por la pasividad de la Sociedad de Naciones, Mussolini invadió Abisinia en 1936. La organización protestó ante la acción italiana, pero no pudo hacer nada. La condena de Francia y Reino Unido motivó el giro diplomático de Italia, que en 1936 firmó el Eje Roma-Berlín y posteriormente se sumaron Hungría, Bulgaria y Eslovaquia. En 1937, Mussolini abandonó la Sociedad de Naciones. También en 1937, Italia se sumó al Pacto Antikomintern firmado por Alemania y Japón para competir contra la Unión Soviética. En marzo de 1939, se produjo la anexión de Albania y en mayo se firmó el Pacto de Acero que comprometía la ayuda mutua entre Alemania e Italia en caso de que estallase la guerra en Europa.
La Guerra Civil Española
En 1936, se produjo en España un golpe de estado contra el gobierno republicano. La sublevación no funcionó y estalló una guerra en la que participaron otros países. Mientras los sublevados recibieron la ayuda de Italia y Alemania, la República se vio aislada por el acuerdo de no intervenir de Francia y Reino Unido para que no se propagase por ellos. El único apoyo recibido por la República fue el de la Unión Soviética. Las hostilidades concluyeron en 1939. España fue el escenario para que Alemania e Italia probaran sus tácticas militares y nuevas armas. Ambos países comprobaron la pasividad de las democracias, lo que reforzó sus ambiciones expansionistas. La guerra civil se convirtió en un símbolo de la lucha antifascista. En España combatieron las Brigadas Internacionales.
El expansionismo alemán
Hitler accedió al poder con un programa que desafiaba el trazado de Versalles y reclamaba la creación de una Gran Alemania. Su política se orientó a la consecución de los dos objetivos mediante una serie de acciones. La anexión del Sarre, el territorio administrado por la Sociedad de Naciones, se incorporó a Alemania en 1935. Remilitarización de Renania: en 1936, Hitler ordenó su militarización en contra de lo dispuesto en el Tratado de Versalles. Incorporación de Austria: los nazis austriacos asesinaron al canciller Dollfuss. La creciente influencia alemana en Austria permitió a Hitler exigir la celebración de un referéndum. Dicho plebiscito tuvo lugar en 1938 y se saldó con una victoria aplastante de los partidarios de la anexión. Nacía el Anschluss, la unión de Alemania y Austria. Invasión de los Sudetes: en 1938, Hitler incorporó los Sudetes, una región checoslovaca con población alemana. En 1939, Alemania ocupó el resto de Checoslovaquia, donde firmó el protectorado de Bohemia-Moravia. Francia y Reino Unido se comprometieron a enfrentarse a Alemania si invadía Polonia, y en 1939 se firmó el Pacto de No Agresión entre Alemania y la Unión Soviética para repartirse Polonia a cambio de la neutralidad rusa y el derecho de Stalin a volver a las fronteras del Imperio zarista. Por lo tanto, Alemania invadió Polonia y comenzó la Segunda Guerra Mundial.
La guerra: iniciativa del Eje y el frente occidental
Tras la invasión de Polonia, Alemania continuó con su ofensiva. La rapidez de sus conquistas se debió a la eficacia de la guerra relámpago. En 1940, comenzó el avance por los países del Mar Báltico, que en apenas unas semanas conquistaron Dinamarca y Noruega, y continuaron su ataque por los Países Bajos y Bélgica. La ocupación de Francia fue un preludio. El ejército francés confiaba en una defensa estática, pero no pudieron frenar el avance alemán. El movimiento invasor dejó aislados a 350,000 soldados que tuvieron que ser evacuados a Gran Bretaña desde Dunkerque. Francia fue ocupada y obligada a firmar el armisticio de Compiègne, que dejaba al país dividido en dos zonas: el norte bajo el control alemán y al sur se formó un gobierno colaboracionista dirigido por el mariscal Pétain. Desde Londres, el general francés De Gaulle llamó a la resistencia y creó las fuerzas francesas libres. La batalla de Inglaterra, en la que tras la invasión de Francia, Hitler inició la invasión de Reino Unido, fue repelida gracias a la superioridad de la RAF sobre los aviones de la Luftwaffe. Hitler sometió a las ciudades inglesas a constantes bombardeos, pero Alemania subestimó el espíritu de resistencia británico bajo el liderazgo de Winston Churchill. La ofensiva alemana se completó con el bloqueo comercial desplegado por sus submarinos, aunque la estrategia no tuvo éxito porque Reino Unido envió suministros ilimitados al gobierno de Londres.
