La vida de los privilegiados en Egipto


El lugar que ocupaba la mujer en el Antiguo Egipto puede parecer sorprendente por su «modernidad», si se compara con el que ocupaba en la mayoría de países de la época, e incluso de épocas posteriores.

Aunque hombre y mujer tradicionalmente tenían prerrogativas bien diferenciadas en la sociedad, no parece que hubiera una barrera insuperable para quien quisiera variar el esquema. El egipcio de aquel tiempo reconoce a la mujer, no como igual al hombre, pero sí como su complemento. Este respeto se expresa claramente tanto en la teología como en la moral que se consolida en el II milenio a.C. Conviviendo con los judíos, pero es bastante difícil determinar su grado de aplicación en la vida cotidiana de los egipcios. Eso sí, está muy distante de la sociedad Griega, dónde la mujer era considerada como «un menor de edad eterno». Por otra parte, la literatura egipcia no vacila en presentar la mujer como frívola, caprichosa y poco fiable, pero a pesar de todo, las egipcias se beneficiaron de una posición que se encuentra en pocas sociedades.

Los escribas del antiguo Egipto eran los encargados de inscribir, clasificar, contabilizar y copiar, utilizando varios tipos de escritura, como la hierática o demótica, que permitía escribir rápidamente, con la ayuda de un cálamo sobre papiros u ostracas.

Su atuendo era simple, era una falda hecha de lino o algodón. Los escribas pertenecían a una casta especial. En Egipto, el buen funcionamiento del Estado reposaba, esencialmente, en los escribas. Administradores, contables, literatos o escribanos públicos, estos maestros del cálculo y la escritura eran omnipresentes. Trabajaban en todos los departamentos de la administración, llegando incluso a ser escribas reales, dominando la administración central.

En principio, los escribas eran escogidos entre aquellos privilegiados que habían sido formados en el entorno de la familia real. Al final del Antiguo Imperio, el desarrollo de la administración conllevó la aparición de una casta de escribas. Los cargos se transmitían, generalmente, de padres a hijos. El célebre texto titulado “De la enseñanza de Jety” habla de un oficio noble.

Eran muchos los padres de familia que consideraban que para sus hijos, “no había trabajo más hermoso que el de escriba”. Educados en una casa de vida, que dependía de un templo, los escribas aprendices estudiaban, de los cinco años a los diecisiete años, la escritura jeroglífica e hierática, gramática y textos clásicos, además de aprender Derecho, idiomas, historia, geografía y contabilidad.

Los escribas, antes de comenzar su trabajo, rezaban una plegaria a Dyehuty (Tot), su patrón.

En el Imperio Antiguo, el ejército del Antiguo Egipto se denominaba ‘’mesha’’, cuya traducción viene a ser “agrupación de fuerzas”: y efectivamente, eso era, unos grupos que se reunían en caso de necesidad para apoyar a pequeñas unidades permanentes. Este ejército tenía entre sus funciones la protección de fronteras y del comercio marítimo, pero también la realización de todo tipo de trabajos públicos.

El empleo de soldado no era muy popular en el Antiguo Egipto, cuyos habitantes eran más campesinos que guerreros. Pero para defender las cosechas del delta de las invasiones asiáticas, o, desde el oeste, de las libias, tuvieron que crear muy pronto un ejército, que se convirtió en permanente. Si los futuros oficiales eran alistados entre la clase media, los soldados de infantería procedían de las clases más desfavorecidas, porque ser soldado del Faraón les resultaba ventajoso.

Los soldados de la infantería fueron llamados literalmente el (infante) en la vida del ejército y en otras ocasiones el (infante) en la vida del ejército de las victorias grandes. Cada soldado debía «luchar por su buen nombre» y defender al faraón, otorgándosele si combatía bien un título o condecoración llamado «El Oro del Coraje». Si mostraba cobardía o huía del combate, se lo denigraba, degradaba y, en ciertos casos ejecutado.

Los mandos estaban formados por miembros de familias de cierta categoría, los únicos que podían acceder a la escuela de oficiales y que conseguían prestigio y fama en la batalla, consiguiendo sus ascensos, y cuando se retiraban eran nombrados asistentes personales de los nobles, administradores del estado o ayos de los hijos del rey, que eran enviados a aprender la carrera militar a los 7 años.

La tropa tenía la esperanza de conseguir un terreno de 3,25 ha, sin distinción entre nativos y mercenarios. El soldado recibía, además, rebaños y personal del cuerpo de servicios de la casa real para poder trabajar las tierras recién obtenidas de inmediato. La parcela podían heredarla sus descendientes siempre que entre ellos hubiese un varón apto para enrolarse. Un papiro relativo a impuestos, fechado hacia 1315 a. C. (bajo Seti I), es prueba de ello.

La medicina en el antiguo Egipto se enseñaba en las casas de la vida adjuntas a los templos. En ellas se realizaban los cuidados especiales a los enfermos y se formaba específicamente a médicos por medio de prácticas controladas por los sacerdotes, prácticas que luego aquellos ejercían con la clientela. El conocimiento que tenemos sobre el tema proviene del contenido de diversos papiros: el papiro Edwin Smith, que es el documento quirúrgico más antiguo que se conoce, pues data del Siglo XVII a. C. Y transcribe conocimientos de una época anterior; el de Ebers, que es una recopilación de textos médicos; el de Lahun, que se refiere a ginecología; el de Hearst, que es un formulario médico práctico y el de Londres, que contiene numerosos encantamientos. También nos han llegado indicios de la medicina egipcia a través de las ostracas y de recetas copiadas por los griegos. Concretamente Hesy-Ra, que vivió hacia el año 3000 a. C., es considerado el médico más antiguo que se conoce.

  • La enfermedad era la demostración física de una posesión del cuerpo del paciente por agentes sobrenaturales: enemigos que tienen acceso a un poder mágico, un Dios enojado, algún difunto descontento, etc. Es por ello que médicos y encantadores trabajaban de forma paralela: primero era el encantador y luego el médico.
  • La envoltura corporal es un elemento necesario para alcanzar la vida eterna, y su destrucción impediría el lograrlo. La peor situación posible para un egipcio de la antigüedad era morir ahogado o incinerado, con lo cual su cuerpo se perdería.

La visión del mundo del siglo de XXI nos induce a pensar en la medicina egipcia comparándola con los servicios actuales, pero lo primero que es necesario tener en cuenta es el hecho de que, por lo que sabemos, el sistema dependía del templo, contemplado éste como una institución.

El sistema de cuidados médicos de los egipcios antiguos era un servicio público con las siguientes características:

  1. Gratuito: por lo tanto, accesible para todos.
  2. General: para toda clase social.
  3. Nacional: disponible en todo el país.
  4. Disponible en cualquier momento.

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