El Reinado de Juan Carlos I y el Inicio de la Transición
Tras el fallecimiento de Franco en 1975, Juan Carlos I fue proclamado rey en un contexto político marcado por la incertidumbre. Comenzaba un complejo proceso de transición que conduciría a España desde la dictadura a un sistema democrático.
Este proceso ha sido reconocido internacionalmente como un modelo de transición pacífica, a pesar de las dificultades y tensiones que lo acompañaron.
Los Primeros Pasos de la Monarquía
Los inicios del reinado de Juan Carlos I estuvieron caracterizados por la indefinición. Muchos sectores de la sociedad española dudaban de la voluntad del nuevo monarca de romper con el pasado franquista. Sin embargo, el rey se rodeó de un grupo de asesores, entre los que destacaba Torcuato Fernández Miranda, que diseñaron un plan para la transición política conocido como la reforma.
El objetivo de la reforma era implementar cambios controlados que garantizaran la seguridad de los funcionarios y militares franquistas, a la vez que se avanzaba hacia un sistema democrático utilizando las propias leyes del régimen anterior.
El Gobierno de Arias Navarro y la Creciente Tensión Social
Inicialmente, el rey mantuvo a Carlos Arias Navarro, quien había presidido el gobierno durante la última etapa de la dictadura, como presidente del gobierno. El gabinete incluía a figuras como Manuel Fraga en el Ministerio del Interior y a jóvenes políticos procedentes del Movimiento Nacional como Adolfo Suárez y Martín Villa.
El gobierno de Arias Navarro no logró implementar un proceso de reformas creíble y respondió con represión a las crecientes protestas sociales. En enero de 1976, una oleada de huelgas se extendió por todo el país. La respuesta represiva del gobierno culminó con los sucesos de Vitoria, en marzo de 1976, donde cinco trabajadores murieron a manos de la policía.
En ese mismo mes, la oposición política se unió en la Coordinación Democrática, lo que intensificó las protestas contra el inmovilismo del gobierno. Finalmente, el rey, que había expresado su descontento con la gestión de Arias Navarro, lo destituyó en julio de 1976.
El Gobierno Suárez y la Ley para la Reforma Política
El Nombramiento de Adolfo Suárez
El nombramiento de Adolfo Suárez, un joven político procedente del Movimiento Nacional, como nuevo presidente del gobierno fue recibido con escepticismo por parte de la oposición democrática. A pesar de que el nuevo gobierno incluía a ministros aperturistas, muchos dudaban de la capacidad de Suárez para liderar la transición hacia la democracia.
La Ley para la Reforma Política
En septiembre de 1976, Suárez presentó el proyecto de Ley para la Reforma Política. Esta ley representaba la concreción legislativa del proceso de desmantelamiento del franquismo desde el propio régimen. Al mismo tiempo, Suárez inició contactos discretos con la oposición democrática.
Amenazas al Proceso de Reforma
Los sectores más inmovilistas del franquismo, cada vez más irritados por la evolución política y los atentados terroristas de ETA y el GRAPO, comenzaron a conspirar para organizar un golpe de estado contra el proceso de reformas. En septiembre de 1976, Suárez nombró al teniente general Gutiérrez Mellado vicepresidente del gobierno. Gutiérrez Mellado jugó un papel crucial en el control del peligro golpista en el Ejército.
A pesar de las conspiraciones golpistas y los atentados terroristas, la conciencia de que los cambios eran inevitables llevó a las Cortes franquistas a aprobar en noviembre de 1976 la Ley para la Reforma Política, lo que supuso su «suicidio político».
La Crisis de 1977 y la Consolidación de la Democracia
El proceso de reformas estuvo constantemente amenazado por la violencia terrorista y la amenaza golpista. La situación llegó a un punto crítico en enero de 1977, cuando los atentados de ETA, GRAPO y la extrema derecha (Matanza de Atocha) incrementaron el riesgo de un golpe de estado.