La extensión de la guerra
El Mar Mediterráneo y el norte de África: Reino Unido frenó el avance italiano en Grecia, lo que obligó a Alemania a tomar Yugoslavia y a expulsar a los británicos de los Balcanes. El asalto alemán sobre Egipto se inició en febrero de 1941, logrando importantes conquistas, pero en 1942 los tanques comandados por el general Montgomery detuvieron el ataque alemán en la batalla de El Alamein. La invasión de la Unión Soviética: en 1941, comenzó la operación Barbarroja. Tres millones y medio de soldados y miles de tanques invadieron la URSS. En agosto, ya estaban en Leningrado, donde fueron frenados por el ejército rojo y comenzó un asedio de la ciudad que duró hasta 1944 y en el que murieron de hambre y frío más de dos millones de personas. El momento decisivo se produjo en el avance hacia Moscú, los carros blindados alemanes se atascaron en la nieve a tan solo 25 km de la ciudad, por lo que los soviéticos tuvieron la oportunidad de organizar la defensa.
La guerra en el Pacífico
Desde 1940, Japón había conquistado Indochina y proseguía su invasión por Asia y el Océano Pacífico. En 1941, los aviones japoneses aniquilaron la flota estadounidense de la base naval de Pearl Harbor, por lo que el presidente Roosevelt declaró la guerra a Japón, y por los acuerdos previamente suscritos, fueron Alemania e Italia quienes entraron en guerra con los Estados Unidos. Estos aportaron un inagotable capital humano, económico, industrial y militar que fue determinante a favor de los aliados. Sin embargo, hasta 1942, los japoneses siguieron expandiéndose por Asia y el Pacífico sin encontrar resistencia y conquistando numerosos territorios.
La guerra: la ofensiva aliada
A finales de 1942, los aliados iniciaron en todos los frentes un contraataque que forzó a las potencias del Eje a posicionarse a la defensiva.
El frente oriental
Para desbloquear la situación en el frente soviético, Hitler decidió dirigirse hacia el Cáucaso con el fin de apoderarse de las reservas de petróleo del Asia central. Esta segunda fase de la invasión tuvo su momento decisivo en julio de 1942 en la batalla de Stalingrado. Tras hacerse con el control de la ciudad en unas semanas, la llegada del invierno y el agotamiento de la capacidad defensiva alemana permitieron una contraofensiva soviética que cercó el ejército alemán. La posterior derrota de los tanques alemanes en la batalla de Kursk ratificó la superioridad del Ejército Rojo, que inició una ofensiva imparable y liberó los países ocupados por Hitler. En abril de 1945, las tropas soviéticas llegaron a Berlín, pero los mandos nazis se negaron a firmar la rendición. Se libró una cruenta batalla.
El Mediterráneo y el norte de África
Los intentos de los tanques alemanes de tomar el canal de Suez fueron frenados por las tropas británicas dirigidas por Montgomery en la batalla de El Alamein. Desde entonces, el Afrika Korps se vio obligado a replegarse hasta Túnez. En noviembre de 1942, los estadounidenses desembarcaron en Argelia y en Marruecos, forzando a los alemanes a abandonar África. Tras controlar toda la zona, en julio del año siguiente, los aliados desembarcaron en Sicilia y comenzaron la invasión de Italia, que poco después firmó el armisticio. Mussolini huyó al norte, donde fundó la República de Saló protegido por los alemanes. Con el apoyo de los partisanos comunistas, los estadounidenses fueron liberando el territorio. El 28 de abril de 1945, Mussolini fue fusilado.
El frente occidental
Para tomar Francia y Europa occidental, los aliados planearon una operación que complementase el avance soviético desde el este. Fue el desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944, conocido como el «Día D». Protegidos por la aviación, miles de barcos cruzaron el Canal de la Mancha y llegaron a la costa francesa. En agosto, París fue liberada y las tropas de Hitler se replegaron hacia Alemania. La Wehrmacht entabló una última contraofensiva en las Ardenas, que fue frenada por los aliados. El 25 de abril de 1945, las tropas estadounidenses se encontraron con las soviéticas cerca de Berlín. Hitler, acorralado en su búnker, se suicidó, pero la rendición total no llegaría hasta el 7 de mayo de 1945.
La guerra en el Pacífico
La guerra se prolongó unos meses en el Pacífico. Desde 1942, Estados Unidos estaba en condiciones de lanzar su contraofensiva contra Japón, sobre todo tras sus victorias en Midway y Guadalcanal. Batallas como las de Iwo Jima y Okinawa fueron de las más cruentas de la guerra. El 6 de agosto de 1945, el nuevo presidente de Estados Unidos, Harry Truman, ordenó el lanzamiento sobre Hiroshima de una bomba atómica que causó más de 100,000 muertos, y luego otra en Nagasaki. El 2 de septiembre, Japón capituló. La guerra había acabado.
La destrucción de la República de Weimar
Al asumir el cargo, Hitler se desentendió de los acuerdos firmados con sus socios de coalición y persuadió al presidente Hindenburg para convocar elecciones en marzo de 1933. La campaña se llevó a cabo en un ambiente de violencia extrema ejercida por la SA y las SS sobre la izquierda. En febrero, se produjo el incendio del Reichstag, acto del que se acusó a un militante comunista, pero que había sido obra de los nazis para declarar el estado de emergencia y suspender los derechos democráticos. En esas condiciones, se celebraron las elecciones donde los nazis se hicieron con el control del parlamento y aprobaron la ley de plenos poderes. Para ello, en abril de 1933, la Gestapo (policía política) impuso un sistema de control y represión política y social. La represión alcanzó incluso las filas del partido nazi con la Noche de los Cuchillos Largos, donde entre junio y julio de 1934 se perpetró, por orden de Hitler, el asesinato de los principales dirigentes de las SA. El poder nazi se hizo incontenible, la esvástica fue elegida como símbolo de la nueva era. Finalmente, tras la muerte del presidente Hindenburg, Hitler asumió el poder y fue reconocido como Führer, como representación del pueblo alemán y su destino. Su nuevo líder encarnaba los valores e intereses de la nación: ‘un pueblo, una nación, un caudillo’. Había nacido el Tercer Reich.
Las políticas nazis
Una vez en el poder, los nazis pusieron en marcha medidas que respondían a su programa político, tanto en lo referido a la autarquía económica como en la revisión del Tratado de Versalles y a su profundo antisemitismo.
La autarquía
Para el nazismo, toda nación era enemiga, así que la autosuficiencia era la forma de garantizar la independencia nacional. La política de rearme sirvió para reactivar la economía, sobre todo la gran industria, por lo que Hitler se ganó el apoyo de los industriales alemanes y, con la disminución del desempleo, de buena parte de la sociedad alemana, incluida la clase trabajadora.
La expansión territorial
Alemania era un pueblo elegido que precisaba su espacio vital, de modo que el objetivo del nazismo era conseguir por todos los medios la integración de los territorios poblados por alemanes en un gran estado que dispondría de los recursos de otros pueblos considerados inferiores.
El racismo y el antisemitismo
El antisemitismo y el racismo funcionaron como un vehículo de agitación social. Un elemento esencial de la doctrina recogida en ‘Mi lucha’ era el odio a los judíos, a los que Hitler consideraba enemigos de la nación alemana y responsables de su derrota en la Gran Guerra. Basado en viejos tópicos y en el pensamiento racista del siglo XIX, el antisemitismo nazi fue su política de exterminio. En consecuencia, una vez en el poder, el nazismo diseñó un sistema de segregación racial:
- Persecución legal: en 1936 se aprobaron las leyes de Núremberg, que excluían de la sociedad a los judíos. Se les prohibieron los matrimonios con alemanes, el ejército profesional, el trabajo en la Administración, el comercio y la educación. Además, se los despojó de sus propiedades, que luego serían compradas a precios irrisorios por los alemanes cómplices del régimen.
- Persecución física: las agresiones contra los judíos fueron en aumento, y tuvieron su momento culminante en la Noche de los Cristales Rotos en 1938, en la que miles de comercios judíos y sinagogas fueron asaltados.
- Exterminio: los judíos ya eran trasladados a campos de trabajo o de concentración antes de la guerra, pero estas prácticas se recrudecieron a partir de 1942 con ejecuciones en masa.