La respuesta de la sociedad española fue una multitudinaria manifestación pacífica en Madrid que evidenció la voluntad de la población de continuar con la transición de forma pacífica.
Adolfo Suárez, con coraje y habilidad política, supo sortear los obstáculos y adoptó medidas que permitieron el paso a un régimen democrático. La legalización del PCE en abril de 1977 y la amnistía para los presos políticos allanaron el camino para la celebración de las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República en junio de 1977.
Las Elecciones de 1977 y la Constitución de 1978
El Triunfo de la UCD y el Ascenso del PSOE
El partido ganador de las elecciones de 1977 fue la Unión de Centro Democrático (UCD), un nuevo partido liderado por Suárez que agrupaba a los sectores aperturistas del franquismo y a algunos elementos moderados de la oposición democrática. La UCD obtuvo el 34,5% de los votos.
El segundo partido más votado fue el PSOE de Felipe González, con casi el 30% de los votos. El PSOE se convirtió en la principal fuerza de la izquierda, superando al PCE, que obtuvo el 9,4% de los votos. Alianza Popular, liderada por Manuel Fraga, obtuvo el 8% de los votos. Convergència i Unió y el PNV se consolidaron como las principales fuerzas nacionalistas.
Los Desafíos del Nuevo Gobierno
El nuevo gobierno de Suárez se enfrentó a dos grandes desafíos: elaborar una Constitución que diera forma al nuevo sistema democrático y combatir el terrorismo de ETA, que seguía atentando a pesar de la amnistía total decretada en octubre de 1977, así como al peligro golpista (Operación Galaxia en 1978).
La Crisis Económica y los Pactos de la Moncloa
Todo este proceso político se desarrolló en un contexto de profunda crisis económica. La crisis del petróleo de 1973 había afectado gravemente a España, con un aumento del paro y la inflación. Para estabilizar la economía, las principales fuerzas políticas firmaron en octubre de 1977 los Pactos de la Moncloa, un conjunto de medidas consensuadas para afrontar las dificultades económicas.
La Consolidación del PSOE y la Crisis Política de 1979-1981
El Ascenso del PSOE
Tras la aprobación de la Constitución en 1978, las Cortes fueron disueltas y se celebraron nuevas elecciones el 1 de marzo de 1979, en las que la UCD de Suárez volvió a ganar. Sin embargo, en las elecciones municipales, las primeras democráticas desde la Segunda República, celebradas poco después, la izquierda, con la alianza del PSOE y el PCE, conquistó los principales ayuntamientos.
Felipe González impulsó un giro político e ideológico en el PSOE tras la celebración de su XXVIII Congreso. El PSOE abandonó el marxismo como ideología oficial y se configuró como un partido de izquierda moderada con aspiraciones de llegar al poder.
La Crisis Política de 1979-1981
En 1979 se inició un proceso de deterioro político que culminaría con el intento de golpe de estado de 1981. Diversos factores contribuyeron a esta crisis, entre ellos:
- El terrorismo de ETA.
- La crisis económica.
- La debilidad del gobierno de Suárez.
- Las tensiones internas en la UCD.
- El auge del PSOE.
Estos factores llevaron a la dimisión de Suárez el 29 de enero de 1981. Leopoldo Calvo-Sotelo, dirigente de la UCD, fue designado candidato a la presidencia. Tras no obtener la mayoría suficiente en una primera votación, se fijó para el 23 de febrero la segunda votación para su investidura.
El Intento de Golpe de Estado del 23-F
El 23 de febrero de 1981, la democracia española vivió su momento más crítico. Un grupo de guardias civiles, liderados por el teniente coronel Antonio Tejero, asaltó el Congreso de los Diputados y secuestró al gobierno y a los diputados. El golpe de estado, dirigido por generales como Jaime Milans del Bosch y Alfonso Armada, fracasó gracias a la intervención decisiva del rey Juan Carlos I.
Calvo-Sotelo sustituyó a Suárez al frente del gobierno y la democracia española superó una de sus pruebas más difíciles.